No tengo miedo
nombraros
ya con vuestros
nombres
cosas vivas,
transitorias.
(Unidas sois un
acorde
de la eternidad;
dispersas
-nota a nota, nombre
a nombre
fecha a fecha-, vais
muriendo
al son del tiempo
que corre)
José Hierro de
Cuanto sé de mí (1957)
Umbral en su época leonesa
Alejandro, Francisco,
Jerónimo Pérez Martínez, Madrid, 1932-2007
La familia materna del
futuro escritor, Francisco Umbral, estaba formada por el matrimonio
compuesto por Claudio Pérez Ruiz y Mª Luisa Martínez Blanco,
naturales de Valencia de Don Juan (León) y se habían casado en la
parroquia del pueblo en 1895. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Mª
Consolación (a la que todos llamarán Maruja, costurera) (1899), el
segundo hijo fue un varón y en cierto modo el preferido de los
padres, Claudio (1902), después nació Ana Mª ( a la que llamará
Umbral “May”) (1905) y la última fue Josefina (1907), compañera
de juegos y más tarde confidente de May.
Las estrecheces
económicas y sobre todo la falta de futuro para los cuatro hijos
empujan a los padres a trasladarse a Valladolid en 1923, May tiene,
pues, 18 años.
Don Claudio Pérez Ruiz
ingresó como empleado municipal en la inspección del consumo del
grano que entraba en la ciudad. Era, pues, el empleado del fielato de
la cuesta de la Maruquesa a las afueras de Valladolid:
El abuelo en su lejana
administración, entre un fielato y una fábrica de harinas, entre
unos consumos y una presa por donde entraba y salía el agua de las
profundidades.1
Con este empleo el severo
don Claudio podrá mantener, no sin estrecheces, a su familia.
La familia Pérez
Martínez tomó en alquiler el piso bajo de la plaza de San Miguel,
11, un barrio céntrico, pero colindante con el barrio de Tablares
(“aquel barrio de meretrices y lagartos”)2
donde se hallaban los prostíbulos de la ciudad, tantas veces
literaturizado por Francisco Umbral, que imaginará ser el amante y
confidente de aquellas mujeres de la vida en sus travesuras
infantiles y adolescentes.
Al poco tiempo de llegar
a Valladolid doña Mª Luisa Martínez Blanco tomaría una muchacha
de servicio, entonces el servicio no suponía una carga excesiva,
cualquier familia de posición mediana o incluso modesta, disponía
de una criada para el cuidado de los hijos y para realizar las tareas
caseras. Esta criada fue Inocencia Prieto González, la Ino, tan
citada por Umbral y entró a servir en casa de los Pérez Martínez
de joven. Inocencia estuvo en la casa hasta 1939, que se casó con un
sargento de Infantería, Gabriel Fernández González, destinado a
Vigo.
La biógrafa de Umbral,
Anna Caballé, visitó la modesta casa de Inocencia en una barriada
de Valladolid, ahora habitada por su hija Pilar, y ésta, orgullosa,
le mostró un ejemplar de la primera edición de Los males
sagrados (1976), enviado a su madre por el escritor con la
siguiente dedicatoria: “ A mis queridos Inocencia y Gabriel, con un
abrazo. Paquito”3
.
May tenía un
temperamento sociable y una elegancia natural, a diferencia de su
hermana Maruja, la modista, más casera. Allí en Valladolid estudió
mecanografía y taquigrafía y completaba su cultura con lecturas por
su cuenta. Y en seguida empezó a trabajar en la empresa de
electrodomésticos AEG, recién instalada en la ciudad; pues el
sueldo del padre no era suficiente para costear los gastos de los
cuatro hijos.
Su hermana pequeña
Josefina, tan afín a ella, apenas tuvo tiempo de tomar la
temperatura a la ciudad, pues murió poco después de llegar la
familia a la ciudad, en 1925 con 18 años. Umbral ha recreado muchas
veces la figura de aquella hermana de su madre, a la que nunca
conoció. La llamaba la tía Algadefina, que es un cruce de Josefina
y Algadefe, un pueblo del Páramo bajo de León y adoptó ese nombre
por pura eufonía. Esto dice Umbral de la tía Josefina:
La tía Josefina era la
hermana pequeña de mi madre, había muerto en los años veinte
tuberculosa en una alcoba de la casa. Había una foto enorme de ella,
sí, y era muy mona, una monada, con su melenita. Yo la había visto
toda la vida, y de pronto en la tuberculosis, que estaba mucho tiempo
solo (…), empecé a verla. ¡Qué personaje!. Y comenzó el mito
(…). Todo a partir de aquella foto. Me inventé un personaje.4
La última evocación
imaginaria: “La tía Algadefina” la publicó en su página
literaria de El Cultural de El Mundo el 27/02/2002.
Unos años más tarde, en
1931, May queda embarazada y el padre, hombre casado o influyente, se
desentiende del hijo y se mantuvo el secreto sobre la identidad del
padre de Francisco Umbral.
Manuel Jabois en el
diario El País de Madrid, 20/02/2015, informa fehacientemente
que el padre de Francisco Umbral fue Alejandro Urrutia, abogado
cordobés, poeta modernista y empresario venido a menos.
En efecto, Alejandro
Urrutia, hombre casado, ya tenía un hijo, Leopoldo Urrutia, el
futuro poeta Leopoldo de Luis, cuando conoció a Ana Mª Pérez.
Alejandro Urrutia había ido a Valladolid para trabajar como abogado
del Banco Hispanoamericano.
Después, en la capital
del Pisuerga, dirigió unos laboratorios farmacéuticos de la
familia, que no tardaría en arruinar. Allí tuvo como secretaria a
Ana Mª Pérez Martínez, que convirtió en su amante; la dejó
embarazada y se desentiende del hijo.
El abogado cordobés era
amigo del alcalde de Valladolid, Antonio García Quintana y recomendó
a la madre de Francisco Umbral para su ingreso, como funcionaria, en
el Ayuntamiento en 1932. También se sirvió de sus contactos para
que Alejandro Francisco Pérez Martínez se colocase de botones a los
14 años en el Banco Central de Valladolid.
Así pues, el poeta
Leopoldo de Luis y Francisco Umbral son hermanos de padre. Jorge
Urrutia, poeta, traductor y profesor universitario es hijo de
Leopoldo de Luis y por lo tanto sobrino de Umbral.
Por último Alejandro
Urrutia murió en los años 50 sin conocer el éxito literario de su
hijo no reconocido: Francisco Umbral.
