jueves, 7 de abril de 2016

LUIS ALONSO LUENGO, CRONISTA OFICIAL DE SU TIEMPO






                           (A Josefa Serrano Pérez, mi madre, IN MEMORIAM)







Luis Alonso Luengo, Astorga, 1907 – Madrid, 2003

A finales del siglo XIX Astorga era un manantial de cultura. Aparecen periódicos por doquier, entre ellos vamos a citar El Céfiro, que sale a la calle en las postrimerías del siglo XIX y tenía como colaboradores a Félix Cuquerella, de quien un crítico local decía: “Cuquerella, Cuquerella- el pigmeo de estatura- el Sansón de inteligencia”, que llegó a estrenar en Madrid algunas comedias valiosas, Pepe Aragón y Magín Revillo.

También existían otros periódicos como La Luz de Astorga de Hidalgo, El Pensamiento Astorgano, sacado por Revillo, eminentemente clerical y El Faro Astorgano de Porfirio López, padre del periodista Lorenzo López Sancho.

Pues bien, a principios del siglo XX, cuando nacen Luis, Ricardo, Juan y Leopoldo, Astorga es una pequeña ciudad que cuenta con tres periódicos trisemanales. Y en este caldo de cultivo intervienen, muy pronto, en la vida cultural los cuatro amigos. Luis fue, en cierto modo, el promotor de “La Escuela de Astorga”. Ricardo Gullón evoca esos años de adolescencia en Astorga:



La entrada en la adolescencia implicó la entrada en la poesía de la mano de Rubén Darío o, para decirlo con exactitud, de la mano de Luis Alonso, el más maduro de nosotros y el de lecturas más serias: nos contagió a Leopoldo (Panero) y a mí su fervor (…) Aún me veo con Luis paseando por la Muralla y recitando en voz alta la “Sonatina”: “Era un aire suave”1



También don Ricardo Gullón en su ensayo: “Descubrimiento de la poesía”, recordaba:



Un amigo de la infancia, Luis Alonso Luengo, poeta y hombre sensible (…) fue el compañero inseparable de aquellas tardes en que juntos y solos, nos emborrachábamos de Rubén (Darío), como de un alcohol de gran fuerza. Paseos por la Muralla en las claras tardes de primavera astorgana, cuando la vega empieza a verdear y los trigos despuntan en los campos antes de color ocre. Por qué este terruño- dice Ricardo- tan antitético a la idea de un parque versallesco artificial, con rumor de violines (…), nos empuja hacia algo en que, lejos de sentirlo quebradizo y falso, nos parecía real.2



Después del paseo por la Muralla bajaban a la Eragudina, un parque bien arbolado, y un día describe Ricardo, bien lo recuerdo, recitando el romance del “Conde Arnaldos”, sentimos un sobrecogimiento, una impresión nunca advertida tan íntimamente; la más singular que puede producir la poesía, antes difusa y ahora clarísima: las impresión de ‘misterio`: Yo no digo mi canción/ si no a quien conmigo va?

En la primavera de 1924 llegó a Astorga el Regimiento de Ordenes Militares, y don Melitón Amores, un beneficiado de la Catedral y secretario del obispo Antonio Senso Lázaro, escribió una comedia moralizante titulada: Que viene el Regimiento, estrenada el 20 de mayo en el Círculo Católico y actuaron, entre otros, Luis Alonso como capitán andaluz y Leopoldo como teniente, que nada más llegar a la ciudad se enamoran de dos chicas del pueblo.

Empujados e imbuidos quizá pedantemente por una tradición cultural astorgana que pensaban que era la suya y siguiendo las huellas de la generación modernista de El Fresco y Asturica , liderada por el poeta Félix Cuquerella y por Demetrio Monteserín, Ricardo, Juan, Leopoldo y Luis deciden publicar en el verano de 1925 el semanario La Saeta . El mismo don Melitón Amores, extremeño simpático y abierto, animó al grupo a lanzar la Saeta (Periódico humorístico-literario), “en que perpetramos nuestras primeras fechorías literarias”, dice Gullón (O. Cit. p. 26). Don Melitón con la facilidad de su pluma escribió los versos que se colocaban bajo la cabecera de la publicación: ¡¡¡LA SAETA!!!

Órgano monumental

de un don fulano de tal

que no tiene una peseta.



Y aunque teclado no tiene

porque mejor le conviene

ser órgano sin teclado

posible será que suene

más que un órgano afinado.



En cambio tiene trompetas

que en vez de lanzar sonidos

lanzarán por sus lengüetas

una porción de saetas

que a muchos dejará heridos.



En las vacaciones de Navidad de 1925, Luis Alonso Luengo y Ricardo Gullón escribieron en dos tardes, Los cuatro filetes del Apocalipsis, que parodiaba el título, que no el contenido de Los cuatro jinetes del Apocalipsis de Blasco Ibáñez. La obrita, una inocentada en verso de poca monta, se representó el 28 de diciembre en la Casa Social y lo más gracioso era un “Canto al calcetín de punto inglés”, parodia del “Canto al Mantón de Manila” que aparece en Rosa de Madrid de Luis Fernández Ardavín, obra de éxito representada en Madrid. Luis Alonso, versificador fácil e ingenioso, escribió una parodia mejor que lo parodiado:



Canto paródico al calcetín de la amada:

Calcetín prenda adorada

calcetín de punto inglés

que ceñiste de mi amada

los escultóricos pies,

que sus juanetes besaste



Canto al Mantón de Manila:

¡Mantoncito de Manila!

Rico pañuelo chinés,

que se ciñe y se perfila

de los hombros a los pies,

como si de carne fuera2



Lo de los “cuatro filetes del Apocalipsis” viene a cuento, porque los cuatro pretendientes de doña Mencía ( interpretada por Juan Panero por ser el único entre los jóvenes actores que tenía bigote), se reúnen en el “Mesón Apocalipsis”, y los cuatro, al sentirse burlados, se lían a comer 4 filetes. Y el calcetín fue la prenda que entregó a uno de los galanteadores.

