André Breton nació el 19 de febrero
de 1896 en Trinchebray (Normandía). Era hijo único de Marguerite-
Marie-Eugénie Le Gougès y de Louis-Justin Breton, policía.
Y efectivamente la primera mujer en el
ámbito del ser humano es la madre, Margarita, que era profundamente
religiosa, frente al ateísmo de su padre, Louis. Además las
relaciones afectuosas entre madre e hijo fueron ‘deficitarias’.
Breton, años más tarde, describió a
su madre como autoritaria, trivial, resentida y preocupada por la
integración social y el éxito. A pesar de todo mantuvo contacto
regular con sus padres, mediante cartas y visitándolos en verano;
pero con su madre la relación estuvo marcada por el resentimiento.
El primer amor, la primera mujer de
André Breton fue su prima, por parte de madre, Manon, quien,
supuestamente, le inició en la sexualidad.
Madaleine-Marie-Loise Le Gougès,
Manon, diminutivo que le puso el propio Breton, era un
muchacha precoz, madura y provocativa y la relación que tuvo con su
primo, no fue más que un flirteo.
El padre de Manon, Louis, único
hermano de Marguerite, era médico de carrera y había prestado sus
servicios en Argelia, Túnez y Bélgica, razón por la cual Manon
era una jovencita mucho más viajada y sofisticada que la
mayoría de las chicas de su edad. Además se había convertido a los
15 años en una morena seductora y la atracción no tardó en llegar.
Estamos en 1915 y Manon visitó
a Breton en Nantes, se hospeda en una habitación contigua a la de
Breton y pasan parte de la noche en el balcón contemplando las
estrellas; después de cuatro horas el joven Breton no había podido
superar la timidez. A la mañana siguiente, la joven decepcionada le
escribió una carta reprochándole su timidez.
Breton en una carta a su amigo, André
Paris, estudiante de Farmacología le dice:
“¡Bah! Dormí con Manon el
domingo: Una noche entera. Ya no la amo más (…) Estoy educándome
en pos de un platonismo absoluto. ¡La mujer es un apura belleza
plástica!, que requiere una contemplación muy casta1.”
¿Cómo podemos interpretar esta
confesión? ¿Mera fanfarronería o que la experiencia sexual no
había estado a la altura de sus expectativas? Breton con 17 años no
estaba preparado para una relación física con Manon. Sin
embargo sigue con su fanfarronería y dice que le produjo más placer
negándole la omnipotencia de su encanto, que haberla poseído.
Simone Kahn (1921-1929)
La primera esposa de Breton fue Simone
Kahn y la conoció a finales de junio de 1921, mientras paseaba
por los Jardines de Luxemburgo con Thèodor Fraenhel y su prometida,
Bianca Maclés (ambos eran íntimos de Simone)
Simone era una muchacha morena y
encantadora de 23 años. Había nacido en Iquitos (Perú), donde su
familia, judíos alsacianos, había prosperado con la industria de
explotación del caucho y luego regresaron a París e invirtieron su
fortuna. Había pasado la mayor parte de su vida en París,
asistiendo a prestigiosas escuelas y desarrollando una amplia cultura
en filosofía y literatura.
Breton se fue de vacaciones a Lorient
(lugar de residencia de sus padres) en julio y desde allí le
escribió casi a diario. Las cartas consistían en una difusa
exploración de sí mismo, un intento de presentar su persona. Simone
le servía de espejo y volcó toda su interioridad en estas misivas.
El amor de Breton a Simone se
incrementó con la visita que le hizo en septiembre en el pueblo de
Sarreguimines, en la frontera alemana, donde Simone vacacionaba con
su prima Denise. Durante varios días disfrutó de la compañía de
Simone y les leyó a Lautreaumont y les habló de la poesía moderna
con tal sensibilidad y convicción, que ambas quedaron cautivadas.
Cuando Breton regresó a Lorient, él y
Simone ya se habían comprometido para casarse.
Pero Breton tuvo que vencer dos
obstáculos que se le presentaban; por parte de sus padres, la novia
judía (Marguerite era archicatólica), por parte de los Kahn la
diferencia de clase, burgueses enriquecidos con el caucho de Perú. Y
además el padre de Simone, Félix Kahn observaba que su
futuro yerno no tenía el porvenir despejado y tampoco daba muestras
de querer remediarlo. Sin embargo, Breton está empeñado en su amor
y en su compromiso con Simone.
A finales de año, la señora Techarel
le presentó al modisto y mecenas Jacques DOUCET, ya sexagenario,
diseñador exitoso en competencia con Coco Chanel.
Doucet tenía una extensa colección de
arte y de libros raros y necesitaba un experto que le asesorase y
para ello contrató a Breton.