Cuando murió Leopoldo de
Luis en 2005, Francisco Umbral acudió al tanatorio y le pidió a su
sobrino, Jorge Urrutia, que le dejara a solas unos momentos con su
hermano.
Umbral murió en 2007 y
Jorge Urrutia acudió a dar las condolencias a la familia y Maria
España le dijo: -“A ti era al que más quería”.
En aquella época una
mujer soltera embarazada suponía un drama para cualquier familia por
el temor a las habladurías y a la difamación. Había, pues, que
tapar la ‘falta’ como se decía.
Poco antes de dar a luz
viajaron a Madrid madre e hija y se hospedaron en casa de su hermano
Claudio, casado con Josefa Perelétegui Sánchez, que tenían dos
hijos José Antonio y José Luis, cuyas vidas, sobre todo la de este
último estarán unidas a los avatares del escritor.
Para Ana Mª (May) no
había otra opción que tener a su hijo fuera de Valladolid, lejos de
las murmuraciones de los vecinos y sobre todo de la severa mirada
paterna . Por lo tanto Ana Mª acudió a dar a luz al hospital
benéfico de la Maternidad, situado en la calle Mesón de Paredes,
80, en el entonces castizo y hoy multirracial barrio de Lavapiés de
Madrid.
Ana Mª dio a luz un
varón en secreto, y en el ambiente sórdido del hospital benéfico,
el día 11 de mayo de 19325.
El único apoyo que tuvo fue el de la madre, que se hospedaba en casa
de su hijo Claudio. Permanecieron en la Maternidad tres días y el
niño fue inscrito en el Registro Civil con los apellidos maternos,
se le puso los nombres de Alejandro, Francisco, Jerónimo Pérez
Martínez. Al tercer día de vida fue bautizado en la capilla de la
Maternidad, dependiente de la parroquia de San Cayetano. Umbral,
entonces, no fue bautizado en la pila bautismal de Mariano José de
Larra, como a él le gustaba contar, en la iglesia de la Palma y
tampoco nació en la concurrida calle de la Ribera de Curtidores, en
pleno Rastro de Madrid, sino un par de calles más allá.
El regreso a Valladolid
con la criatura resultaba problemático, puesto que nadie se ha
enterado de su embarazo y el padre de May, el recto don Claudio,
sigue negándose a aceptar la situación y el padre del futuro Umbral
se ha desentendido.
La abuela, doña Luisa,
solucionará los problemas del ocultamiento. El niño se criará con
una nodriza en Laguna de Duero, un pueblo que dista 6 Km. de
Valladolid y así la abuela podrá vigilar de cerca la crianza y al
mismo tiempo se mantendrán las apariencias de normalidad en la casa.
Allí en Laguna de Duero permaneció Paquito, como le llaman desde el
principio, hasta el verano de 1936. Entonces la madre y la abuela
encontrarán la forma de incorporarlo a la familia, aprovechando la
visita de los primos madrileños, José Luis y José Antonio y es
presentado como un hermano de éstos.
José Antonio Pérez
Perelétegui, en la presentación del libro de Francisco Umbral, El
tiempo reversible, en el círculo de Bellas Artes de Madrid, el
29 de abril de 2015, contó cómo Paquito se hizo la cicatriz en la
mejilla izquierda. Esto dijo el primo de Umbral, vivíamos en un piso
bajo (el de la Plaza San Miguel, 11) y la casa tenía un patio
dividido por una verja formada por lanzas. Paquito quiso saltar al
patio vecino y se hirió en la mejilla y no lo llevaron a la Casa de
Socorro a darle unos puntos.
Así pues, el chirlo de
Umbral en la mejilla izquierda, no se produjo en un a reyerta, ni
defendiendo a un amigo, sino que fue consecuencia de una travesura a
los seis años.
Paquito había pasado
los 4 primeros años de su vida lejos de su madre y por supuesto de
su padre. Y ahí puede encontrarse la clave emocional de su obra
literaria: esa experiencia traumática de hijo huérfano, teniendo
madre al menos. Hasta entrada la adolescencia no supo que su madre
era su madre, era la tía May. Cuando lo supo había que seguir
guardando las apariencias por los enormes prejuicios que pesaban
sobre las madres solteras y los hijos ilegítimos.
Una de las navidades de
los años que Paquito estuvo con la nodriza en Laguna de Duero, las
pasó con la tía May en León. En efecto la tía Socorro está
casada con un hermano de don Claudio, Avelino Pérez Ruiz, que tiene
un hijo llamado Santiago Pérez Martínez. El primo Santiago (el
primo Paulo en El hijo de Greta Garbo) es el gerente del
Servicio Municipal de Aguas de León, así los verá el autor:
El abuelo Avelino o la
abuela Socorro, tíos/abuelos (…) padres del primo Paulo, soltero,
sobrio, jugador, trabajador, hombre de noche y naipe, voz de tabaco y
reuma, secretamente enamorado de mamá.6
En 1935 los parientes de
Paquito (Avelino y Socorro, y su hijo Santiago) viven en la céntrica
calle de Ordoño II de León en un chalet de dos pisos. En la planta
baja están las oficinas del Servicio de Aguas y en la primera planta
la vivienda. Y aquí pasarán la Navidad Paquito y su madre, la ‘tía’
May. Los tíos abuelos tratan a Paquito con afecto y le regalarán el
triciclo, que cita en sus libros, que Umbral imaginará que fue un
regalo de su padre. Así verá Umbral a la tía Socorro en El hijo
de Greta Garbo:
La tía Socorro
sacrificando pavos, gallos, conejos (…) en navidades, o por el
santo del primo Paulo, así la veía yo, ayudada de criadas, la mujer
fuerte que era, hermana de mi abuela, esa dureza escriturística,
contrarreformista y tan cercana a la dureza de las protestantes7.
Así pues, el abuelo
Claudio había emigrado a Valladolid y el tío/abuelo, Avelino Pérez
a León, vamos viendo que la vinculación familiar de Francisco
Umbral con León es casi total, porque en Valladolid no tienen
familia.
A finales de 1932 se
convocan dos plazas de administrativo en el Ayuntamiento de
Valladolid. Se exige soltura en mecanografía y taquigrafía. Ana Mª
se presenta a las pruebas y saca una de las plazas. Ingresa como
funcionaria de carrera del Ayuntamiento en abril de 1933.
El alcalde de la ciudad,
Antonio García Quintana, la reclamó como secretaria por su
habilidad como taquimecanógrafa y Ana Mª trabajará hasta 1940 en
la secretaría de la Alcaldía. Umbral ha politizado la relación
laboral de su madre con el Ayuntamiento, hablando de represalias
políticas, que nunca tuvieron lugar, pero que le han permitido dar
una explicación plausible a su pretendida conciencia de marginado
social.
