Carmen Martín Gaite, Salamanca, 1925- Madrid, 2000
Carmen Martín Gaite nos da noticia de la génesis de “Retahílas” en la última página de la novela: “Empecé a tomar los primeros apuntes para esta novela en junio de 1965, en un cuadernito al que llamo, para mi gobierno, “cuaderno-dragón” por un dibujo que me había hecho en la primera hoja un amigo que entonces solía decorar mis cuadernos.
Terminé su redacción definitiva la tarde del 31 de diciembre de 1963, en mi casa de Madrid” .
No obstante la referencia más explícita a la composición de “Retahílas” la da la autora en una entrevista de 1970, donde habla de un doble argumento:”El de la ruina y el de la búsqueda de interlocutor. Nunca se escuchan historias mejor contadas que las que se cuentan a un interlocutor casual (…). Mi novela querría ser un diálogo muy difícil entre dos personas de distinta edad,(…) que se han visto obligadas a pasar juntas una noche con un pretexto casual. Poco a poco se van escuchando una a la otra (…), se van haciendo interlocutora la una de la otra” .
También el germen de esta novela estaría en un ensayo de la salmantina que da título a todo un libro:”La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas” de 1973. Así “Retahílas” sería una especie de aplicación novelesca de lo que allí se expone como un grave problema humano e intelectual y en ambos, artículo y novela, se usa la misma cita del P. Martín Sarmiento:”La elocuencia no está en el que habla, sino en el que oye; si no precede esa afición en el que oye, no hay retórica que alcance, y si precede, todo es retórica del que habla”(p.12).
Carmen Martín Gaite había publicado su última novela,”Ritmo lento” en 1962, así pues guardó silencio en lo que se refiere a la novela durante 12 años, renovada y mejor pertrechada para el oficio vuelve con “Retahílas”, que se publica por la Editorial Destino en la colección “Ancora y Delfín” en 1974.
Pero veamos cuál es su argumento: En el pazo familiar de Louredo, tía (Eulalia) y sobrino (Germán) coinciden cuando acompañan a la abuela y bisabuela respectivamente mientras agoniza. Conversan ambos durante una noche de agosto y se cuentan sus vidas y sus experiencias.
La novela está formada por seis capítulos centrales monologados alternativamente por cada uno de los dos protagonistas: Eulalia y Germán, a los que se añaden un preludio y un epílogo narrados en 3ª persona.
Cuenta el preludio la llegada de Germán al pazo familiar, donde no había estado desde los tres años, para acompañar a su bisabuela moribunda, Matilde, marquesa de Allariz. La anciana vivía en Madrid y su nieta Eulalia la ha trasladado a Galicia para que muera allí. Lleva siempre a su lado un baúl de recuerdos, su memoria. La hija de Matilde, Teresa, madre de Eulalia, tenía un carácter débil. Su marido la dominaba. Tuvieron dos hijos, Eulalia y Germán (padre). A la muerte de Teresa, el marido se despreocupó de sus hijos y se trasladó a América. Se casó de nuevo, pero mató a su mujer y se suicidó.
Eulalia tiene 45 años y está separada de su marido desde hace diez, pero lo recuerda constantemente. No tienen hijos. Germán, padre del sobrino, con quien habla, quedó viudo cuando sus hijos eran pequeños. Entonces se casó con la institutriz, Colette, con quien Eulalia no se llevaba bien y los hijos no la quieren.
A lo largo de la noche, en el salón del pazo, Eulalia cuenta a su sobrino los momentos más importantes de su vida. Le habla de las lecturas de su infancia, de la muerte de su madre, de la amistad con su cuñada Lucía, madre de Germán y de su hermano Germán. Sigue hablando del fracaso de su matrimonio con Andrés, de sus amigos y de su viaje a la India. Cansada por lo avanzado de la noche, se queda dormida sobre Germán.
En las retahílas de su sobrino conocemos cómo ha llegado a Galicia procedente de la costa catalana. Antes había estado en Londres, pero se aburría. Había pasado la noche anterior con su amigo Pablo y le llegó el telegrama de su tía Eulalia, tomó el avión para Madrid y después para Galicia. Habla de su madre, de su padre y de su madrastra, de su amigo, de su hermana Marga y de su novia Esther. Se siente feliz en la comunicación con su tía Eulalia.
Juana Failde, la criada, vive en el pazo desde los 7 años. La abuela pidió que la trataran como a uno más de la familia. Tiene la misma edad que Eulalia, pero está mucho más avejentada. Dispone de plenos poderes en la casa, pero no los usa. Cuando tía y sobrino se duermen después de sus retahílas alternadas, Juana entra para anunciar la muerte de Matilde . Son las cinco menos diez de la madrugada.
Este es el esquema de los componentes de la familia:
Ramón casado con Matilde (abuela-bisabuela), marquesa de Allariz
/
Teresa casada con marido innominado (difunto)
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EULALIA (interlocutora) casada con Andrés (sin hijos)
Germán casado con Lucía (1ª mujer,difunta); 2ª mujer, Colette
/
GERMÁN (interlocutor)
Marga
Juana Failde, la criada.
ESTRUCTURA:En la novela hay un antetexto con una dedicatoria: “Para Marta y sus amigos”(…) y en la página siguiente se anotan las definiciones de la palabra “retahíla”, dadas por el diccionario de la RAE , por el de Joan Corominas y por la misma autora. “Yo debo añadir(…) el sentido figurado de “perorata, monserga o rollo” (…) con que he oído emplear esta palabra desde niña en Salamanca”. En la página siguiente vienen dos citas que hacen referencia a la comunicación, la primera de Fray Martín Sarmiento y la segunda en francés de Brice Parain.
A partir de ahí hallamos una disposición tripartita con un Preludio y un Epílogo que enmarcan el cuerpo central o diálogo de tía y sobrino. Este cuerpo central o cuadro consta de once retahílas pronunciadas por Eulalia (seis) y por Germán (cinco), ocupando el doble de extensión las de Eulalia. Ella es la que conduce el diálogo, porque tiene más que contar, más edad y por ende más madurez. Eulalia inicia y cierra el diálogo. La intervención de cada personaje se marca en el inicio de los capítulos con las iniciales del que habla: E y G, seguidas de un número en letra: E.Uno. G.Uno, de tal forma que llegan a G.Cinco y E.Seis, las once retahílas, la E.Seis muy breve.
Las retahílas empiezan con un guión en el párrafo inicial para marcar el cambio de interlocutor. Los capítulos (retahílas o parlamentos) están enlazados entre sí por una misma palabra, expresión o idea que se retoma como “hilo” que fuera hilvanando la historia, así termina E.Uno: (…) “arrugando la frente lo mismo que estrujamos un trapo” y así comienza G.Uno: –“Quítate la mano de la frente, anda no tienes arrugas”. Estos enlaces sirven para que un personaje dé entrada al otro, a la vez que encadenan los monólogos entreverados como fases de un diálogo .
En el Preludio se nos presenta a Germán, la causa de su viaje, el lugar al que llega y el momento del suceso. Interesa como fuente de información. Su estilo es decimonónico, costumbrista, parece como si estuviéramos leyendo una novela de doña Emilia Pardo Bazán: “Ya había atardecido completamente. Un resplandor rojizo daba cierto tinte irreal, de cuadro decimonónico a aquel paisaje” (p.16).
En el Epílogo, volvemos a la realidad conociendo la hora, los detalles del lugar y el aspecto de Eulalia. Con el cierre del baúl, Juana, la criada, cierra la novela. Entre ambos capítulos referenciales, el cuerpo central de las once retahílas será el ámbito de la memoria de Eulalia y Germán, tía y sobrino.