En el verano de 1928 los miembros de la futura Escuela de Astorga (Luis, Juan, Leopoldo y Ricardo) publicaron el semanario Humo, ya más pretencioso que La Saeta, pues trataba de arte y letras y tenía menos intención satírica, ya que el grupo había madurado un poco.

Humo pretendía ser una revista literaria, pero sin desertar de la actualidad social y sentimental del momento y siendo fiel a la raíz astorgana de tratar de arte, historia y poesía.

Terminó Humo, no como La Saeta (que terminó como el Rosario de la Aurora), sino acabando su ciclo voluntariamente, con una fiesta literaria en el gran salón del Casino.

Durante el verano de 1929, Ricardo, Leopoldo y Luis deciden escribir y publicar un libro titulado: Guía Artística y sentimental de Astorga, su título evoca otras guías como Granada (Guía emocional) (1911) de Gregorio Martínez Sierra, que leyéndola inspiró a Manuel de Falla para componer: Noches en los jardines de España (1911) o Segovia. Itinerario sentimental (1915) de Julián Mª Otero, que no sólo pretenden dar información artística e histórica, sino interpretarla en clave de afecto.

La idea de escribir la Guía fue -dice Gullón- de nuestro excitador permanente, Luis Alonso, el único conocedor de la materia: “Luis puso la erudición, Leopoldo el rigor y Ricardo lo sentimental”. Esta Guía fue una obra conflictiva. Se mencionaba en ella la desaparición de varios objetos artísticos custodiados en la catedral. El obispo montó en cólera y llegó a amenazar con la excomunión de los autores. La amenaza no prosperó.

Gerardo Diego pasó dos vacaciones de verano, en los primeros 40, en Astorga en una casa proporcionada por Luis Alonso Luengo, la misma casa, donde a comienzos del siglo XX, había estado Concha Espina y, quizá, había concebido su novela La esfinge maragata. Fruto de sus estancia serían los 12 poemas astorganos: “Jardín de Astorga” de su libro Paisaje con figuras, que Gerardo diego publicó en 1956, que dedicaría a Luis Alonso. Pues un día, estando Gerardo Diego en la casa familiar de Luis Alonso Luengo, descubre un ejemplar de la Guía artística y sentimental de Astorga y la colección de las revistas juveniles: La Saeta y Humo, publicadas en la década del 20 por el cuarteto de amigos, Ricardo, Leopoldo, Juan y Luis; y tras leer detenidamente todo aquello, denominó esta actividad literaria “Escuela de Astorga” y publicó en el diario ABC de Madrid, entre marzo y abril de 1948, tres artículos, titulados ESCUELA DE ASTORGA. Esto dice en la tercera de ABC del 3 de marzo de 1948:



(…) hace unos veinte años, aparece un grupo de estudiantillos que agita y revuelve las aguas mansas de la ciudad dormida con una revista literaria libros de versos y una guía en colaboración (…) Los autores de esta simpática travesura de adolescencia, (…) son los hermanos Juan y Leopoldo Panero, Luis Alonso Luengo y Ricardo Gullón.



Señala Gerardo Diego, que la “Escuela de Astorga” hunde sus raíces en el “arvolorio” del que habla el poeta medieval Juan Lorenzo Segura en su Poema de Alexandre.

El poeta de la Generación del 27 denomina la actividad literaria de este grupo de amigos “Escuela de Astorga”, y no generación, porque la generación tiene un sentido temporal (Generación del 98, del 27 del 36- a la que pertenecerán los miembros del grupo-) y el concepto de escuela, además del aprendizaje, se refiere a un lugar, a una ciudad (Escuela Salmantina, Escuela Sevillana o más actual Escuela de Barcelona) que por su singularidad o por simple coincidencia sea la génesis de la actividad de sus miembros. Astorga por su tradición literaria y por su entorno mágico y con su impronta despertó la vocación literaria del grupo.

En seguida se hicieron eco de la ‘invención’ de Gerardo Diego, Victoriano Crémer y Eugenio de Nora en León y en Astorga don Augusto Quintana (el canónigo archivero), don Esteban Carro Celada (sacerdote y periodista) que escribió su tesis doctoral sobre “La Escuela de Astorga” y Lorenzo López Sancho.

En febrero de 1983, el Casa de León en Madrid organizó, a propuesta del gran investigador leonés, Florentino Agustín Díez (padre del novelista Luis Mateo Díez) un coloquio sobre la “Escuela de Astorga” con intervención de José Antonio Carro Celada, Dámaso Santos, Ricardo Gullón y Luis Alonso Luengo. Se solicitó la presencia y participación de Gerardo Diego, que no pudo asistir, porque estaba muy enfermo- moriría poco después-, pero sí envió unos folios que fueron leídos allí, en los que actualizaba el tema y hablaba de la obra posterior de los componentes del grupo. Mantiene la profunda raíz astorgana cuyo “arvolorio”- dice Gerardo- sigue dando “sombra templada e buena color” como en tiempos de Juan Lorenzo Segura.

Y por último referido a la “Escuela de Astorga”, en abril de 1993 se celebró en Astorga un congreso de ámbito universitario en el que participó Luis Alonso Luengo con una ponencia titulada: “La Escuela de Astorga desde el interior”. Dos años más tarde se publican las actas a cargo de Javier Huerta Calvo. Además este congreso se convirtió en el homenaje de todos los participantes al juvenil superviviente, con 86 años, de la escuela ‘inventada’ por Gerardo Diego.



                                     La ciudad de Astorga con el Teleno al fondo
 
 
Luis Alonso Luengo, todavía en su prehistoria literaria, se arranca en 1929 con un libro de poemas: Estampas y madrigales (Astorga, Imprenta de Porfirio López, 1929). Es el primero del grupo que publica un libro en el que demuestra que su vocación más íntima fue la de poeta, aunque después haya cultivado otros géneros. Este libro se inserta en la órbita final del modernismo, ya posterior a Rubén Darío, con ecos de Valle-Inclán o Manuel Machado. Eugenio de Nora en su artículo, “Adiós a D. Luis Alonso Luengo”, ofrece una muestra de esa estética decadente, amanerada y paródica, es este sonetillo eneasílabo titulado “Chambelán”, perteneciente al Tríptico versallesco:



Blanca peluca, azul levita

zapato al modo versallés;

más bien parece una damita

que un aristócrata francés.