La familia Pérez
Martínez era católica y conservadora. La posible rebeldía de May
se debió estrictamente a su relación (desliz) con un hombre,
posiblemente casado, que se desentendió totalmente de la paternidad.
Esto fue suficiente para justificar la pose de malditismo de Umbral.
May en 1938 contrae otra
vez la tuberculosis y la envían a un pueblo de León, Noceda, a
respirar el aire puro de la montaña. Sigue convaleciente todavía en
1940 y pide una excedencia por razones de salud y agota el permiso.
Pero un hecho aciago cierra este periodo de su vida, que es la muerte
de su severo padre en abril de este año con setenta y cinco años,
así lo recrea Umbral: “Al abuelo lo veía muy vivo en su muerte de
hornacina, muy cotidiano con su traje de consumos”8.
En cuanto a la formación
escolar de Francisco Pérez podemos decir que se matriculó a Paquito
en una escuela pública instalada en el edificio del ya desaparecido
Teatro Pradera, la escuela se llamaba “José Zorrilla”, pero era
más conocida como “La gota de leche”, porque junto a ella había
un centro benéfico, que en los primeros años de posguerra, se
dispensaban botellas de leche a las madres lactantes.
Se trataba de una escuela
pública, gratuita a la que acudían los chicos de los barrios más
humildes de la ciudad (Delicias, Los Pajarillos, La Magdalena, San
Pedro Regalado, donde inició su labor pastoral el ínclito don
Marcelo González Martín, futuro Cardenal Primado).
En la única fotografía
disponible de su etapa escolar aparece con sus compañeros de aula
con el maestro sentado, el mapa de España y el globo terráqueo,
tendrá Paquito unos once años (1943). El escritor siempre se ha
referido a su experiencia escolar en términos de extremada pobreza
material e intelectual: maestros torpes y malignos, que no le
comprenden.
Sin embargo el paso por
la escuela, por la enseñanza oficial, fue breve, como los documentos
relativos a su filiación no permitían guardar el secreto de su
origen, que era hijo de madre soltera y, además, que ésta era
funcionaria del Ayuntamiento, pues May siguió ocultando la verdad.
Si se hubiera hecho público que tenía un hijo, probablemente la
hubieran expulsado del Consistorio, porque la moral del franquismo
penalizaba este tipo de situaciones.
Las lecciones de su
tía/madre y las lecturas voraces en la biblioteca municipal
colmarían las necesidades académicas del joven Paquito. Lecturas de
Salgari, de Harry Stephen Nelly, autor de novelas policiacas como
Noches de ladrones, el Romancero gitano de García
Lorca, con la página arrancada de la “Casada infiel”, ya había
actuado, quizá un censor espontáneo, el Cántico de Jorge
Guillén, Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán y Ramón Gómez de la
Serna, serán sus guías.
Para completar su
formación lo matriculan en una academia privada, donde estudia
rudimentos de contabilidad, mecanografía, que tan útil le sería,
inglés, francés y las reglas básicas de redacción. Lo suficiente
para dar el salto al mundo laboral en el Banco Central.
Francisco Umbral creció
en la mentira social y biográfica. Y eso explica que en su escritura
autobiográfica se presente como víctima de una situación que él
no pudo controlar. Aunque, por otra parte, él también se ha
encargado interesadamente de velar sus orígenes, reelaborándolo
literariamente de forma obsesiva.
En el verano de 1946 el
Banco Central de Valladolid publica un anuncio en El Norte de
Castilla convocando tres plazas de ordenanza. Umbral tiene
catorce años, pide los impresos y firma la solicitud para
presentarse a la oposición. Su madre le ayuda a preparar la prueba y
moverá algún hilo con algún conocido con responsabilidad en el
Banco:
Mamá escribió cartas,
mandó recados, hizo llamadas, recibió visitas y me colocaron en una
oficina (…) me maravillaba el poder que tenía mamá en la ciudad,
las influencias que sabía mover9.
En Agosto de 1947 ingresa
en el Banco Central junto con Antonio Medina y José Luis Aguja. Aún
hoy los antiguos compañeros lo recuerdan con su uniforme gris y las
letras “BC” cosidas en el bolsillo. El trabajo en el banco era
bastante llevadero, repartir la correspondencia, encender la
calefacción, hacer recados y cobrar letras a domicilio.
Su madre estaba muy
satisfecha con el trabajo de su hijo y seguro que ya había puesto en
antecedentes a Paquito, y el problema de mostrar los documentos que
acreditan su identidad es relativo, aunque el trámite se debió
hacer con la máxima reserva. Estaba entonces de subdirector del
Banco Central en Valladolid Alfonso Escámez, murciano de Águilas,
que llegaría a ser presidente del Central.
A pesar de haber
ingresado en el mundo laboral con horario de mañana y tarde, su
vocación literaria no corría peligro, esto confesó Umbral en
Fulgor de África:
El secreto estaba en
enviar solo una mínima parte de sí mismo a cumplir con el oficio y
ganar el sueldo, reservándose el resto, en cuerpo y alma para
escribir10.
Paquito vestía con pujos
de dandy y siempre llevaba un libro bajo el brazo. Pasea por la calle
Santiago, Recoletos y el Campo Grande. Acude al Colegio Mayor de los
Luises, verdadero centro intelectual y social de los jóvenes
vallisoletanos, donde juega al billar, al ajedrez y podrá ver
películas los domingos en el cineclub. También asistía a los
cenáculos literarios del Bar Cantábrico, la Casa Cervantes o la
Casa Zorrilla, sede del Ateneo, donde puede verse con don Francisco
de Cossío, el poeta Francisco Pino, el sacerdote y periodista José
Luis Martín Descalzo y Luis López Álvarez.
En la Granja Terra
departe cada tarde con Guillermo Díez, Miguel Ángel Pastor y
Antonio Medina, se prestan libros prohibidos y no se pierden un
recital de poesía.
El 8 de diciembre de 1953
muere May:
Mi madre había muerto a
los cuarenta y cuatro años (tenía en realidad 47), posguerra civil,
llena de abrumaciones, enfermedades y fracasos, cuando yo más la
quería, cuando empezaba a descubrirla11.
Una tuberculosis crónica
acabó perjudicándole seriamente el corazón y murió de
miocarditis. En la familia se recuerda que fue Ino, la criada, quien
se atrevió a decir en voz alta: “Paco tú eres el que más lo
sientes porque se ha muerto tu madre”. El entierro se celebró al
día siguiente en la parroquia de San Miguel.
