(A Josefa Serrano Pérez, mi madre, IN MEMORIAM)
Luis Alonso Luengo, Astorga, 1907 – Madrid, 2003
A finales
del siglo XIX Astorga era un manantial de cultura. Aparecen
periódicos por doquier, entre ellos vamos a citar El
Céfiro, que sale a la calle en las
postrimerías del siglo XIX y tenía como colaboradores a Félix
Cuquerella, de quien un crítico local decía: “Cuquerella,
Cuquerella- el pigmeo de estatura- el Sansón de inteligencia”, que
llegó a estrenar en Madrid algunas comedias valiosas, Pepe Aragón y
Magín Revillo.
También
existían otros periódicos como La Luz de
Astorga de Hidalgo, El
Pensamiento Astorgano, sacado por Revillo,
eminentemente clerical y El Faro Astorgano
de Porfirio López, padre del periodista Lorenzo López Sancho.
Pues bien, a
principios del siglo XX, cuando nacen Luis, Ricardo, Juan y Leopoldo,
Astorga es una pequeña ciudad que cuenta con tres periódicos
trisemanales. Y en este caldo de cultivo intervienen, muy pronto, en
la vida cultural los cuatro amigos. Luis fue, en cierto modo, el
promotor de “La Escuela de Astorga”. Ricardo Gullón evoca esos
años de adolescencia en Astorga:
La entrada
en la adolescencia implicó la entrada en la poesía de la mano de
Rubén Darío o, para decirlo con exactitud, de la mano de Luis
Alonso, el más maduro de nosotros y el de lecturas más serias: nos
contagió a Leopoldo (Panero) y a mí su fervor (…) Aún me veo con
Luis paseando por la Muralla y recitando en voz alta la “Sonatina”:
“Era un aire suave”1
También don
Ricardo Gullón en su ensayo: “Descubrimiento de la poesía”,
recordaba:
Un amigo de
la infancia, Luis Alonso Luengo, poeta y hombre sensible (…) fue el
compañero inseparable de aquellas tardes en que juntos y solos, nos
emborrachábamos de Rubén (Darío), como de un alcohol de gran
fuerza. Paseos por la Muralla en las claras tardes de primavera
astorgana, cuando la vega empieza a verdear y los trigos despuntan en
los campos antes de color ocre. Por qué este terruño- dice Ricardo-
tan antitético a la idea de un parque versallesco artificial, con
rumor de violines (…), nos empuja hacia algo en que, lejos de
sentirlo quebradizo y falso, nos parecía real.2
Después del
paseo por la Muralla bajaban a la Eragudina, un parque bien arbolado,
y un día describe Ricardo, bien lo recuerdo, recitando el romance
del “Conde Arnaldos”, sentimos un sobrecogimiento, una impresión
nunca advertida tan íntimamente; la más singular que puede producir
la poesía, antes difusa y ahora clarísima: las impresión de
‘misterio`: Yo no digo mi canción/ si no a quien conmigo va?
En la
primavera de 1924 llegó a Astorga el Regimiento de Ordenes
Militares, y don Melitón Amores, un beneficiado de la Catedral y
secretario del obispo Antonio Senso Lázaro, escribió una comedia
moralizante titulada: Que viene el Regimiento,
estrenada el 20 de mayo en el Círculo
Católico y actuaron, entre otros, Luis Alonso como capitán andaluz
y Leopoldo como teniente, que nada más llegar a la ciudad se
enamoran de dos chicas del pueblo.
Empujados e
imbuidos quizá pedantemente por una tradición cultural astorgana
que pensaban que era la suya y siguiendo las huellas de la generación
modernista de El Fresco
y Asturica , liderada
por el poeta Félix Cuquerella y por Demetrio Monteserín, Ricardo,
Juan, Leopoldo y Luis deciden publicar en el verano de 1925 el
semanario La Saeta . El
mismo don Melitón Amores, extremeño simpático y abierto, animó al
grupo a lanzar la Saeta (Periódico
humorístico-literario), “en que
perpetramos nuestras primeras fechorías literarias”, dice Gullón
(O. Cit. p. 26). Don Melitón con la facilidad de su pluma escribió
los versos que se colocaban bajo la cabecera de la publicación:
¡¡¡LA SAETA!!!
Órgano
monumental
de un don
fulano de tal
que no tiene
una peseta.
Y aunque
teclado no tiene
porque mejor
le conviene
ser órgano
sin teclado
posible será
que suene
más que un
órgano afinado.
En cambio
tiene trompetas
que en vez
de lanzar sonidos
lanzarán
por sus lengüetas
una porción
de saetas
que a muchos
dejará heridos.
En las
vacaciones de Navidad de 1925, Luis Alonso Luengo y Ricardo Gullón
escribieron en dos tardes, Los cuatro filetes
del Apocalipsis, que parodiaba el título,
que no el contenido de Los cuatro jinetes del
Apocalipsis de Blasco Ibáñez. La obrita,
una inocentada en verso de poca monta, se representó el 28 de
diciembre en la Casa Social y lo más gracioso era un “Canto al
calcetín de punto inglés”, parodia del “Canto al Mantón de
Manila” que aparece en Rosa de Madrid
de Luis Fernández Ardavín, obra de éxito representada en Madrid.
Luis Alonso, versificador fácil e ingenioso, escribió una parodia
mejor que lo parodiado:
Canto
paródico al calcetín de la amada:
Calcetín
prenda adorada
calcetín de
punto inglés
que ceñiste
de mi amada
los
escultóricos pies,
que sus
juanetes besaste
Canto al
Mantón de Manila:
¡Mantoncito
de Manila!
Rico pañuelo
chinés,
que se ciñe
y se perfila
de los
hombros a los pies,
como si de
carne fuera2
Lo de los
“cuatro filetes del Apocalipsis” viene a cuento, porque los
cuatro pretendientes de doña Mencía ( interpretada por Juan Panero
por ser el único entre los jóvenes actores que tenía bigote), se
reúnen en el “Mesón Apocalipsis”, y los cuatro, al sentirse
burlados, se lían a comer 4 filetes. Y el calcetín fue la prenda
que entregó a uno de los galanteadores.