Adula al rey: Por una bella

siente un amor ciego y violento,

y ella se ríe, igual que aquella

Eulalia frívola del cuento.



De los vergeles por las calle

ante las ninfas de Versalles

galante y lánguido se inclina

Y es que ensaya con paciencia

para ofrecer su reverencia

a la madama Guillotina.



Concluye Nora: “Quien ha escrito una pieza como esta es un auténtico poeta”3

O este cuarteto dedicado a Astorga (”Altiva”, como la denomina Andrés Martínez Oria en su novela: Más allá del olvido, C.E.A.Marcelo Macías, Astorga, 2007), también modernista:



Ciudad recia y altiva, que emplazada

en el borde de un áspero altozano,

tiene, olímpica, el gesto soberano

de una indómita reina destronada4



 
 
 
Luis Alonso Luengo nació en Astorga en 1907 en la calle Postas nº 2. Estudió la enseñanza primaria en Astorga con los Hermanos de la Doctrina Cristiana (los del ‘babero’), luego cuando en 1919 los frailes suprimieron la enseñanza media para dedicarse a la primaria, el grupo de dispersó: Luis Alonso se fue a los agustinos de León; los Panero a San Sebastián y Ricardo quedó en Astorga. Y en las vacaciones se volvía a juntar la pandilla para, años más tarde, realizar sus fechorías literarias- como ya se ha contado.

Estudia la carrera de Derecho en la Universidad de Valladolid, terminándola con premio Extraordinario. Realiza el Doctorado en Derecho. Se casa con Anita García Tabarro, su novia de siempre y con ella tuvo tres hijos: Luis, Fernando y Ana Alonso García. Gana las oposiciones a la judicatura con 24 años, teniendo que esperar hasta los 25, edad mínima exigible para ejercer de juez. Ingresa en la carrera judicial en 1932. Desarrolla su carrera judicial de juez y de magistrado en Benavente, Valladolid, Santander (no consta que coincidiera con Gullón como fiscal jefe en Santander) y Guadalajara, jubilándose como magistrado del Tribunal Central de Trabajo de Madrid.

Referente a su solvencia profesional como magistrado-juez Victoriano Crémer dice:



Jamás torció la vara de la justicia ni doblegó su entendimiento de la verdad ante los poderosos, y que puesto en el trance de ceder, inesquivablemente fue sostén de los humildes y adalid de la misericordia.5


Una vez que ha ingresado en la carrera judicial, Luis Alonso Luengo dedicará su tiempo libre al folclore provincial, a la etnografía, al ensayo histórico, a la novela, al periodismo, eclipsándose su producción poética, llegando a se un reconocido polígrafo.



Así pues, tres grandes ejes, de desigual importancia , van a presidir la producción literaria del astorgano: la novela, las obras históricas (biografías y ensayos) y el periodismo, género con el que se inició en el mundo de las letras y que practicó hasta el final de sus días en la prensa local, provincial nacional e internacional.

                                   
                                                                    

                                                      

Comenzaremos por la novela, la primera que publicó fue La invisible prisión, Biblioteca Nueva, Madrid, 1951, reeditada por la Diputación de León, Breviarios de la Calle del pez, 1993 y reeditada de nuevo por Edilesa, Diario de León, Biblioteca Leonesa de Escritores, León, 2007 (Presentación de Alfonso García). Ejemplar distribuido por el Diario de León.

La invisible prisión obtuvo el Premio de Novela del Instituto de Cultura Hispánica en 1950. En ella se narra la historia del indiano Santiago Villamil, que había emigrado a América abandonando a su mujer Blanca Juana Manrique, con la que se había casado, después de raptarla y a la que enviaba dinero desde América. Un buen día- pasados veinte años-, ya rico regresa el indiano a Astorga. Villamil decide instalarse en Hospital de Órbigo en busca de una vida reposada, para ello inicia la construcción de una lujosa mansión: “Villa Blanca”. Blanca Juana le perdonó el haberla abandonado y decide compartir su vida con el indiano. Más tarde por problemas de convivencia decide abandonarlo. Santiago Villamil, abrumado por los recuerdos y por las malas artes con que consiguió su fortuna, inició un comportamiento extraño, lo que unido a su inminente ruina económica, le empuja al suicidio.

Compra entonces la finca un fabricante de Mantecadas de Astorga, don Adolfo Celada para instalar una fábrica de harinas en la presa y convertir “Villa Blanca” en su casa de veraneo. Ángela una de las hijas de don Adolfo, el industrial harinero, misteriosa y retraída empieza a encontrar testimonios de la presencia de Villamil en aquella casa; entre ellos, las partituras de “6Luna llena, melodía ñáñiga”, como una aparición del indiano. Muere don Adolfo Celada y la familia arruinada por las deudas (por la rivalidad de sus dos hijos) abandona la mansión.

El tío Arturo, hijo de don Paulino, el farmacéutico, que ya se había establecido en Astorga con otra farmacia, se hace cargo de “Villa Blanca” y su industria, pero “el maleficio, que al decir de las gentes, flotaba sobre la casa de Villamil, el suicida, se había consumado por tercera vez. El tío Arturo estaba arruinado”7. Una inundación había arrasado “Villa Blanca” y entre los escombros se halló un manuscrito. “Memorias de Don Santiago Villamil”. Escritas por él mismo para triste ejemplaridad de quien las leyere y compresión de su desgraciado autor. “Villa Blanca” año de 18…” (o. cit. p.188)

Don Santiago Villamil cuenta en su memorias las malas artes con que consiguió su fortuna, embarcado en un barco negrero y asesinando a su socio y amigo Ernesto Goyeneche y luego explotando una mina de diamantes en África, que descubrió Goyeneche.. Vende la mina a una compañía inglesa y regresa a España con el afán de iniciar una nueva vida. “Pesa sobre Villamil- dice Gullón- un hechizo (…), una maldición que le empuja al suicidio y después de la muerte se cierne extrañamente sobre la quinta de sus más íntimas ilusiones”8.

