miércoles, 22 de febrero de 2017

LAS MUJERES DE ANDRÉ BRETON: Simone Kahn, Jacqueline Lamba y Elisa Claro




           
         



 
 
 
 
 
 
 
 
 
André Breton nació el 19 de febrero de 1896 en Trinchebray (Normandía). Era hijo único de Marguerite- Marie-Eugénie Le Gougès y de Louis-Justin Breton, policía.

Y efectivamente la primera mujer en el ámbito del ser humano es la madre, Margarita, que era profundamente religiosa, frente al ateísmo de su padre, Louis. Además las relaciones afectuosas entre madre e hijo fueron ‘deficitarias’.

Breton, años más tarde, describió a su madre como autoritaria, trivial, resentida y preocupada por la integración social y el éxito. A pesar de todo mantuvo contacto regular con sus padres, mediante cartas y visitándolos en verano; pero con su madre la relación estuvo marcada por el resentimiento.

El primer amor, la primera mujer de André Breton fue su prima, por parte de madre, Manon, quien, supuestamente, le inició en la sexualidad.

Madaleine-Marie-Loise Le Gougès, Manon, diminutivo que le puso el propio Breton, era un muchacha precoz, madura y provocativa y la relación que tuvo con su primo, no fue más que un flirteo.

El padre de Manon, Louis, único hermano de Marguerite, era médico de carrera y había prestado sus servicios en Argelia, Túnez y Bélgica, razón por la cual Manon era una jovencita mucho más viajada y sofisticada que la mayoría de las chicas de su edad. Además se había convertido a los 15 años en una morena seductora y la atracción no tardó en llegar.

Estamos en 1915 y Manon visitó a Breton en Nantes, se hospeda en una habitación contigua a la de Breton y pasan parte de la noche en el balcón contemplando las estrellas; después de cuatro horas el joven Breton no había podido superar la timidez. A la mañana siguiente, la joven decepcionada le escribió una carta reprochándole su timidez.

Breton en una carta a su amigo, André Paris, estudiante de Farmacología le dice:

“¡Bah! Dormí con Manon el domingo: Una noche entera. Ya no la amo más (…) Estoy educándome en pos de un platonismo absoluto. ¡La mujer es un apura belleza plástica!, que requiere una contemplación muy casta1.”

¿Cómo podemos interpretar esta confesión? ¿Mera fanfarronería o que la experiencia sexual no había estado a la altura de sus expectativas? Breton con 17 años no estaba preparado para una relación física con Manon. Sin embargo sigue con su fanfarronería y dice que le produjo más placer negándole la omnipotencia de su encanto, que haberla poseído.



 
 
 
                                                        Simone Kahn (1921-1929)
 
 
 
 
 
 
La primera esposa de Breton fue Simone Kahn y la conoció a finales de junio de 1921, mientras paseaba por los Jardines de Luxemburgo con Thèodor Fraenhel y su prometida, Bianca Maclés (ambos eran íntimos de Simone)

Simone era una muchacha morena y encantadora de 23 años. Había nacido en Iquitos (Perú), donde su familia, judíos alsacianos, había prosperado con la industria de explotación del caucho y luego regresaron a París e invirtieron su fortuna. Había pasado la mayor parte de su vida en París, asistiendo a prestigiosas escuelas y desarrollando una amplia cultura en filosofía y literatura.

Breton se fue de vacaciones a Lorient (lugar de residencia de sus padres) en julio y desde allí le escribió casi a diario. Las cartas consistían en una difusa exploración de sí mismo, un intento de presentar su persona. Simone le servía de espejo y volcó toda su interioridad en estas misivas.

El amor de Breton a Simone se incrementó con la visita que le hizo en septiembre en el pueblo de Sarreguimines, en la frontera alemana, donde Simone vacacionaba con su prima Denise. Durante varios días disfrutó de la compañía de Simone y les leyó a Lautreaumont y les habló de la poesía moderna con tal sensibilidad y convicción, que ambas quedaron cautivadas.

Cuando Breton regresó a Lorient, él y Simone ya se habían comprometido para casarse.

Pero Breton tuvo que vencer dos obstáculos que se le presentaban; por parte de sus padres, la novia judía (Marguerite era archicatólica), por parte de los Kahn la diferencia de clase, burgueses enriquecidos con el caucho de Perú. Y además el padre de Simone, Félix Kahn observaba que su futuro yerno no tenía el porvenir despejado y tampoco daba muestras de querer remediarlo. Sin embargo, Breton está empeñado en su amor y en su compromiso con Simone.

A finales de año, la señora Techarel le presentó al modisto y mecenas Jacques DOUCET, ya sexagenario, diseñador exitoso en competencia con Coco Chanel.