En el verano
de 1928 los miembros de la futura Escuela de Astorga (Luis, Juan,
Leopoldo y Ricardo) publicaron el semanario Humo,
ya más pretencioso que La Saeta,
pues trataba de arte y letras y tenía menos intención satírica, ya
que el grupo había madurado un poco.
Humo
pretendía ser una revista literaria, pero
sin desertar de la actualidad social y sentimental del momento y
siendo fiel a la raíz astorgana de tratar de arte, historia y
poesía.
Terminó
Humo, no como La
Saeta (que terminó como el Rosario de la
Aurora), sino acabando su ciclo voluntariamente, con una fiesta
literaria en el gran salón del Casino.
Durante el
verano de 1929, Ricardo, Leopoldo y Luis deciden escribir y publicar
un libro titulado: Guía Artística y
sentimental de Astorga, su título evoca
otras guías como Granada (Guía emocional)
(1911) de Gregorio Martínez Sierra, que leyéndola inspiró a Manuel
de Falla para componer: Noches en los jardines
de España (1911) o Segovia.
Itinerario sentimental
(1915) de Julián Mª Otero, que no sólo pretenden dar información
artística e histórica, sino interpretarla en clave de afecto.
La idea de
escribir la Guía fue
-dice Gullón- de nuestro excitador permanente, Luis Alonso, el único
conocedor de la materia: “Luis puso la erudición, Leopoldo el
rigor y Ricardo lo sentimental”. Esta Guía
fue una obra conflictiva. Se mencionaba en ella la desaparición de
varios objetos artísticos custodiados en la catedral. El obispo
montó en cólera y llegó a amenazar con la excomunión de los
autores. La amenaza no prosperó.
Gerardo
Diego pasó dos vacaciones de verano, en los primeros 40, en Astorga
en una casa proporcionada por Luis Alonso Luengo, la misma casa,
donde a comienzos del siglo XX, había estado Concha Espina y, quizá,
había concebido su novela La esfinge
maragata. Fruto de sus
estancia serían los 12 poemas astorganos: “Jardín de Astorga”
de su libro Paisaje con figuras,
que Gerardo diego publicó en 1956, que dedicaría a Luis Alonso.
Pues un día, estando Gerardo Diego en la casa familiar de Luis
Alonso Luengo, descubre un ejemplar de la Guía
artística y sentimental de Astorga y la
colección de las revistas juveniles: La Saeta
y Humo, publicadas en la década del 20 por
el cuarteto de amigos, Ricardo, Leopoldo, Juan y Luis; y tras leer
detenidamente todo aquello, denominó esta actividad literaria
“Escuela de Astorga” y publicó en el diario ABC de Madrid, entre
marzo y abril de 1948, tres artículos, titulados ESCUELA DE ASTORGA.
Esto dice en la tercera de ABC del 3 de marzo de 1948:
(…) hace
unos veinte años, aparece un grupo de estudiantillos que agita y
revuelve las aguas mansas de la ciudad dormida con una revista
literaria libros de versos y una guía en colaboración (…) Los
autores de esta simpática travesura de adolescencia, (…) son los
hermanos Juan y Leopoldo Panero, Luis Alonso Luengo y Ricardo Gullón.
Señala
Gerardo Diego, que la “Escuela de Astorga” hunde sus raíces en
el “arvolorio” del que habla el poeta medieval Juan Lorenzo
Segura en su Poema de Alexandre.
El poeta de
la Generación del 27 denomina la actividad literaria de este grupo
de amigos “Escuela de Astorga”, y no generación, porque la
generación tiene un sentido temporal (Generación del 98, del 27 del
36- a la que pertenecerán los miembros del grupo-) y el concepto de
escuela, además del aprendizaje, se refiere a un lugar, a una ciudad
(Escuela Salmantina, Escuela Sevillana o más actual Escuela de
Barcelona) que por su singularidad o por simple coincidencia sea la
génesis de la actividad de sus miembros. Astorga por su tradición
literaria y por su entorno mágico y con su impronta despertó la
vocación literaria del grupo.
En seguida
se hicieron eco de la ‘invención’ de Gerardo Diego, Victoriano
Crémer y Eugenio de Nora en León y en Astorga don Augusto Quintana
(el canónigo archivero), don Esteban Carro Celada (sacerdote y
periodista) que escribió su tesis doctoral sobre “La Escuela de
Astorga” y Lorenzo López Sancho.
En febrero
de 1983, el Casa de León en Madrid organizó, a propuesta del gran
investigador leonés, Florentino Agustín Díez (padre del novelista
Luis Mateo Díez) un coloquio sobre la “Escuela de Astorga” con
intervención de José Antonio Carro Celada, Dámaso Santos, Ricardo
Gullón y Luis Alonso Luengo. Se solicitó la presencia y
participación de Gerardo Diego, que no pudo asistir, porque estaba
muy enfermo- moriría poco después-, pero sí envió unos folios que
fueron leídos allí, en los que actualizaba el tema y hablaba de la
obra posterior de los componentes del grupo. Mantiene la profunda
raíz astorgana cuyo “arvolorio”- dice Gerardo- sigue dando
“sombra templada e buena color” como en tiempos de Juan Lorenzo
Segura.
Y por último
referido a la “Escuela de Astorga”, en abril de 1993 se celebró
en Astorga un congreso de ámbito universitario en el que participó
Luis Alonso Luengo con una ponencia titulada: “La Escuela de
Astorga desde el interior”. Dos años más tarde se publican las
actas a cargo de Javier Huerta Calvo. Además este congreso se
convirtió en el homenaje de todos los participantes al juvenil
superviviente, con 86 años, de la escuela ‘inventada’ por
Gerardo Diego.
La ciudad de Astorga con el Teleno al fondo
Luis Alonso
Luengo, todavía en su prehistoria literaria, se arranca en 1929 con
un libro de poemas: Estampas y madrigales
(Astorga, Imprenta de Porfirio López, 1929). Es el primero del grupo
que publica un libro en el que demuestra que su vocación más íntima
fue la de poeta, aunque después haya cultivado otros géneros. Este
libro se inserta en la órbita final del modernismo, ya posterior a
Rubén Darío, con ecos de Valle-Inclán o Manuel Machado. Eugenio de
Nora en su artículo, “Adiós a D. Luis Alonso Luengo”, ofrece
una muestra de esa estética decadente, amanerada y paródica, es
este sonetillo eneasílabo titulado “Chambelán”, perteneciente
al Tríptico versallesco:
Blanca
peluca, azul levita
zapato al
modo versallés;
más bien
parece una damita
que un
aristócrata francés.