La muerte de May supuso
un antes y un después en la vida de Paco, ya con veintiún años,
queda huérfano por completo, otra orfandad sufrirá ya adulto,
Francisco Umbral, cuando quede huérfano de hijo, Francisco Umbral
Suárez (Pincho), que murió el 24 de julio de 1974 a los cinco años
de edad, suceso recreado por Umbral en Mortal y rosa,
publicada en 1975.
Sin embargo Paco no ha
vivido el vínculo materno con plena satisfacción, como hemos ido
viendo, por la circunstancias de la paternidad no aceptada y por
guardar las apariencias delante de la sociedad. Pero, sobre todo, esa
insatisfacción le viene, porque su madre ha muerto antes de que él
le haya podido demostrar tu talento artístico.
Dos años después de la
muerte de su madre, en 1955, Francisco Pérez Martínez publica su
primer artículo en la revista del SEU leonés de la facultad de
Vetereinaria ARCO, gracias a la intervención de su primo José
Luis Pérez Perelétegui, responsable de prensa del SEU en León. El
artículo se titula, “La mañana”, y trata del despertar de la
ciudad, experiencia que el escritor bisoño puede percibir cada
mañana antes de las ocho, de camino al Banco Central desde su casa.
Paco con veintidós años ha comenzado su cuenta atrás con el firme
propósito de dedicarse a escribir de un modo profesional, diremos
que encuentra su vocación inevitable en la literatura.
La prosa deslumbrante de
Paco llamó la atención de Carlos Campoy García, redactor jefe de
El Norte de Castilla y de Miguel Delibes, que se había hecho
cargo de la dirección del periódico en 1958, y lo llamaron para la
sección: “las Artes y las Letras”, en la que también colaboran
César Alonso de los Ríos, José Jiménez Lozano, Ángel Mª de
Lera, Ignacio Aldecoa y el propio Delibes.
El primer artículo
firmado por Francisco Pérez Martínez en El Norte de Castilla se
titula “Tres actitudes de la lírica española contemporánea”,
en él repasa las tendencias poéticas que conviven en la España de
los 50 y señala los nombres de Leopoldo Panero, Luis Rosales, Blas
de Otero y, por encima de todos, José Hierro.
Francisco Pérez sigue
trabajando en el Banco Central hasta que su primo José Luis Pérez
Perelétegui, que había convivido con él en Valladolid y conocía
bien sus inclinaciones literarias, le ofrece un puesto de
administrativo en LA VOZ DE LEÓN, de la cual era director desde
octubre de 1957.
Así pues, Paco deja su
trabajo en el Banco Central, donde sus posibilidades de promoción
son bastante bajas, para entrar en una emisora del Movimiento en
León. Y en abril de 1958 toma el tren para León con una carta de
recomendación de Miguel Delibes para el poeta y periodista burgalés,
afincado en León, Victoriano Crémer. Su novia España Suárez
Garrido sale a despedirlo a la estación.
Umbral con Miguel Deibes y Manu Leguineche.
Ganó la plaza por
concurso (el presidente era su primo José Luis) y con bastante
diferencia del resto de los opositores en la prueba de mecanografía,
su futura herramienta primordial.
Paco encajó muy bien en
la emisora desde el principio. Tenía un trato afable con todo el
mundo y al cabo de unas semanas dejó sus tareas administrativas para
incorporarse como guionista y realizador de la emisora, aunque su
categoría laboral fuera de administrativo. Se le pagaban los
complementos (los suplidos) por las colaboraciones.
En la emisora coincide
con Luis del Olmo, Mª Teresa Martín Villa (hermana del político de
la UCD Rodolfo Martín Villa) y con Mª Jesús Álvarez Moro, “la
voz más maravillosa que yo he conocido”, en opinión de Umbral. Al
poco tiempo Luis del Olmo y Mª Jesús Álvarez, como después
Francisco Umbral, darán el salto a Madrid.
Francisco Pérez escribe
guiones de programas, aunque también dispondrá de espacios propios
donde leerá sus artículos. En la emisora de la competencia RADIO
LEÓN, de la Cadena SER, triunfaba Victoriano Crémer, figura
indiscutible del periodismo leonés, con el programa “Luces de la
ciudad”. El director de la emisora, su primo José Luis pensó que
un Umbral debutante y descarado podía competir con Victoriano
Crémer, a quien había sido recomendado por Delibes.
Y lo primero que hizo
Paco en la emisora fue cambiarse el nombre de Francisco Pérez
Martínez por Francisco Umbral, nuestro escritor ha decidido
desprenderse de sus anodinos apellidos, Pérez Martínez. La primera
vez que firmó con su nuevo nombre fue la noche del 29 de mayo de
1958, que leyó un sentido artículo dedicado a Juan Ramón Jiménez
-uno de sus guías literarios- que había fallecido en la madrugada
de aquel mismo día en Puerto Rico. Al terminar, el
locutor/articulista, de voz grave, leyó el pie de firma: Francisco
Umbral.
Después ya apareció en
la prensa local (Diario de León, Proa, La Hora de León) la
programación de la emisora y figuraba Francisco Umbral como
responsable de la sección de medianoche titulada :“Buenas noches”.
Pero el programa que le
dio más notoriedad fue el titulado “El piano del pobre”, que se
emitió por primera vez el 6/01/1959 a las 10,55 y con una duración
de 5 minutos. Su título venía de una melodía de Jean Patachou, que
tomó como sintonía, que servía para abrir y cerrar el programa.
Solía tratar algún tema de la vida leonesa y se fue haciendo un
espacio entre los oyentes de LA VOZ DE LEÓN. Umbral seguía
con el programa “Buenas noches” y los cinco minutos oficiales se
habían convertido ya en media hora en el programa “Buenos días”
(de 9,15 a 9,45).
Umbral según el director
de la emisora se convirtió en el personaje más importante de LA
VOZ DE LEÓN y dio lugar a que le encargaran la dirección de un
programa titulado “Radio-Revista”, que se hacía en directo (por
lo tanto no pasaba la censura previa) los lunes por la noche y con
público asistente. En este programa se desarrollaba una especie de
concurso titulado “Dentro o Fuera” con temas tan interesantes
como el derecho al seguro obligatorio por enfermedad. La idea se
había tomado del diario Pueblo de Emilio Romero. La mecánica
era sencilla se llevaba a una serie de personas cualificadas para que
opinaran sobre el tema y al final el público votaba. El resultado
dejaba el asunto dentro o fuera, aprobado o rechazado.