En el proceso narrativo de “Retahílas” hay tanto evocaciones como reflexiones de Eulalia y de Germán; así Eulalia reflexiona sobre el pasado, el tiempo y la muerte, sobre su soledad, sobre Juana, sobre su juventud junto a Lucía y sobre su vida matrimonial. Germán en sus retahílas habla de su soledad infantil y de Eulalia; de la comunicación ideal al evocar a su amigo pablo; de la amistad de Harry con su padre; del desamparo que sintió al perder a su madre y su necesidad de Eulalia.
Martín Gaite ha sabido crear dos personajes de carácter semejante pero con voces distintas, cuyas principales diferencias proceden de la edad. La madurez de Eulalia hace que sus reflexiones sean más numerosas y más profundas; pero lo más interesante es el cambio que se produce en el sobrino. Su discurso evoluciona, y lo que en las primeras retahílas son más bien, evocaciones de personas conocidas, en las últimas reflexiona sobre temas abstractos como el misterio de la vida, el poder de la palabra o la magia de la literatura.
ESPACIO: “Retahílas” se sitúa en una aldea gallega no identificada, aunque sabemos por la autora que es San Lorenzo de Prior, a cinco kilómetros de Orense, pueblo de la madre y donde Marín Gaite pasaba los veranos hasta los 25 años, que se vendió la casa. En la aldea se ubica el pazo familiar de Louredo, casi en ruinas, rodeado de un jardín y envuelto en un ambiente misterioso. Dentro de la casa, en el piso superior, al lado del dormitorio donde agoniza la abuela, está la sala que ocupan Eulalia y Germán en su vigilia. Estamos, pues, en un espacio interior propicio para el diálogo. Entre la alcoba y el salón hay una cortina de terciopelo en vez de una puerta. La habitación-salón no se describe hasta el final y los elementos que contiene son mínimos: un piano, libros por el suelo, un sofá y poca luz, para centrar la atención en lo que dicen los personajes: “aislados en su castillo inexpugnable de palabras” (p.190), en el cual permanecerán hasta que su conversación se apague.
Hay un espacio abierto en la novela el monte del Tangaraño (Endemoniado), donde se pierde Eulalia en su esfuerzo por huir de la muerte, que ronda la casa y la encuentra en el bosque en forma de jinete: “era un caballo negro,(…) y encima iba un jinete con un sombrero raro y unas ropas oscuras” (p.26). Su regreso precipitado al pazo nos indica que es imposible escapar del pasado.
También la alusión a la fuente del pueblo, construida por el abuelo Ramón, según en la inscripción:”A D. Ramón Sotero, la sociedad de agricultores de N…como gratitud. Año de 1898” (p.17), el lugar donde acaba la carretera se convierte en un símbolo de su destino.
La búsqueda de claves personales es la razón que lo empuja a regresar al paisaje de la infancia. Tras permanecer toda la noche en las sombras del pazo familiar, saldrán a la luz del nuevo día transformados con más conocimiento de sí mismos gracias a las retahílas pronunciadas.
TIEMPO: En “Retahílas”, la acción comienza un anochecer de agosto y termina al alba del día siguiente, unas seis horas (tiempo reducido, pues, como en “Cinco horas con Mario” o en “El Jarama”), con menciones precisas del paso del tiempo: “tuve que echarme al monte en plena tarde, a las seis” (22), “Es que es muy tarde está amaneciendo”(185), “sobre la mesilla el reloj marcaba las cinco menos diez”(188). Junto al tiempo objetivo que va avanzando, la cronología cobra un sentido metafísico de empujar hacia la muerte a la anciana, como anuncia su reloj: “la señora lo llevaba siempre consigo dondequiera que fuese (…) la esfera venía rematada en la parte superior por una figura de la muerte con manto y guadaña” (p.188).
Hay que considerar el marco temporal de la noche, porque la nocturnidad propicia la conversación más que el día, y además las horas pasan más lentas, no hay interrupciones y el plazo es más largo.
Además del marco temporal de una noche, tenemos que considerar el tiempo evocado, que se remonta hasta 1898, fecha de la inscripción de la fuente a la que llega Germán en el Preludio y en las retahílas el tiempo se expande hacia el pasado, de modo que tía y sobrino consiguen enhebrar una charla en la que el pasado les ayuda a interpretar el presente. Los recuerdos unas veces se remontan a tiempos lejanos y en otras a momentos más cercanos. Y si bien el tiempo presente que viven los protagonistas es muy reducido, el tiempo evocado se expande y así consiguen construir personajes reflexivos.
PERSONAJES: Tenemos, por una parte, los personajes secundarios que son: Doña Matilde, marquesa de Allariz, anciana centenaria que agoniza, casada con el indiano Ramón Sotero. Su hija Teresa se casó con un marido, que no se nombra y tuvieron dos hijos: Eulalia y Germán Orfila, que crecieron junto a una huérfana recogida en el pazo, Juana Failde, a la que luego abandonan como a la casa. El marido innominado de Teresa, al morir ésta, se largó a Venezuela con un dinero que no le correspondía, porque era de bienes gananciales, allí se casó, mató a su esposa y se suicidó. Eulalia se casa con Andrés y tras diez años de matrimonio sin hijos, se separan. Germán (padre) se casa con Lucía, tienen dos hijos Germán y Marga. Germán enviuda y se casa con la institutriz Colette.
Pero los dos personajes protagonistas de las novela son tía Eulalia y sobrino Germán.
Eulalia en el momento presente es una mujer madura de 45 años separada, que no encontró en su marido Andrés al interlocutor ideal. Germán con 20 años tampoco encontró a nadie con quien conversar, sobre todo desde que murió su madre y su padre se volvió a casar con Colette.
Ambos han regresado a la casona familiar, ella a enfrentarse con su pasado y él a recordar el lugar de sus veraneos infantiles; y mientras esperan la muerte inminente de su abuela y bisabuela, descubren que han encontrado el interlocutor ideal.
Eulalia es una intelectual, independiente, irresponsable, contraria a la maternidad, quería vivir libre; pero al hacer balance de su pasado reconoce sus errores y le confiesa a su sobrino: “llevo más de un año haciendo revisión de mis errores y aguantando a pie quieto la soledad; la tuya de esos años me duele como los hijos que me negué a tener y que ahora desearía, echo de menos todo lo que no he sido capaz de dar”(156).
A Germán le interesa escuchar, más que decir, y que alguien le cuente historias de su madre para llenar el vacío que le causó su muerte. Eulalia y Germán comparten la desorientación. En sus vidas ambos se han rebelado ante los patrones convencionales buscando ser auténticos, aunque el precio haya sido la soledad. Pretenden la salvación por la palabra, por el diálogo; y esta necesidad de comunicarse es lo les hace distintos a los demás: “Todo la noche en vela, (…) aislados en su castillo inexpugnable de palabras, un hilo de palabras fluyendo de Eulalia a Germán, volviendo de Germán a Eulalia, retahílas pertenecientes a un texto ardiente e indescifrable” (p.190).
Otro personaje que tiene cierta relevancia es la criada, Juana, por sus relaciones íntimas con Germán padre y por ser víctima del abandono de su familia de acogida. Lo que se destaca de ella es, sobre todo, los ojos: “son los ojos por donde se le sale todo lo que no dicho de veinte años acá, los ojos la traicionan y gritan por ella.”(85)
SIGNIFICACIÓN: “Retahílas” irrumpe en el panorama literario español cuando ya el movimiento realista estaba finiquitado por haberse politizado en exceso y por sus carencias estéticas. Luis Martín-Santos había dado el aldabonazo en 1962 con “Tiempo de silencio”: La misma Carmen Martín Gaite perteneció a aquel grupo de novelistas que dio un testimonio válido en su momento y aportó obras de evidente calidad: “Entre visillos”(1958) y “ Ritmo lento”(1963). La renovación formal de las técnicas narrativas presentadas por “Tiempo de silencio” se radicaliza y da lugar a una corriente experimentalista en la que los novelistas se centran en la novedad de la forma y olvidan la trama, el retrato de los personajes, el espacio y el tiempo concretos.. Fruto de ello surgió un tipo de novela poco atractiva para el lector medio, que no la entendía y que le aburría por el escaso hilo argumental de algunas novelas.