Breton, pues, ya tenía un sueldo
mensual de 500 francos para subvenir los gastos de la vida en pareja
y comenzó a escribir cartas-informes para Doucet sobre las futuras
adquisiciones de las tendencias artísticas del momento.
Ya había pasado un año desde su
compromiso y los padres de Simone quieren conocer al joven Breton. La
velada consistió en una cena en las casa de los Kahn en la exclusiva
zona de Avenue Niel. La bienvenida de los futuros suegros no fue más
allá de la tibieza.
Finalmente Doucet le ofreció a Breton
la dirección de la biblioteca a tiempo completo con un
salario de 20.000 francos, que frente a los 6000 del principio,
suponían una seguridad económica importante.
Con esta nueva situación los padres de
Simone dieron el consentimiento, a regañadientes, para
que se celebrara la boda en el registro civil del distrito 17ª de
París, actuando de padrino Paul Valery. Louis Breton, su padre,
asistió al enlace; pero su madre no se sintió con ánimos para ir.
Los Kahn, a pesar de las reservas con
respecto al novio, asignaron a su hija un anticipo mensual contra la
herencia. También le dieron a Simone una dote respetable, que ella
invirtió en obras de arte. De esta forma, y con el salario de
Breton, la estabilidad económica estaba asegurada.
Después de un breve periodo de
luna de miel regresaron a París y vivían, bien en la casa de los
Kahn en la avenue Niel o en el hotel de Breton en la rue Delambre.
Breton reeprendió su trabajo de asesor
artístico del cauto mecenas Doucet. Cuando Breton quería que Doucet
comprara una obra determinada, tenía que escribir una carta-informe
elogiando la pieza y adulando el buen gusto del modisto. La
perseverancia de Breton dio sus frutos, ya que durante los siguientes
5 cinco años enriqueció la colección de Doucet con obras de
Rousseau, Picasso, De Chirico, Duchamp, Picaba y Miró.
Por esta época, diciembre de 1921,
Breton se empeñó en adquirir la obra maestra de Picasso de 1907,
Les Demoiselles d`Avignon, obra que marca
el origen del cubismo. Dos años tardó Breton en convencer Doucet
para que adquiriera Les Demoiselles en 1923. El precio de
compra fue de 25.000 francos- muy por debajo de su valor de mercado-
y en 12 pagos mensuales.
A final de año regresó a Lorient con
Simone para buscar la tranquilidad, frente al frenesí parisino y
aclararse las ideas frente al colapso de Dadá.
El 1 de enero de 1922 Breton y
Simone alquilaron su primera casa, un apartamento de dos
habitaciones en la rue Fontaine, 42, distrito 9, entre la Place
Blanche y Pigalle y como anécdota en los bajos de la casa había un
cabaret con el nombre de “Le Ciel et L`Enfer.
Esta dirección sería su domicilio en
París el resto de su vida; si bien a fines de los años 40 se
mudaría a un piso más amplio en los bajos de la rue Fontaine, 42.
Así pues, este domicilio se convirtió en un símbolo y en él se
desarrolló buena parte de la historia del surrealismo.
La pareja, junto con su domicilio
estable, adquirió hábitos de vida estables: trabajo en la
biblioteca de Doucet y reuniones diarias de café con el grupo; y a
una hora prudente se retiraban a dormir.
Breton, por su parte, se dedicó
amueblar y decorar el estudio con obras de Ernst, Picabia, Man Ray,
Derain, Dichamp, Picasso, De Chirico, Braque y Seurat; y también con
máscaras de África y Oceanía, muñecas fetiche y objetos insólitos
encontrados al azar.
Durante toda su vida, Breton sería un
ávido coleccionista de arte, comprando siempre que su economía se
lo permitía o vendiendo una obra para adquirir otra.
El matrimonio de Breton estaba basado
en el respeto y el afecto mutuos. Simone se sintió deslumbrada por
la energía y la creatividad de Breton, la riqueza de su pensamiento
y su habilidad para expresarlo y la especial personalidad de poeta,
que la había atraído desde el principio.
Pero, a pesar de su complicidad
intelectual y emocional, la unión de los Breton estaba marcada por
separaciones frecuentes. En los primeros años estas separaciones
fueron a causa de Breton, por razones literarias o editoriales
(aislarse para escribir o supervisar la edición de una revista).
Con el tiempo, marido y mujer tomaban
sus vacaciones por separado y esta actitud no supuso, en
principio, distancia emocional.
Breton se apoyaba en Simone por su buen
juicio y su penetrante intuición. Valoraba su amplia cultura, su
capacidad de relación y su excelente ojo para el arte (después de
la Segunda Guerra Mundial, dirigirá con éxito dos galerías
de arte en París).