Doucet tenía una extensa colección de arte y de libros raros y necesitaba un experto que le asesorase y para ello contrató a Breton.

Breton, pues, ya tenía un sueldo mensual de 500 francos para subvenir los gastos de la vida en pareja y comenzó a escribir cartas-informes para Doucet sobre las futuras adquisiciones de las tendencias artísticas del momento.

Ya había pasado un año desde su compromiso y los padres de Simone quieren conocer al joven Breton. La velada consistió en una cena en las casa de los Kahn en la exclusiva zona de Avenue Niel. La bienvenida de los futuros suegros no fue más allá de la tibieza.

Finalmente Doucet le ofreció a Breton la dirección de la biblioteca a tiempo completo con un salario de 20.000 francos, que frente a los 6000 del principio, suponían una seguridad económica importante.

Con esta nueva situación los padres de Simone dieron el consentimiento, a regañadientes, para que se celebrara la boda en el registro civil del distrito 17ª de París, actuando de padrino Paul Valery. Louis Breton, su padre, asistió al enlace; pero su madre no se sintió con ánimos para ir.

Los Kahn, a pesar de las reservas con respecto al novio, asignaron a su hija un anticipo mensual contra la herencia. También le dieron a Simone una dote respetable, que ella invirtió en obras de arte. De esta forma, y con el salario de Breton, la estabilidad económica estaba asegurada.

Después de un breve periodo de luna de miel regresaron a París y vivían, bien en la casa de los Kahn en la avenue Niel o en el hotel de Breton en la rue Delambre.

Breton reeprendió su trabajo de asesor artístico del cauto mecenas Doucet. Cuando Breton quería que Doucet comprara una obra determinada, tenía que escribir una carta-informe elogiando la pieza y adulando el buen gusto del modisto. La perseverancia de Breton dio sus frutos, ya que durante los siguientes 5 cinco años enriqueció la colección de Doucet con obras de Rousseau, Picasso, De Chirico, Duchamp, Picaba y Miró.

Por esta época, diciembre de 1921, Breton se empeñó en adquirir la obra maestra de Picasso de 1907, Les Demoiselles d`Avignon, obra que marca el origen del cubismo. Dos años tardó Breton en convencer Doucet para que adquiriera Les Demoiselles en 1923. El precio de compra fue de 25.000 francos- muy por debajo de su valor de mercado- y en 12 pagos mensuales.

A final de año regresó a Lorient con Simone para buscar la tranquilidad, frente al frenesí parisino y aclararse las ideas frente al colapso de Dadá.

El 1 de enero de 1922 Breton y Simone alquilaron su primera casa, un apartamento de dos habitaciones en la rue Fontaine, 42, distrito 9, entre la Place Blanche y Pigalle y como anécdota en los bajos de la casa había un cabaret con el nombre de “Le Ciel et L`Enfer.

Esta dirección sería su domicilio en París el resto de su vida; si bien a fines de los años 40 se mudaría a un piso más amplio en los bajos de la rue Fontaine, 42. Así pues, este domicilio se convirtió en un símbolo y en él se desarrolló buena parte de la historia del surrealismo.

La pareja, junto con su domicilio estable, adquirió hábitos de vida estables: trabajo en la biblioteca de Doucet y reuniones diarias de café con el grupo; y a una hora prudente se retiraban a dormir.

Breton, por su parte, se dedicó amueblar y decorar el estudio con obras de Ernst, Picabia, Man Ray, Derain, Dichamp, Picasso, De Chirico, Braque y Seurat; y también con máscaras de África y Oceanía, muñecas fetiche y objetos insólitos encontrados al azar.

Durante toda su vida, Breton sería un ávido coleccionista de arte, comprando siempre que su economía se lo permitía o vendiendo una obra para adquirir otra.

El matrimonio de Breton estaba basado en el respeto y el afecto mutuos. Simone se sintió deslumbrada por la energía y la creatividad de Breton, la riqueza de su pensamiento y su habilidad para expresarlo y la especial personalidad de poeta, que la había atraído desde el principio.

Pero, a pesar de su complicidad intelectual y emocional, la unión de los Breton estaba marcada por separaciones frecuentes. En los primeros años estas separaciones fueron a causa de Breton, por razones literarias o editoriales (aislarse para escribir o supervisar la edición de una revista).

Con el tiempo, marido y mujer tomaban sus vacaciones por separado y esta actitud no supuso, en principio, distancia emocional.

Breton se apoyaba en Simone por su buen juicio y su penetrante intuición. Valoraba su amplia cultura, su capacidad de relación y su excelente ojo para el arte (después de la Segunda Guerra Mundial, dirigirá con éxito dos galerías de arte en París).