Pues bien, la autora consciente de la necesidad de nuevos modos de narrar presenta una historia que se entiende con relativa facilidad y que trata de asuntos de interés para los lectores. Aboga por una literatura que transmita reflexiones, emociones y placer estético de un modo claro, sin estridencias. En resumen la suya es una apuesta por recuperar a ese lector hastiado de los usos narrativos sociales y experimentalistas. La crítica es unánime al aceptar la calidad y la oportunidad de la novela y la buena acogida por el público lector.
“Retahílas” presenta una comedida renovación narrativa, adaptada a los tiempos y los temas que tratan son los que más preocupan al hombre: la vida, la muerte, la decadencia, el paso del tiempo, el amor, la soledad, las relaciones personales y la familia. Pero hay un tema clave que centra la novela: la comunicación, la búsqueda de interlocutor.
Ya el mismo título, “Retahílas”, que Martín Gaite glosa en el antetexto, es significativo, porque hace referencia a una comunicación insistente; así como las dos citas que le siguen: “La elocuencia no está en el que habla, sino en el que oye” de Martín Sarmiento y “Cada vez que estamos angustiados, es el lenguaje quien nos aporta la salvación necesaria” de Brice Parain. También hay que tener en cuenta el nombre de la principal protagonista, Eulalia, que significa bien hablar y Germán, cuyo significado hermano, será propicio para la confidencia; con todo esto Eulalia con más edad y más experiencia iniciará la conversación (las retahílas) para que su sobrino las continúe y complete.
La figura de Eulalia se erige como centro de la novela (protagonista principal). El contenido de su conversación versa sobre su pasado personal y el encuentro con Germán coincide con el fracaso de su matrimonio. Tiene 45 años y está en crisis.
Eulalia comienza la primera retahíla hablando de la ruina y compara su propia vida con las goteras, las grietas y la carcoma del pazo:”Son como las arrugas de la cara las grietas de una casa, que existen cuando empiezan a importar” (40). Las retahílas inciden en la decadencia de las cosas, de las personas, del lenguaje; sin embargo frente a esa decadencia la autora deja constancia de que es posible la comunicación interpersonal, la salvación por el lenguaje, y a pesar del tono melancólico de los diálogos, es una obra que transmite esperanza e ilusión.
Pero, ¿cuáles son los temas que Carmen martín Gaite va desgranado en la novela’ Pues principalmente el tiempo y la rememoración del pasado. Así Ricardo Gullón dice que el tema central de la novela “es el tiempo y su efecto sobre las personas” . Luis Suñén defiende que “toda la novela es indagación sobre la profunda necesidad de comunicarse” ; para Santos Sanz Villanueva el problema que late en el fondo”es el de la incomunicación, el aislamiento de la persona y la necesidad de realización fuera de sí mismo” .
En la novela Germán y Eulalia rememoran sus vivencias y el deseo de contarlas es tan elocuente, que casi llegan a volver a vivir sus antiguas frustraciones, sus sueños y sus desamores. “Retahílas” es una conversación sobre la familia, las relaciones humanas, el paso del tiempo y el amor. Ricardo Gullón dice: “El argumento de la obra pudiera resumirse en una breve frase: la vida como tema de conversación” (O.cit, p.83) y más adelante el mismo Gullón pronuncia su retahíla más brillante a “Retahílas, que dice así:”Fragmentación formal, disolución de la cronología en la continuidad del presente narrativo, clausura en el espacio verbal, consistencia del personaje (…), signos de modernidad (…).”Retahílas” es, sin duda, una novela de nuestro tiempo, inserta en la línea de cambio sin estridencias, de la alteración lograda con pasos de fieltro” (O.c.89).
Recapitulando la novela es una defensa del diálogo como medio de autodescubrimiento a partir de una conversación sobre las claves de la vida entre dos seres que anhelan una realización individual a través del conocimiento de sí mismos.
Eulalia y Germán buscan las claves que les ayuden a aclarar el estado en que están sumidos; y casi de modo inconsciente, uno y otro, “alter ego”, desdoblado de la propia Martín Gaite, convienen en establecer el método para conocerse a sí mismos y lo fijan en tres pilares. El primero el diálogo que es la base de cualquier entendimiento humano y ese diálogo debe producirse con el interlocutor adecuado y en condiciones óptimas. Segundo en ese diálogo se debe hacer una reflexión sobre los valores esenciales del ser humano: la comunicación, el amor, la maternidad, el tiempo, el olvido, la familia. Y tercero creen que toda persona es el resultado de su pasado, por lo tanto habrá que revisar y analizar el tiempo vivido.
Reflexiones y recuerdos próximos y remotos tienen su cierre en el simbolismo final. La llegada del caballo blanco en la retahíla “E.Seis”:”Quieto, ven, agacha la cabeza. Es el caballo. ¡Qué cerca se oye ahora” (p.187), el mismo que imaginó Eulalia en “E.Uno”: “era un caballo negro (…), y encima iba un jinete con un sombrero raro y ropas oscuras” (p.26), lo que concede a la novela una estructura circular donde todo queda hilvanado. Ese caballo de la muerte para la abuela centenaria será el ave Fénix para Eulalia y Germán. El tránsito de la abuela y bisabuela servirá para renovar la estirpe y orientar las vidas de tía y sobrino.
La novela fue muy bien recibida por la crítica y por el público lector, de tal forma que no ha dejado de editarse desde 1974.
La lectura 36 años, después de publicada, resulta gratificante y a mí me ha producido entusiasmo por la sinceridad de las reflexiones.
Ediciones de “Retahílas”:
Editorial Destino. Colección Áncora y Delfín, 1974 (1ª edición)
Destinolibro, 1979 (Prólogo de Emma Martinell)
Destino. Clásicos Contemporáneos Comentados (Comentado por Adolfo Sotelo), 1996
Círculo de Lectores, 1989 (Prólogo de Rafael Conte)
Editorial Planeta. Clásicos de nuestro tiempo) . Barcelana 1989
Bibliotex. Las 100 mejores novelas en castellano del siglo XX. (Prólogo de Paula Izquierdo). 2001
Editorial Siruela. ( prólogo de Manuel Rivas), 2009
Novelas de Carmen Martín Gaite:
El balneario (1955), Entre visillos (1958), Ritmo lento (1963), RETAHÍLAS (1974), Fragmentos de interior (1976), El cuarto de atrás (1978), Caperucita en Manhattan (1990), Nubosidad variable (199)9, Lo raro es vivir (1996), La reina de las nieves (1997), Irse de casa (1998) y Los parentescos (2001), inconclusa, editada por Belén Gopegui.