Adula al
rey: Por una bella
siente un
amor ciego y violento,
y ella se
ríe, igual que aquella
Eulalia
frívola del cuento.
De los
vergeles por las calle
ante las
ninfas de Versalles
galante y
lánguido se inclina
Y es que
ensaya con paciencia
para ofrecer
su reverencia
a la madama
Guillotina.
Concluye
Nora: “Quien ha escrito una pieza como esta es un auténtico
poeta”3
O este
cuarteto dedicado a Astorga (”Altiva”, como la denomina Andrés
Martínez Oria en su novela: Más allá del
olvido, C.E.A.Marcelo Macías, Astorga,
2007), también modernista:
Ciudad recia
y altiva, que
emplazada
en el borde
de un áspero altozano,
tiene,
olímpica, el gesto soberano
de una
indómita reina destronada4
Luis Alonso
Luengo nació en Astorga en 1907 en la calle Postas nº 2. Estudió
la enseñanza primaria en Astorga con los Hermanos de la Doctrina
Cristiana (los del ‘babero’), luego cuando en 1919 los frailes
suprimieron la enseñanza media para dedicarse a la primaria, el
grupo de dispersó: Luis Alonso se fue a los agustinos de León; los
Panero a San Sebastián y Ricardo quedó en Astorga. Y en las
vacaciones se volvía a juntar la pandilla para, años más tarde,
realizar sus fechorías literarias- como ya se ha contado.
Estudia la
carrera de Derecho en la Universidad de Valladolid, terminándola
con premio Extraordinario. Realiza el Doctorado en Derecho. Se casa
con Anita García Tabarro, su novia de siempre y con ella tuvo tres
hijos: Luis, Fernando y Ana Alonso García. Gana las oposiciones a la
judicatura con 24 años, teniendo que esperar hasta los 25, edad
mínima exigible para ejercer de juez. Ingresa en la carrera judicial
en 1932. Desarrolla su carrera judicial de juez y de magistrado en
Benavente, Valladolid, Santander (no consta que coincidiera con
Gullón como fiscal jefe en Santander) y Guadalajara, jubilándose
como magistrado del Tribunal Central de Trabajo de Madrid.
Referente a
su solvencia profesional como magistrado-juez Victoriano Crémer
dice:
Jamás
torció la vara de la justicia ni doblegó su entendimiento de la
verdad ante los poderosos, y que puesto en el trance de ceder,
inesquivablemente fue sostén de los humildes y adalid de la
misericordia.5
Una vez que
ha ingresado en la carrera judicial, Luis Alonso Luengo dedicará su
tiempo libre al folclore provincial, a la etnografía, al ensayo
histórico, a la novela, al periodismo, eclipsándose su producción
poética, llegando a se un reconocido polígrafo.
Así pues,
tres grandes ejes, de desigual importancia , van a presidir la
producción literaria del astorgano: la
novela, las obras
históricas (biografías y ensayos) y el
periodismo, género
con el que se inició en el mundo de las letras y que practicó hasta
el final de sus días en la prensa local, provincial nacional e
internacional.
Comenzaremos por la novela, la primera que publicó fue La invisible prisión, Biblioteca Nueva, Madrid, 1951, reeditada por la Diputación de León, Breviarios de la Calle del pez, 1993 y reeditada de nuevo por Edilesa, Diario de León, Biblioteca Leonesa de Escritores, León, 2007 (Presentación de Alfonso García). Ejemplar distribuido por el Diario de León.
La
invisible prisión obtuvo el Premio de Novela
del Instituto de Cultura Hispánica en 1950. En ella se narra la
historia del indiano Santiago Villamil, que había emigrado a América
abandonando a su mujer Blanca Juana Manrique, con la que se había
casado, después de raptarla y a la que enviaba dinero desde América.
Un buen día- pasados veinte años-, ya rico regresa el indiano a
Astorga. Villamil decide instalarse en Hospital de Órbigo en busca
de una vida reposada, para ello inicia la construcción de una lujosa
mansión: “Villa Blanca”. Blanca Juana le perdonó el haberla
abandonado y decide compartir su vida con el indiano. Más tarde por
problemas de convivencia decide abandonarlo. Santiago Villamil,
abrumado por los recuerdos y por las malas artes con que consiguió
su fortuna, inició un comportamiento extraño, lo que unido a su
inminente ruina económica, le empuja al suicidio.
Compra
entonces la finca un fabricante de Mantecadas de Astorga, don Adolfo
Celada para instalar una fábrica de harinas en la presa y convertir
“Villa Blanca” en su casa de veraneo. Ángela una de las hijas de
don Adolfo, el industrial harinero, misteriosa y retraída empieza a
encontrar testimonios de la presencia de Villamil en aquella casa;
entre ellos, las partituras de “6Luna
llena, melodía ñáñiga”, como una aparición del indiano. Muere
don Adolfo Celada y la familia arruinada por las deudas (por la
rivalidad de sus dos hijos) abandona la mansión.
El tío
Arturo, hijo de don Paulino, el farmacéutico, que ya se había
establecido en Astorga con otra farmacia, se hace cargo de “Villa
Blanca” y su industria, pero “el maleficio, que al decir de las
gentes, flotaba sobre la casa de Villamil, el suicida, se había
consumado por tercera vez. El tío Arturo estaba arruinado”7.
Una inundación había arrasado “Villa Blanca” y entre los
escombros se halló un manuscrito. “Memorias de Don Santiago
Villamil”. Escritas por él mismo para triste ejemplaridad de quien
las leyere y compresión de su desgraciado autor. “Villa Blanca”
año de 18…” (o. cit. p.188)
Don Santiago
Villamil cuenta en su memorias las malas artes con que consiguió su
fortuna, embarcado en un barco negrero y asesinando a su socio y
amigo Ernesto Goyeneche y luego explotando una mina de diamantes en
África, que descubrió Goyeneche.. Vende la mina a una compañía
inglesa y regresa a España con el afán de iniciar una nueva vida.
