Carmen de Burgos Seguí,
la futura Colombine, nació en Almería en 1867 y murió en
Madrid en 1932. Era hija de doña Nicasia Seguí (Níjar, 1852) y de
don José de Burgos Cañizares (Almería, 1841), que tenía 11 años
más que Nicasia. Se casaron en 1867, cuando doña Nicasia tenía 14
años de edad y tuvo a su hija Carmen, apenas cumplidos los 15
años.Este
dato tiene su importancia, porque Carmen de Burgos iba a repetir la
actitud de su progenitora y se casará con un hombre 14 años mayor
y con 16 años.
Nuestra autora pasó la
infancia junto a su madre, más parecida a una hermana mayor.
El matrimonio tuvo 10
hijos y cuando murió don José de Burgos en 1922 con 81 años,
vivían seis hijos: Carmen, Catalina (que la acompañó siempre),
Francisco, Lorenzo, Manuel y Carlos. Sin suda las dolorosas pérdidas
de los cuatro hijos no fueron recibidas como un hecho especial, sino
como un fenómeno natural y constante en el entorno social de la
época. Una vez casada Carmen sufrió la pérdida de 3 hijos.
Pasó la infancia en
Rodalquilar, ella misma lo evoca en la revista Prometeo:
Me crié en
un lindo valle andaluz (…), a la orilla del mar, frente a la costa
africana. En esta tierra mora, en mi inolvidable Rodalquilar, se
formó libremente mi espíritu y se desarrolló mi cuerpo (…). Pase
la adolescencia como hija de la natura, soñando con un libro en la
mano a la orilla del mar o cruzando a galope las montañas. Después
fui a la ciudad y yo que creía buena a la humanidad toda, vi sus
pequeñeces, sus miserias….
En esta etapa almeriense
su padre, don José de Burgos fue nombrado Vicecónsul de Portugal en
1872, dependiente del consulado de Cádiz, cargo en el que se
mantuvo, con algún cese, durante treinta y siete años. Este vínculo
diplomático con Portugal tendría hondas repercusiones en la vida de
Carmen, ya que mantuvo una estrecha relación cultural y vital con el
país vecino durante casi toda su vida.
LA EDAD ADULTA A LOS 16
AÑOS:
Carmen de Burgos se casó
en 1883, si hacemos caso a RAMÓN que dice: “casada a los dieciséis
años, como suele suceder en Andalucía- su madre se casó a los
catorce-“.
Su marido fue Arturo Álvarez Bustos, catorce años mayor que ella y
era hijo de don Mariano Álvarez, pionero de la prensa almeriense en
la segunda mitad del siglo XIX. Fundó la revista quincenal El
Pensil (1845) y La Campana de la Vela (1854). Y además de
eximio periodista e impresor, su suegro intervino en la política de
la ciudad.
Arturo Álvarez Bustos,
el marido de Carmen de Burgos, era periodista como su padre, pero no
heredó sus nobles cualidades con la pluma. Siguió un modelo de
señorito calavera y ocioso, de moral poco escrupulosa; pero, a pesar
de ello, Carmen se sintió fascinada por su atractivo personal y por
el prestigio de su oficio de escritor. Esto confiesa Colombine
a Rafael Cansinos-Assens: “Un señorito juerguista, un tenorio que
me fascinó (…) Era escritor (…) me dedicaba versos (…), se
pasaba la vida en tabernas y garitos (…) yo lo soportaba todo
porque lo quería… lo creía un genio”.
El matrimonio, desigual
en edad, fue mal desde el principio. Tuvieron cuatro hijos. De los
cuales, solo sobrevivió, su hija María que la acompañó siempre,
que nació en 1895.
Quizá lo único positivo
de su matrimonio con Arturo, además de su hija, fue el aprendizaje
del oficio de periodista; esto recordó Carmen y, a la vez, da una
visión crítica del periodismo de Arturo:
Ejercía un
periodismo poco envidiable, tenía un periodiquito de esos para
meterse con la gente con fines interesados… Se tiraba en la
imprenta de mi suegro, y no se publicaba más que el primer número
del mes y el último…, para justificar las subvenciones… En aquel
periódico, para ayudar a sostener mi hogar, me vi precisada a
trabajar de cajista; y como mi marido no se ocupaba del periódico
más que para sacarle provecho, muchas veces, para poder componer
original, me valía de la tijera y recortaba de otros periódicos;
otras redactaba yo más cuartillas, y así fui adquiriendo el
entrenamiento periodístico.
La vida matrimonial fue
un fracaso por la vida disoluta de su marido. Entonces Carmen tenía
que romper el círculo, en que estaba encerrada y para ello se
propuso obtener el título de maestra, que le proporcionase la
independencia económica y la integración en la sociedad, algo que
Carmen defendió siempre para lograr la emancipación de la mujer.
En junio de 1895 se
presentó a las pruebas de reválida para Maestra de Primera
Enseñanza en la Escuela Normal de Maestras de Granada. Prueba que
supera con facilidad. Tres años más tarde se graduó en La Normal
de Granada como Maestra de Primera Enseñanza Superior, título que
necesitaba para presentarse a las oposiciones de Profesoras de
Escuelas Normales de Maestras. En esta convocatoria no obtuvo plaza.
Ante este camino
emprendido por Carmen, su marido se burlaba e intentaba poner
obstáculos. Carmen, por su parte, pensaba que su marido era el
paradigma de un orden social caducado, en el que la mujer está
sumisa al varón, mientras que él puede gozar de total libertad,
disponiendo de la esposa para su placer y servicio; y, además, la
mujer se había resignado históricamente a ese destino, aceptando
una situación legal en desventaja frente al marido.