Simone en 1925 se fue de vacaciones a
Megère, un pueblo cerca de la frontera suiza, con su hermana Janine
y su amiga y confidente Morise. El motivo de la partida, además del
disgusto por las tareas que se le asignaban en la oficina
surrealista, fue, sobre todo, por el idilio-pasión de Breton con una
morena de 26 años, llamada Lise Meyer.
Lise Meyer se había casado con Pierre
Meyer, rico heredero y se había suicidado poco después de su
matrimonio. Rica y bien relacionada, solía hospedar en el salón de
su casa a los mecenas
parisinos. Tenía ambiciones literarias y había publicado, bajo el
pseudónimo de Lise Deharme, poemas, cuentos y novelas de contenido
erótico.
En el aspecto personal era
extremadamente coqueta y sabía cómo impresionar a los hombres con
su encanto físico y personal. Lise, presintiendo una conquista fácil
atrajo al líder surrealista a una pasión sin esperanzas. De hecho a
ella le importaba mucho menos el amor verdadero que la conquista.
Lise, no cabe duda, se sintió halagada
por el interés de Breton, a quien admiraba en el plano intelectual;
pero no tenía intención de cambiar de vida y adaptarse a la del
poeta. Por todo lo cual, Lise nunca llegó a ser amante de Breton.
Breton le confesó estos
devaneos a Simone, quien pensó que este amor se marchitaría por sí
solo.
Sin embargo la relación con Lise Meyer
ya duraba dos años y medio y, lógicamente, estaba perjudicando la
armonía matrimonial. Simone comprobó que no era una pasión
pasajera.
En julio, para evitar los estados de
ánimo de Breton, Simone abandonó la rue Fontaine por un pueblo de
Normandía, en compañía de Ives Tanguy y su esposa, Max Morise y
Marcell Noll. El detonante que motivó la partida fue una discusión
sobre el ‘amor sublime’ de Breton por Lise.
Breton distanciado de su esposa y con
ganas de olvidar sus sentimientos hacia Lise se va de vacaciones a la
costa de Normandía cerca de Dieppe. Allí recibió las visitas de
Aragon y Nancy Cunard, que estaban a 15 minutos de distancia
de su hotel. Lise había alquilado una villa en Pourville y también
visitó a Breton; pero éste no logró atraer los sentimientos de
Lise; de hecho Lise se casó con su amante de turno, el pionero de la
radio Paul Deharme y acabó el cortejo.
El resultado principal de la estancia
de Breton en la costa de Normandía, no fue emocional, sino
literario; porque allí fue donde redactó la mayor parte del libro
que le tenía obsesionado los últimos ocho meses: la historia de su
encuentro con Nadja; Nadja2.
Breton se reconcilió con Simone en
1928; pero una nueva joven entra en la órbita de Breton, se trata de
Suzanne Fernande Muzard, nacida en el suburbio de Aubevilliers de
París en 1900. La tal Suzanne era la amante del novelista y
ensayista Emmanuel Berl, que estaba casado. Seducido por la belleza
física de Suzanne y por su sensualidad, que contrastaba con el
afecto casi platónico de Simone y los coqueteos distantes de Lise.
Breton se las arregló para tener un
encuentro a solas y después hicieron una escapada al Midi. Suzanne
dejó una nota de despedida a Berl. Y de todo ello Breton informó a
Simone y de su estado de ánimo pletórico. Simone mostró de
nuevo signos de aceptación: había sobrellevado la tormenta de Lise
casi tres años y por lo tanto también podía superar la de Suzanne.
La relación con Suzanne, no obstante,
fue bastante tumultuosa con idas con Berl y venidas con Breton.
Suzanne quería garantías de seguridad emocional y le pidió a
Breton que se divorciara de Simone.
Ante esta situación, primero Lise y
ahora el devaneo con Suzanne, Simone informó a Breton, que Suzanne
no era más que un amorío más, de tantos pasados y futuros y que su
vida en común había llegado a su fin e iniciaron el proceso de
divorcio.
Breton en una comida con Simona se
enteró que su esposa había mantenido relaciones sexuales
prolongadas con Max Morise, lo que le reprochó por la falta de
claridad. Simone juró creer que Breton sabía lo de Morise;
aunque siempre había pedido discreción a sus compañeros.
El 1 de diciembre de 1928 Suzanne se
casó inesperadamente con Berl. Breton no se había dado cuenta que
Suzanne estaba haciendo las mismas peticiones a los dos amantes.
Berl, cuyo divorcio había concluido recientemente, estaba legalmente
asequible antes que Breton.
No obstante Suzanne, cuyo matrimonio
con Berl no había arreglado nada, regresó a vivir con Breton a la
rue Fontaine, 42 en enero de 1929; y reordenó el estudio, cambiando
el mobiliario, escondiendo pinturas, libros y manuscritos en un
intento de establecer su dominio.