BIBLIOGRAFÍA:
Alemany Bay Carmen. “La novelística de C.M.G. Diputación de Salamanca, 1990
Jurado Morales José.”La trayectoria narrativa de Carmen Martín Gaite. Edit Gredos. Madrid, 2003
Martín Gaite Carmen. “Retahílas”. Bibliotex. Barcelona, 2001
“ “ Destino (Comentado por Adolfo Sotelo). Barcelona 1996
“ “ Crítica (Ed. De Montserrat Escartín). Barcelona, 2002
Martinell Emma. “Al encuentro de C. M. G. Homenajes y bibliografía”. U.de Barcelona, Facultad de Filología,1997
Madrid, 4 de marzo de 2010
Anastasio Serrano
lunes, 8 de marzo de 2010
ESTUDIO DESCRIPTIVO DE "CINCO HORAS CON MARIO de Miguel Delibes
Miguel Delibes, Valladolid, 1920
La primera noticia sobre la génesis de “Cinco horas con Mario” la tenemos en una carta del 2 de agosto de 1965 de Miguel Delibes a Joseph Vergés, su editor en Destino, esto dice Delibes:”He iniciado una novela (…) en la que una viuda joven ante el cadáver de su marido (…) evoca su vida de matrimonio, que abarca, más o menos, los “25 años de paz”. El monólogo de esta mujer y los reproches al marido darán por el gusto a los censores, pero, al propio tiempo, espero que quede bien claro que la conducta de éste es la honrada y la justa a despecho de tópicos e hipocresías” .
Después viene el envío del original al editor y el pase por la censura, que es aprobada en su integridad. La novela sale de imprenta el 3 de enero de 1967 y le son enviados varios ejemplares a su autor, aunque en la 1ª edición figure 1966.
En un principio Miguel Delibes pretendía convertir a Mario , trasunto imaginario de sí mismo, en el principal protagonista de la novela narrada en 3ª persona a la manera tradicional, que reflejara el enfrentamiento entre Mario y Carmen vivos en el seno del matrimonio. Proyecto que tuvo que abandonar al darse cuenta de que aplicaba al relato una fórmula equivocada, que afectaba a la autenticidad del carácter de Mario (intelectual progresista y católico posconciliar) y además impedía enmascarar sus opiniones y por tanto sortear la vigilancia de la censura. Esto dice Delibes: “En “Cinco horas con Mario” me paré a las cien cuartillas, porque aquello no funcionaba con Mario vivo. Afortunadamente esta vez vi la luz, ayudado por la censura, porque lo que decía Mario no lo iba a permitir la censura y en esta ocasión me sirvió para encontrar la solución: matar a Mario y verlo a través de su mujer, cuyos juicios eran oficialmente plausibles” .
Pero intentemos adentrarnos en la leve trama argumental:Estamos ante la biografía de Mario y Carmen, contada por esta última, la noche en que cumpliendo la tradición, vela su cadáver. Mario, catedrático de Instituto de una capital castellana, intelectual inconformista, liberal y católico posconciliar, acaba de morir a los 49 años, el 24 de marzo de 1966, según reza en la esquela. El primer capítulo describe el ambiente de los familiares, allegados y amigos que vienen a velar el cadáver a dar el pésame.
Después Carmen, su mujer y protagonista-narradora inicia una larga reflexión o diálogo mental a solas ante el cadáver de su marido, que no le puede responder. Y a lo largo de estas cinco horas y 27 capítulos con escasa continuidad de unos a otros, Menchu va reviviendo e hilvanando los recuerdos de su vida en común.
Carmen siempre defiende una mentalidad conservadora y tradicional. Por el contrario va desvelando la personalidad de Mario, un hombre sencillo, que se desplaza en bicicleta (nada de comprar un “Seiscientos”), que escribe novelas pacifistas y publica artículos en el periódico. Mario es un hombre íntegro, que desde su puesto de catedrático nunca quiso aprovecharse de recomendaciones, ni siquiera para conseguir un piso de protección para su numerosa prole (5 hijos). Mientras que Carmen mide la dignidad de las personas por lo que tienen. No soporta carecer de una cubertería de plata, ni tener un “Seiscientos”. Su antiguo pretendiente, Paco, nuevo rico, en cambio, tiene un “Tiburón” rojo. Un asunto de conflictividad conyugal la tiene preocupada y es su relación con Paco. Se encontraron, cuando ella estaba en la parada del autobús y la llevó a las afueras en el flamante coche , la besó y la abrazó, pero no pasó nada más.
El comportamiento de Mario con Carmen tiene también sus sombras, con la supuesta infidelidad con Encarna, y sobre todo la incapacidad de comunicación con su mujer, manifestada en la noche de bodas: “Pero tú te acostaste y “buenas noches”, como si te hubieras metido en la cama con un carabinero”.Pero en Carmen hay un anhelo de explicarse ante Mario por el no consumado adulterio con Paco y obtener el perdón de su esposo.
La novela llega a su fin cuando sacan el ataúd tras la noche de velatorio en un capítulo, a modo de epílogo, que se aleja de la perspectiva de Carmen y se narra ya en 3ª persona. Interviene el hijo mayor, Mario y con su nueva mentalidad aporta esperanzas para las nuevas generaciones.
ESTRUCTURA:
Miguel Delibes dedica “Cinco horas con Mario” a su amigo José Jiménez Lozano. Tras la dedicatoria la novela se abre con una esquela, como las que aparecen a diario en los periódicos. Así pues, este primer texto literario nos presenta a Mario muerto.
A partir de aquí la novela se divide en tres partes bien diferenciadas, la primera y la última escritas en 3ª persona, que actúan a modo de prólogo y epílogo y enmarcan la parte central, la más extensa, que constituye el largo monólogo de Carmen Sotillo ante el cadáver de su marido.
La esquela tiene una misión informativa: dar a conocer del fallecimiento de alguien. Sin embargo como primera página de una novela es un texto imprevisto, no literario, un “collage”, que Delibes ha sabido aprovechar con finalidad literaria y sorprender al lector. La esquela de Mario Díez Collado nos presenta a los personajes que irán apareciendo en la novela y también muestra el mundo lleno de convenciones en el que se mueven los protagonistas. También ofrece la esquela datos de interés social como el lugar y la hora de la misa de alma, la hora de la conducción del cadáver, la dirección de la casa mortuoria y hasta la imprenta que ha confeccionado la esquela:”Gráficas Tello”.
La primera parte, que actúa a modo de prólogo, constituye una descripción, tanto física como humana de la casa mortuoria y del mundo exterior que acompaña a Carmen. Esta parte está narrada en 3ª persona y la presencia del narrador es evidente, enjuicia, valora y hasta se permite una broma culta como llamar a los empleados de la funeraria “los muchachos de Carón” .
Las cinco horas con Mario, la parte central, son el núcleo de la novela y en ellas toma la palabra Carmen sin que se advierta ninguna interferencia del narrador.
Abandonan la sala Valen y Vicente y Carmen le dice a su hijo Mario: “-Mario(…) acuéstate (…) Quiero quedarme a solas con él. Cierra la puerta. Ha apagado todas las luces menos la lámpara de pie que inunda de luz el libro que ella acaba de abrir” (p-32).
El lector se sumerge durante cinco horas- un tiempo que puede coincidir con la duración de la lectura de la novela- en la conciencia del personaje-protagonista, que de modo desordenado, hace recuento de su vida. No se trata de un monólogo seguido, sino que las cinco horas aparecen distribuidas en 27 capítulos numerados con romanos, que cada uno de ellos se abre con una cita de la Biblia en cursiva. Se trata de textos subrayados por Mario, que luego releía: “Mario-dice Carmen a Valen-leía sobre leído, sobre lo señalado. Yo ahora cogeré el libro y será como volver a estar con él. Son sus últimas horas, ¿te das cuenta?” (p-30). Carmen, saltando de un libro a otro, va leyendo distintos pasajes y esa lectura será el desencadenante de su discurso mental. Por lo demás el discurso de la viuda repite una y otra vez los mismos motivos con leves variaciones de contenido.
Con las palabras finales (capit.XXVII), pronunciadas en voz alta y presa de una gran excitación, Carmen implora el perdón de su marido muerto por el conato de adulterio con Pedro en el “Tiburón” rojo.