Con todo esto Carmen de
Burgos se separa de su marido en 1898; ya que en 1899 viven Carmen y
su hija en el hogar de su padre, don José de Burgos. El trasunto de
las circunstancias de la separación matrimonial aparece reproducido
en su novela La malcasada, Sempere, Valencia, 1923.
Por fin en 1901 Carmen se
volvió a presentar a las oposiciones y obtuvo plaza en la Escuela
Normal de Maestras de Guadalajara, donde tomó posesión el 1 de
junio como profesora numeraria en la Sección de Letras.
Así pues, en 1901 Carmen
de Burgos deja Almería y se traslada a Madrid con su hija. Ha
alcanzado la independencia económica (mil quinientas pesetas
anuales) con su plaza de profesora de Normal. Tenía 33 años.
Carmen consigue
permanecer en Madrid, evitando su destino en Guadalajara, para
iniciar su carrera literaria. Consigue del Ministerio una Comisión
de Servicios para seguir un curso de pedagogía en el Colegio
nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid. Comisión que mantuvo
hasta 1905.
En Madrid fijó su
domicilio provisional en casa de su tío, don Agustín de Burgos
Cañizares, en la calle Echegaray, 10, senador desde 1899. Don
Agustín le manifestó un afecto poco familiar: intentó propasarse y
Carmen tuvo que abandonar su casa.
El día 2 de noviembre de
1901, la autora visita la tumba de Larra en el cementerio de San
Nicolás, futura fábrica de cervezas “El Águila” y hoy
Biblioteca Joaquín Leguina (Biblioteca y Archivo de la Comunidad de
Madrid), situada en la calle Ramírez de Prado. Esta misma iniciativa
la había realizado el 13 de febrero del mismo año, un grupo de
escritores que deseaban convertir su acción en símbolo de un nuevo
pensamiento y actitud literaria, comprometida con los problemas de
España; eran los hombres de la Generación del 98 con los cuales
coincidía ideológicamente.
En 1919 publicaría una
biografía de Larra, Fígaro, en la que evoca la visita al
cementerio:
En la tarde
del 2 de noviembre, una pobre muchacha que acababa de llegar de una
remota provincia andaluza, y que no conocía aún el acto realizado
por los más prestigiosos representantes de la Generación del 98,
iba sola y enlutada al cementerio de San Nicolás en busca de la
tumba del maestro.
Carmen de Burgos comenzó
a colaborar en los periódicos a partir de 1902; en La
Correspondencia de España y El Globo con artículos sobre
la situación de la mujer. Pero en enero de 1903, don Augusto Suárez
de Figueroa, director del Diario Universal le abrió las
puertas de su periódico, confiándole una columna diaria titulada:
“Lecturas para la mujer” y se convirtió en la primera redactora
de un periódico. Además, don Arturo la rebautizó con el pseudónimo
de Colombine,
con el que hoy todavía se asocia a Carmen de Burgos.
En el periodismo lucha
por la implantación de la ley del divorcio, por el voto femenino y
por la República.
Colombine
compagina el periodismo con la enseñanza en la Normal de Toledo
(1908), donde coincidió con Dolores Cebrián, esposa de Julián
Besteiro, catedrático, a la sazón del Instituto de Bachillerato de
Toledo, futuro catedrático de Lógica de la Universidad Central
(19129 y político socialista.
Participó en “La
promoción del Cuento Semanal” (1907-1925), según la denominación
de Federico Carlos Sainz de Robles con numerosos títulos de novelas
cortas (El perseguidor, 17/02/1917 en La Novela Corta,
cuyo director y fundador fue don José de Urquía).
ENCUENTRO CON RAMÓN
GÓMEZ DE LA SERNA
En abril de 1908 Carmen
de Burgos, ya con prestigio literario, funda una tertulia literaria
en su casa del calle San Bernardo, 76. Cita a los contertulios a las
cinco de la tarde y les sirve un té. A dicha tertulia asisten tanto
las jóvenes promesas como las figuras consagradas, esto dice
Colombine al respecto: “Por mi casa de Madrid pasan
escritores, periodistas, músicos, escultores, pintores y poetas… y
cuantos artistas americanos y extranjeros nos visitan (…). Jóvenes
y maestros (…) despiertan mi interés y me deleito en sus
creaciones”.
Nuestra autora tuvo
varios admiradores, dentro de los asiduos a la tertulia, entre ellos
Tomás Morales, Eduardo Barriobero, José Francés y hasta Rafael
Cansinos-Assens se sintió atraído por Carmen, mientras que ella no
le correspondía; esto dice Cansinos: “-Yo la amo a usted, la
comprendo, la admiro y la amo. Pero me domino y me limito a decir:
-Yo tampoco tengo ningún amor….
De todos aquellos
admiradores destacó un joven inquietante llamado Ramón Gómez de la
Serna con 21 años en 1909, que logró conquistar el corazón de la
anfitriona, que tenía 20 años más que él.
Paralelamente a la
tertulia Carmen decide crear una revista para dar cauce a los
ideales compartidos por los jóvenes y maduros literatos: la Revista
Crítica, nº 1, septiembre de 1908. Colaboraron Eduardo
Zamacois, Salvador Rueda, Díez Canedo, Juan Ramón Jiménez, Hoyos y
Vinent, Cansinos-Assens, Ramón Gómez de la Serna y Tomás Morales,
entre otros. La revista, de vida efímera, publicó su último número
en abril de 1909. Sacó 6 números.