Simone en 1925 se fue de vacaciones a Megère, un pueblo cerca de la frontera suiza, con su hermana Janine y su amiga y confidente Morise. El motivo de la partida, además del disgusto por las tareas que se le asignaban en la oficina surrealista, fue, sobre todo, por el idilio-pasión de Breton con una morena de 26 años, llamada Lise Meyer.

Lise Meyer se había casado con Pierre Meyer, rico heredero y se había suicidado poco después de su matrimonio. Rica y bien relacionada, solía hospedar en el salón de su casa a los mecenas parisinos. Tenía ambiciones literarias y había publicado, bajo el pseudónimo de Lise Deharme, poemas, cuentos y novelas de contenido erótico.

En el aspecto personal era extremadamente coqueta y sabía cómo impresionar a los hombres con su encanto físico y personal. Lise, presintiendo una conquista fácil atrajo al líder surrealista a una pasión sin esperanzas. De hecho a ella le importaba mucho menos el amor verdadero que la conquista.

Lise, no cabe duda, se sintió halagada por el interés de Breton, a quien admiraba en el plano intelectual; pero no tenía intención de cambiar de vida y adaptarse a la del poeta. Por todo lo cual, Lise nunca llegó a ser amante de Breton.

Breton le confesó estos devaneos a Simone, quien pensó que este amor se marchitaría por sí solo.

Sin embargo la relación con Lise Meyer ya duraba dos años y medio y, lógicamente, estaba perjudicando la armonía matrimonial. Simone comprobó que no era una pasión pasajera.

En julio, para evitar los estados de ánimo de Breton, Simone abandonó la rue Fontaine por un pueblo de Normandía, en compañía de Ives Tanguy y su esposa, Max Morise y Marcell Noll. El detonante que motivó la partida fue una discusión sobre el ‘amor sublime’ de Breton por Lise.

Breton distanciado de su esposa y con ganas de olvidar sus sentimientos hacia Lise se va de vacaciones a la costa de Normandía cerca de Dieppe. Allí recibió las visitas de Aragon y Nancy Cunard, que estaban a 15 minutos de distancia de su hotel. Lise había alquilado una villa en Pourville y también visitó a Breton; pero éste no logró atraer los sentimientos de Lise; de hecho Lise se casó con su amante de turno, el pionero de la radio Paul Deharme y acabó el cortejo.

El resultado principal de la estancia de Breton en la costa de Normandía, no fue emocional, sino literario; porque allí fue donde redactó la mayor parte del libro que le tenía obsesionado los últimos ocho meses: la historia de su encuentro con Nadja; Nadja2.

Breton se reconcilió con Simone en 1928; pero una nueva joven entra en la órbita de Breton, se trata de Suzanne Fernande Muzard, nacida en el suburbio de Aubevilliers de París en 1900. La tal Suzanne era la amante del novelista y ensayista Emmanuel Berl, que estaba casado. Seducido por la belleza física de Suzanne y por su sensualidad, que contrastaba con el afecto casi platónico de Simone y los coqueteos distantes de Lise.

Breton se las arregló para tener un encuentro a solas y después hicieron una escapada al Midi. Suzanne dejó una nota de despedida a Berl. Y de todo ello Breton informó a Simone y de su estado de ánimo pletórico. Simone mostró de nuevo signos de aceptación: había sobrellevado la tormenta de Lise casi tres años y por lo tanto también podía superar la de Suzanne.

La relación con Suzanne, no obstante, fue bastante tumultuosa con idas con Berl y venidas con Breton. Suzanne quería garantías de seguridad emocional y le pidió a Breton que se divorciara de Simone.

Ante esta situación, primero Lise y ahora el devaneo con Suzanne, Simone informó a Breton, que Suzanne no era más que un amorío más, de tantos pasados y futuros y que su vida en común había llegado a su fin e iniciaron el proceso de divorcio.

Breton en una comida con Simona se enteró que su esposa había mantenido relaciones sexuales prolongadas con Max Morise, lo que le reprochó por la falta de claridad. Simone juró creer que Breton sabía lo de Morise; aunque siempre había pedido discreción a sus compañeros.

El 1 de diciembre de 1928 Suzanne se casó inesperadamente con Berl. Breton no se había dado cuenta que Suzanne estaba haciendo las mismas peticiones a los dos amantes. Berl, cuyo divorcio había concluido recientemente, estaba legalmente asequible antes que Breton.

No obstante Suzanne, cuyo matrimonio con Berl no había arreglado nada, regresó a vivir con Breton a la rue Fontaine, 42 en enero de 1929; y reordenó el estudio, cambiando el mobiliario, escondiendo pinturas, libros y manuscritos en un intento de establecer su dominio.