“Pesa sobre Villamil- dice Gullón- un hechizo (…), una maldición
que le empuja al suicidio y después de la muerte se cierne
extrañamente sobre la quinta de sus más íntimas ilusiones”8.
El espacio
donde se sitúa la trama argumental es básicamente Hospital de
Órbigo, lugar donde su familia tenía una fábrica de fundas de
paja- La Palillera-, donde los agricultores de la zona llevaban la
paja del centeno (el cuelmo).
Son de
destacar los cuadros costumbristas, que reflejan las formas de vida
de una burguesía rural, como la boda riberana, las tertulias o los
carnavales. Especial interés, aunque exótico, tiene la referencia a
esa especie de sortilegio que las costumbres ñáñigas han
incorporado a la vida de Villamil, que dotan a la novela de un aura
de misterio.
En todo este
ambiente rural se presenta a unos personajes principales bien
definidos, tanto física como espiritualmente y para la descripción
de los personajes secundarios se emplea una técnica miniaturista.
En cuanto a
la técnica narrativa presenta dos niveles, una narración en 3ª
persona que ofrece el narrador y el diario de Villamil o las notas de
su esposa Blanca Juana, narrados en 1ª persona.
Con las
bellas descripciones de las tierras del Órbigo y con la viveza de
los diálogos y la ligera innovación de la técnica narrativa, Luis
Alonso Luengo ha sabido “recrear el encanto de un mundo ya
inexistente, de una sociedad ya abolida” (R.Gullón).
La segunda
novela que publicó fue La cigüeña del
Palacio: (Andanzas astorganas de un niño
tímido), Imprenta Provincial de León, 1959,
con ilustraciones de Llamas Gil. Un año antes la novela obtuvo el
Premio Provincia de León, dotado con 10.000 pts. La novela tuvo una
reimpresión a cargo de la Librería Cervantes de Astorga en 1988
para la cual Luis Alonso escribe: “Nota para la segunda edición de
La cigüeña del Palacio”.
Se trata de una novela corta que tiene sus raíces en los recuerdos
de la niñez y adolescencia del autor, elaborados estéticamente.
En dicho
prólogo señala, Luis Alonso, tres estampas como las más expresivas
de la novela:
La primera
la subida a la torre de la Catedral de Juanín y su grupo de amigos
para ver llegar a las cigüeñas, que no logran avistar. En esta
estampa estaría también la llegada de las cigüeñas: “sobre las
cabezas de Arturo y de Juanín sonó un sostenido aleteo(…)
-¡Las
cigüeñas, Juanín, las cigüeñas”9,
y toda la ciudad detiene su quehacer para contemplarlas. Una segunda
estampa es la trágica escena del pararrayos sobre el que, “ebria
de amor por su nido” (p. 71), cae la “Chosca” y se clava. La
tercera es aquella lucha titánica sobre el cielo de Astorga entre
los grajos de la Catedral y las cigüeñas del palacio (que parece
que tuvo lugar durante la niñez del autor), teniendo como
protagonista a la “Chosca”. Otras dos estampas añadiríamos
nosotros, la gesta de Juanín subiendo a lo alto de la azotea, donde
se alzaba el pararrayos y liberó a la “Chosca”, que aún estaba
viva y abriendo las alas fue a posarse en el sombrero de Pedro Mato y
una última estampa sería el azar generoso de la “Chosca”
dirigiendo su último vuelo al balcón de la habitación de Juanín.
“Juanín (…) abrió de un golpe las contraventanas del balcón
(…).Allí, caída en el balcón, estaba la “Chosca”, abierto el
pico contra el cristal (p.104).
En la
segunda parte del título de La cigüeña del
Palacio se resume el
contenido de la novela: la historia de una timidez, que termina con
un arranque de valentía intrépida (liberar a la “Chosca”), todo
ello narrado con un tono melancólico, próximo a la novela lírica.
La novela
termina con un “Post scriptum: Cigüeñas de Astorga”, que son
dos sonetos de muy bella factura, el primero titulado: “Cigüeña
dormida en la mañana” y el segundo: “El vuelo sobre la tarde”,
donde demuestra, una vez más, su primera vocación poética.
La cigüeña del Palacio
Un
componente importante en la narrativa de Luis Alonso, además de su
prosapia idealista, es el gusto por lo costumbrista, las
descripciones de detalles y hábitos de una manera de vivir urbanos.
Así describe al padre de Juanín:
Don Juan Meneses arrancó, según era su costumbre, la hoja del calendario, con el último sorbo del desayuno. Se limpió con la servilleta calada sus recios bigotes canos, no sin antes relamer con la punta de la lengua los pelos que le cubrían el labio superior, y puso en el suelo, sin levantarse del sillón, la jícara y el vaso de leche para que el gato, lamiéndolos, desayunara también. Y comenzó a liar tranquilamente un cigarro con sus fuertes dedos oscuros de nicotina. Sacudió la ceniza que al encenderlo se cayó sobre el grueso vientre, caló los anteojos de pinzas en la alta nariz y, repantigando su ancha humanidad de letrado provinciano con pleitos y casa propia, abrió “La Correspondencia de España” que la doncella le trajo y hundió su entrecejo en la lectura de las noticias políticas del día, ajeno a la desgana con que Juanín- hijo único de su viudedad- luchaba frente a él por engullir un tazón de café con leche (pp. 31-32).
Lo que no cabe duda es que esta novela corta, extemporánea, publicada en 1959, en plena etapa del realismo social, protagonizada por Juanín y su grupo de chavales, es una instantánea, un tiempo detenido de Astorga en los años 20.
Citamos,
nada más, dentro de la narrativa su tercera obra titulada, Viaje
en el valle de la libertad,
Diputación de León, 1965.