Entre todo este tráfago
literario, el amor de Carmen y Ramón se va consolidando.
El padre de Ramón Gómez
de la Serna funda la revista Prometeo, Revista Social y
Literaria, el nº 1 salió en noviembre de 1908, como vehículo de
expresión de su hijo Ramón.
Y será en 1909 cuando
comienza la relación de pareja íntima y literaria de Carmen y
Ramón.
Mucho se ha hablado de la
desigualdad de edad (Carmen tenía 20 años más) entre ambos, lo
cual ha dado motivo para hablar de la inmadurez de Ramón (con 21
años); y por otra parte de la vida bohemia y de “femme fatal” de
Carmen de Burgos, que buscaría el amor-pasión con un hombre mucho
más joven. Todo esto suponía el estereotipo antiguo impuesto a la
mujer que le impedía vivir el amor libremente. El caso contrario, la
edad superior del hombre en la pareja era y es aceptada como hecho
natural, casi siempre con el condicionante económico o el prestigio
intelectual, como ejemplos recientes en el campo de las letras
tenemos las parejas de Rafael Alberti y Asunción Mateos, Camilo José
Cela y Marina Castaño y ahora Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler.
Un caso semejante lo tenemos en la pareja formada por la maestra y escritora Concha Alós (1926-2011), doble ganadora del Premio Planeta con
Los Enanos (1962) y
Las hogueras (1964) y el periodista, crítico y escritor bilingüe mallorquín, Baltasar Porcel (1937-2010), once años más joven que ella. Hay un cierto paralelismo, salvando todas las distancias, entre Concha Alós y Carmen de Burgos: casada a los 17 años con el periodista, Eliseo Feijóo, director del diario
Baleares. Estudia magisterio, ejerce como maestra en Mallorca y hace sus primeros pinitos literarios. En el diario
Balerares conoce a Baltasar Porcel, tipógrafo y aprendiz de escritor, once años más joven, del que se enamora con el consiguiente escándalo en la isla. Se separa de su marido en 1959 y se instala en Barcelona con Baltasar Porcel, que pronto se convertirá en escritor con la ayuda de Concha Alós que traducirá sus obras al castellano. Años mas tarde Concha Alós se separó de Baltasar Porcel.
Por otra parte, a Ramón
la idea del matrimonio le da respeto; no quiere asumir una
responsabilidad familiar, que le distraiga de su incipiente carrera
de artista-escritor. Y además, Carmen de Burgos, mujer madura
enfrentada a la sociedad pacata con sus ideas claras e
independientes, no deseaba volver a casarse.
Contemplado con los ojos
de hoy Carmen y Ramón fueron pioneros en la libertad de amar por
encima de todo prejuicio social. Carmen y Ramón desde edades,
formación y experiencias distintas estaban de acuerdo en una idea:
el derecho de amar libremente, quizá englobado ese derecho en la
divisa de la Revista Crítica: “Libertad, Arte, Amor”.
Ramón ha dejado
testimonios de suma ternura de los largos años de relación (20
años): “Carmen era más párvula que una niña, entonces.
Escribía, traducía y luchaba sin tener tiempo de nada”.
“Es como si
permaneciese vivo en ella su retrato de niña, ese retrato que
desearíamos poner frente a todos, junto a su retrato actual para que
se viera cómo el espíritu conserva los rasgos nativos genuinos y
cándidos”, dirá Ramón en Pombo.
En las dos citas, Ramón, trata de buscar imágenes pueriles, como
queriendo disminuir la edad de Carmen.
Ramón empezó a
protegerla de la crítica de los colegas, cerrando la tertulia
literaria (afán de posesión de Ramón) y juntos se refugiaron en
sus trabajos de creación: “Pensábamos seguir, pasase lo que
pasase, el escalafón rígido de ese vivir (…). Ella de un lado y
yo del otro de una mesa estrecha escribíamos (…) largas horas y
nos leíamos capítulos, crónicas, cuentos”.
La valoración tanto de
sus rasgos físicos como morales aflora una y otra vez de la pluma de
Ramón: “Carmen es bella, con la recia y apretada belleza que se
sostiene en la madurez. Es recia y alta, muy alta, y eso salva y
acaba de hacer indiscutible su figura”.
Años después, cuando ya
Ramón es un literato reconocido, recuerda lo que Carmen ha
significado en su vida:
Ella me ha
alentado y se ha dado cuenta desde el principio, cuando la
incomprensión arreciaba, de que era sencillo y bueno lo que me
proponía (…). He podido resistir con paciencia esos quince años
de inadmitido en la literatura, gracias a ese rato silencioso de
comunicación y trabajo en su casa, del otro lado de su ancha mesa.
Don Javier Gómez de la
Serna, padre de Ramón, funda la revista Prometeo en
noviembre de 1908, casi paralela a la Revista Crítica de
Carmen de Burgos, pero logró sobrevivir más de dos años gracias a
la generosidad de don Javier.
En un principio don
Javier se reservó la dirección y algunas páginas para difundir sus
ideas y sus actividades políticas; pero el objetivo sería dar cauce
a la incipiente creación literaria de Ramón, que se encargaría de
la edición. Publicó 38 números.
Carmen de Burgos no
colaboró en los primeros números de Prometeo. En el número de
Febrero de 1909 publica “Las mujeres de Blasco Ibáñez”, en
cierta medida un último homenaje al escritor que había sido su
modelo, glosando las protagonistas de las novelas del maestro
valenciano.