Suzanne después de pasar los primeros meses de su matrimonio en la rue Fontaine, 42, se fue una vez más con su marido Berl. Pero Breton persuadió otra vez a Suzanne para que regresara y se fueron de vacaciones a la Île de Sein (Bretaña).

Las relaciones con Suzanne siguieron siendo tempestuosas, casi imposibles, de tal forma que en septiembre se volvieron a separar provisionalmente, como en ocasiones anteriores; utilizándole como chantaje emocional contra su marido Berl.

El divorcio de Breton y Simona se falló en marzo de 1930 con todas las consecuencias legales a favor de su esposa. Simone se quedó con la mitad de la colección de arte y Breton se quedó con el estudio de la rue Fontaine, 42. Aunque Breton y Simone mantendrían una amistad duradera, más bien distante, la complicidad emocional e intelectual se había disipado.

También, por fin, terminó su relación con Suzanne, ruptura definitiva en enero de 1931.

Suzanne ofreció más tarde su propia versión de los problemas entre ella y Breton:

“Breton era demasiado obsequioso con sus amores, moldeaba a la mujer que amaba al punto de hacer que correspondiera a sus propias aspiraciones (…). Pero yo sólo era motivo de decepción porque no me adaptaba a lo que él quería de mí. Demasiado inquieta, solía ser presa de impulsos incontrolables de salir huyendo (…) No amaba a un hombre por la posibilidad que este tuviera de ocupar un sitio en la posteridad. Eso era demasiado para mí; mi objetivo era buscar sólo las emociones que estuvieran al alcance del corazón (…) Tal vez yo tenía la facultad de provocar amor, sin poseer el don mágico de hacerlo durar.3



 
 
 
                                                      Jacqueline Lamba (1934-1945)
 
 
 
 
                                                 Jacqueline Lamba y André Breton
 
 
 
 
 
En 1934 se produce el encuentro con Jacqueline Lamba en el “Café de la Place Blanche”. Tenía 24 años, catorce años más joven que Breton.

Jacqueline estaba desarrollando su talento como pintora (se había formado en la prestigiosa Ecole des Arts Dècoratives) y se ganaba la vida como bailarina desnuda bajo el agua en el café cantante COLISEUM de Montmartre. Esta ocupación tenía un carácter provisional, mientras ella se labraba una carrera artística.

Breton se enamoró de la imagen de la sirena desnuda, y siempre vio a Jacqueline como una ondine. Muchos años después Jacqueline contaría que Breton la presentó a sus amigos como una náyade, más que como una pintora en ciernes.

Las circunstancias del encuentro de Breton con Jacqueline las da a conocer de una forma detallada y literaturizada en su libro, El amor loco4, que elevó este encuentro a uno de los momentos más célebres de la mitología surrealista.

El encuentro, por otra parte, no fue tan fortuito como Breton parecía creer. Jacqueline estaba tratando de conocer al poeta; y frecuentó, con este propósito el “Café de la Place Blanche” durante varios días seguidos, sentándose en una mesa contigua a la de los surrealistas.

Este encuentro entre el poeta y la “ondine” se puede considerar un flechazo en toda regla; pues tres meses después de conocerse se casaron en el distrito noveno de París en agosto de 1934. Breton tenía 38 años y Jacqueline 24. Actuaron de testigos de la boda Éluard y Giacometti. Los familiares de los novios no asistieron a la ceremonia; en el caso de Jacqueline porque era huérfana.

Breton compuso para Jacqueline, la Ondine, una serie de 14 poemas de amor, bajo el título “El aire del agua”, en los que canta el renacimiento del amor conyugal, después de 10 años de incertidumbre y provisionalidad.

Así cuenta Breton, en El amor loco, el encuentro en el Café de la Place Blanche:

“Era una persona muy joven (…) Ya la había visto entrar dos o tres veces en aquel lugar, el 29 de mayo de 1934, esta mujer estaba ‘escandalosamente’ bella… (…) Una intuición muy vaga, desde los primeros instantes, me había permitido considerar que el destino de esa muchacha pudiese un día (…) establecer un vínculo con el mío5.”

Breton y Jacqueline pasaron su primera noche juntos deambulando por París: por el mercado de la carne y las verduras de Le Halles6, por el Sena y por la Torre de Saint Jacques, “de un lado a otro como un girasol”.