El espacio donde se sitúa la trama argumental es básicamente Hospital de Órbigo, lugar donde su familia tenía una fábrica de fundas de paja- La Palillera-, donde los agricultores de la zona llevaban la paja del centeno (el cuelmo).

Son de destacar los cuadros costumbristas, que reflejan las formas de vida de una burguesía rural, como la boda riberana, las tertulias o los carnavales. Especial interés, aunque exótico, tiene la referencia a esa especie de sortilegio que las costumbres ñáñigas han incorporado a la vida de Villamil, que dotan a la novela de un aura de misterio.

En todo este ambiente rural se presenta a unos personajes principales bien definidos, tanto física como espiritualmente y para la descripción de los personajes secundarios se emplea una técnica miniaturista.

En cuanto a la técnica narrativa presenta dos niveles, una narración en 3ª persona que ofrece el narrador y el diario de Villamil o las notas de su esposa Blanca Juana, narrados en 1ª persona.

Con las bellas descripciones de las tierras del Órbigo y con la viveza de los diálogos y la ligera innovación de la técnica narrativa, Luis Alonso Luengo ha sabido “recrear el encanto de un mundo ya inexistente, de una sociedad ya abolida” (R.Gullón).

 
 
 
 
 
 
La segunda novela que publicó fue La cigüeña del Palacio: (Andanzas astorganas de un niño tímido), Imprenta Provincial de León, 1959, con ilustraciones de Llamas Gil. Un año antes la novela obtuvo el Premio Provincia de León, dotado con 10.000 pts. La novela tuvo una reimpresión a cargo de la Librería Cervantes de Astorga en 1988 para la cual Luis Alonso escribe: “Nota para la segunda edición de La cigüeña del Palacio”. Se trata de una novela corta que tiene sus raíces en los recuerdos de la niñez y adolescencia del autor, elaborados estéticamente.

En dicho prólogo señala, Luis Alonso, tres estampas como las más expresivas de la novela:

La primera la subida a la torre de la Catedral de Juanín y su grupo de amigos para ver llegar a las cigüeñas, que no logran avistar. En esta estampa estaría también la llegada de las cigüeñas: “sobre las cabezas de Arturo y de Juanín sonó un sostenido aleteo(…)

-¡Las cigüeñas, Juanín, las cigüeñas”9, y toda la ciudad detiene su quehacer para contemplarlas. Una segunda estampa es la trágica escena del pararrayos sobre el que, “ebria de amor por su nido” (p. 71), cae la “Chosca” y se clava. La tercera es aquella lucha titánica sobre el cielo de Astorga entre los grajos de la Catedral y las cigüeñas del palacio (que parece que tuvo lugar durante la niñez del autor), teniendo como protagonista a la “Chosca”. Otras dos estampas añadiríamos nosotros, la gesta de Juanín subiendo a lo alto de la azotea, donde se alzaba el pararrayos y liberó a la “Chosca”, que aún estaba viva y abriendo las alas fue a posarse en el sombrero de Pedro Mato y una última estampa sería el azar generoso de la “Chosca” dirigiendo su último vuelo al balcón de la habitación de Juanín. “Juanín (…) abrió de un golpe las contraventanas del balcón (…).Allí, caída en el balcón, estaba la “Chosca”, abierto el pico contra el cristal (p.104).

En la segunda parte del título de La cigüeña del Palacio se resume el contenido de la novela: la historia de una timidez, que termina con un arranque de valentía intrépida (liberar a la “Chosca”), todo ello narrado con un tono melancólico, próximo a la novela lírica.

La novela termina con un “Post scriptum: Cigüeñas de Astorga”, que son dos sonetos de muy bella factura, el primero titulado: “Cigüeña dormida en la mañana” y el segundo: “El vuelo sobre la tarde”, donde demuestra, una vez más, su primera vocación poética.

 
 
 
                                                       La cigüeña del Palacio  
 
 
 
Un componente importante en la narrativa de Luis Alonso, además de su prosapia idealista, es el gusto por lo costumbrista, las descripciones de detalles y hábitos de una manera de vivir urbanos. Así describe al padre de Juanín:


Don Juan Meneses arrancó, según era su costumbre, la hoja del calendario, con el último sorbo del desayuno. Se limpió con la servilleta calada sus recios bigotes canos, no sin antes relamer con la punta de la lengua los pelos que le cubrían el labio superior, y puso en el suelo, sin levantarse del sillón, la jícara y el vaso de leche para que el gato, lamiéndolos, desayunara también. Y comenzó a liar tranquilamente un cigarro con sus fuertes dedos oscuros de nicotina. Sacudió la ceniza que al encenderlo se cayó sobre el grueso vientre, caló los anteojos de pinzas en la alta nariz y, repantigando su ancha humanidad de letrado provinciano con pleitos y casa propia, abrió “La Correspondencia de España” que la doncella le trajo y hundió su entrecejo en la lectura de las noticias políticas del día, ajeno a la desgana con que Juanín- hijo único de su viudedad- luchaba frente a él por engullir un tazón de café con leche (pp. 31-32).


Lo que no cabe duda es que esta novela corta, extemporánea, publicada en 1959, en plena etapa del realismo social, protagonizada por Juanín y su grupo de chavales, es una instantánea, un tiempo detenido de Astorga en los años 20.

Citamos, nada más, dentro de la narrativa su tercera obra titulada, Viaje en el valle de la libertad, Diputación de León, 1965.