El epílogo está formado por conversación entre Carmen y su hijo mayor, Mario, a quien había mandado a descansar cinco horas antes. La entrada en escena del hijo supone una tercera perspectiva superadora de las dos representadas por su padre y su madre. Edgar Pauk dice: “Esta parte es la más débil de la obra, por cuanto no es necesaria e interrumpe una perfecta estructura irónica” . Sin embargo Delibes concedía una importancia decisiva a esta parte: “A mí me interesaba particularmente el epílogo, para suavizar, con la intervención del hijo, el contenido pesimista de la novela” .
El mensaje antimaniqueo de la obra: “Todos somos buenos y malos, mamá” (p-251), dirá Mario Hijo, abre las puertas a la esperanza, a la reconciliación. De esta manera el fracaso de Mario padre en su intento de llevar a cabo sus ideales queda compensado por la esperanza de que su hijo siga luchando por ellos.
En cuanto al tiempo, “Cinco horas con Mario”, es una novela de tiempo reducido. Al principio la esquela sitúa la novela en un día concreto: el 24 de marzo de 1966, fecha de la muerte de Mario y la acción de la novela terminará a las diez de la mañana del día siguiente, cuando se produzca la conducción del cadáver. El tiempo del relato es muy reducido , entre doce y catorce horas (3 horas, el prólogo, 5 el monólogo y 4 el epílogo).
Otra cosa es el tiempo evocado en la parte central, que se ensancha hasta alcanzar los 23 años de matrimonio y más atrás, como la infancia de Menchu, su ambiente familiar, los años de noviazgo, toda la vida de Carmen Sotillo.
Referente al espacio también es limitado y se amplía en la evocación. La esquela sitúa en un lugar preciso la escasa acción de la novela: “Casa mortuoria: Alfareros,6, principal derecha”, de una ciudad de provincias. Este espacio real se reduce aún más las 5 horas del diálogo sin respuesta de Carmen, se trata de un cuarto cerrado, el despacho de Mario, convertido en capilla ardiente. La evocación de la viuda amplía el espacio de la casa a la ciudad, que no se nombra, pero se trata de Valladolid, ciudad natal de Delibes. Se habla en la novela de los soportales, la Acera, el Atrio, la fuente del Ángel, la Pajarera y el Pinar, lugares estos fácilmente identificables para quien conozca Valladolid; y dentro de la ciudad, el Instituto, lugar de trabajo de Mario, el periódico, donde escribe, casas de amigos, cines y cafés. Sólo Madrid y la Gran Vía aparecen como lugares evocados fuera de la ciudad provinciana.
PERSONAJES:
Carmen, hija de buena familia (“de clase media más bien alta”) con un padre monárquico convencido, ha asimilado los valores que le fueron inculcados en su ambiente familiar y su fidelidad a ellos es casi absoluta (clasismo, autoritarismo, individualismo y énfasis de las apariencias: “quiero y no puedo”). Tiene una mentalidad convencional, la que corresponde a las costumbres de la pequeña burguesía provinciana.
Para ella la religión es una convención más, una serie de ritos que hay que seguir por costumbre. Nuestra protagonista no busca la absolución de su conato de adulterio en la confesión, como sería normal para cualquier católica de la época, en vez de confesárselo a su marido; sin embargo ella necesita que Mario la perdone.
En cuanto a la sexualidad no se muestra como una reprimida, aunque tampoco lanza las campanas al vuelo: “de sobra sabes que a mí esas porquerías ni frío ni calor (XXIV-216). Carmen no es frígida, sino que se queja de la falta de delicadeza de Mario en las relaciones sexuales. En este terreno se muestra progresista, lamenta no haber podido usar las píldoras anticonceptivas: “las píldoras esas, ya ves, cuando una ya está deformada cargada de hijos” (XVII-163). Mario tiene una posición más conservadora y machista: el matrimonio utiliza el método Ogino, el único permitido por la iglesia católica. Mario no tiene en cuenta que ella no desea una familia numerosa: “No soy de tener muchos hijos”(XIII-132). Carmen le recrimina a Mario su indiferencia hacia ella como persona y como mujer, que es admirada por otros hombres. También le reprocha su falta de erotismo en las relaciones sexuales, en las que sólo busca su propio placer: “que en seguida se te pasa y a una la dejas con la miel en los labios, ni disfrutar” (XIV-141). No siente asco por el sexo, lo que reclama es que no sea un acto puramente mecánico-reproductor, sino que esté asociado a los sentimientos. El hombre que la atrae, Paco, es seductor y cariñoso, es el prototipo de una virilidad convencional asociada al triunfo social, simbolizado en el Citroën DS “Tiburón”(por la forma del morro).
Siendo así las cosas, ¿por qué se enamoró de Mario?, que ni era atractivo, ni varonil, ni rico. Carmen se sintió atraída por su aspecto desvalido: “Yo me decía: ese chico me necesita (…) Luego sí, lo reconozco, me colé de medio a medio, como una tonta” (III-49). Se casó con Mario por amor, un amor basado en su instinto maternal y protector.
Lo que no nos cuenta Carmen son los momentos de felicidad en la vida del matrimonio. La suya es una selección negativa. De la boda sólo recuerda que no pudo ir de blanco y la no consumación del amor la noche de bodas. Nada dice de las alegrías derivadas del nacimiento de los hijos. Carmen desea el perdón de su marido muerto y abandona la cantinela negativa y le confiesa su amor: “Sólo he sido para ti” (XXVII-245)
En lo que se refiere al conflicto ideológico, Mario y Carmen son muy distintos, pero no antagónicos. Los dos representan dos variantes de la mentalidad pequeño-burguesa provinciana en los años 60: una más avanzada y la otra más conservadora.
Las discrepancias entre Carmen y Mario son más de orden pragmático que ideológico. Ella le recrimina que sea tan idealista, ingenuo e intransigente con los poderes fácticos de la ciudad, lo que le ha impedido sacar provecho para su familia (el piso de protección y el cargo de concejal por el tercio cultural). Define a Mario con tres palabras: “testarudo, iluso y holgazán” (XXVI-235), frente a “perseverante, idealista y poco práctico, que había dicho la grafóloga de “El Correo”.
Todo lo que sabemos de Mario lo sabemos por una mujer que se siente hondamente frustrada e injustamente postergada por su marido.
Mario es un católico posconciliar, pero sin llegar a posiciones radicales. Defiende a los más humildes, pero sus ideales solidarios no se canalizan a través de asociaciones o grupos cristianos de base.
En cuanto a las ideas políticas, Mario no es un militante clandestino ni ostenta una ideología marxista (socialista o comunista). Pertenece al bando de los vencedores de la guerra civil, lo que pasa es que no se siente cómodo en él.
La familia de Mario es de ideas liberales. Sus dos hermanos, uno murió en el frente con los nacionales, y el otro fue fusilado por los franquistas por sus ideas republicanas. Esta tragedia familiar es un símbolo de conflicto fratricida en que se convirtió la guerra civil y Mario quiere acabar con la división entre vencedores y vencidos.
Las relaciones de Mario con el régimen son conflictivas: se rebela contra el fraude electoral y contra la censura. Pero, a pesar de ello, escribe en la prensa y publica libros. Es un disidente que actúa en solitario. Sus conflictos no son de índole política, sino que derivan de su filosofía inconformista de la vida, que le lleva a rechazar el incipiente consumismo: el SEAT 600 por el que suspira Carmen.. El conflicto entre Mario y la sociedad que lo rodea, cuyos valores defiende acríticamnete Carmen, es básicamente ético, de valores, que se agudiza por la falta de libertad.