Suzanne después de pasar los primeros
meses de su matrimonio en la rue Fontaine, 42, se fue una vez más
con su marido Berl. Pero Breton persuadió otra vez a Suzanne para
que regresara y se fueron de vacaciones a la Île de Sein (Bretaña).
Las relaciones con Suzanne siguieron
siendo tempestuosas, casi imposibles, de tal forma que en septiembre
se volvieron a separar provisionalmente, como en ocasiones
anteriores; utilizándole como chantaje emocional contra su marido
Berl.
El divorcio de Breton y Simona se falló
en marzo de 1930 con todas las consecuencias legales a favor
de su esposa. Simone se quedó con la mitad de la colección
de arte y Breton se quedó con el estudio de la rue Fontaine, 42.
Aunque Breton y Simone mantendrían una amistad duradera, más bien
distante, la complicidad emocional e intelectual se había disipado.
También, por fin, terminó su relación
con Suzanne, ruptura definitiva en enero de 1931.
Suzanne ofreció más tarde su propia
versión de los problemas entre ella y Breton:
“Breton era demasiado obsequioso con
sus amores, moldeaba a la mujer que amaba al punto de hacer que
correspondiera a sus propias aspiraciones (…). Pero yo sólo era
motivo de decepción porque no me adaptaba a lo que él quería de
mí. Demasiado inquieta, solía ser presa de impulsos incontrolables
de salir huyendo (…) No amaba a un hombre por la posibilidad que
este tuviera de ocupar un sitio en la posteridad. Eso era demasiado
para mí; mi objetivo era buscar sólo las emociones que estuvieran
al alcance del corazón (…) Tal vez yo tenía la facultad de
provocar amor, sin poseer el don mágico de hacerlo durar.3”
Jacqueline Lamba (1934-1945)
Jacqueline Lamba y André Breton
En 1934 se produce el encuentro con
Jacqueline Lamba en el “Café de la Place Blanche”. Tenía
24 años, catorce años más joven que Breton.
Jacqueline estaba desarrollando su
talento como pintora (se había formado en la prestigiosa Ecole des
Arts Dècoratives) y se ganaba la vida como bailarina desnuda bajo el
agua en el café cantante COLISEUM de Montmartre. Esta ocupación
tenía un carácter provisional, mientras ella se labraba una carrera
artística.
Breton se enamoró de la imagen de la
sirena desnuda, y siempre vio a Jacqueline como una ondine.
Muchos años después Jacqueline contaría que Breton la presentó a
sus amigos como una náyade, más que como una pintora en ciernes.
Las circunstancias del encuentro de
Breton con Jacqueline las da a conocer de una forma detallada y
literaturizada en su libro, El amor loco4,
que elevó este encuentro a uno de los momentos más célebres de la
mitología surrealista.
El encuentro, por otra parte, no fue
tan fortuito como Breton parecía creer. Jacqueline estaba tratando
de conocer al poeta; y frecuentó, con este propósito el “Café de
la Place Blanche” durante varios días seguidos, sentándose en una
mesa contigua a la de los surrealistas.
Este encuentro entre el poeta y la
“ondine” se puede considerar un flechazo en toda regla; pues tres
meses después de conocerse se casaron en el distrito noveno de París
en agosto de 1934. Breton tenía 38 años y Jacqueline 24. Actuaron
de testigos de la boda Éluard y Giacometti. Los familiares de los
novios no asistieron a la ceremonia; en el caso de Jacqueline porque
era huérfana.
Breton compuso para Jacqueline, la
Ondine, una serie de 14 poemas de amor, bajo el título “El
aire del agua”, en los que canta el renacimiento del amor conyugal,
después de 10 años de incertidumbre y provisionalidad.
Así cuenta Breton, en El amor loco,
el encuentro en el Café de la Place Blanche:
“Era una persona muy joven (…) Ya
la había visto entrar dos o tres veces en aquel lugar, el 29 de mayo
de 1934, esta mujer estaba ‘escandalosamente’ bella… (…) Una
intuición muy vaga, desde los primeros instantes, me había
permitido considerar que el destino de esa muchacha pudiese un día
(…) establecer un vínculo con el mío5.”
Breton y Jacqueline pasaron su primera
noche juntos deambulando por París: por el mercado de la carne y las
verduras de Le Halles6,
por el Sena y por la Torre de Saint Jacques, “de un lado a otro
como un girasol”.