El otro eje importante sobre el que gira la producción literaria de Luis Alonso Luengo es el ensayo histórico y las biografías históricas, la primera de ellas se titula: Santo Toribio, Obispo de Astorga (Un momento de la formación de España), Biblioteca Nueva, Madrid, 1939. En esta biografía de Santo Toribio recrea una Astorga visigótica y aparecen descripciones de su paisaje intemporal: “Discurrían ya horas invernales del año 446; ponía la nieve sobre el Teleno su capucha de algodón en rama”10. O esta otra vista panorámica que contempla Santo Toribio desde el altozano de San Justo: “¡qué emoción tan profunda para Toribio contemplar (…) su amado paisaje astorgano!: una inmensa y fértil planicie, que ahora contempla reseca y árida” (o. cit. p. 157), y la ciudad de Astorga en un alcor: “ detrás de la cual, aupándose sobre la ciudad, se diseña el Teleno trazado como leve carboncillo” ( p. 157); siempre presente el Teleno, montaña ‘mágica’ de los astures, el Fukiyama local.

Le sigue la biografía de El Gran Capitán (Don Gonzalo Fernández de Córdoba), publicada en Madrid por Biblioteca Nueva en 1942 y reeditado por Novelas y Cuentos en 1953. Quizá con esta biografía siguió la estela de la exaltación patriótica-imperial de la época.

Don Suero de Quiñones, el del Passo Honroso, Biblioteca Nueva, Madrid, 1943, reeditado con el Subtítulo Estampas del Camino de Santiago, editado por Nebrija en León en 1982. Aquí sigue la veta del pasado leonés, que había iniciado en la biografía de Santo Toribio, Obispo de Astorga, y la motivación, si antes fue su lugar de nacimiento, ahora es Hospital de Órbigo, patria chica de la familia paterna y lugar de vacaciones del escritor. Dedica el libro: “A D. Mariano Domínguez Berruela, maestro en tantas cosas y sobre todo en esta de estremecer la sombra de suero de Quiñones”.

Escribe, después, en colaboración con J.C. Villacorta y L.M. Juárez: La puente del Passo Honroso, Rollán, Madrid, 1951.

Gaudí en Astorga, Biblioteca de Estudios Astorganos, Astorga, 1960. Se trata de una monografía sobre Antonio Gaudí, el arquitecto del palacio episcopal de Astorga, en la que muestra su veta investigadora de historiador y ofrece datos curiosos como lo que cobró Gaudí por dirigir las obras: 1696,21 pesetas de las de entonces (siglo XIX).

Los Maragatos, su origen, su estirpe, sus modos, libro publicado por la editorial Nebrija, León 1980 y luego reeditado por la editorial Lancia en 1992, 5ª edición en 2006. Dice su hijo Luis Alonso García en el Prólogo a esta edición (la 5ª): “El libro de Los maragatos, uno de los más queridos de mi padre (…), quizás el más leído de los suyos se edita de nuevo en su 5ª edición por Ediciones Lancia S. A.”, y continúa: “Los maragatos de origen misterioso, como se comprueba, al analizar el libro las diversas teorías y una magia, que invade las costumbres, las danzas y los impulsos de vivir propios de los maragatos”11.

El propio autor dice refiriéndose a la Maragatería: “En el paisaje que desde Astorga se vislumbra, están dormidos los pueblos maragatos, rodeados de tierras ocres y pobres, cobijados en unos valles minúsculos que, de pronto, se hacen verdes para enmarcar unas calles y unas plazas doradas de piedras con hornacinas en los rincones, fachadas con escudos-hechos por la rica arriería de los siglos XVI al XIX- y anchos patios empedrados, coexistiendo con otras de pobre techo de paja” ( O. cit, p. 14).

Trata el autor en este libro de las costumbres de los maragatos, describiendo con todo detalle la boda maragata y el traje maragato, tanto del hombre como de la mujer. Dedica el libro segundo a la Arriería y la Emigración. La arriería (transporte de mercancías y personas) de Coruña a Madrid por el llamado “Camino Gallego” o “Camino de los Maragatos”, cuyo trazado seguía la red viaria romana de Lugo a Astorga y seguía hacia el sur por la vía romana de la Plata.

Sabemos que la arriería terminó con el trazado del ferrocarril, que cubrió el transporte de larga distancia. Sabido es, también, que concluida la arriería, los maragatos se establecieron de pescaderos en Madrid, siguiendo la tradición todavía hoy.

Los maragatos en sus correrías por España incorporaron dos platos a su gastronomía: el congrio, que ellos prepararon “al ajo del arriero” y el cocido, pero adaptado a la manera de ser maragata, que es tomar primero la ración (la viandas), después los garbanzos, patatas y col y por último la sopa de fideos.

Otro tema que trata es el de la emigración a partir del siglo XVIII a Argentina y Uruguay sobre todo.

Dedica el libro tercero a los orígenes del Pueblo Maragato y en el libro cuarto traza las rutas turísticas de la Maragatería.

 
 
 
 
 
 
 
Le sigue en orden de publicación, Historia y leyenda de la Bandera de Clavijo, Centro de Estudios Astorganos, “Marcelo Macías”, Astorga, 1984.

El teatro en Astorga. Su pequeña historia. Artes y creaciones escénicas, Santiago García Editor, León, 1986, resulta una crónica minuciosa del teatro en Astorga desde los orígenes de la ciudad hasta los años 80 del siglo XX, tanto de las producciones astorganas como de las compañías teatrales que en gira por la ciudad.

Viene después El reloj de la Puerta del Sol. Genio y figura de su constructor Losada, Comunidad de Madrid, 1990. Pues bien, el maragato José Rodríguez Losada (liberal y conspirador) regaló el reloj de la Puerta del Sol en 1886. El relojero Losada se había establecido en Londres, “Regent street”, 105, después de huir de España, perseguido por el absolutismo de Fernando VII. Pretendía el relojero Losada con el símbolo del reloj que los españoles comprendieran que su vida debía acomodarse a su tiempo (medido sin variar un minuto) y la energía de España acoplarse a la modernidad.

 
 
 
 
 
 
 
 
Cien años más tarde el Ayuntamiento de León le dedicó una calle al Relojero Losada en el barrio del Crucero.