Mario no es el hombre perfecto, sino que también tiene contradicciones entre sus ideales y sus actuaciones; y quizá esas imperfecciones hagan más creíble al personaje. Entre los defectos de Mario tendríamos la falta de afecto y la valoración de su mujer. Carmen queda reducida a las tradicionales funciones de la mujer en la sociedad patriarcal: objeto sexual, ama de casa y madre de sus hijos. Es cierto que su matrimonio no fue feliz, pero la culpa no es sólo de Carmen. Mario no colabora en las tareas domésticas, ni en el cuidado de los niños. La educación que les da no es autoritaria, y a Carmen le parece permisiva. En resumen las ideas avanzadas de Mario sobre la religión y la sociedad no son del todo consecuentes con su vida privada, que funciona con unos roles muy convencionales y con una carencia de afecto entre la pareja.
Resulta llamativa la escasa o nula información de su labor como profesor de instituto, su dedicación profesional principal. En su esquela no figura su profesión. Ni siquiera se menciona qué asignatura imparte. Ningún ex alumno acude a su velatorio. No sabemos cuál es su talante como profesor, cómo se relaciona con sus alumnos.
Mario aparece como una figura compleja y contradictoria sobre la no están de acuerdo los que le conocen: Bertrán, el bedel del Instituto, lo define como “un hombre cabal” y la nota necrológica de “El Correo” dice: “Descanse en paz un hombre bueno”. En el epílogo encontramos tres opiniones bien distintas: “ un revolucionario” (Arronde, el boticario), “un hombre íntegro” (Moyano), “un Tartufo, que no era íntegro por serlo, sino para echar en cara a los demás que no lo eran” (Oyarzum).
Mario enfrentado a una mujer dogmática, que se rige por unos pocos principios, porque nadie la educó para otra cosa, se muestra tolerante y abierto al diálogo, pero también intransigente con sus principios, muy distintos de los de su mujer; sensible a los problemas de los marginados y a la injusta distribución de la riqueza.
Mario Díez Collado-“callado” durante el monólogo- es una figura compleja: Catedrático, periodista, escritor de novelas de contenido pacifista y asiduo de una tertulia. Es un intelectual en un medio hostil. Católico posconciliar y enemigo de los convencionalismos, hombre de gustos sencillos, como ir a su trabajo en bicicleta y liarse sus propios cigarrillos de picadura.
En el aspecto humano, en la relación de pareja, Mario en los 23 años de matrimonio nada ha hecho por elevar el nivel cultural de su mujer y romper la incomunicación. Rodeado por sus libros ha aceptado como normal, que su mujer se dedicara a las tareas domésticas sin despertar en ella inquietudes religiosas o culturales. Y algo hay de contradictorio en quien se preocupa de los menos favorecidos-pobres, locos, presos, prostitutas- y no es capaz de ver la marginación en que vive su mujer.
Por tanto podemos concluir que desde un punto de vista ideológico puede ser para muchos un modelo de intelectual honesto e idealista, pero no podría decirse otro tanto frente a su esposa.
Entre los personajes secundarios tendríamos en primer lugar a familia de Carmen, el padre y la madre, a quienes admira y siente vergüenza de su hermana Julia, porque tuvo que marcharse a Madrid después de tener un hijo con un italiano, Galli Constantino.
De la familia de Mario no se salva nadie. El padre era prestamista, José Mª era rojo y Elviro un escuchimizado.
De los cinco hijos del matrimonio, destaca Mario, el hijo mayor, tan parecido al padre. Doro, la muchacha de la casa ,admira a su señorito.
Carmen admira a quines tienen un cargo importante o tienen buena posición social, así Antonio, el Director del Instituto; Higinio Oyarzum, un hombre de sociedad, pluriempleado con 5 ó 6 cargos y a Arronde, el boticario.
Sin embargo admiran a Carmen, Eliseo San Juan, el de la tintorería, con su eterna cantinela: “qué buena estás, qué buena estás” y Paco Álvarez. Paco , símbolo del ascenso social rápido, un nuevo rico, que deslumbra a Carmen con sus millones, su coche de lujo y sus viajes. Un hombre atractivo de frases lentas y pausadas, que fuma cigarrillos rubios y se perfuma con colonia cara. Podría decirse que es la contrafigura de Mario.
Valentina, Valen es su mejor amiga y quien mejor la comprende. Casada con Vicente Rojo, pertenece a una de las mejores familias de la ciudad. Esther es una amiga de toda la vida, pero no goza de las simpatías de Carmen. Es muy moderna, muy leída, se las da de intelectual, casada con Armando y admira a Mario.
Los amigos de Mario, sus contertulios son : Moyano,”el de las barbas”, don Nicolás, director de “El Correo”, un ser aborrecible, de la “cáscara amarga”; y Aróstegui que en el epílogo se refiere a Mario como un “Hombre íntegro”.
Otros personajes que aparecen fugazmente en el relato son Hernando de Miguel, a quien Mario rechazó un lechazo; Crescente, el de la tienda de ultramarinos, siempre al acecho con el motocarro y Maximino Conde, cuya vida amorosa hubiera resultado un excelente argumento para una novela comercial.
Todo el monólogo de Carmen se apoya en la ficción de que Mario puede oírla. De ahí la importancia de la función apelativa del lenguaje. Vocativos, a veces cariñosos, otras peyorativos o burlescos: “Cariño, hijo, borrico, adoquín, zoquete, pedazo de holgazán”. La llamadas de atención en imperativo son muy frecuentes:“oye, di, fíjate, entérate, toma ejemplo” y también la exclamaciones y preguntas retóricas: ¿eh?, ¿no lo sabías?, hala, qué horror”.
Pero donde Delibes se muestra maestro del idioma es en el lenguaje coloquial de Carmen. Delibes, mientras escribía la novela, realizó un proceso de inmersión lingüística para captar y reproducir los giros, los ritmos y las modulaciones de una mujer de la clase media provinciana. El discurso de Carmen fluye con naturalidad, con autenticidad, sólo comparable a los diálogos de “El Jarama” de R. Sánchez Ferlosio.
El habla de Carmen es convencional y reproduce tópicos, estereotipos y clichés lingüísticos. Buena parte de esos tópicos proceden de su madre: “Mamá siempre lo decía”. Se trata de ideas conservadoras, que defienden que las cosas son como son y siempre han sido así, por lo que es absurdo cambiarlas. Veamos algunos ejemplos: “Cada uno debe arreglárselas dentro de su clase con se hizo siempre” (V-66); “siempre hubo ricos y pobres, Mario” (VI-70); las cosas tienen que ser así porque así han sido siempre” (XV-146).
Para reforzar estos tópicos conservadores, Carmen recurre a las frases hechas: “no es oro todo lo que reluce”, “sin decir oste ni moste”, “sin ton ni son”; a comparaciones fosilizadas: “más visto que el TBO”, “más terco que una mula”, da más guerra que un hijo tonto”; a refranes: “el que tiene padrino se bautiza”, “cada oveja con su pareja”.
Y para dar más autenticidad al habla de Carmen, Delibes reproduce errores gramaticales, propios del habla de Castilla: laísmo, loísmo y leísmo: “la hice daño”, la agradasen las esquelas”, con qué cara voy a contestarlos”, “aún les hay”. También usa Carmen el artículo delante de los nombres propios: El don Nicolás, el Aróstegui, el Moyano”.
SIGNIFICACIÓN:
El título de la novela “Cinco horas con Mario” no se ajusta totalmente a la verdad, después de leída, esas cinco horas son ,en realidad para el lector “Cinco horas con Carmen”. Hecha esta observación Carmen y Mario ambos son coprotagonistas del relato, si bien el autor parece que quiere privilegiar a Mario, ya desde el título.