El otro eje
importante sobre el que gira la producción literaria de Luis Alonso
Luengo es el ensayo histórico
y las biografías históricas,
la primera de ellas se titula: Santo
Toribio, Obispo de Astorga (Un momento de la
formación de España), Biblioteca Nueva,
Madrid, 1939. En esta biografía de Santo Toribio recrea una Astorga
visigótica y aparecen descripciones de su paisaje intemporal:
“Discurrían ya horas invernales del año 446; ponía la nieve
sobre el Teleno su capucha de algodón en rama”10.
O esta otra vista panorámica que contempla Santo Toribio desde el
altozano de San Justo: “¡qué emoción tan profunda para Toribio
contemplar (…) su amado paisaje astorgano!: una inmensa y fértil
planicie, que ahora contempla reseca y árida” (o. cit. p. 157), y
la ciudad de Astorga en un alcor: “ detrás de la cual, aupándose
sobre la ciudad, se diseña el Teleno trazado como leve carboncillo”
( p. 157); siempre presente el Teleno, montaña ‘mágica’ de los
astures, el Fukiyama local.
Le sigue la
biografía de El Gran Capitán (Don Gonzalo
Fernández de Córdoba), publicada en Madrid
por Biblioteca Nueva en 1942 y reeditado por Novelas y Cuentos en
1953. Quizá con esta biografía siguió la estela de la exaltación
patriótica-imperial de la época.
Don Suero
de Quiñones, el del Passo Honroso,
Biblioteca Nueva, Madrid, 1943, reeditado con el Subtítulo Estampas
del Camino de Santiago, editado por Nebrija
en León en 1982. Aquí sigue la veta del pasado leonés, que había
iniciado en la biografía de Santo Toribio,
Obispo de Astorga, y la motivación, si antes
fue su lugar de nacimiento, ahora es Hospital de Órbigo, patria
chica de la familia paterna y lugar de vacaciones del escritor.
Dedica el libro: “A D. Mariano Domínguez Berruela, maestro en
tantas cosas y sobre todo en esta de estremecer la sombra de suero de
Quiñones”.
Escribe,
después, en colaboración con J.C. Villacorta y L.M. Juárez: La
puente del Passo
Honroso, Rollán, Madrid, 1951.
Gaudí en
Astorga, Biblioteca de Estudios Astorganos,
Astorga, 1960. Se trata de una monografía sobre Antonio Gaudí, el
arquitecto del palacio episcopal de Astorga, en la que muestra su
veta investigadora de historiador y ofrece datos curiosos como lo que
cobró Gaudí por dirigir las obras: 1696,21 pesetas de las de
entonces (siglo XIX).
Los
Maragatos, su origen, su estirpe, sus modos,
libro publicado por la editorial Nebrija, León 1980 y luego
reeditado por la editorial Lancia en 1992, 5ª edición en 2006. Dice
su hijo Luis Alonso García en el Prólogo a esta edición (la 5ª):
“El libro de Los maragatos, uno de los más queridos de mi padre
(…), quizás el más leído de los suyos se edita de nuevo en su 5ª
edición por Ediciones Lancia S. A.”, y continúa: “Los
maragatos de origen misterioso, como se comprueba, al analizar el
libro las diversas teorías y una magia, que invade las costumbres,
las danzas y los impulsos de vivir propios de los maragatos”11.
El propio
autor dice refiriéndose a la Maragatería: “En el paisaje que
desde Astorga se vislumbra, están dormidos los pueblos maragatos,
rodeados de tierras ocres y pobres, cobijados en unos valles
minúsculos que, de pronto, se hacen verdes para enmarcar unas calles
y unas plazas doradas de piedras con hornacinas en los rincones,
fachadas con escudos-hechos por la rica arriería de los siglos XVI
al XIX- y anchos patios empedrados, coexistiendo con otras de pobre
techo de paja” ( O. cit, p. 14).
Trata el
autor en este libro de las costumbres de los maragatos, describiendo
con todo detalle la boda maragata y el traje maragato, tanto del
hombre como de la mujer. Dedica el libro segundo a la Arriería y la
Emigración. La arriería (transporte de mercancías y personas) de
Coruña a Madrid por el llamado “Camino Gallego” o “Camino de
los Maragatos”, cuyo trazado seguía la red viaria romana de Lugo a
Astorga y seguía hacia el sur por la vía romana de la Plata.
Sabemos que
la arriería terminó con el trazado del ferrocarril, que cubrió el
transporte de larga distancia. Sabido es, también, que concluida la
arriería, los maragatos se establecieron de pescaderos en Madrid,
siguiendo la tradición todavía hoy.
Los
maragatos en sus correrías por España incorporaron dos platos a su
gastronomía: el congrio, que ellos prepararon “al ajo del arriero”
y el cocido, pero adaptado a la manera de ser maragata, que es tomar
primero la ración (la viandas), después los garbanzos, patatas y
col y por último la sopa de fideos.
Otro tema
que trata es el de la emigración a partir del siglo XVIII a
Argentina y Uruguay sobre todo.
Dedica el
libro tercero a los orígenes del Pueblo Maragato y en el libro
cuarto traza las rutas turísticas de la Maragatería.
Le sigue en
orden de publicación, Historia y leyenda de
la Bandera de Clavijo, Centro de Estudios
Astorganos, “Marcelo Macías”, Astorga, 1984.
El teatro
en Astorga. Su pequeña historia. Artes y creaciones escénicas,
Santiago García Editor, León, 1986, resulta una crónica minuciosa
del teatro en Astorga desde los orígenes de la ciudad hasta los años
80 del siglo XX, tanto de las producciones astorganas como de las
compañías teatrales que en gira por la ciudad.
Viene
después El reloj de la Puerta del Sol. Genio
y figura de su constructor Losada, Comunidad
de Madrid, 1990. Pues bien, el maragato José Rodríguez Losada
(liberal y conspirador) regaló el reloj de la Puerta del Sol en
1886. El relojero Losada se había establecido en Londres, “Regent
street”, 105, después de huir de España, perseguido por el
absolutismo de Fernando VII. Pretendía el relojero Losada con el
símbolo del reloj que los españoles comprendieran que su vida debía
acomodarse a su tiempo (medido sin variar un minuto) y la energía de
España acoplarse a la modernidad.
Cien años
más tarde el Ayuntamiento de León le dedicó una calle al Relojero
Losada en el barrio del Crucero.