Después participó con
Ramón en la celebración no oficial del primer centenario del
nacimiento de Larra, que Ramón publicó en Prometeo con el
título: “Ágape organizado por Prometeo en honor de Fígaro”. El
banquete estaba presidido por Mariano José de Larra (en una silla
vacía) y rodeado de Carmen y Ramón los demás comensales.
El banquete se celebró
en Fornos el 24 de marzo de 1909 a las nueve de la noche “con una
brillantez inusitada”:
En la
presidencia había un cubierto preparado para Fígaro (…) A su
derecha estaba Colombine, la fermosa mujer y la garrida intelectual.
Su gallardía espiritual (…), la consintió venir de Toledo para
asistir al homenaje y brindar con todos en la copa de Fígaro.
A la
izquierda Ramón Gómez de la Serna, satisfecho de la vida, y en
particular de la noche, conversaba con Mariano José, y hacía los
honores a Colombine,
cuidando al alargarle los entremeses, no pasar el brazo
descortésmente por delante de Fígaro.
Al final del banquete fue
invitada a hablar Colombine, que procedió así:
Admirado
maestro, queridos compañeros: No se conmemora con el esplendor que
debiera hacerse el centenario del crítico inmortal, del hablista
incomparable (…) No tenemos la sanción oficial, ni velada
académica…¡Mejor así!...Aquí hay corazón, alma, entusiasmo, la
sanción de una juventud de artistas que saben ser escépticos sin
amargura (…) (Prometeo nº
V).
Después el organizador
del ágape, Ramón Gómez de la Serna en sus plenos 19 años dijo:
Admirado
maestro Fígaro, queridos camaradas: Larra está con nosotros, vive
(…) Piensa tan nihilísticamente como nosotros. Ha evolucionado.
Está al corriente de nuestras quimeras y de nuestras rebeldías (…)
Larra es uno de nosotros (…) Y si hubiera cambiado el panorama a lo
menos (…) Este ambiente insidioso sigue haciendo de los grandes
hombres pobres hombres. (Prometeo,
nº V).
En este banquete Carmen
de Burgos realizaba su segundo homenaje a Larra, después de aquella
visita a su tumba en 1901, apenas llegada a Madrid. Aún le quedaba
el tercer homenaje con su obra Fígaro en 1919, en la que
también participará Ramón con el “Epílogo”.
Esta celebración no
oficial del centenario de Larra se convirtió en el acto inaugural de
la relación entre Carmen y Ramón, una especie de boda laica. Por
otra parte el acto se convierte en un altavoz de todo lo que les
unía: rebeldía frente a lo caduco, anhelo vitalista y pasión por
el arte. Ramón era un joven brillante y Carmen se hallaba en la
plenitud de su belleza y de su pensamiento.
Pero muy pronto vendrá
una primera separación. Nombran a Ramón Secretario de la Junta de
Pensiones de París, gracias a los contactos políticos de don
Javier, que de esta forma consigue alejar a su hijo de Madrid y por
tanto de la relación recién estrenada, que no ve con buenos ojos.
Las navidades de 1910
Carmen las pasa con Ramón en el Hotel Suez en pleno boulevard de
Saint Michel; con escapadas a Londres y Nápoles.
Carmen de Burgos colabora
en Prometeo con los “Diálogos triviales” con Ramón y
otros escritores. Ramón publica en Prometeo, nº XIX, “Un
manifiesto futurista sobre España” y con ello comenzaba la
penetración de las Vanguardias (los –ismos) en España, todavía
nacientes en Europa. Y en el nº XX Marinetti publica su “Proclama
futurista a los españoles”. A Ramón le atrae la rebeldía contra
todo, contra el pasado y el futurismo proclama la libertad sin
dogmas.
Carmen de Burgos, por su
parte, rechaza la trivialización futurista, defiende la cultura
clásica y traduce y publica, Dafnis y Cloe de Longo en 1910.
En 1915 Ramón inaugura
la tertulia del “Café Pombo” en la calle Carretas de Madrid..
Buscó un espacio público donde poder reunirse con artistas y
amigos: “Busco y encuentro Pombo, inmediato a la Puerta del sol
(…), a un paso de los tranvías y por tanto propicio a todas las
citas. Siempre me pareció un café vetusto, pero tendrá gracia que
en él se cobijen y alboroten los más modernistas”
(Automoribundia, 96).
El antiguo “Café y
Botillería de Pombo” será el café literario y está en la calle
Carretas. El propio Ramón enumera a los fundadores, muchos de los
cuales proceden del salón literario de Carmen de Burgos: Bartolozzi,
Rafael y José Bergamín, Tomás Borrás, Bagaría, Gutiérrez Solana
(que inmortalizaría la tertulia con su cuadro),
Rafael Cansinos-Assens, Gustavo Maeztu y Diego Rivera.
La tertulia se consolidó
en 1915 y Carmen procura favorecer su fama y prestigio en sus
artículos. Compara la tertulia de Pombo con el “Club de los
Vencidos de la Vida”, fundado por Eça de Queirós, en la que trató
de aglutinar a los artistas portugueses solitarios y aislados. Evoca
el círculo vanguardista del “Café Martinho” de Lisboa, donde se
reunían, Leal da Cámara y sus fantasistas; esto dice Colombine
en Peregrinaciones:
Estos
cenáculos que son comunes en todas las ciudades y que en España no
pasaron de camarillas o vulgares reuniones, hasta que Gómez de la
Serna, el original e íntegro “Iniciador”, ha reunido a los
artistas más libres y notables en el antiguo café y botillería de
Pombo, (Nuñez , 2005, p. 421).