Pero el mayor momento de revelación poética se produjo varios días después cuando Breton recordó inconscientemente los versos de un viejo poema de Claire de terre de 1923: “Girasol”, dedicado a Pierre Reverdy, que resultó ser un poema profético:

“La viajera que atravesó les Halles a la caída del verano caminaba de puntillas (…)

Algunos como esta mujer pareciera que nadan7

Y en el amor penetra un poco de sustancia

Ella los interioriza (…)

André Breton me dijo pasa8.”

Con lo cual este poema de 1923, en cierta medida, anuncia lo que sucedería en 1934, que luego Breton denominara “La noche del girasol”.

Y esto, a la vez, refuerza la fe de Breton en el ‘azar objetivo’; y, por otra parte, es muy sintomático que Breton casi siempre escribiera sobre una relación amorosa teniendo en cuenta los principios del surrealismo.

En 1935 publicó en Minotaure su ensayo la “Nuit du tournesol”, el relato del encuentro y paseo iniciático con Jacqueline, y los presagios contenidos en el poema “Girasol”.

Breton siguió con sus actividades dentro del surrealismo. Conferencias en Praga sobre el surrealismo (marzo-abril de 1935), donde había un grupo surrealista muy activo: Nezval, los pintores Jindrich Styrsky y Toyen, así como el crítico Karen Toyen. Este grupo ya había montado una exposición de arte surrealista y había traducido las obras principales del grupo, entre ellas, Nadja y Los vasos comunicantes.

Con el grupo checo fundó el bilingüe Boletín Internacional del Surrealismo (el 1º de 4 números).

Bretón regresó a París y viajó a las islas Canarias (España) como embajador del surrealismo9. Llegaron a Santa Cruz de Tenerife a primeros de mayo y otra vez las conferencias, entrevistas y exposición de pintura surrealista patrocinadas por la revista Gaceta de Arte y Óscar Domínguez con una duración de tres semanas.

El resultado de su estancia en Canarias dejó el segundo Boletín Internacional del Surrealismo en francés y español, lo que suponía una nueva proyección internacional del movimiento.

Regresan de Canarias y resulta que Jacqueline Lamba estaba embarazada; y a pesar del estilo de vida y la inseguridad económica, Breton aceptó el regalo que la vida le había dado.

El 20 de diciembre de 1935, Jacqueline dio a luz a la única hija de Breton en una clínica del 13º distrito. Le pusieron de nombre Aube, nombre bastante insólito entonces.

Pronto surgieron las fricciones propias de la crianza de un hijo; además de la precariedad financiera y las ambiciones frustradas de Jacqueline como pintora. Breton ni se ocupaba de su hija, ni reconocía el trabajo de Jacqueline, ni su deseo de progresar como artista independiente. Lo que esperaba de Jacqueline es que se portara como la musa de un gran hombre, no que tuviera una existencia creadora propia.

Ante esta situación y con una discusión previa, Jacqueline abandona la rue Fontaine, 42 y se va al campo. Breton le escribió varias cartas conciliadoras e incluso la alentó para que siguiera pintando.

Jacqueline abandonó a Breton, dejándole a su hija de 8 meses. Esta separación duró un mes; porque Jacqueline no aceptaba los roles que le asignaba Breton: musa, compañera, ninfa acuática y prosaica niñera.

De regreso a la rue Fontaine, Breton le dijo que iba a expresar sus reflexiones paternales en un texto final para El amor loco, que consistiría en una carta. “Querida Ecusette de Noireuil” y dice así:

“En la bella primavera de 1952 cumplirás 16 años y quizá te sientas tentada de hojear esta libro (…) Suceda lo que suceda hasta que puedas conocer esta carta (…), déjame pensar que entonces estarás dispuesta a encarnar este poder eterno de la mujer, el único ante el cual me he rendido (…). Déjame creer que estas palabras, el amor loco, tendrán algún día relación con tu propio delirio (…).

Te deseo que seas locamente amada10.”

Jacqueline salió para Ajaccio (Córcega) el 1º de septiembre. No obstante esta afirmación de amor y fe de Breton en el fruto de su matrimonio, dotó al El amor loco de una coda optimista.

Jacqueline regresó de Ajaccio a mediados de octubre, reconciliándose con su marido y liberándole del cuidado de su hija; pero la situación económica de la pareja seguía siendo muy precaria.

En vista de ello Breton solicitó al Ministerio Francés de Relaciones Exteriores dar una serie de conferencias en Méjico sobre la historia de la literatura y el arte franceses con una duración de 4 meses. Una vez concedida la solicitud Breton y Jacqueline se embarcaron en Cherburgo rumbo a Veracruz en 1938.

Dejaron a la pequeña Aube de dos años al cuidado de André Masson, su esposa y sus dos hijos, en el pueblo normando de Lyons-la- Fôret.