La última
gran ocupación, que también fue la primera en su adolescencia
astorgana, fue el periodismo,
diríamos cultural, que nunca dejó de practicar en su doble
vertiente escrito y radiofónico.
Dejando
atrás aquellos periodiquitos de su adolescencia, La
Saeta, Humo y El Mosquito (1929), Luis Alonso
Luengo publicó artículos en los diarios madrileños Pueblo
e Informaciones,
en los provinciales El Norte de Castilla
de Valladolid, Diario de León,
Proa, La Hora Leonesa y La Crónica y
más asiduamente en los periódicos locales La
Luz de Astorga y El
Pensamiento Astorgano.
A finales de
los años 40 se sintió atraído por la radio, que hasta pidió la
excedencia en la judicatura. Durante algunos años desempeñó el
cargo de redactor-jefe de Radio Madrid y en la Cadena-Ser. También
fue director de programas de Radio Intercontinental, de ahí le
vendría la amistad con Ramón Serrano Súñer, dueño de la emisora.
Siguiendo
con la radio, Luis Alonso, fiel a su compromiso con Astorga,
participa en la puesta en marcha de Radio Popular de Astorga de la
cadena COPE, promovida por el obispo don Marcelo González Martín.
Don Luis asesoró como magistrado a la sociedad promotora y con su
amplia experiencia radiofónica. El 19 de marzo de 1962 comenzó a
emitir Radio Popular de Astorga.
También
cuando en 1980 Astorga se quedaba sin periódico local,
desapareciendo las cabeceras de La Luz
y El Pensamiento,
solicitó de Lorenzo López Sancho la cesión de la cabecera de El
Faro Astorgano, que había fundado a
principios de siglo su padre don Porfirio López, ‘faro` que sigue
iluminando la mente de los astorganos en la actualidad.
Pasó toda
su vida, desde los 18 años, ligado con entusiasmo a los medios de
comunicación escritos y orales, sin desdeñar su producción
editorial.
¿Pero cómo
era el periodismo de don Luis Alonso? Pues se trata de un periodismo
literario, que gira en torno a tres ejes temáticos fundamentales:
Astorga y la Maragatería, la literatura y el arte y la cultura
hispánica. Sus artículos, bien trabajados, tratan de crear una
prosa limpia y clara, dotada de ritmo y se caracteriza por su fluidez
y riqueza conceptual. Su estructura gira en torno a una idea inicial
que vertebra todo el artículo. Su mensaje es directo y apasionado,
sobre todo en la primera época, años 30 y 40. Con el paso del
tiempo este apasionamiento se irá atenuando para buscar el
equilibrio y sus producciones periodísticas se van a apoyar, cada
vez más, en los recuerdos, en los afectos personales y en las
constantes culturales, y revelan su gran capacidad evocadora de tipos
y ambientes.
Parte de ese
periodismo cultural, publicado en medios astorganos sobre todo, lo
reúne Luis Alonso en su libro, La ciudad ente
mí. (Crónicas astorganas desde mi tiempo),
donde se respira Astorga por todos los poros, es su cronista natural.
Tres son los títulos de las partes en que divide el libro. “Rincones
con figuras”, Astorga en la distancia y en la presencia” y
“Prototipos que fueron”. En el libro se cuenta, nada menos, que
casi un siglo de historia de la ciudad. En él aparecen anécdotas,
semblanzas, entrevistas, crónicas viajeras, cuadros de costumbres y
apuntes de crítica literaria.
Podemos
destacar el artículo titulado, “Piedras trágicas”, publicado en
El Pensamiento
Astorgano en 1952, en
el que se cuenta el derrumbe de una parte de la muralla de Astorga
sobre unas humildes casas, y que comienza así:
Era aquello
un aguafuerte de dantescos perfiles. El gigantesco murallón,
irguiéndose- como el despertar milenario de un cíclope- se había
derrumbado con inmenso estrépito de terremoto sobre las pobres casas
del arrabal. (…) Fue como si los genios malignos de las murallas
medievales- nuevos Sansones- las hubieran descuajado como una montaña
que abriera sus entrañas en una mueca inacabada y terrible12.
O también
la emocionada y última despedida de su amigo, Leopoldo panero: “-No
dejes de traerme mañana una copia del “Pequeño Canto a la
Sequeda”. –De acuerdo, Luisín, hasta mañana13”.
El artículo
que dedicó a Esteban Carro Celada publicado en La
Hora Leonesa, el 1 de septiembre de 1976, dos
años después de su muerte, en el que nos da una instantánea de su
hiperactividad: “aquel Carro Celada siempre de prisa por la calles
de Astorga, cargado de libros y papeles, o el otro, husmeando por los
archivos y bibliotecas del Camino de Peregrinos”14.
Salen en
estas crónicas astorganas personajes anónimos y aquellos otros
peculiares como Luis, el Músico y tipógrafo o Emilio, el Pertiguero
de la Catedral y nos deja este retrato de Emilio: “Alto, delgado,
con cabellera enhiesta y cana, su rostro con arrugas de juventud, su
fabla de hondo deje astorgano, era agudísima su mirada y muy
especial su sonrisa (…) llena de ternura y bondad” (O. cit. p.
217).
Un hito
importante en la actividad cultural de nuestro autor fue la de
aglutinar a los leoneses de la diáspora madrileña y fundar la “Casa
de León en Madrid”, con domicilio en el Paseo de Recoletos, 5 en
1951 en alquiler, presidida por el general y poeta bañezano Nicolás
Benavides Moro, con Genaro Blanco Cela como secretario. Luego en
1958, con Luis Alonso en la presidencia de la Junta Directiva, la
Casa de León inauguró los locales actuales en la calle del Pez, 6,
esta vez en propiedad. La Casa de León en Madrid, con sus ciclos de
conferencias, coloquios, estudios, colecciones de libros, folletos,
artículos y exhibición del folclore, presenta los problemas y los
logros de nuestra provincia en la capital.
Participó
también, don Luis, en la fundación de la revista LEÓN
(Revista de la Casa de León)
y sus colaboraciones fueron bastante numerosas.