La última gran ocupación, que también fue la primera en su adolescencia astorgana, fue el periodismo, diríamos cultural, que nunca dejó de practicar en su doble vertiente escrito y radiofónico.

Dejando atrás aquellos periodiquitos de su adolescencia, La Saeta, Humo y El Mosquito (1929), Luis Alonso Luengo publicó artículos en los diarios madrileños Pueblo e Informaciones, en los provinciales El Norte de Castilla de Valladolid, Diario de León, Proa, La Hora Leonesa y La Crónica y más asiduamente en los periódicos locales La Luz de Astorga y El Pensamiento Astorgano.

A finales de los años 40 se sintió atraído por la radio, que hasta pidió la excedencia en la judicatura. Durante algunos años desempeñó el cargo de redactor-jefe de Radio Madrid y en la Cadena-Ser. También fue director de programas de Radio Intercontinental, de ahí le vendría la amistad con Ramón Serrano Súñer, dueño de la emisora.

Siguiendo con la radio, Luis Alonso, fiel a su compromiso con Astorga, participa en la puesta en marcha de Radio Popular de Astorga de la cadena COPE, promovida por el obispo don Marcelo González Martín. Don Luis asesoró como magistrado a la sociedad promotora y con su amplia experiencia radiofónica. El 19 de marzo de 1962 comenzó a emitir Radio Popular de Astorga.

También cuando en 1980 Astorga se quedaba sin periódico local, desapareciendo las cabeceras de La Luz y El Pensamiento, solicitó de Lorenzo López Sancho la cesión de la cabecera de El Faro Astorgano, que había fundado a principios de siglo su padre don Porfirio López, ‘faro` que sigue iluminando la mente de los astorganos en la actualidad.

Pasó toda su vida, desde los 18 años, ligado con entusiasmo a los medios de comunicación escritos y orales, sin desdeñar su producción editorial.

¿Pero cómo era el periodismo de don Luis Alonso? Pues se trata de un periodismo literario, que gira en torno a tres ejes temáticos fundamentales: Astorga y la Maragatería, la literatura y el arte y la cultura hispánica. Sus artículos, bien trabajados, tratan de crear una prosa limpia y clara, dotada de ritmo y se caracteriza por su fluidez y riqueza conceptual. Su estructura gira en torno a una idea inicial que vertebra todo el artículo. Su mensaje es directo y apasionado, sobre todo en la primera época, años 30 y 40. Con el paso del tiempo este apasionamiento se irá atenuando para buscar el equilibrio y sus producciones periodísticas se van a apoyar, cada vez más, en los recuerdos, en los afectos personales y en las constantes culturales, y revelan su gran capacidad evocadora de tipos y ambientes.

Parte de ese periodismo cultural, publicado en medios astorganos sobre todo, lo reúne Luis Alonso en su libro, La ciudad ente mí. (Crónicas astorganas desde mi tiempo), donde se respira Astorga por todos los poros, es su cronista natural. Tres son los títulos de las partes en que divide el libro. “Rincones con figuras”, Astorga en la distancia y en la presencia” y “Prototipos que fueron”. En el libro se cuenta, nada menos, que casi un siglo de historia de la ciudad. En él aparecen anécdotas, semblanzas, entrevistas, crónicas viajeras, cuadros de costumbres y apuntes de crítica literaria.

Podemos destacar el artículo titulado, “Piedras trágicas”, publicado en El Pensamiento Astorgano en 1952, en el que se cuenta el derrumbe de una parte de la muralla de Astorga sobre unas humildes casas, y que comienza así:



Era aquello un aguafuerte de dantescos perfiles. El gigantesco murallón, irguiéndose- como el despertar milenario de un cíclope- se había derrumbado con inmenso estrépito de terremoto sobre las pobres casas del arrabal. (…) Fue como si los genios malignos de las murallas medievales- nuevos Sansones- las hubieran descuajado como una montaña que abriera sus entrañas en una mueca inacabada y terrible12.



O también la emocionada y última despedida de su amigo, Leopoldo panero: “-No dejes de traerme mañana una copia del “Pequeño Canto a la Sequeda”. –De acuerdo, Luisín, hasta mañana13”.

El artículo que dedicó a Esteban Carro Celada publicado en La Hora Leonesa, el 1 de septiembre de 1976, dos años después de su muerte, en el que nos da una instantánea de su hiperactividad: “aquel Carro Celada siempre de prisa por la calles de Astorga, cargado de libros y papeles, o el otro, husmeando por los archivos y bibliotecas del Camino de Peregrinos”14.

Salen en estas crónicas astorganas personajes anónimos y aquellos otros peculiares como Luis, el Músico y tipógrafo o Emilio, el Pertiguero de la Catedral y nos deja este retrato de Emilio: “Alto, delgado, con cabellera enhiesta y cana, su rostro con arrugas de juventud, su fabla de hondo deje astorgano, era agudísima su mirada y muy especial su sonrisa (…) llena de ternura y bondad” (O. cit. p. 217).



Un hito importante en la actividad cultural de nuestro autor fue la de aglutinar a los leoneses de la diáspora madrileña y fundar la “Casa de León en Madrid”, con domicilio en el Paseo de Recoletos, 5 en 1951 en alquiler, presidida por el general y poeta bañezano Nicolás Benavides Moro, con Genaro Blanco Cela como secretario. Luego en 1958, con Luis Alonso en la presidencia de la Junta Directiva, la Casa de León inauguró los locales actuales en la calle del Pez, 6, esta vez en propiedad. La Casa de León en Madrid, con sus ciclos de conferencias, coloquios, estudios, colecciones de libros, folletos, artículos y exhibición del folclore, presenta los problemas y los logros de nuestra provincia en la capital.

Participó también, don Luis, en la fundación de la revista LEÓN (Revista de la Casa de León) y sus colaboraciones fueron bastante numerosas.