En Veracruz fueron recibidos por un desconcertado funcionario de la embajada francesa, sin tener nada previsto para su alojamiento. Fue gracias al pintor y muralista Diego Rivera, que había ido a Veracruz para encontrarse con los Breton, quien les ofreció su propia casa y, además, llevaba un mensaje de Leon Trotski, que invitaba a Breton a visitarlo.

Breton y Jacqueline quedaron impresionados con la casa de Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo en el elegante barrio de San Ángel. Breton al ver los cuadros de Frida Kahlo, la declaró surrealista. A Kahlo, Breton, le pareció pomposo, arrogante y latosamente intelectual.

 
 
 
 
 
 
                                                         Breton, Rivera y Trotsky 
 
 
 
 
Trotsky recibió a los Breton, a principios de mayo, en La Casa Azul con suma cordialidad. Con anterioridad, Trotsky, ya se había informado sobre la obra de Breton y el surrealismo, que veía con buenos ojos. La conversación se llevó a cabo en francés sobre temas políticos como los Procesos de Moscú.

Breton dio su primera conferencia en la Universidad Nacional de Méjico con el título de “Las transformaciones modernas en el arte y el surrealismo”; pero el resto de las conferencias se canceló por problemas políticos internos.

Fruto de todas las visitas y viajes con Trotsky fue el manifiesto fechado el 25 de julio de 1938, titulado, “Por un arte revolucionario e independiente”, firmado por Breton y Rivera, aunque este último no participó en su elaboración. Este manifiesto concluyó con el doble mandato de André Breton: “Lo que queremos: la independencia del arte- para la revolución. La revolución-para la liberación definitiva del arte”11.

Comoquiera que sea este texto condensaba y aclaraba muchas de las discusiones sobre el arte y la política entre Trotsky y Breton, un teórico de la política y un teórico del arte.

El 1 de agosto, Breton y Jacqueline se embarcaron en Veracruz con las maletas llenas de máscaras, cerámica, muñecas, exvotos, calaveras y otros objetos del arte popular. Los Breton llegaron a Boloña el 18 de agosto, donde fueron recibidos por Aube y Divonne Raton y la niña hizo pucheros durante los primeros días.

Estalló la 2ª Guerra Mundial, Francia fue ocupada por los alemanes y la zona no ocupada localizó la capital en Vichy con Petain, un anciano mariscal de 84 años, como presidente.

Breton fue movilizado como personal sanitario; pero poco después fue licenciado definitivamente.

Los Breton, entonces toman el camino del exilio en 1941 y no sin dificultades de visa partieron de Marsella para La Martinica y de ahí para Nueva York

Al llegar a Nueva York con su esposa y su hija, se encuentra con Ives Tanguy y Kay Sage, que estaban esperándolos en el muelle. Se instalan en la ciudad e intentan llevar una vida normal en compañía de otros exiliados como Lévi-Strauss, Matta y el poeta griego Nicolaus Calamares. En Conneticut vivía André Masson con su esposa e hijos. Max Ernst y Peggy Guggenheim también saludaron a Breton en Nueva York.

Desde un principio, Breton reunió a los surrealistas exiliados e intentó adaptar el surrealismo a la realidad americana, lo cual no resultó nada fácil.

Se propuso crear una revista y como se encontró con muchos obstáculos pidió prestada la ya existente View, dirigida por el poeta Charles Henri Ford y el novelista Parker Tyler. Y ya bajo la órbita de Breton, el próximo número de View fue exclusivamente surrealista. Breton colaboró durante sus cinco años de exilio; pero no le gustaba View.

En enero de 1942 planea publicar una revista, que se llamará VVV y necesitaba un director de habla inglesa, que contaría con Max Ernst y Breton como asesores. El elegido fue David Hare, escultor y fotógrafo, de 25 años, apuesto y esbelto, que tenía afinidades con los surrealistas.

El otro problema era la financiación, que se solventó con la aportación de dos amantes del arte como Bernard Reig y Peggy Guggenheim. Salió VVV en junio, con una cubierta verde, obra de Max Ernst. Saldrían 4 números en total.

La relación con Jacqueline no iba hacia buen puerto; porque ella dedicaba todo el día a su propio arte y gozaba de relativa autonomía, ya que dominaba el inglés. Jacqueline no estaba conforme con ser la ondine, la musa de Breton.

Pero hubo un factor desencadenante del fracaso del matrimonio de Breton: en el verano Jacqueline mantiene relaciones sexuales con David Hare. Al principio se mantuvo en secreto; pero en octubre se lo comunicó a Breton y se marchó con su hija Aube al apartamento de Hare.

Breton siguió manteniendo relaciones con los dos para ver a su hija y con Hare trabajando en la revista VVV.