Pero el mayor momento de revelación
poética se produjo varios días después cuando Breton recordó
inconscientemente los versos de un viejo poema de Claire de terre
de 1923: “Girasol”, dedicado a Pierre Reverdy, que resultó
ser un poema profético:
“La viajera que atravesó les Halles
a la caída del verano caminaba de puntillas (…)
Algunos como esta mujer pareciera que
nadan7
Y en el amor penetra un poco de
sustancia
Ella los interioriza (…)
André Breton me dijo pasa8.”
Con lo cual este poema de 1923, en
cierta medida, anuncia lo que sucedería en 1934, que luego Breton
denominara “La noche del girasol”.
Y esto, a la vez, refuerza la fe de
Breton en el ‘azar objetivo’; y, por otra parte, es muy
sintomático que Breton casi siempre escribiera sobre una relación
amorosa teniendo en cuenta los principios del surrealismo.
En 1935 publicó en Minotaure su
ensayo la “Nuit du tournesol”, el relato del encuentro y paseo
iniciático con Jacqueline, y los presagios contenidos en el poema
“Girasol”.
Breton siguió con sus actividades
dentro del surrealismo. Conferencias en Praga sobre el surrealismo
(marzo-abril de 1935), donde había un grupo surrealista muy activo:
Nezval, los pintores Jindrich Styrsky y Toyen, así como el crítico
Karen Toyen. Este grupo ya había montado una exposición de arte
surrealista y había traducido las obras principales del grupo, entre
ellas, Nadja y Los vasos comunicantes.
Con el grupo checo fundó el bilingüe
Boletín Internacional del Surrealismo (el 1º de 4 números).
Bretón regresó a París y viajó a
las islas Canarias (España) como embajador del surrealismo9.
Llegaron a Santa Cruz de Tenerife a primeros de mayo y otra vez las
conferencias, entrevistas y exposición de pintura surrealista
patrocinadas por la revista Gaceta de Arte y Óscar Domínguez
con una duración de tres semanas.
El resultado de su estancia en Canarias
dejó el segundo Boletín Internacional del Surrealismo
en francés y español, lo que suponía una nueva proyección
internacional del movimiento.
Regresan de Canarias y resulta que
Jacqueline Lamba estaba embarazada; y a pesar del estilo de vida y la
inseguridad económica, Breton aceptó el regalo que la vida le había
dado.
El 20 de diciembre de 1935, Jacqueline
dio a luz a la única hija de Breton en una clínica del 13º
distrito. Le pusieron de nombre Aube, nombre bastante insólito
entonces.
Pronto surgieron las fricciones propias
de la crianza de un hijo; además de la precariedad financiera y las
ambiciones frustradas de Jacqueline como pintora. Breton ni se
ocupaba de su hija, ni reconocía el trabajo de Jacqueline, ni su
deseo de progresar como artista independiente. Lo que esperaba de
Jacqueline es que se portara como la musa de un gran hombre, no que
tuviera una existencia creadora propia.
Ante esta situación y con una
discusión previa, Jacqueline abandona la rue Fontaine, 42 y se va al
campo. Breton le escribió varias cartas conciliadoras e incluso la
alentó para que siguiera pintando.
Jacqueline abandonó a Breton,
dejándole a su hija de 8 meses. Esta separación duró un mes;
porque Jacqueline no aceptaba los roles que le asignaba Breton: musa,
compañera, ninfa acuática y prosaica niñera.
De regreso a la rue Fontaine, Breton le
dijo que iba a expresar sus reflexiones paternales en un texto final
para El amor loco, que consistiría en una carta. “Querida
Ecusette de Noireuil” y dice así:
“En la bella primavera de 1952
cumplirás 16 años y quizá te sientas tentada de hojear esta libro
(…) Suceda lo que suceda hasta que puedas conocer esta carta (…),
déjame pensar que entonces estarás dispuesta a encarnar este poder
eterno de la mujer, el único ante el cual me he rendido (…).
Déjame creer que estas palabras, el amor loco, tendrán algún día
relación con tu propio delirio (…).
Te deseo que seas locamente amada10.”
Jacqueline salió para Ajaccio
(Córcega) el 1º de septiembre. No obstante esta afirmación de amor
y fe de Breton en el fruto de su matrimonio, dotó al El amor loco
de una coda optimista.
Jacqueline regresó de Ajaccio a
mediados de octubre, reconciliándose con su marido y liberándole
del cuidado de su hija; pero la situación económica de la pareja
seguía siendo muy precaria.
En vista de ello Breton solicitó al
Ministerio Francés de Relaciones Exteriores dar una serie de
conferencias en Méjico sobre la historia de la literatura y el arte
franceses con una duración de 4 meses. Una vez concedida la
solicitud Breton y Jacqueline se embarcaron en Cherburgo rumbo a
Veracruz en 1938.
Dejaron a la pequeña Aube de dos años
al cuidado de André Masson, su esposa y sus dos hijos, en el pueblo
normando de Lyons-la- Fôret.