El programa tenía éxito
porque Umbral lo conducía muy bien. Una semana propuso Umbral el
tema de los cabarets (en el programa llamados con el eufemismo Salas
de fiesta12)
que eran muy frecuentados en aquella época de represión sexual,
aunque denostados por la sociedad bien pensante. El programa estuvo
muy animado, se votó y el tema quedó “dentro” (aprobado) por
dos votos de diferencia, para escándalo de algunos sectores
sociales, sobre todo el eclesiástico.
Al domingo siguiente el
obispo de León, don Luis Almarcha, criticó en su homilía al
programa “Dentro o Fuera”. Entre los fieles estaba el director
de la emisora, al que poco después se le invitó a visitar el
obispado y tener una charla con don Luis. José Luis Pérez
Perelétegui le sugirió al obispo repetir el programa, aunque con
otros invitados, esta vez con miembros de Acción Católica, que se
emplearon a fondo para que resultado final fuera el pretendido por el
obispo: Fuera.
Y esta vez ganó el Fuera
por un voto; pero Umbral sobre la marcha al ver que los cabarets
quedaban fuera (rechazados), hizo una pirueta y sumó los votos del
segundo programa con los del primero, de tal forma que las ‘salas
de fiesta’ volvieran a quedar “Dentro” para sorpresa de todos
con un margen de un voto. Aquí vemos una primera muestra del Umbral
rebelde y trasgresor.
La anécdota corrió por
toda la ciudad, la fama de Francisco Umbral creció y el director de
LA VOZ DE LEÓN creyó que era el momento de competir con
Victoriano Crémer y le ofreció un nuevo espacio, a la mismo hora de
“Luces de la ciudad”, el programa de Victoriano Crémer en RADIO
LEÓN-SER. El programa de Umbral se llamó “El tiempo y su
estribillo” y funcionó muy bien, llegó a igualar a Crémer en
nivel de aceptación. Umbral demostró que había captado a la
perfección la idiosincrasia del leonés, para ello dio frecuentes
paseos por la ciudad, especialmente por el Barrio Húmedo, por los
bares, tabernas y figones más tradicionales de la ciudad, fruto de
esos paseos serían las colaboraciones en la radio de La crónica
de las tabernas leonesas13,
que publicó en 1962, ya en Madrid, en la Revista de la “Casa de
León”, Órgano del Instituto de Estudios Leoneses (tres
entregas, mayo, junio y julio de 1962).
Se recuerda al Umbral de
esta época, como un joven que cuidaba mucho su imagen, que paseaba
mucho por el centro de la ciudad y que se hizo amigo de las gentes de
la literatura, en especial con el grupo de los vinculados a la ya
extinta Espadaña: don Antonio González de Lama, Crémer,
Antonio Gamoneda (también futuro Premio Cervantes como Umbral),
César Aller, Alfredo Marcos Oteruelo, Antonio Pereira y su otro
primo José Antonio P. Perelétegui.
También publicaba los
textos que escribía para la emisora en el Diario de León con
ligeros retoques; realizaba reseñas de escritores y ganó el primer
premio literario, que culminaría en el Premio Cervantes el año
2000. Fue un concurso de cuentos que convocaba el Diario de León,
ubicado en la calle Pablo Flórez, y lo ganó con el relato titulado
“La paloma en el negociado”. En el jurado estaban don Antonio
González de Lama, Alfredo Marcos Oteruelo y el poeta César Aller.
(6 de enero de 1961).
Umbral (en el centro) con su primo José Luis (a su izquierda)
Al llegar a León,
Umbral, se alojó en casa de sus primos en la avenida del Padre Isla,
61.
Francisco Umbral ya bien
instalado en la emisora y publicando artículos en el Diario de
León, con los complementos que cobra, puede casarse con
España, la única novia que se le conoce en Valladolid y así poner
fin a la separación forzosa de un año y medio. Umbral y España
Suárez Garrido se casan el 8 de septiembre de 1959 en Valladolid,
lugar de residencia de la novia, según es costumbre. Contraen
matrimonio canónico en la iglesia de San Martín. Umbral tiene 27
años y España 23.
Habían empezado a salir
hacia 1953, cuando murió la madre de Paco. Eran casi vecinos, ella
vivía en la calle de San Diego, 6, pero se conocieron en el paseo de
Recoletos, junto al Campo Grande. España era una chica delgada,
rubia, muy bella.
España había nacido en
Santa Eulalia de Tábara, un pueblo del norte de Zamora, el 3 marzo
de 1936, hija de Domingo Suárez Ferrero, jornalero y de Bernarda
Garrido Gómez. Los padres de Domingo eran unos modestos labradores,
pero Bernarda era hija del capataz de Requejo, Feliciano que era el
encargado de la finca llamada dehesa de Requejo, antigua propiedad de
Don Francisco Fernández-Blanco y Sierra Pambley14.
Aquí volvemos a tener la conexión con León, con la labor escolar,
agrícola e industrial de este prócer liberal y filántropo leonés,
con propiedades agrícolas en Hospital de Órbigo, Villablino y esta
dehesa de Requejo en Zamora.
Parece ser que el padre
de España era muy inquieto políticamente, patriota republicano
convencido y con el triunfo político del Frente Popular en 1936,
bautizó a su hija con el rotundo nombre de España, con el
prescriptivo nombre de María delante.
Domingo fue movilizado
como reservista en 1937 y pasó la guerra en el Regimiento de
Farnesio en Valladolid y en 1939 se reenganchó en el ejército,
siguiendo la carrera militar hasta su jubilación.
Una vez casados Paco y
España se instalan en la ciudad en la calle Comandante Zorita, 5. En
el mismo edificio vivía su primo y promotor José Luis Pérez
Perelétegui. Allí se acomoda la pareja con sus primeros muebles,
unos pocos libros y toda la gran ilusión de iniciar una vida
independiente y pequeño-burguesa. Umbral y España hacían muy poca
vida social. El escritor ha confesado a Eduardo Martínez Rico hacia
el año 2000:
-¿Cómo era tu vida
social en León?
-¿Mi vida en León? Muy
aburrida: la radio, el periódico, una ciudad aburridísima y muerta,
nada un rollo15.
Umbral y su mujer María España durante un baile
en león en 1961.
Umbral sigue con su
trabajo en la radio, sus artículos en el Diario de León, que
reproducen prácticamente lo leído en la emisora, tienen cada vez
más relevancia, de tal forma que desde el 1 de octubre de 1960 su
artículo en la página literaria, se presenta con una foto del
escritor (medida poco frecuente en la época) y que demuestra el
prestigio que va teniendo Umbral en León. La sección se titula
“Escribe Francisco Umbral” y en ella hace reseñas elogiosas de
poetas como Victoriano Crémer, César Aller o Gabriel Celaya.