En lo que se refiere a los nombres tenemos por una parte a Carmen (nombre de mujer, verso latino y quinta con jardín del Albaicín granadino), pero sobre todo es un nombre muy común de la mujer española. También aparece en la novela con el diminutivo Menchu. El apellido Sotillo, diminutivo de soto, significa terreno algo elevado a la orilla de un río con árboles. Así pues de su nombre y de su apellido podemos deducir que nuestra protagonista es una mujer corriente y ramplona de la pequeña burguesía provinciana.
En cambio Mario Díez Collado, su nombre no es tan común ni castizo como el de Carmen; y el segundo apellido COLLADO designa una elevación del terreno sin árboles, según lo cual la figura de Mario quedaría más elevada que la de Carmen.
El tema central de “Cinco horas con Mario” es la incomunicación de los dos personajes Carmen y Mario, que representan a las dos Españas que se enfrentaron en la guerra civil. Y esta incomprensión es por ambas partes. Hay un rechazo y una intolerancia a las ideas del otro, porque todas las ideas de Carmen tampoco son negativas. La novedad de la novela consiste en analizar desde dentro de un personaje las ideas y la mentalidad de las clases medias españolas que se sentían a gusto con el régimen. Delibes utiliza la ironía para comunicarse con el lector o éste realiza un contramonólogo para captar el mensaje.
Carmen con su monólogo trata de justificarse y defenderse ante Mario y así sus ataques se vuelven contra ella, es el juego de la ironía. Es egocéntrica, poco culta, anticuada, dominadora, sólo se preocupa de lo superficial y de lo material; mientras que Mario, tiene una buena biblioteca, lee, comparte opiniones, es honesto y lucha por los derechos de los más desfavorecidos. De esta forma consigue Delibes criticar las estructuras de los años 60 de forma indirecta, sorteando la posible censura y plasmar el choque de dos mentalidades: la de Carmen de ideas conservadoras, espíritu reaccionario, prejuicios, hipocresía y convenciones sociales y la de Mario de ideas y actitudes abiertas, progresista, intelectual, tolerante compasivo y justo.
“Cinco horas con Mario” se leyó, cuando se publicó, como un hiato entre los católicos tradicionales y los posconciliares. Más tarde, en la transición, se hizo una lectura política: el conflicto ideológico entre las dos Españas, Carmen se identificaba con el franquismo y Mario con el antifranquismo y en la actualidad hay una tendencia a fijarnos más en el aspecto humano de la pareja.
También tiene importancia como documento sociológico y el gran valor del lenguaje coloquial de Carmen.
La novela es pesimista y amarga, de una estructura novedosa en el fondo y en la forma. Y el mensaje final, cuyo portavoz es Mario hijo, abre una puerta a la esperanza y a la reconciliación de las dos Españas y de los individuos.
“Cinco horas con Mario” fue muy bien recibida por la crítica, Guillermo Díaz-Plaja en ABC (1967), Joaquín Marco en “Destino”(1967), José Domingo en “Ínsula” (1967), todos destacan el valor del lenguaje coloquial de Carmen, la carga política, la ironía y la crítica a la anquilosada sociedad del momento e Isaac Montero en la “Revista de Occidente”(1968) habla de “la descripción del limbo femenino y burgués español”.
La novela, a su vez, fue bien recibida por los lectores, de tal forma que en dos años salieron 3 ediciones, la primera con 35.000 ejemplares. Se ha editado 32 veces en la colección “Ancora y Delfín de “Destino” hasta 2004, después de editó en Destinolibro;
También ha sido editado por Salvat (1971), por Orbis (1984), por el Círculo de lectores (1984), en 1995 se editó en la colección “Clásicos Contemporáneos Comentados” de Destino, con una espléndida introducción de Antonio Vilanova , que en 2004 se edita la 9ª edición, por Planeta(1996) y por la Colección Austral en 2007.
El mismo Delibes, asombrado ante la reacción de los lectores comentó a Javier Goñi (Ob. Cit. pp.84-85): “No sólo no tuve ningún problema con esta novela, sino, que, además, nadie se reconoció en ella, esto es lo que más me chocó, personas de las que yo había tomado frases enteras, discursitos, tics, pues nada, me decían lo bien que lo habían pasado leyendo mi novela, cuánto se habían reído, cuánta razón tenía, y yo no salía de mi asombro”. ¿Entonces?.
Las traducciones también han sido numerosas: al rumano (1970), al checo (1972), al inglés (1972), al ruso (1975), al alemán (1976) y al italiano (1982).
Además de todo el éxito de crítica y de ventas en 1979 se estrenó en Madrid una adaptación teatral de “Cinco horas con Mario”, realizada por Delibes, una versión resumida y actualizada. Suprime las citas bíblicas, los personajes secundarios, reduce los recursos lingüísticos coloquiales, añade acotaciones teatrales y dinamiza el monólogo. Esta versión fue interpretada por la actriz Lola Herrera con gran éxito de público por toda España.
En 1981 se estrenó la película “Función de noche” dirigida por Josefina Molina y protagonizada por Lola Herrera y su ex marido Daniel Dicenta. Esta película no era un versión para el cine de la novela, sino un documental de la crisis de pareja. Así pues el tema planteado en la novela ha ido evolucionando hacia la crisis de pareja en detrimento del contexto (renovación del catolicismo, desarrollismo, franquismo).
NOVELAS DE DELIBES:
La sombra del ciprés es alargada, 1948; Aún es de día,1949; El camino, 1950; Mi idolatrado hijo Sisí, 1953;La hoja roja,1959, Las ratas, 1962; CINCO HORAS CON MARIO,1966; Parábola Del náufrago, 1969; El príncipe destronado,1973; Las guerras de nuestros antepasados,1975; El disputado voto del señor Cayo,1978; Los santos inocentes, 1981; Tres pájaros de cuenta,1982; Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso,1983; El tesoro, 1985; 377ª, madera de héroe, 1987; Señora de rojo sobre fondo gris,1991; Diario de un jubilado, 1995 y El hereje,1998.
BIBLIOGRAFÍA:
.Alonso de los Ríos César.”Conversaciones con Miguel Delibes”. Destino. Barcelona, 1995
.Edgar Pauk.”Miguel Delibes: Desarrollo de un escritor(1947-1974). Edit. Gredos. Madrid, 1975
.Medina-Bocos Amparo.”Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes. Guía de lectura. Edit Alhambra.Madrid, 1989.
.Sobejano Gonzalo.”Novela española de nuestro tiempo”. Edit. Prensa Española. Madrid, 1970
“Cinco horas con Mario” (Versión teatral)Selecciones Austral Madrid, 1981.
.Villanueva Darío. “Estructura y tiempo reducido en la novela”.Edit Anthropos. Barcelona,1994.
Madrid, 4 de febrero de 2010.
Portada de la 1ª edición, 1966
La primera noticia sobre la génesis de “Cinco horas con Mario” la tenemos en una carta del 2 de agosto de 1965 de Miguel Delibes a Joseph Vergés, su editor en Destino, esto dice Delibes:”He iniciado una novela (…) en la que una viuda joven ante el cadáver de su marido (…) evoca su vida de matrimonio, que abarca, más o menos, los “25 años de paz”. El monólogo de esta mujer y los reproches al marido darán por el gusto a los censores, pero, al propio tiempo, espero que quede bien claro que la conducta de éste es la honrada y la justa a despecho de tópicos e hipocresías” .
Después viene el envío del original al editor y el pase por la censura, que es aprobada en su integridad. La novela sale de imprenta el 3 de enero de 1967 y le son enviados varios ejemplares a su autor, aunque en la 1ª edición figure 1966.