En Veracruz fueron recibidos por un
desconcertado funcionario de la embajada francesa, sin tener nada
previsto para su alojamiento. Fue gracias al pintor y muralista Diego
Rivera, que había ido a Veracruz para encontrarse con los Breton,
quien les ofreció su propia casa y, además, llevaba un mensaje de
Leon Trotski, que invitaba a Breton a visitarlo.
Breton y Jacqueline quedaron
impresionados con la casa de Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo en
el elegante barrio de San Ángel. Breton al ver los cuadros de Frida
Kahlo, la declaró surrealista. A Kahlo, Breton, le pareció pomposo,
arrogante y latosamente intelectual.
Breton, Rivera y Trotsky
Trotsky recibió a los Breton, a
principios de mayo, en La Casa Azul con suma cordialidad. Con
anterioridad, Trotsky, ya se había informado sobre la obra de Breton
y el surrealismo, que veía con buenos ojos. La conversación se
llevó a cabo en francés sobre temas políticos como los Procesos de
Moscú.
Breton dio su primera conferencia en la
Universidad Nacional de Méjico con el título de “Las
transformaciones modernas en el arte y el surrealismo”; pero el
resto de las conferencias se canceló por problemas políticos
internos.
Fruto de todas las visitas y viajes con
Trotsky fue el manifiesto fechado el 25 de julio de 1938, titulado,
“Por un arte revolucionario e independiente”, firmado por Breton
y Rivera, aunque este último no participó en su elaboración. Este
manifiesto concluyó con el doble mandato de André Breton: “Lo que
queremos: la independencia del arte- para la revolución. La
revolución-para la liberación definitiva del arte”11.
Comoquiera que sea este texto
condensaba y aclaraba muchas de las discusiones sobre el arte y la
política entre Trotsky y Breton, un teórico de la política y un
teórico del arte.
El 1 de agosto, Breton y Jacqueline se
embarcaron en Veracruz con las maletas llenas de máscaras, cerámica,
muñecas, exvotos, calaveras y otros objetos del arte popular. Los
Breton llegaron a Boloña el 18 de agosto, donde fueron recibidos por
Aube y Divonne Raton y la niña hizo pucheros durante los primeros
días.
Estalló la 2ª Guerra Mundial, Francia
fue ocupada por los alemanes y la zona no ocupada localizó la
capital en Vichy con Petain, un anciano mariscal de 84 años, como
presidente.
Breton fue movilizado como personal
sanitario; pero poco después fue licenciado definitivamente.
Los Breton, entonces toman el camino
del exilio en 1941 y no sin dificultades de visa partieron de
Marsella para La Martinica y de ahí para Nueva York
Al llegar a Nueva York con su esposa y
su hija, se encuentra con Ives Tanguy y Kay Sage, que estaban
esperándolos en el muelle. Se instalan en la ciudad e intentan
llevar una vida normal en compañía de otros exiliados como
Lévi-Strauss, Matta y el poeta griego Nicolaus Calamares. En
Conneticut vivía André Masson con su esposa e hijos. Max Ernst y
Peggy Guggenheim también saludaron a Breton en Nueva York.
Desde un principio, Breton reunió a
los surrealistas exiliados e intentó adaptar el surrealismo a la
realidad americana, lo cual no resultó nada fácil.
Se propuso crear una revista y como se
encontró con muchos obstáculos pidió prestada la ya existente
View, dirigida por el poeta Charles Henri Ford y el novelista
Parker Tyler. Y ya bajo la órbita de Breton, el próximo número de
View fue exclusivamente surrealista. Breton colaboró durante
sus cinco años de exilio; pero no le gustaba View.
En enero de 1942 planea publicar una
revista, que se llamará VVV y necesitaba un director de habla
inglesa, que contaría con Max Ernst y Breton como asesores. El
elegido fue David Hare, escultor y fotógrafo, de 25 años, apuesto y
esbelto, que tenía afinidades con los surrealistas.
El otro problema era la financiación,
que se solventó con la aportación de dos amantes del arte como
Bernard Reig y Peggy Guggenheim. Salió VVV en junio, con una
cubierta verde, obra de Max Ernst. Saldrían 4 números en total.
La relación con Jacqueline no iba
hacia buen puerto; porque ella dedicaba todo el día a su propio arte
y gozaba de relativa autonomía, ya que dominaba el inglés.
Jacqueline no estaba conforme con ser la ondine, la musa de
Breton.
Pero hubo un factor desencadenante del
fracaso del matrimonio de Breton: en el verano Jacqueline mantiene
relaciones sexuales con David Hare. Al principio se mantuvo en
secreto; pero en octubre se lo comunicó a Breton y se marchó con su
hija Aube al apartamento de Hare.