Francisco Umbral es ya un
referente cultural en la ciudad e inicia la colaboración en el
Círculo Medina, dependiente de la Sección Femenina de Falange, cuya
directora era Delfina García Cela. Se encarga de las relaciones
culturales y, por lo tanto, invita a los conferenciantes, los
presenta y modera los debates. Esta actividad le permitirá ponerse
en contacto con personas de la categoría de Emilio Romero (director
del periódico Pueblo), Leopoldo Panero, Jaime de Armiñán,
Gerardo Diego, Dámaso Santos, Tico Medina… Mientras tanto irá
midiendo sus posibilidades de trasladarse a Madrid, meta obligada de
casi todos los literatos que han triunfado en España.
Uno de los invitados al
Círculo Medina fue José Hierro, que era ya un poeta consagrado en
1960: Premio Adonais (1947), premio Nacional de Literatura (1953) y
premio Nacional de la Crítica (1958) y fue presentado al público
habitual del Círculo el 4 de enero de 1960. José Hierro era,
entonces, el encargado del Aula pequeña del Ateneo de Madrid e
invita a Umbral a una lectura en el Ateneo en un ciclo de lecturas
llamado “Poesía y cuentos”, el día 16 de diciembre de 1960.
Umbral anuncia este pequeño evento en el Diario de León,
dándole una gran importancia a este viaje iniciático, consciente de
que muy pocos superan la barrera provinciana. Será el primer viaje
del escritor a la capital, donde había nacido. Allí tanteó sobre
el terreno sus posibilidades de asentarse en Madrid.
Dio su lectura en el Aula
pequeña del Ateneo con muy escasa asistencia, apenas media docena de
personas, pero no le afectó. Él lo recrea así en La noche que
llegué al Café de Gijón:
La primera noche que
entré en el Café de Gijón puede que fuese una noche de sábado (…)
Yo había llegado a Madrid para dar una lectura de cuentos en el aula
pequeña del Ateneo, traído por José Hierro, y encontré, no sé
cómo, un hueco en uno de los sofás del café (…)
El aula pequeña tenía
una lamparita de luz, un vaso de agua y unos balcones antiguos
–cerrados naturalmente- que retemblaban con el paso de algún
camión por la estrecha calle del Prado16.
Después de la lectura
acompañó a José Hierro a la ronda de vinos con patatas bravas y el
vaso de leche de Umbral. Se quedó un par de días en Madrid, entró
por primera vez en el Café de Gijón y comprobó que ese era su
lugar, la meta de sus aspiraciones literarias.
Ya dijimos que Umbral
colaboraba en la programación cultural del Círculo Medina17
organizando las conferencias, presentando a los ponentes y moderando
los debates. Pues ahora asumirá una nueva responsabilidad: colaborar
con las actividades del cineclub, que dirigía su otro primo José
Antonio Pérez Perelégui. El cineclub había empezado a funcionar el
13 de noviembre de 1960 con la película, “El chico” de Charles
Chaplin. Las sesiones se desarrollaban los domingos por la tarde en
el Teatro/cine Emperador. En la primera programación se anunciaron
las siguientes películas: “¡Viva Zapata!”, “Orfeo”,
“Belleza maldita” y “Un americano en París”.
Pues bien, el 8 de enero
de 1961 se proyectó en el cineclub la película “Orfeo”,
dirigida por Jean Cocteau en 1950 y basada en un texto suyo. Los
periódicos anunciaron el pase de la película y el coloquio corría
a cargo de Francisco Umbral. Y desde luego comentar una película tan
personal y difícil como “Orfeo”, en la que la referencia al mito
de Orfeo, se combina con una elaboración onírica y surrealista del
personaje principal, tenía sus dificultades de comprensión, incluso
para un público cultivado.
La película no gustó,
se produjeron comentarios negativos y murmullos durante la
proyección. Umbral no tuvo en cuenta la actitud del público o quizá
confió demasiado en sus posibilidades de convicción; pero lo cierto
fue que aquello se convirtió en un guirigay, con silbidos y abucheos
de protesta para el conductor del coloquio.
Aquella misma noche en su
programa de radio reaccionó con violencia, desquitándose de la
humillación sufrida. Y al día siguiente en una entrevista a una
joven pintora también el tono fue de provocación para la sociedad
leonesa bien pensante. Umbral estaba crecido, porque había ganado el
concurso de cuentos del Diario de León y también porque
acababa de regresar de su viaje iniciático de lletraferit al
Ateneo de Madrid, lo que le daba confianza en su talento. A los que
le habían abucheado en el cineclub los trata de labriegos
ignorantes, que no sabían apreciar al escritor. Umbral en ese
momento, se identifica con Jean Cocteau, de modo que defendiéndolo,
se defenderá a sí mismo.
El mismo día 9 de enero
en su programa de sobremesa de la VOZ DE LEÓN, “El tiempo y su
estribillo”, continuó cargando contra el público leonés.
El Diario de León,
haciéndose eco de las declaraciones de Umbral, publica un editorial
titulado: “Pensamos”, en el que reprueba el comportamiento del
público en el pase de “Orfeo”, en estos términos:
(…) tan mal les sentó
que la emprendieron contra el pobre Cocteau y contra en no menos
pobre presentador de la obra, que, a pesar de sus esfuerzos
expositivos, no logró ver al público el auténtico mensaje poético.
Y termina: ¿Qué
pensaremos de un pueblo en el que la poesía produce risa y el
disparate lágrimas?