Carmen en 1916 reúne en
el libro, Confidencias de artistas, las entrevistas publicadas
durante años en El Heraldo, con “Prólogo” de Ramón y
“Epílogo” de Peregrinaciones, en ambos textos Ramón nos
da cuenta de sus sentimientos apasionados hacia Carmen. Así la
describe:
Su morenez
es la morenez extraordinaria que obedece al apasionamiento y al
fervor del corazón (…), es bella, con la recia y apretada belleza
que se sostiene en la madurez (…) Es de una belleza española (…).
Carmen es un
caso de buena casta (…) un caso de humanidad extraordinaria y
primero en esta España atormentadora. (Núñez, 2005, p. 403)
Por último, Ramón nos
informa de la grave enfermedad que amenaza a Carmen: su corazón: “Su
corazón, que está enfermo (…), que marcha tan desigual y al que
es imposible salvar, porque su violencia y su abnegación son
implacables”.( Núñez, 404).
Su hija María Álvarez
de Burgos, que nunca se ha separado de ella y contra la voluntad de
la madre, debuta en el teatro con la obra de Benavente, La
princesa Bebé (27/X/1916).
Al año siguiente María
A. de Burgos se casó con el actor Guillermo Mancha en la iglesia de
Santa Teresa de Madrid y entre los testigos de la ceremonia figura su
tío Lorenzo de Burgos, José Rocamora, director de El Heraldo
de Madrid y Ramón Gómez de la Serna.
Proyecta Carmen una nueva
sección que sustituya a la larga serie de “Confidencias de
artistas”, que ya había publicado en libro. Y para ello viaja al
pasado en busca de figuras, ya desaparecidas, pero aún tengan
descendientes: esposas, hijos, nietos. Así creó la nueva sección:
“Españoles de antaño. Confidencias familiares”.
En 1918 se propone
encontrar a los descendientes de Mariano José de Larra. Ya hemos
visto la atracción que la autora sintió por la figura de Fígaro:
su visita al cementerio de San Nicolás en 1901 y el “Ágape en
honor de Fígaro”, que presidió junto a Ramón en 1909 para
conmemorar el centenario de su nacimiento.
Pues con todos estos
antecedentes se entrevistó con los descendientes del escritor, que
le ofrecieron abundante material inédito y con ello escribió la
biografía total de Fígaro. Colombine dedica Fígaro a Ramón con este tenor: "A Ramón Gómez de la Serna, cuyo admirable epílogo sobre el Prado, hace que se destaque viviente, sobre n fondo elíseo, la figura de Fígaro. Colombine.
Ramón escribió el "Epílogo y en el "Prólogo al Epílogo" dice:
"¿Cómo epilogar este admirable libro de Carmen de Burgos? Yo hablaría de ella con esa fe que doce años de constante amistad han cuajado en mi espíritu, del espectáculo único que ha sido para mi su sensatez, su comprensión, su rebeldía. Pero no es eso lo que ella quiere."
Este va a
ser el libro que quede sobre Larra, el que primero descubre lo que
verdaderamente inédito quedaba de él y el que reúne todos los
antecedentes dispersos de un modo vivo y "simpático". Todos (…)
tendrán que referirse a él, que copiarle, que seguirle (...) Sentado frente a Carmen ante su amplia mesa de trabajo (...) he visto y he leído los documentos y he oído las cvuartillas de Carmen, saturándose de Fígaro, y sacando del cerrillero de él, que la familia ha dedicado a la escritora, las cerillas para mi pipa. Sólo porque era Caremn la autora de este libro no he sentido envidia de él (Fígaro por Carmen de Burgos, Colombine, Imprenta Alrededor del Mundo, Madrid, 1919, p. 303)
El libro se publicó en
1919 y fue muy bien acogido por la crítica. Doña Emilia Pardo Bazán
dice.”El libro de la señora de Burgos es un servicio prestado a la
historia de las letras y ojalá tuviésemos muchos tan abundantes en
noticias sobre los escritores legítimamente consagrados” (Núñez,
2005, p. 462).
Fígaro, de hecho,
fue la obra que consagró a Carmen de Burgos como gran polígrafa de
nuestras letras.
El único inconveniente
fue que durante la redacción del libro la salud de Carmen empezó a
flaquear. Le surgieron los problemas del corazón.
En 1920 Carmen y Ramón
se establecen en Estoril en el Hotel París. Carmen imparte un curso
de Literatura española en la Universidad de Lisboa.
Fue durante esta larga
estancia, cuando nació la idea de construir un chalet en Estoril, el
futuro “Ventanal”.
La salud del padre de
Ramón se agrava en febrero de 1921, estando en Portugal y Ramón
acude a dar el último adiós a su querido padre. Después regresó
muy afectado a Estoril (“a curarse a mi lado su herida”, dice
Carmen). Traía la parte de la herencia que le había correspondido
y con ella compra la parcela para construir el chalet. Aún tuvo que
regresar Ramón a Madrid, porque le tocó el 2º premio de la
lotería, que invirtió en la construcción del chalet. .
El chalet aparece
documentado en 1923, cuando se describe la propiedad para pedir una
hipoteca. Según Ramón “El Ventanal”se levantaba en el mejor
pedestal de Estoril; y Carmen de Burgos pensaba: “Dejar el
periodismo (…) Retirarme a Portugal, donde tengo un hotel rodeado
de un bosque de pinos, a escribir novelas exclusivamente” (Núñez,
2005, p. 514).
En un principio al chalet
le iban a llamar “El retiro”, pero como en portugués significa
la taberna y entonces le llamaron El Ventanal, debido al gran mirador
del piso alto.
Delante de la gran
ventana instalaron una gran mesa de trabajo, desde donde veían pasar
los transatlánticos.