Un faceta de don Luis fue su condición de charlista, yo mismo lo pude comprobar, cuando por el año 1992, que se celebraba un congreso sobre el poeta peruano César Vallejo ( que había sido huésped de los Panero en Astorga en los años 30) con motivo del centenario de su nacimiento, estaba yo visitando la exposición sobre la obra de C. Vallejo en el I.C.I (Instituto de Cooperación Iberoamericana), antes denominado Instituto de Cultura Hispánica, C) Reyes Católicos, 4 de Madrid, se dirigió a mí espontáneamente, yo escotero, se presentó, yo le dije de donde era y en seguida me empezó a hablar de Hospital de Órbigo, de su novela La invisible prisión y la charla fue amena y enriquecedora, rezumaba simpatía, don Luis con 85 años. Al final se despidió y me entregó su tarjeta de visita, que aún conservo y transcribo parcialmente:

             LUIS ALONSO LUENGO

                      MAGISTRADO

Paseo del Pintor Rosales        C) Postas, 2 
28008.- Madrid                             24700.- Astorga
Teléfono ( sin prefijo)             Teléfono 

                                                            



Pero, ¿cómo era en realidad Luis Alonso Luengo? Vamos a ofrecer algunas semblanzas correspondientes a diversas etapas de su vida. Así, Ricardo Gullón, traza un retrato del amigo en la primera juventud; dice:



Este Luis joven oscilaba entre la gravedad y el nervio, entre la clama y la tensión; tomaba en serio todo empeño en que se comprometía, desde el Derecho Civil a la poesía lírica. Enamorado de un ser dulce y apacible, con quien se casó después de un noviazgo largo y tranquilo (…) Ya en la primera juventud recordaba el inmediato pasado y lo pasado con nostalgia. Vuelto hacia la historia, nos contagió un poco su pasión por el ayer, la curiosidad por las antigüedades de nuestra ciudad con rumor de mito al fondo15.



Leopoldo Panero también escribe una semblanza humana e intelectual del amigo:



Para mí Luis es como la sombra y la claridad que el espejo de los años me devuelve. Para mí está todavía vestido de primera comunión (…), estudiando Derecho Romano (…), escribiendo versos rubenianos de la mejor raíz leonesa, y ganando siempre, de año en año, las tenaces oposiciones de la vida. Para ser honrado (…) debo confesar una cosa: que durante toda mi adolescencia y buena parte de mi juventud Luis me ha sido puesto, maternalmente, como ejemplo a imitar: “Luis ha terminado la carrera (…), Luis ha ganado oposiciones a la judicatura con los primeros números” (…) Y concluye Leopoldo: En nombre de nuestra niñez, de nuestra adolescencia, de nuestra juventud y poco a poco de nuestra vejez. En nombre de los que vivan y de los que viven de otro modo. En nombre de nuestra ‘invisible prisión’, alzo mi copa y mi alegría en tu honor. Déjame, simplemente que te abrace.16



Javier Huerta Calvo, catedrático de la U. Complutense y Director del Instituto del Teatro Madrileño, leonés de Brazuelo, también traza una etopeya de don Luis:



No he conocido a un hombre más humilde- “soy el último gato de la Escuela” (de Astorga)-, ni más generoso que Luis Alonso Luengo, un caballero cabal de cuya boca jamás salió en mi presencia una mala palabra contra nadie. Lo suyo era siempre el elogio (…), la calidez de la palabra en busca de la complicidad joven, el amor a la tierra leonesa, astorgana, el respeto con mayúsculas hacia la Cultura.17



El editorial de la revista LEÓN, órgano de la Casa de León en Madrid, que con motivo de la concesión de la Medalla de Oro de la provincia de León, le dedicó un número especial en octubre de 1970, dice:

(…) el caso de Luis Alonso Luengo es el de un hombre que durante muchos años ha estado dando al procumún provincial, astorgano y a la colonia madrileña-leonesa, muchos de sus afanes, gran parte de su ilusión. Ha removido toda piedra para el engrandecimiento de la provincia. Ha despertado el sentido de la tradición para la conservación de las esencias de nuestras costumbres típicas. Teniendo ofertas más tentadoras para escribir libros que hubiera colocado de inmediato, buscó el filón leonés, orbigués, maragato, astorgano. Y de las lecturas de sus prosas se han suscitado muchas oleadas de amor por la provincia. Ha sido el gran guía de Astorga, el más competente “cicerone” para periodistas, escritores y personalidades eruditas que luego han escrito sobre Astorga, sobre León, porque allí los canalizaba Luis Alonso Luengo.. Junto con Bernardo García, Castañón, Benavides y otros, Luis Alonso (…) constituyó una casa regional (…) en el corazón de la capital de España, de la que ha sido y es alma muy invisible, pero efectiva.18

Que aunque no es una semblanza propiamente dicha, sí da cuenta de la generosidad de don Luis hacia todo lo leonés.

Referente a los cargos que ha desempeñado tenemos primero su profesión: Magistrado del Tribunal Central de Trabajo, le siguen los de Cronista Oficial de Astorga y de Hospital de Órbigo, Académico de la Real Academia de la Historia y Presidente del Consejo Superior de la Casa de León en Madrid.

Los premios y reconocimientos le llegan en seguida al polígrafo astorgano:

Licenciado en Derecho con Premio Extraordinario fin de carrera.

Luego llegarían los premios literarios:

Premio de Novela del Instituto de Cultura Hispánica, 1950 por su novela La invisible prisión.

Premio de Novela Provincia de León, 1958 por La cigüeña del Palacio.

Premio Nacional de Turismo Leonés a la colección de artículos publicados en el diario Pueblo de Madrid, 1962, en colaboración con Ángel del Campo.

Y los reconocimientos:

Medalla de Oro de la provincia de León, que otorga la Diputación, 1970

Leonés del año, 1977

Pimiento de Oro del Bierzo

Hijo Adoptivo de Hospital de Órbigo

Hijo Predilecto de Astorga, 1993

Como vemos una vida colmada de trabajo y dedicación a la provincia de León que ha sido reconocida por sus paisanos.