Diario de León,
10/01/1961, pág. 1
El martes, día 10 de
enero, aparece una larga carta al director de Proa, Federico
Miraz, firmada por Delfina García Cela, la directora del “Círculo
Medina” y responsable de la Sección Femenina de Falange en León,
que se titula “Un malentendido que debe deshacerse”, en la que
entre otras cosas dice:
Belleza y realidad en una
conjunción que no consideramos armónica y que acaso lo sea, pero
que el señor Umbral no supo en ningún momento transmitir: sus
palabras se perdieron en “bellísimos, estupendos y poéticos”,
que unió a una serie de tópicos que pueden ser empleados con
“Orfeo” y con cualquiera otra clase de películas de la misma o
parecida factura ( PROA, 10/01/1961, pág. 6 )
Francisco Umbral le
contestó con brillantez argumentativa en su programa de sobremesa,
defendiendo sus puntos de vista y entre otras le dice en “Carta
abierta a Delfina García Cela”:
Al hacer la presentación
de la película y de Jean Cocteau (…), empecé por situar a Cocteau
en la órbita gideana del acto gratuito y del arte por el arte,
derivando luego al arte como juego (…), según el ejemplo que quise
establecer en mi afán de poner la cosas claras, fáciles y cercanas
al público del cineclub. En la cinta de “Orfeo” diferencié tres
planos de creación: el realista, el surrealista y el truculento,
analizando los tres por separado y destacando virtudes y defectos de
la película (…) Al finalizar la proyección aún puntualicé las
fidelidades e infidelidades del filme al mito de Orfeo, el simbolismo
de los espejos (…), el sentido de algunas metáforas utilizadas en
el guión (…) y mucho más lejos hubiera llegado de no ser por la
actitud del público.18
El periódico Proa
tomó cartas en el asunto cargando contra el escritor por sus
descalificaciones a los leoneses tras el incidente del pase de
“Orfeo” y el director, Federico Miraz, explicaba en un largo
artículo titulado: “Más respeto para el pueblo leonés”:
(…) me obliga (…)
saltar a la palestra. En defensa, claro está, de algo tan legítimo,
de tanta dignidad como es el buen nombre, la buena fama de un pueblo
de tan alto latido histórico y actual como el leonés.
Recoge en su alegato
alguna de las afirmaciones de Umbral contra lo leonés y concluye:
Parece increíble (…)
que se pueda ofender así donde se come el pan y se vive. Yo, que no
he mojado la pluma en el tintero cuando de referencias por este
estilo se hicieron a mí o los que conmigo trabajan, pido a Francisco
Pérez Umbral (…) más respeto para el público, para el pueblo de
León, de hoy, de ayer, y de hace ciento veinticinco años.
Lo que menos se puede ser
en la vida es ser agradecido. Y sinceramente creo que Umbral debe
estar –y ¡mucho!- agradecido a este buen pueblo leonés. (PROA,
11/01/1961, pág. 9)
La actitud de don
Federico era un tanto recelosa ante la emisora, que pocos años atrás
dirigía él mismo y de la que se había visto desplazado por el
primo de Umbral, José Luis Pérez Perelétegui. También se esconde
la rivalidad entre el Diario de León, donde colaboraba Umbral
y el Proa, diario del Movimiento, así como el recelo entre
las dos emisoras locales.
Aquella polémica sirvió
como disculpa para que Francisco Umbral, que ya le rondaba desde
hacía tiempo, decidiera el desembarco en Madrid.
Su último comentario en
el programa “El tiempo y su estribillo”, rebaja el tono de la
polémica, contemporiza y prácticamente se despide con este tenor:
Lleva uno algún tiempo
ejerciendo como apasionado de todo lo leonés y de todo leonesismo.
Si he dicho lo que se me atribuye la contradicción es manifiesta con
todo lo que vengo escribiendo, día tras día, en función de rendido
leonesista. Dentro del amor puede equivocarse uno, mas no por eso
deja de amar; discutible es mi labor, pero no el amor que hay en
ella.
Amor y labor que a León
y los leoneses debo. (O. Cit. de Anna Caballé, p.
163)
Después del episodio de
“Orfeo”, la popularidad de Umbral creció notablemente por lo que
el Diario de León anunció dos días después del incidente:
“Francisco Umbral colaborador de Diario de León” y tendrá su
sección, “La ciudad y los días”, en la que tratará de reflejar
la actividad semanal de la ciudad. La sección es diaria (pronto
empezó con la disciplina del artículo diario, luego serían más) y
trata los temas locales:
decisiones municipales,
celebraciones, películas estrenadas y el intenso frío del invierno
en León por aquellos años.
Pero poco tiempo durarían
estas colaboraciones diarias, porque el 6 de febrero de 1961 le
sustituye en la columna :”La ciudad y los días”, el periodista
Juan Urbano. Y el 6 de febrero se publica la partida de Umbral en la
primera página
“F. Umbral a Madrid”.-
En las primeras horas de la tarde ha salido para Madrid nuestro
ilustre colaborador y entrañable amigo Francisco Umbral (…)
Registramos la noticia con el consiguiente dolor, por cuanto FU llegó
a nuestro periódico recientemente y en el breve espacio de tiempo
que ocupó la tribuna “La ciudad…” supo tomarle el pulso a la
urbe, con indudable acierto y categoría. FU desempeñará en la
capital de España un amplio programa de codiciado trabajo en prensa
y en radio, donde su firma se valora y se estima (Diario de León,
6/02/1961, pág. 1)).
Umbral se marcha de León
como una salida natural, que ya había preparado con su lectura en el
aula pequeña del Ateneo, invitado por José Hierro. No cabe duda que
el detonante fue la carta de la directora del “Círculo Medina”,
Delfina García Cela, por su actuación en la presentación de
“Orfeo” y los posteriores comentarios; y también porque perdió
el prestigio de su labor durante los dos últimos dos años y medio.
Finalmente le dice a su primo, que le defendió en la polémica:
“Mira yo necesitaba un pretexto para irme a Madrid y ya lo tengo,
de modo que me voy” (O. Cit p. 166).
Dos años y medio pasó
en León Francisco Umbral, periodo que podemos considerar como la
prehistoria literaria del futuro brillante columnista y centenario
escritor de novelas y libros de ensayo.
Así pues, respondiendo
al título de este artículo, “Francisco Umbral en (y) León”
podemos destacar las siguientes conexiones con la ciudad:
La familia materna del
escritor procede de Valencia de Don Juan, es por tanto coyantina.
En León vive el tío
Avelino Pérez (hermano de su abuelo Claudio) y Socorro con su hijo
Santiago, el jefe del Servicio de Aguas de León en los años 30, con
ellos pasaron Paquito y su madre/tía May unas navidades.
Sus primos José Luis y
José Antonio Pérez Perelétegui, hijos de tu tío Claudio viven en
León y alientan el inicio de la carrera literaria de Umbral.
Su mujer Mª España es
nieta del capataz de la dehesa de Requejo en Santa Eulalia de Tábara
(Zamora), propiedad de don Francisco Sierra-Pambley, prócer y
filántropo leonés.
En cuanto su carrera
literaria, publicó su primer artículo, “La mañana” en la
revista leonesa ARCO del SEU, gracias a la intercesión de su
primo José Luis. A León vino Francisco Pérez Martínez a trabajar
como administrativo a LA VOZ DE LEÓN, también invitado por
José Luis, que era el director. Después colaboró en la
programación cultural del “Círculo Medina” y en el cineclub,
que dirigía su otro primo, José Antonio.
Así como sus
colaboraciones periodísticas en el Diario de León.