Breton siguió manteniendo relaciones
con los dos para ver a su hija y con Hare trabajando en la revista
VVV.
Elisa Claro (1945-1966)
Elisa Claro y André Breton
El breve exilio emocional de Breton
acabó en diciembre de 1943, mientras almorzaba con Marcel Duchamp en
el restaurante “Larre” y el ‘azar objetivo’ lo puso en
contacto con Elisa Claro, chilena, de familia francesa, que
había emigrado a los EE. UU., varios años antes. Tenía 35 años,
cabello castaño, ojos claros e inteligentes. Había recibido una
excelente educación, tocaba el piano y era políglota. Breton tenía
48 años. Se volvieron inseparables.
Elisa fue la musa ideal para Breton.
Era vulnerable y apasionada y carente de ambiciones artísticas
personales, al contrario de las otras dos esposas: Simone y
Jacqueline. Elisa fue su compañera amante para el resto de su vida.
Fue la musa del Arcano 17 (1944), que tiene que ver con el
encuentro con Elisa y con la liberación de París.
Ante esta bonanza sentimental, Breton
se divorció oficialmente de Jacqueline el 30 de julio de 1945 en
Reno; y ese mismo día, en otra misma sala del juzgado, se casó con
Elisa. Jacqueline se casó con David Hare y tuvieron un hijo.
En abril de 1946, Elisa y Breton
regresan a Francia y en 1949 regresa de los EE. UU. su hija Aube, de
13 años para recibir una formación francesa. Breton, entonces, se
mudó del piso cuarto a otro de la planta baja, que tenía una
habitación más, pero siguió viviendo en la rue Fontaine, 42.
Breton a los 60 años, lógicamente, ya
no tenía la energía de los 30; pero José Corti exdirector de
Editions Surrealistas hizo una observación diciendo que el origen de
cada obra de Breton está en el encuentro con una mujer (Nadja,
El amor loco, Jacqueline…). Y desde luego desde que se casó
con Elisa, ninguna mujer le sacudió emocionalmente
Jacqueline Lamba era de la opinión que
la sacudida emocional de otra mujer, una nueva pasión, daría un
nuevo libro de Breton.
Por entonces, a mediados de los
cincuenta, entabló amistad con la cineasta Nelly Kaplan, que conoció
a Breton en una exposición de arte precolombino. Breton se presentó
él mismo y Kaplan le prometió enviarle una invitación para el
estreno de la película, “Magirana”. Mantuvo amistad con la
Kaplan durante 6 meses: paseos diarios, conversaciones en los cafés,
visita al mercado de las pulgas, lo consabido. Pero la amistad de
Breton con Kaplan llegó a su fin por una discusión a propósito de
Philippe Soupault, amigo íntimo de Kaplan. Breton mostró una vez
más su intolerancia. Breton le exigió la devolución de las cartas
y la Kaplan se las devolvió hechas confetis.
También está el encuentro con Joyce
Mansour, de 26 años, poeta, casada con un hombre de negocios . Joyce
había publicado su primer libro de poemas, Cris en 1953.
Breton encontró el libro por casualidad e invitó a su autora a
visitarlo en París.
Joyce, una burguesa en toda regla,
ingresó en el grupo surrealista y quedó deslumbrada por su jefe y
durante una década realizó el ritual bretoniano por París.
Algunos han dicho que éste fue su último gran amor; aunque más
bien platónico.
Breton apreciaba a Elisa, pero con esas
aparentes conquistas, creía que estaba evadiendo la vejez. Sin
embargo la relación con Joyce no pasó de una mera amistad, con sus
capas de coqueteo y complicidad, felicidad y melancolía.
Por supuesto, Breton no escribió el
nuevo libro del impulso amoroso.
Pocos detalles hay de la vida con
Elisa, su última y más duradera esposa. Sin duda ella participaba
en las actividades surrealistas y acompañaba a Beton. Perece como si
la edad hubiera serenado a Breton, ya que apenas tuvo dos escarceos
amorosos con la cineasta Kaplan, muy breve y con Joyce más
prolongado, pero eminentemente platónico.
Sí aparece su hija Aube, a quien
apadrina en su boda con el poeta y pintor surrealista Ives Elléouet,
por tanto su hija pasó a Aube Elléouet, que destacó en los años
70 con unos notables collages surrealistas.
La mujer como inspiración, como musa a
la que se invoca (“Canta, oh musa…”). La mujer tiene la
capacidad de estimular la creatividad del hombre.
La mujer como musa tiene su más alto
paradigma en Gala, musa interesada. Primero de la poesía de Paul
Eluard y luego musa (avida dollars) de la pintura de Salvador
Dalí.