Y para terminar esta ya larga disertación tomaré prestadas las palabras del malogrado Esteban Carro Celada, sacerdote, periodista y escritor, que dice así refiriéndose al astorganismo de Don Luis:



Creo que para Luis Alonso Luengo la capital literaria del mundo, la capital de su corazón y sentimientos, pasa por Astorga. Lo mismo le sucedió a Leopoldo Panero, que nos dijo que el mundo giraba en torno a un punto que es el de la catedral maragata. Para Alonso Luengo, el mundo gira también sobre u euclidiano punto de apoyo. Y como el de Panero está en Astorga, pero el de Alonso Luengo un poco más abajo. Es decir hacia el sur. Concretamente en ese rabión de la ciudad, en esa cresta, en ese guirigay de cinco calles que es la Plaza de Postas. Es ese el centro del mundo de Alonso Luengo. Y desde ahí ya todo queda más o menos cercano. Desde ahí se miden los kilómetros de su corazón. Y casi entre los primeros metros, está todo León, el León de todos los tiempos.19



Luis Alonso Luengo, historiador, literato (poeta, novelista, articulista), investigador, conferenciante y humanista reconocido murió en Madrid a los 95 años y está enterrado en Astorga.







                                           Palacio episcopal de Antonio Gaudí.  
 
 
BIBLIOGRAFÍA:

Alonso Luengo Luis, Santo Toribio, Obispo de Astorga,( Un momento de la formación de España), Biblioteca Nueva, Madrid, 1939.

-: La cigüeña del Palacio (Andanzas astorganas de un niño tímido), (Reimpresión por la Librería Cervantes de Astorga), León, 1988

-: La ciudad entre mí, Ayuntamiento de Astorga, 1996

-: Los maragatos, su origen, su estirpe, sus modos, Ediciones Lancia, León, 2006 (5ª edición)

-: La invisible prisión, (Presentación de Alfonso García), Diario de león, Biblioteca leonesa de escritores, Edilesa, León, 2007

Fernández Ardavín, Luis, Rosa de Madrid, Proscenio, Madrid, 1952

Gullón Ricardo, La juventud de Leopoldo Panero, Breviarios de la Calle del Pez, Diputación de León, 1985.

VV.AA. La Escuela de Astorga (Luis Alonso Luengo, Ricardo Gullón, Juan y Leopoldo Panero), Actas del primer Congreso celebrado en Astorga los 29 y 30 de abril de 1993, Edición de Javier Huerta Calvo, Ayuntamiento de Astorga y Diputación de León, 1995.



REVISTAS.

ARGUTORIO, 17/43 (2º semestre de 2006), Astorga y 20/19 (primer semestre de 2008)

LEÓN, Revista de la Casa de león, Órgano del Instituto de Estudios Leoneses, nº 195, octubre de 1970, Madrid.

Tierras de León, nº 29, 1977.



Páginas Web:

www.cervantesvirtual.com/obras gullón: Luis Alonso Luengo: La invisible prisión




1. Gullón R. ,La juventud de Leopoldo Panero, Diputación de León, 1985, p.21

2 .Alonso Luengo, L.” La Escuela de Astorga desde su interior en la Escuela de Astorga, ed. J. Huerta Calvo, Diputación de León y Ayuntamiento de Astorga, León, 1995

2 .Fernández Ardavín L, Rosa de Madrid, Prensa Moderna, Madrid, 1926 (2º acto, p. 41)

3 . Nora Eugenio de , “Adiós a D. Luis Alonso Luengo”, en León (Revista de la Casa de León), 2003, Madrid

4 . Carro Celada J. A. “Presencia de Astorga en la obra de Juan y Leopoldo Panero, Ricardo Gullón y Luis Alonso”, en La Escuela de Astorga, edit. Javier Huerta Calvo, Diputación de León y Ayuntamiento de Astorga, 1995, (p.66)

5 . Crémer V., “Luis Alonso Luengo, leonés del año 1977”, en Tierras de León, nº 29, año 1977

6 . Ñáñigo: individuo de cierta sociedad secreta formada por negros en la isla de Cuba

7 . Alonso Luengo, L. La invisible prisión, Edilesa, León, 2007, p. 187

8 . Luis Alonso Luengo, La invisible prisión, Biblioteca Nueva, Madrid, 1951. www.cervantesvirtual.com

9 . Alonso Luengo L. La cigüeña del Palacio. Imprenta Moderna de León, 1988, p. 69

10 .Alonso Luengo L. Santo Toribio, Obispo de Astorga, Biblioteca Nueva, Madrid, 1939 ( p. 105)

11 . Alonso Luengo L., Los Maragatos, su origen, su estirpe, sus modos, Ediciones Lancia, León, 2006 (5ª edición), p. 4

12 . Alonso Luengo L. La ciudad ente mí, Ayuntamiento de Astorga, 1996, p. 39

13 . Alonso Luengo L. “Tres momentos astorganos en la vida de Leopoldo Panero”, artículo publicado en El Pensamiento Astorgano el 27 de agosto de 1963 de La ciudad entre mí, p. 248

14 . Alonso Luengo L. , “Esteban Carro Celada en el recuerdo” de La ciudad entre mí, p.273

15 . Gullón R., La juventud de Leopoldo Panero, Diputación de León, 1985, p. 57

16 . Huerta Calvo, J. , “Brindis en honor de Luis Alonso Luengo”, publicado en la revista ARGUTORIO, 20/19 (Primer semestre,2008) Astorga. Este texto-homenaje, pronunciado por Leopoldo Panero, tras una comida en la Casa de León en Madrid con motivo de la publicación de La invisible prisión en 1951

17 . Huerta Calvo J., “Recuerdo de Luis alonso Luengo”, en ARGUTORIO, 17/43 (2º semestre, 20069, Astorga

18 . LEÓN, Revista de la Casa de León, nº 195, octubre de 1970, Madrid. Editorial: “Luis Alonso Luengo. Medalla de Oro de la provincia de León”pp. 1 y 2.

19 .Carro Celada E.,”Alonso Luengo en marco de Oro”, en LEÓN. Revista de la Casa de León, nº 195, oct, 1970, Madrid, p. 27