En nuestra ciudad adoptó
su nuevo nombre, pasó de Francisco Pérez Martínez a Francisco
Umbral, después, ya en Madrid, se le llamó “Pacoumbral”.
Podemos, pues, afirmar
que Francisco Umbral veló las armas literarias y nació como
escritor en León.
Su carrera posterior es
de sobra conocida. Ha ganado todos los premios literarios, pese a que
la crítica le achaca que no es un novelista puro, pero sí un
excelente e indiscutido columnista: el Nadal de novela, el González
Ruano de periodismo, el Nacional de la Crítica, el Nacional de
Literatura y el Premio Cervantes (el Nobel de la Lengua Española).
El único galardón que no consiguió fue el ingreso en la Real
Academia de la Lengua.
Francisco Umbral murió
en Madrid el 29 de agosto de 2007 con 75 años.
BIBLIOGRAFÍA
Caballé, Anna, FRANCISCO
UMBRAL, El frío de una vida, Espasa-Calpe, Madrid, 2004
Martínez Rico, Eduardo,
UMBRAL: vida, obra y pecados. Conversaciones, Editorial Foca
S. L. Tres Cantos (Madrid), 2001.
Formica, Mercedes, Espejo
roto. Y espejuelos, Huerga y Fierro, Madrid, 1998
Umbral, Francisco,
Crónica de las tabernas leonesas, Edición facsímil, El
Mundo/La Crónica de León, 2004, prólogo de Fulgencio
Fernández.
- El hijo de Greta Garbo, Destino/Planeta, Barcelona, 1998
- Fulgor de África, Seix y Barral, Barcelona, 1989.
- La noche que llegué al Café de Gijón, Destino, Barcelona, 1978 (2ª edición)
- Los cuadernos de Luis Vives, Barcelona, Planeta, 1996
- Los males sagrados, Destino, Barcelona, 1976
DIARIO DE LEÓN,
PERIÓDICO REGIONAL CATÓLICO:
“Pensamos”
(Editorial), 10/01/1961
“La ciudad y los días”
de Francisco Umbral, 12/01/1961, pág. 3
“La ciudad y los días”
de Juan Urbano, sustituto de Francisco Umbral, 6/02/1961
“F. Umbral a Madrid”,
6/02/1961, pág. 1.
PROA:
“Un malentendido que
debe deshacerse” de Defina García Cela, 10/01/1961, pág. 6
“Más respeto para el
buen pueblo leonés” de Federico Miraz, 11/01/1961, pág. 9
1
. Umbral Francisco, Los males sagrados, Destino, Barcelona,
1976. (p. 2)
2
. Umbral Francisco, Memorias de un niño de derechas,
Destino, Barcelona, 1972, (pág. 17)
3
. Caballé Anna, Francisco Umbral. El frío de una vida,
Espasa-Calpe, Madrid, 2004 (p. 63)
4.
Martínez Rico, Eduardo, Francisco Umbral: vida, obra y pecados.
Conversaciones, foca Ediciones, Tres Cantos (Madrid), 2001,
(pág. 31)
5
. Siempre figuró y figura como fecha de nacimiento el año 1935 en
las solapas de sus libros: “Francisco Umbral nace en Madrid en
1935 y lleva más de treinta años dedicado profesionalmente a la
literatura y al periodismo”, dice en la solapa de El hijo de
Greta Garbo, Destino/Planeta, Barcelona, 1998. Además de su
biógrafa, Anna Caballé, él mismo nos da una pista en la crónica
titulada: “Juego de bolos en Villa Evarista”, y dice así:
“Desde 1932- que es un bonito año en que se fue el rey de España
y vino al mundo el cronista”.
Estamos en los primeros 60 del siglo XX y aún no había tendido ese
velo de misterio sobre su biografía y nos da su verdadero año de
nacimiento. Cita tomada del prólogp de Fulgencio Fernández de
Crónica de las tabernas leonesas de Francisco Umbral, El
Mundo/La Crónica de León, 2004. (p. 25)
6
. Umbral Francisco, El hijo de Greta Garbo, Destino/Planeta,
Barcelona, 1998 (p. 74)
7
. O. Cit. EHGG, p. 116
8
. O. Cit. EHGG, p. 248
9
. Umbral Francisco, Los males sagrados, Destino, Barcelona,
1976, p. 158
10
. Umbral Francisco, Fulgor de África, Seix y Barral,
Barcelona, 1989, p.
11
. Caballé Anna, Francisco Umbral. El frío de una vida,
Espasa-Calpe, Madrid, 2004, p. 114
12
. No sé qué cabarets funcionarían en León en 1959, quizá El
Iris, El Holliwood y El Universal, porque El Siroco y El Yuma me
parece que abrieron más tarde. Hoy ninguno está abierto. El
edificio de El Universal, que estaba al principio del Paseo de la
Condesa, ha desparecido, porque estaba en terreno municipal y
vencería la licencia.
13
. Umbral Francisco, Crónica de las tabernas leonesas,
Edición facsímil, El Mundo/La Crónica de León, 2004, con prólogo
de Fulgencio Fernández.
14
. Francisco Fernández-Blanco y Sierra Pambley creó la “Fundación
Sierra-Pambley” en Villablino en 1885 y contó con la colaboración
de los miembros de la Institución Libre de enseñanza (ILE):
Gumersindo de Azcárate, Francisco Giner de los Ríos y Bartolomé
Cossío. La función de dicha institución fue crear escuelas de
ampliación de estudios de primaria y agrícolas en Hospital de
Órbigo y en Moreruela de Tábara; así como una Escuela de
Enseñanza Mercantil y Agrícola en Villablino, cuna de una
floreciente industria láctea. También creó una Escuela Industrial
de Obreros en león con sección de carpintería, forja y herrería
en 1903 y la Granja-Escuela del Monte de San Isidro en 1917. En la
actualidad la Fundación Sierra-Pambley sigue activa con una
interesante programación cultural.
15
. Martínez Rico Eduardo, UMBRAL: Vida, obra y pecados.
Conversaciones, Foca Ediciones S. L., Tres Cantos (Madrid),
2001, p. 55
16
. Umbral Francisco, La noche que llegué al Café de Gijón,
Destino, Barcelona, 1978 (2ª edición), pp. 9 y 10.
17
. Todavía por los años 80 (S. XX) había un rótulo en la fachada
frontal del Teatro/cine Emperador que ponía CÍRCULO MEDINA y creo
que también se publicaba una revista con el mismo nombre y dependía
de la Sección Femenina de la Falange Española.
18
. Caballé Anna, FRNACISCO UMBRAL. El frío de una vida,
Espasa-Calpe, Madrid, 2004, (pág. 157-158)