Las mujeres surrealistas, por su parte,
tuvieron conciencia de sí mismas como sujetos no como objetos, sin
embargo los hombres no tuvieron esa misma capacidad.
Las mujeres y los hombres surrealistas
caminaron por el surrealismo por senderos paralelos y diferentes.
Ninguna mujer formó parte del grupo director del surrealismo
encabezado por Breton. Sólo en los años 40 (Arcano 17)
Breton se da cuenta, que hay que dar a las mujeres un trato de
igualdad con el hombre en todos los terrenos, también en el
artístico.12
André Breton murió el 28 de
septiembre de 1966 y fue enterrado el 1 de octubre en el cementerio de
Batignolles. En la tumba de granito se inscribió su frase: “Busco
el oro del tiempo”.
Jean Schuster, fue designado sucesor y
albacea literario de Breton y se puso al frente del surrealismo.
Quizá el homenaje más notable le
llegara en Mayo de 1968, cuando muchos de los lemas que cubrían las
paredes tenían un cariz surrealista o prosurrealista: “La belleza
será convulsiva o no será”, “Escojan, en cambio, la vida” o
“Prohibido prohibir”. Pero una vez pasada la euforia general, una
nueva ‘llamada al orden’ parece que se apoderó de la sociedad
francesa y cuando faltó Breton nadie tuvo el prestigio, la autoridad
y el carisma para señalar el rumbo del surrealismo. Jean Schuster
oficialmente dio por cancelado el movimiento surrealista en 8 de
febrero de 1969, lo que no quita que haya focos surrealistas
repartidos por el mundo.
Hasta 2003, el estudio de Breton en la
rue Fontaine, 42, permaneció intacto: los libros acumulaban polvo en
los estantes, la mesa de escritorio sostenía los mismos manuscritos
y las pinturas cubrían las paredes como las dejó su propietario.
Elisa Breton, hasta su muerte en el año 2000, se opuso a mudarse o
vender el valioso contenido del estudio.
Finalmente los herederos de Breton,
incapaces de conservar en privado la colección, procedieron a
subastarla.
Tournesol de Jacqueline Lamba
André Breton en su gabinete de la rue Fontaine, 42
BIBLIOGRAFÍA
Breton, André, Trotsky León, Rivera
Diego, Por un arte revolucionario e independiente, (Edición
de José Gutiérrez) El Viejo Topo, Barcelona, 1999
Breton, André, El amor loco,
Alianza Literatura, Madrid, 2000
Caballero Guiral, Juncal, La mujer
en el imaginario surreal. Figuras femeninas en el universo de
André Breton, Publicaciones de la Universidad Jaime I, Castellón
de la Plana, 2002.
Polizzotti, Mark, La
vida de André Breton. Revolución de la mente,
Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2009.
Serrano, Anastasio, “El foco
surrealista de Tenerife” en el blog: Erudición y Crítica, 2014
Madrid, 17 de febrero de 2017
Anastasio Serrano
Económica, Madrid, 2009, p. 40
2
. Como sabemos la relación creativa de Nadja con Breton no fue
posible por la asociabilidad de ésta. Después Nadja fue ingresada
en un hospital psiquiátrico con síntomas de alucinaciones y
delirios de persecución. No había cumplido 25 años. Permaneció
14 meses en el hospital de los alrededores de París y luego fue
trasladada en 1928 a un hospital de su Lille natal. Murió de fiebre
tifoidea en 1941. No se sabe si leyó el libro que le dio fama
perdurable a ella y a su autor.
3
. O. C., pp. 353-354.- La vida de André Breton
4
. Breton, André, El amor loco (Versión de Juan Malpartida),
Alianza Editorial, Madrid, 2000. En el cap. IV desarrolla
literariamente, al modo surrealista, dicho encuentro
5
. Breton, André, El amor loco, Alianza Editorial, Madrid,
2000, pp. 54-55
6
. Sede actual del Centro Pompidou.
7
. Como la danza, bajo el agua, de Jacqueline en el cabaré Coliseum
8
. O. C., pp. 66-67
9
. Ver “El foco surrealista de Tenerife” en el blog: Erudición
y Crítica de Anastasio Serrano, 2014
10
. O. C. pp. 127, 128 y 133.
11
. Breton, Trotsky, Rivera, Por un arte revolucionario e
independiente, (Edición de José Gutiérrez), El Viejo Topo,
Barcelona, 1999, p. 4 (Texto definitivo)
12
. Mujeres surrealistas: Leonora Carrington, Leonor Fini, Valentine
Hugo, Jacqueline Lamba, Dora Maar, Valentine Penrose, Alice Rahon y
Remedios Varo. Otras surrealistas. Hielen Agar, Frida Kahlo, Meret
Oppenheim, Kay Sage, Dorotea Tanning