También en 1923 Ramón
publica, La Sagrada Cripta de Pombo, en la que escribe un
sentido panegírico a Carmen: “es la liberal, la romántica, la que
compromete su pluma y su vida cuantas veces es menester (…) Frente
a mí ha escrito sus mejores obras: Últimos contrabandistas (…),
esos Anticuarios en que se concreta una novela de espléndida
picardía y su Fígaro, escrito con exaltación sincera”.
Tres lustros llevan ya de
convivencia, sorteando las exigencias de una sociedad pacata, con una
relación en libertad, continúa Ramón: “Este alarde de nuestro
compañerismo ha sido tan seguro y sincero, que nos da miedo, y a
veces nos decimos: ¡Es demasiado ludibrio para la envidia de la vida
haber vivido tantos años en la firmeza optimista de una pura
amistad!” (ob. cit. 698).
Las hipotecas de “El
Ventanal” obligaron a Ramón a vender aquel amado paraíso. En la
casa quedaron los muebles, muchos de ellos heredados por Ramón, y
toda la biblioteca con numerosos libros dedicados. Esto sucedía en
1926.
Ramón y Carmen se
trasladan a Nápoles y se alojan en la Riviera de Chiaia, 85, donde
Ramón pensaba vivir allí para siempre. Nápoles fue un a de las
ciudades más amadas por Ramón ( su novela La mujer de ámbar,
1927) y Carmen nos dejó testimonio en su libro de viajes, Por
Europa de 1906.
En agosto (1926) regresan
a Madrid con muchos textos y pocos recursos.
Carmen se mudó al que
iba a ser su último hogar en la calle Nicasio Gallego, nº 1, un
entresuelo, porque sus dolencias de corazón y su dificultad
respiratoria le impedían subir escaleras. Y siguió con su labor
periodística y creativa
Ramón lanza una gran
broma macabra, anunciando su propia defunción en El Sol
(15/09/1927) con la intención de observar las distintas reacciones
del público. Por supuesto nadie le creyó dentro del mundillo
literario, excepto Rita Suárez, la viuda del poeta canario “Alonso
Quesada, que mandó un telegrama con sus condolencias. Enseguida
Carmen y Ramón le mandaron una carta notificándole la broma urdida
por Ramón: “Por fortuna la han engañado y está vivo y sano”.
Carmen, por su parte,
prepara un nuevo viaje a América para encontrarse con su hija
María. Se encontraron en Santiago de Chile, donde se estrenó la
comedia en tres actos original de María A. de Burgos, titulada, Mi
pobre muñeca, escrita y dedicada a Carmen en 1921.
Regresa a la península y
se reúne con Ramón en el Hotel París de Estoril y no regresó a
Madrid hasta mayo de 1928.
A finales de 1929, su
hija María, ya divorciada del actor Guillermo Mancha, regresó de
América para vivir con su madre. Durante la década que había
permanecido alejada de su madre, María no había conseguido
prestigio como actriz y, además, padecía dependencia de las drogas
(de la heroína). Su madre invirtió un gran esfuerzo, incluso
económico, para cuidar la salud de su hija, pero todo culminó en un
gran desastre sentimental.
Ramón, un tanto
descreído del teatro, ve la posibilidad de estrenar con libertad y
escribe Los medios seres (1929), que se estrenó bajo su
dirección el 7 de diciembre.
Parece ser que Carmen de
Burgos propuso a su hija en el reparto de la obra. Su papel se redujo
a ser la voz que recitaba “La casada infiel” de Federico García
Lorca.
Y sucedió lo temido.
Ramón cuenta cómo María lo sedujo durante los ensayos de Los
medios seres, dando fin al asedio a que lo había sometido
desde que era una jovencita:
Una
interrupción de locura llenó los febriles días de los ensayos y oí
el “siempre había esperado este momento” y en esas noches supe
que ella tomaba cocaína y hubo una escena verdinegra que violentó
más aquella pasión (Automoribundia,
511).
La noche del estreno
Carmen se enteró de la relación entre su hija y Ramón. La madre
sufriría los momentos más amargos de su vida, dado que el golpe se
lo habían dado los dos seres, que más había amado. La pasión duró
25 días según Ramón
Ramón finaliza la
relación con Carmen de Burgos y se traslada a París, como al
comienzo de la relación, entonces instigado por su padre y ahora por
pundonor. De esta manera, tan ramoniana, termina sus veinte años de
amor con Carmen. Cuando regresó de París lo acogió de nuevo, pero
en relación amistosa.
Muchos años después,
evocaba Ramón el doloroso desenlace de su relación con Carmen:
¡Espléndido
encuentro! Pero después habían de pasar muchos años sobre este
gran premio que fue para mí encontrar mujer bella, noble y con
talento, hasta que Los Medios Seres vinieron a ser un desenlace y me
dejaron a mi mismo convertido en “medio ser” (Automoribundia,
p. 548).
Su hija siguió su
intermitente carrera de actriz y su adicción a las drogas dio lugar
a que su madre tuviera que rescatarla y traerla a su lado en más de
una ocasión, con el consiguiente desgaste para la salud, ya
precaria, de nuestra autora.
Tras el advenimiento de
la República, Carmen abraza la causa republicana y defiende sus
‘viejos’ ideales: el voto femenino, el divorcio, la abolición de
la pena de muerte y la igualdad jurídica del hombre y la mujer. Se
afilia al Partido Republicano Radical Socialista, que lideraban
Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz.