Un faceta de
don Luis fue su condición de charlista, yo mismo lo pude comprobar,
cuando por el año 1992, que se celebraba un congreso sobre el poeta
peruano César Vallejo ( que había sido huésped de los Panero en
Astorga en los años 30) con motivo del centenario de su nacimiento,
estaba yo visitando la exposición sobre la obra de C. Vallejo en el
I.C.I (Instituto de Cooperación Iberoamericana), antes denominado
Instituto de Cultura Hispánica, C) Reyes Católicos, 4 de Madrid, se
dirigió a mí espontáneamente, yo escotero, se presentó, yo le
dije de donde era y en seguida me empezó a hablar de Hospital de
Órbigo, de su novela La invisible prisión
y la charla fue amena y enriquecedora, rezumaba simpatía, don Luis
con 85 años. Al final se despidió y me entregó su tarjeta de
visita, que aún conservo y transcribo parcialmente:
LUIS ALONSO LUENGO
MAGISTRADO
Paseo del
Pintor Rosales C) Postas, 2
28008.- Madrid 24700.- Astorga
Teléfono (
sin prefijo) Teléfono
Pero, ¿cómo
era en realidad Luis Alonso Luengo? Vamos a ofrecer algunas
semblanzas correspondientes a diversas etapas de su vida. Así,
Ricardo Gullón, traza un retrato del amigo en la primera juventud;
dice:
Este Luis
joven oscilaba entre la gravedad y el nervio, entre la clama y la
tensión; tomaba en serio todo empeño en que se comprometía, desde
el Derecho Civil a la poesía lírica. Enamorado de un ser dulce y
apacible, con quien se casó después de un noviazgo largo y
tranquilo (…) Ya en la primera juventud recordaba el inmediato
pasado y lo pasado con nostalgia. Vuelto hacia la historia, nos
contagió un poco su pasión por el ayer, la curiosidad por las
antigüedades de nuestra ciudad con rumor de mito al fondo15.
Leopoldo
Panero también escribe una semblanza humana e intelectual del amigo:
Para mí
Luis es como la sombra y la claridad que el espejo de los años me
devuelve. Para mí está todavía vestido de primera comunión (…),
estudiando Derecho Romano (…), escribiendo versos rubenianos de la
mejor raíz leonesa, y ganando siempre, de año en año, las tenaces
oposiciones de la vida. Para ser honrado (…) debo confesar una
cosa: que durante toda mi adolescencia y buena parte de mi juventud
Luis me ha sido puesto, maternalmente, como ejemplo a imitar: “Luis
ha terminado la carrera (…), Luis ha ganado oposiciones a la
judicatura con los primeros números” (…) Y concluye Leopoldo: En
nombre de nuestra niñez, de nuestra adolescencia, de nuestra
juventud y poco a poco de nuestra vejez. En nombre de los que vivan y
de los que viven de otro modo. En nombre de nuestra ‘invisible
prisión’, alzo mi copa y mi alegría en tu honor. Déjame,
simplemente que te abrace.16
Javier
Huerta Calvo, catedrático de la U. Complutense y Director del
Instituto del Teatro Madrileño, leonés de Brazuelo, también traza
una etopeya de don Luis:
No he
conocido a un hombre más humilde- “soy el último gato de la
Escuela” (de Astorga)-, ni más generoso que Luis Alonso Luengo, un
caballero cabal de cuya boca jamás salió en mi presencia una mala
palabra contra nadie. Lo suyo era siempre el elogio (…), la calidez
de la palabra en busca de la complicidad joven, el amor a la tierra
leonesa, astorgana, el respeto con mayúsculas hacia la Cultura.17
El editorial
de la revista LEÓN,
órgano de la Casa de León en Madrid, que con motivo de la concesión
de la Medalla de Oro de la provincia de León, le dedicó un número
especial en octubre de 1970, dice:
(…) el
caso de Luis Alonso Luengo es el de un hombre que durante muchos años
ha estado dando al procumún provincial, astorgano y a la colonia
madrileña-leonesa, muchos de sus afanes, gran parte de su ilusión.
Ha removido toda piedra para el engrandecimiento de la provincia. Ha
despertado el sentido de la tradición para la conservación de las
esencias de nuestras costumbres típicas. Teniendo ofertas más
tentadoras para escribir libros que hubiera colocado de inmediato,
buscó el filón leonés, orbigués, maragato, astorgano. Y de las
lecturas de sus prosas se han suscitado muchas oleadas de amor por la
provincia. Ha sido el gran guía de Astorga, el más competente
“cicerone” para periodistas, escritores y personalidades eruditas
que luego han escrito sobre Astorga, sobre León, porque allí los
canalizaba Luis Alonso Luengo.. Junto con Bernardo García,
Castañón, Benavides y otros, Luis Alonso (…) constituyó una casa
regional (…) en el corazón de la capital de España, de la que ha
sido y es alma muy invisible, pero efectiva.18
Que aunque
no es una semblanza propiamente dicha, sí da cuenta de la
generosidad de don Luis hacia todo lo leonés.
Referente a
los cargos que ha desempeñado tenemos primero su profesión:
Magistrado del Tribunal Central de Trabajo, le siguen los de Cronista
Oficial de Astorga y de Hospital de Órbigo, Académico de la Real
Academia de la Historia y Presidente del Consejo Superior de la Casa
de León en Madrid.
Los premios
y reconocimientos le llegan en seguida al polígrafo astorgano:
Licenciado
en Derecho con Premio Extraordinario fin de carrera.
Luego
llegarían los premios literarios:
Premio de
Novela del Instituto de Cultura Hispánica, 1950 por su novela La
invisible prisión.
Premio de
Novela Provincia de León, 1958 por La cigüeña
del Palacio.
Premio
Nacional de Turismo Leonés a la colección de artículos publicados
en el diario Pueblo de
Madrid, 1962, en colaboración con Ángel del Campo.
Y los
reconocimientos:
Medalla de
Oro de la provincia de León, que otorga la Diputación, 1970
Leonés del
año, 1977
Pimiento de
Oro del Bierzo
Hijo
Adoptivo de Hospital de Órbigo
Hijo
Predilecto de Astorga, 1993
Como vemos
una vida colmada de trabajo y dedicación a la provincia de León que
ha sido reconocida por sus paisanos.