 
                                                         Elisa Claro (1945-1966)
 
 
 
 
                                                         Elisa Claro y André Breton
 
 
 
 
El breve exilio emocional de Breton acabó en diciembre de 1943, mientras almorzaba con Marcel Duchamp en el restaurante “Larre” y el ‘azar objetivo’ lo puso en contacto con Elisa Claro, chilena, de familia francesa, que había emigrado a los EE. UU., varios años antes. Tenía 35 años, cabello castaño, ojos claros e inteligentes. Había recibido una excelente educación, tocaba el piano y era políglota. Breton tenía 48 años. Se volvieron inseparables.

Elisa fue la musa ideal para Breton. Era vulnerable y apasionada y carente de ambiciones artísticas personales, al contrario de las otras dos esposas: Simone y Jacqueline. Elisa fue su compañera amante para el resto de su vida. Fue la musa del Arcano 17 (1944), que tiene que ver con el encuentro con Elisa y con la liberación de París.

Ante esta bonanza sentimental, Breton se divorció oficialmente de Jacqueline el 30 de julio de 1945 en Reno; y ese mismo día, en otra misma sala del juzgado, se casó con Elisa. Jacqueline se casó con David Hare y tuvieron un hijo.

En abril de 1946, Elisa y Breton regresan a Francia y en 1949 regresa de los EE. UU. su hija Aube, de 13 años para recibir una formación francesa. Breton, entonces, se mudó del piso cuarto a otro de la planta baja, que tenía una habitación más, pero siguió viviendo en la rue Fontaine, 42.

Breton a los 60 años, lógicamente, ya no tenía la energía de los 30; pero José Corti exdirector de Editions Surrealistas hizo una observación diciendo que el origen de cada obra de Breton está en el encuentro con una mujer (Nadja, El amor loco, Jacqueline…). Y desde luego desde que se casó con Elisa, ninguna mujer le sacudió emocionalmente

Jacqueline Lamba era de la opinión que la sacudida emocional de otra mujer, una nueva pasión, daría un nuevo libro de Breton.

Por entonces, a mediados de los cincuenta, entabló amistad con la cineasta Nelly Kaplan, que conoció a Breton en una exposición de arte precolombino. Breton se presentó él mismo y Kaplan le prometió enviarle una invitación para el estreno de la película, “Magirana”. Mantuvo amistad con la Kaplan durante 6 meses: paseos diarios, conversaciones en los cafés, visita al mercado de las pulgas, lo consabido. Pero la amistad de Breton con Kaplan llegó a su fin por una discusión a propósito de Philippe Soupault, amigo íntimo de Kaplan. Breton mostró una vez más su intolerancia. Breton le exigió la devolución de las cartas y la Kaplan se las devolvió hechas confetis.

También está el encuentro con Joyce Mansour, de 26 años, poeta, casada con un hombre de negocios . Joyce había publicado su primer libro de poemas, Cris en 1953. Breton encontró el libro por casualidad e invitó a su autora a visitarlo en París.

Joyce, una burguesa en toda regla, ingresó en el grupo surrealista y quedó deslumbrada por su jefe y durante una década realizó el ritual bretoniano por París. Algunos han dicho que éste fue su último gran amor; aunque más bien platónico.

Breton apreciaba a Elisa, pero con esas aparentes conquistas, creía que estaba evadiendo la vejez. Sin embargo la relación con Joyce no pasó de una mera amistad, con sus capas de coqueteo y complicidad, felicidad y melancolía.

Por supuesto, Breton no escribió el nuevo libro del impulso amoroso.

Pocos detalles hay de la vida con Elisa, su última y más duradera esposa. Sin duda ella participaba en las actividades surrealistas y acompañaba a Beton. Perece como si la edad hubiera serenado a Breton, ya que apenas tuvo dos escarceos amorosos con la cineasta Kaplan, muy breve y con Joyce más prolongado, pero eminentemente platónico.

Sí aparece su hija Aube, a quien apadrina en su boda con el poeta y pintor surrealista Ives Elléouet, por tanto su hija pasó a Aube Elléouet, que destacó en los años 70 con unos notables collages surrealistas.

La mujer como inspiración, como musa a la que se invoca (“Canta, oh musa…”). La mujer tiene la capacidad de estimular la creatividad del hombre.

La mujer como musa tiene su más alto paradigma en Gala, musa interesada. Primero de la poesía de Paul Eluard y luego musa (avida dollars) de la pintura de Salvador Dalí.

Las mujeres surrealistas, por su parte, tuvieron conciencia de sí mismas como sujetos no como objetos, sin embargo los hombres no tuvieron esa misma capacidad.