Siguió en plena
actividad política y escribiendo, lo que iría minando el ya
debilitado corazón de la autora. Aún publica la novela corta: Puñal
de claveles en la Novela de Hoy, el 13 de noviembre de 1931, cuyo
corolario sería, amor y libertad.
En 1932 Ramón regresa de
Argentina, donde se ha casado con Luisa Sofovich, más joven que él.
Pasó algún tiempo ocultándose, pero por fin la visitaba los
domingos por la tarde en su domicilio de la calle Nicasio Gallego, 1,
como muestra de afecto y amistad.
El 8 de octubre de 1932
participaba en una mesa redonda, que organizaba el Círculo Radical
Socialista, sobre la sexualidad, Carmen intervino en último lugar;
se sintió mal y fue asistida por su amigo y médico personal
Gregorio Marañón presente en la sala. Y estas fueron sus últimas
palabras, según el cronista del diario El Sol:
Muero
contenta, porque muero republicana. ¡Viva la República! Les ruego a
ustedes que digan conmigo ¡Viva la República! (…) Se avisó a una
ambulancia que trasladó a doña Carmen de Burgos a su domicilio
donde falleció a las dos de la madrugada. (Núñez, 2005, p. 617).
Por su deseo expreso fue
enterrada en el cementerio civil de Madrid.
Ramón, años después en
Automoribundia da cuenta del profundo dolor que sintió por su
muerte: “Quedé de luto por aquel gran corazón y pensé que desde
que se va al otro mundo alguien a quien quisimos mucho, ya estamos
denunciados por seguir viviendo”.
Rafael Cansinos-Assens
dijo emocionado: “Su muerte, con el nombre de la república en los
labios, es algo grande, apoteósico, que convierte el hecho natural
de morir en un gesto heroico, de luchador que muere en la brecha”
(Núñez, 2005, p. 620).
Se sucedieron las
necrológicas en los días siguientes a su entierro y se rindió un
homenaje a su memoria el 19 de noviembre en el Círculo de Bellas
Artes organizado por la Liga y la Cruzada de Mujeres Españolas con
la adhesión y representación de muchas organizaciones feministas,
políticas y culturales.
La República siguió su
camino azaroso y al terminar la guerra civil, el nuevo gobierno
prohibió publicar la obra entera de Carmen de Burgos (Colombine).
CONCLUSIÓN
Carmen de Burgos
(Colombine) fue una verdadera polígrafa, escribió novelas cortas y
largas, estudios literarios, biografías y estudios sociales; hizo
traducciones; primera mujer con columna fija en un periódico
(publicó miles de artículos) y primera mujer corresponsal de guerra
en 1909 en Melilla y profesora de La Normal de Maestras.
Defensora de la igualdad
del hombre y la mujer; luchó contra las leyes discriminatorias;
defendió el acceso de la mujer a la educación y al trabajo para
conseguir la independencia económica.
Presidió organizaciones
feministas nacionales e internacionales, a las que aportó el
prestigio de su figura de intelectual progresista.
Pidió el voto femenino
en 1921 a las puertas del congreso de los Diputados. Fue pionera en
la petición de la ley del divorcio y pidió la abolición de la pena
de muerte.
En cuanto a su vida
personal, rompió con muchas convenciones de su tiempo. Primero se
separó de su marido. Realizó sus estudios, consiguió empleo y vino
a Madrid con su hija.
Vivió con Ramón Gómez
de la Serna, durante 20 años, una historia de amor y literatura.
Efectivamente Carmen y
Ramón mantuvieron una relación libre de 1909 a 1929, a pesar de la
diferencia de edad (Colombine tenía 20 años más).
No cabe duda que primero
la separación de su marido y esta unión libre suponía una actitud
transgresora para las pautas pacatas de comportamiento de la época.
No obstante la relación
(bien conocida en el mundillo literario) no se llevó a plena luz del
día, sino que se procuraba esconder, llegando separados a los actos
(15 minutos después); fue una relación un poco llevada a
hurtadillas en Madrid. Solo se les conoce una foto juntos.
Ramón aparece
empadronado en 1920 en Luchana, 20, domicilio de Carmen y de su
hermana Catalina de Burgos Seguí.
Donde sí convivieron fue
en París, en Nápoles y sobre todo en Estoril en el Hotel París y
más tarde en el chalet “El Ventanal”.
El final abrupto de la
relación, ya lo conocemos, produjo una honda herida en el ya
lastimado corazón de Carmen por haberle sido infiel con su propia
hija; pero, a pesar de todo, Carmen le perdonó y cuando regresó, ya
casado de Buenos aires, la visitaba los domingos por la tarde.
¿Qué rasgos de la
personalidad de Ramón, dada la diferencia de edad, le incitarían a
la relación íntima con Carmen de Burgos?
¿Búsqueda de la madre
protectora, que ya llevaba una buena carrera literaria y él era un
primerizo?
Todos estos interrogantes
y otros que podíamos plantear tienen difícil respuesta. El más
plausible sería la búsqueda de una guía literaria o musa, dado el
temprano empeño grafómono de Ramón.
Carmen es una mujer
progresista, representa el pensamiento progresista radical de las
tres primeras décadas del siglo XX desde la perspectiva fundamental
de la mujer. Su pensamiento está influenciado por el krausismo con
su impulso regeneracionista inicial y con nexos de unión con el
noventayochismo. Su europeísmo y sus ideales racionalistas siempre
estuvieron al servicio del bien común.
Pero, ¿cómo era Ramón?
Pues Ramón en sus años juveniles sintió inquietudes políticas y
ansias de reforma social. Fue rebelde e iconoclasta; cultivó el
anarquismo nihilista. Pero luego perdió todo interés por la
política; se entregó al arte puro y políticamente fue reaccionario.