Y para
terminar esta ya larga disertación tomaré prestadas las palabras
del malogrado Esteban Carro Celada, sacerdote, periodista y escritor,
que dice así refiriéndose al astorganismo de Don Luis:
Creo que
para Luis Alonso Luengo la capital literaria del mundo, la capital de
su corazón y sentimientos, pasa por Astorga. Lo mismo le sucedió a
Leopoldo Panero, que nos dijo que el mundo giraba en torno a un punto
que es el de la catedral maragata. Para Alonso Luengo, el mundo gira
también sobre u euclidiano punto de apoyo. Y como el de Panero está
en Astorga, pero el de Alonso Luengo un poco más abajo. Es decir
hacia el sur. Concretamente en ese rabión de la ciudad, en esa
cresta, en ese guirigay de cinco calles que es la Plaza de Postas. Es
ese el centro del mundo de Alonso Luengo. Y desde ahí ya todo queda
más o menos cercano. Desde ahí se miden los kilómetros de su
corazón. Y casi entre los primeros metros, está todo León, el León
de todos los tiempos.19
Luis Alonso
Luengo, historiador, literato (poeta, novelista, articulista),
investigador, conferenciante y humanista reconocido murió en Madrid
a los 95 años y está enterrado en Astorga.
Palacio episcopal de Antonio Gaudí.
BIBLIOGRAFÍA:
Alonso
Luengo Luis, Santo Toribio, Obispo de
Astorga,( Un momento de la formación de
España), Biblioteca Nueva, Madrid, 1939.
-: La
cigüeña del Palacio (Andanzas astorganas de un niño tímido),
(Reimpresión por la Librería Cervantes de Astorga), León, 1988
-: La
ciudad entre mí, Ayuntamiento de Astorga,
1996
-: Los
maragatos, su origen, su estirpe, sus modos,
Ediciones Lancia, León, 2006 (5ª edición)
-: La
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García), Diario de león, Biblioteca leonesa de escritores, Edilesa,
León, 2007
Fernández
Ardavín, Luis, Rosa de Madrid,
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Gullón
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Breviarios de la Calle del Pez, Diputación de León, 1985.
VV.AA. La
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Actas del primer Congreso celebrado en Astorga los 29 y 30 de abril
de 1993, Edición de Javier Huerta Calvo,
Ayuntamiento de Astorga y Diputación de León, 1995.
REVISTAS.
ARGUTORIO,
17/43 (2º semestre de 2006), Astorga y 20/19 (primer semestre de
2008)
LEÓN,
Revista de la Casa de león, Órgano del Instituto de Estudios
Leoneses, nº 195, octubre de 1970, Madrid.
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de León, nº 29, 1977.
Páginas
Web:
www.cervantesvirtual.com/obras
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1. Gullón R. ,La juventud de Leopoldo Panero, Diputación de León, 1985, p.21
1. Gullón R. ,La juventud de Leopoldo Panero, Diputación de León, 1985, p.21
2
.Alonso Luengo, L.” La Escuela de Astorga desde su interior en
la Escuela de Astorga, ed. J. Huerta Calvo, Diputación de León
y Ayuntamiento de Astorga, León, 1995
2
.Fernández Ardavín L, Rosa de Madrid, Prensa Moderna,
Madrid, 1926 (2º acto, p. 41)
3
. Nora Eugenio de , “Adiós a D. Luis Alonso Luengo”, en León
(Revista de la Casa de León), 2003, Madrid
4
. Carro Celada J. A. “Presencia de Astorga en la obra de Juan y
Leopoldo Panero, Ricardo Gullón y Luis Alonso”, en La Escuela de
Astorga, edit. Javier Huerta Calvo, Diputación de León y
Ayuntamiento de Astorga, 1995, (p.66)
5
. Crémer V., “Luis Alonso Luengo, leonés del año 1977”, en
Tierras de León, nº 29, año 1977
6
. Ñáñigo: individuo de cierta sociedad secreta formada por negros
en la isla de Cuba
7
. Alonso Luengo, L. La invisible prisión, Edilesa, León,
2007, p. 187
8
. Luis Alonso Luengo, La invisible prisión, Biblioteca
Nueva, Madrid, 1951. www.cervantesvirtual.com
9
. Alonso Luengo L. La cigüeña del Palacio. Imprenta Moderna
de León, 1988, p. 69
10
.Alonso Luengo L. Santo Toribio, Obispo de Astorga,
Biblioteca Nueva, Madrid, 1939 ( p. 105)
11
. Alonso Luengo L., Los Maragatos, su origen, su estirpe, sus
modos, Ediciones Lancia, León, 2006 (5ª edición), p. 4
12
. Alonso Luengo L. La ciudad ente mí, Ayuntamiento de
Astorga, 1996, p. 39
13
. Alonso Luengo L. “Tres momentos astorganos en la vida de
Leopoldo Panero”, artículo publicado en El Pensamiento
Astorgano el 27 de agosto de 1963 de La ciudad entre mí,
p. 248
14
. Alonso Luengo L. , “Esteban Carro Celada en el recuerdo” de La
ciudad entre mí, p.273
15
. Gullón R., La juventud de Leopoldo Panero, Diputación de
León, 1985, p. 57
16
. Huerta Calvo, J. , “Brindis en honor de Luis Alonso Luengo”,
publicado en la revista ARGUTORIO, 20/19 (Primer
semestre,2008) Astorga. Este texto-homenaje, pronunciado por
Leopoldo Panero, tras una comida en la Casa de León en Madrid con
motivo de la publicación de La invisible prisión en 1951
17
. Huerta Calvo J., “Recuerdo de Luis alonso Luengo”, en
ARGUTORIO, 17/43 (2º semestre, 20069, Astorga
18
. LEÓN, Revista de la Casa de León, nº 195, octubre de
1970, Madrid. Editorial: “Luis Alonso Luengo. Medalla de Oro de la
provincia de León”pp. 1 y 2.
19
.Carro Celada E.,”Alonso Luengo en marco de Oro”, en LEÓN.
Revista de la Casa de León, nº 195, oct, 1970, Madrid, p. 27