Las mujeres y los hombres surrealistas caminaron por el surrealismo por senderos paralelos y diferentes. Ninguna mujer formó parte del grupo director del surrealismo encabezado por Breton. Sólo en los años 40 (Arcano 17) Breton se da cuenta, que hay que dar a las mujeres un trato de igualdad con el hombre en todos los terrenos, también en el artístico.12

André Breton murió el 28 de septiembre de 1966 y fue enterrado el 1 de octubre en el cementerio de Batignolles. En la tumba de granito se inscribió su frase: “Busco el oro del tiempo”.

Jean Schuster, fue designado sucesor y albacea literario de Breton y se puso al frente del surrealismo.

Quizá el homenaje más notable le llegara en Mayo de 1968, cuando muchos de los lemas que cubrían las paredes tenían un cariz surrealista o prosurrealista: “La belleza será convulsiva o no será”, “Escojan, en cambio, la vida” o “Prohibido prohibir”. Pero una vez pasada la euforia general, una nueva ‘llamada al orden’ parece que se apoderó de la sociedad francesa y cuando faltó Breton nadie tuvo el prestigio, la autoridad y el carisma para señalar el rumbo del surrealismo. Jean Schuster oficialmente dio por cancelado el movimiento surrealista en 8 de febrero de 1969, lo que no quita que haya focos surrealistas repartidos por el mundo.

Hasta 2003, el estudio de Breton en la rue Fontaine, 42, permaneció intacto: los libros acumulaban polvo en los estantes, la mesa de escritorio sostenía los mismos manuscritos y las pinturas cubrían las paredes como las dejó su propietario. Elisa Breton, hasta su muerte en el año 2000, se opuso a mudarse o vender el valioso contenido del estudio.

Finalmente los herederos de Breton, incapaces de conservar en privado la colección, procedieron a subastarla.



 
 
 
                                                    Tournesol de Jacqueline Lamba
 
 
 
 
 
 
                                 André Breton en su gabinete de la rue Fontaine, 42
                      
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA

Breton, André, Trotsky León, Rivera Diego, Por un arte revolucionario e independiente, (Edición de José Gutiérrez) El Viejo Topo, Barcelona, 1999

Breton, André, El amor loco, Alianza Literatura, Madrid, 2000

Caballero Guiral, Juncal, La mujer en el imaginario surreal. Figuras femeninas en el universo de André Breton, Publicaciones de la Universidad Jaime I, Castellón de la Plana, 2002.

Polizzotti, Mark, La vida de André Breton. Revolución de la mente, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2009.

Serrano, Anastasio, “El foco surrealista de Tenerife” en el blog: Erudición y Crítica, 2014

Madrid, 17 de febrero de 2017



Anastasio Serrano











1 . Polizzotti, Mark, La vida de André Breton. Revolución de la mente. Fondo de Cultura
Económica, Madrid, 2009, p. 40

2 . Como sabemos la relación creativa de Nadja con Breton no fue posible por la asociabilidad de ésta. Después Nadja fue ingresada en un hospital psiquiátrico con síntomas de alucinaciones y delirios de persecución. No había cumplido 25 años. Permaneció 14 meses en el hospital de los alrededores de París y luego fue trasladada en 1928 a un hospital de su Lille natal. Murió de fiebre tifoidea en 1941. No se sabe si leyó el libro que le dio fama perdurable a ella y a su autor.

3 . O. C., pp. 353-354.- La vida de André Breton

4 . Breton, André, El amor loco (Versión de Juan Malpartida), Alianza Editorial, Madrid, 2000. En el cap. IV desarrolla literariamente, al modo surrealista, dicho encuentro

5 . Breton, André, El amor loco, Alianza Editorial, Madrid, 2000, pp. 54-55

6 . Sede actual del Centro Pompidou.

7 . Como la danza, bajo el agua, de Jacqueline en el cabaré Coliseum

8 . O. C., pp. 66-67

9 . Ver “El foco surrealista de Tenerife” en el blog: Erudición y Crítica de Anastasio Serrano, 2014

10 . O. C. pp. 127, 128 y 133.

11 . Breton, Trotsky, Rivera, Por un arte revolucionario e independiente, (Edición de José Gutiérrez), El Viejo Topo, Barcelona, 1999, p. 4 (Texto definitivo)

12 . Mujeres surrealistas: Leonora Carrington, Leonor Fini, Valentine Hugo, Jacqueline Lamba, Dora Maar, Valentine Penrose, Alice Rahon y Remedios Varo. Otras surrealistas. Hielen Agar, Frida Kahlo, Meret Oppenheim, Kay Sage, Dorotea Tanning