Ramón fue siempre un
hombre torrencial, de vanguardia, anticipado a su época, disidente e
impar, una figura singular, imposible de incluirle en una generación.
“Yo no tengo generación”-diría-, lo cual es cierto y Melchor
Fernández Almagro ha hablado de la “generación unipersonal de
Ramón Gómez de la Serna”.
Dentro de su militancia
vanguardista fue el único en España que publicó los manifiestos
futuristas de Marinetti en su revista Prometeo en 1910,
añadiendo de minerva propia, ”Proclama futurista a los españoles”.
Gómez de la Serna en los
20 años de unión con Carmen supo mantenerse alerta a los –ismos,
vio nacer el cubismo y organizó en Madrid la primera exposición de
los pintores cubistas, bajo el epígrafe de “Los íntegros” y
creó su propio –ismo, el Ramonismo.
Este Ramón torrencial,
fragmentario, atomizador, vanguardista, cosmopolita, madrileñista y
tertuliano de Pombo produce el gran hallazgo de la greguería, que
será su mascota, su brújula y su ganapán en no pocas ocasiones.
Mediante la greguería ha
logrado su propósito, que él mismo formuló en la tertulia de
Pombo: “quitar empaque a las cosas, sembrar sonrisas, batir
cataratas, desenlazar ideas, gestos, cosas”.
Nuestro autor logró
convertir la greguería en la expresión más directa de su actitud
ante la vida, una actitud humorística. Ramón se posiciona ante la
vida como el verdadero homo ludens y a través de este juego
constante logra percibir el significado de las cosas y se percata de
lo serio que es el juego de la vida.
Cuando en 1910 Ramón
enseñó a sus amigos la creación de las greguerías, Carmen de
Burgos fue la madrina y la primera musa de Ramón.
Este Ramón
contradictorio, iconoclasta y vanguardista se enamora de una mujer
progresista, como hemos visto, siendo él conservador en lo
político, de tal forma que abraza el justicialismo peronista en
Argentina y el fascismo de Franco, con su innecesaria visita al Pardo
incluida en su estancia en Madrid en 1949.
Por este motivo, Rafael
Alberti, años más tarde, le dedicó este soneto, exento de verbos,
pero tan definitorio de RAMÓN:
( A Ramón Gómez de la
Serna)
por qué
franquista tu torpe ramón
elefante
ramón payaso harina
ramón
zapato alambre golondrina
solana
Madrid pombo pin pan pon
ramón senos
ramón chapeau-melón
tío-vivo
ramón pipa pamplina
sacamuelas
trapero orina esquina
con con de
en por si sobre tras ramón
ramón
columpio múltiplo vaivén
descabezado
ton ten sin ten
ramón
orquesta solo de trombón
ramón timón
tampón titiritero
incongruente
inverosímil pero
pero ramón
genial solo RAMÓN
(Roma,
julio, 1978)
Carmen de Burgos fue
pareja sentimental de Ramón. Nada le importó la diferencia de edad.
El amor mutuo y la pasión por escribir fue lo que les mantuvo
unidos.
Lo que no se imaginaba
Carmen de Burgos es que Ramón terminaría enamorándose de su hija
María. Carmen se sintió traicionada por los seres que más quería,
por lo que le costó mucho superarlo
Entre las causas del
enamoramiento de María Álvarez de Burgos y Ramón tendríamos la
admiración, que sintió por el autor de la obra que están
ensayando, aunque sea el amante de su madre. También la edad de
María más próxima a la de Ramón.
Quizá también por
chantaje inconsciente a la madre por haberla privado de una familia
tradicional. O por rivalidad entre madre e hija, que es capaz de
conquistar a la pareja de su madre.
Ramón a su regreso de
Buenos Aires pidió perdón a Carmen y su hija también fue
perdonada.
Pero lo que
verdaderamente presidió la relación sentimental y literaria de
Carmen de Burgos y Ramón fue el amor y la escritura incesante.
Ramón, medio ser
BIBLIOGRAFÍA
Albert Juan Carlos, “Los
domicilios de Ramón en Madrid”, en Boletín RAMÓN, nº 14,
primavera de Madrid, 2007
Carmen de Burgos
(Colombine), “Autobiografía” en Prometeo X, agosto de
1909
- “Autobiografía”
en Al balcón, editorial Sempere s. a., Valencia, 1914
- Confidencias de
artistas, Sociedad Española de Librería s. a., Madrid, 1916
- El último
contrabandista, editorial Sopena s. a. Barcelona, 1918.
- Fígaro,
Imprenta Alrededor del Mundo, Madrid, 1919.
Cansinos-Assens, Rafael,
La novela de un literato I, Alianza Tres, Madrid, 1982.
Ena Bordonada, Ángela,
Novelas breves de escritoras españolas de 1900-1936, Castalia,
Madrid, 1990. Incluye Los negociantes de la Puerta del Sol de
Carmen. de Burgos
Gómez de la Serna,
Ramón, Automoribundia (1888-1948), Guadarrama, Madrid, 1948
- Pombo, C. de
Madrid, Visor Libros, Madrid, 1999 a
- La Sagrada Cripta
de Pombo, C. de Madrid, Visor Libros, Madrid, 1999 b.
Núñez Rey Concepción,
Carmen de Burgos, colombine en la Edad de Plata de la
literatura española, Fundación José Manuel Lara, Sevilla,
2005. Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografias 2005.
Madrid, 23 de mayo de
2016
Anastasio Serrano