En un principio Miguel Delibes pretendía convertir a Mario , trasunto imaginario de sí mismo, en el principal protagonista de la novela narrada en 3ª persona a la manera tradicional, que reflejara el enfrentamiento entre Mario y Carmen vivos en el seno del matrimonio. Proyecto que tuvo que abandonar al darse cuenta de que aplicaba al relato una fórmula equivocada, que afectaba a la autenticidad del carácter de Mario (intelectual progresista y católico posconciliar) y además impedía enmascarar sus opiniones y por tanto sortear la vigilancia de la censura. Esto dice Delibes: “En “Cinco horas con Mario” me paré a las cien cuartillas, porque aquello no funcionaba con Mario vivo. Afortunadamente esta vez vi la luz, ayudado por la censura, porque lo que decía Mario no lo iba a permitir la censura y en esta ocasión me sirvió para encontrar la solución: matar a Mario y verlo a través de su mujer, cuyos juicios eran oficialmente plausibles” .
Pero intentemos adentrarnos en la leve trama argumental:Estamos ante la biografía de Mario y Carmen, contada por esta última, la noche en que cumpliendo la tradición, vela su cadáver. Mario, catedrático de Instituto de una capital castellana, intelectual inconformista, liberal y católico posconciliar, acaba de morir a los 49 años, el 24 de marzo de 1966, según reza en la esquela. El primer capítulo describe el ambiente de los familiares, allegados y amigos que vienen a velar el cadáver a dar el pésame.
Después Carmen, su mujer y protagonista-narradora inicia una larga reflexión o diálogo mental a solas ante el cadáver de su marido, que no le puede responder. Y a lo largo de estas cinco horas y 27 capítulos con escasa continuidad de unos a otros, Menchu va reviviendo e hilvanando los recuerdos de su vida en común.
Carmen siempre defiende una mentalidad conservadora y tradicional. Por el contrario va desvelando la personalidad de Mario, un hombre sencillo, que se desplaza en bicicleta (nada de comprar un “Seiscientos”), que escribe novelas pacifistas y publica artículos en el periódico. Mario es un hombre íntegro, que desde su puesto de catedrático nunca quiso aprovecharse de recomendaciones, ni siquiera para conseguir un piso de protección para su numerosa prole (5 hijos). Mientras que Carmen mide la dignidad de las personas por lo que tienen. No soporta carecer de una cubertería de plata, ni tener un “Seiscientos”. Su antiguo pretendiente, Paco, nuevo rico, en cambio, tiene un “Tiburón” rojo. Un asunto de conflictividad conyugal la tiene preocupada y es su relación con Paco. Se encontraron, cuando ella estaba en la parada del autobús y la llevó a las afueras en el flamante coche , la besó y la abrazó, pero no pasó nada más.
El comportamiento de Mario con Carmen tiene también sus sombras, con la supuesta infidelidad con Encarna, y sobre todo la incapacidad de comunicación con su mujer, manifestada en la noche de bodas: “Pero tú te acostaste y “buenas noches”, como si te hubieras metido en la cama con un carabinero”.Pero en Carmen hay un anhelo de explicarse ante Mario por el no consumado adulterio con Paco y obtener el perdón de su esposo.
La novela llega a su fin cuando sacan el ataúd tras la noche de velatorio en un capítulo, a modo de epílogo, que se aleja de la perspectiva de Carmen y se narra ya en 3ª persona. Interviene el hijo mayor, Mario y con su nueva mentalidad aporta esperanzas para las nuevas generaciones.
ESTRUCTURA:
Miguel Delibes dedica “Cinco horas con Mario” a su amigo José Jiménez Lozano. Tras la dedicatoria la novela se abre con una esquela, como las que aparecen a diario en los periódicos. Así pues, este primer texto literario nos presenta a Mario muerto.
A partir de aquí la novela se divide en tres partes bien diferenciadas, la primera y la última escritas en 3ª persona, que actúan a modo de prólogo y epílogo y enmarcan la parte central, la más extensa, que constituye el largo monólogo de Carmen Sotillo ante el cadáver de su marido.
La esquela tiene una misión informativa: dar a conocer del fallecimiento de alguien. Sin embargo como primera página de una novela es un texto imprevisto, no literario, un “collage”, que Delibes ha sabido aprovechar con finalidad literaria y sorprender al lector. La esquela de Mario Díez Collado nos presenta a los personajes que irán apareciendo en la novela y también muestra el mundo lleno de convenciones en el que se mueven los protagonistas. También ofrece la esquela datos de interés social como el lugar y la hora de la misa de alma, la hora de la conducción del cadáver, la dirección de la casa mortuoria y hasta la imprenta que ha confeccionado la esquela:”Gráficas Tello”.
La primera parte, que actúa a modo de prólogo, constituye una descripción, tanto física como humana de la casa mortuoria y del mundo exterior que acompaña a Carmen. Esta parte está narrada en 3ª persona y la presencia del narrador es evidente, enjuicia, valora y hasta se permite una broma culta como llamar a los empleados de la funeraria “los muchachos de Carón” .
Las cinco horas con Mario, la parte central, son el núcleo de la novela y en ellas toma la palabra Carmen sin que se advierta ninguna interferencia del narrador.
Abandonan la sala Valen y Vicente y Carmen le dice a su hijo Mario: “-Mario(…) acuéstate (…) Quiero quedarme a solas con él. Cierra la puerta. Ha apagado todas las luces menos la lámpara de pie que inunda de luz el libro que ella acaba de abrir” (p-32).
El lector se sumerge durante cinco horas- un tiempo que puede coincidir con la duración de la lectura de la novela- en la conciencia del personaje-protagonista, que de modo desordenado, hace recuento de su vida. No se trata de un monólogo seguido, sino que las cinco horas aparecen distribuidas en 27 capítulos numerados con romanos, que cada uno de ellos se abre con una cita de la Biblia en cursiva. Se trata de textos subrayados por Mario, que luego releía: “Mario-dice Carmen a Valen-leía sobre leído, sobre lo señalado. Yo ahora cogeré el libro y será como volver a estar con él. Son sus últimas horas, ¿te das cuenta?” (p-30). Carmen, saltando de un libro a otro, va leyendo distintos pasajes y esa lectura será el desencadenante de su discurso mental. Por lo demás el discurso de la viuda repite una y otra vez los mismos motivos con leves variaciones de contenido.
Con las palabras finales (capit.XXVII), pronunciadas en voz alta y presa de una gran excitación, Carmen implora el perdón de su marido muerto por el conato de adulterio con Pedro en el “Tiburón” rojo.
El epílogo está formado por conversación entre Carmen y su hijo mayor, Mario, a quien había mandado a descansar cinco horas antes. La entrada en escena del hijo supone una tercera perspectiva superadora de las dos representadas por su padre y su madre. Edgar Pauk dice: “Esta parte es la más débil de la obra, por cuanto no es necesaria e interrumpe una perfecta estructura irónica” . Sin embargo Delibes concedía una importancia decisiva a esta parte: “A mí me interesaba particularmente el epílogo, para suavizar, con la intervención del hijo, el contenido pesimista de la novela” .
El mensaje antimaniqueo de la obra: “Todos somos buenos y malos, mamá” (p-251), dirá Mario Hijo, abre las puertas a la esperanza, a la reconciliación. De esta manera el fracaso de Mario padre en su intento de llevar a cabo sus ideales queda compensado por la esperanza de que su hijo siga luchando por ellos.
En cuanto al tiempo, “Cinco horas con Mario”, es una novela de tiempo reducido. Al principio la esquela sitúa la novela en un día concreto: el 24 de marzo de 1966, fecha de la muerte de Mario y la acción de la novela terminará a las diez de la mañana del día siguiente, cuando se produzca la conducción del cadáver. El tiempo del relato es muy reducido , entre doce y catorce horas (3 horas, el prólogo, 5 el monólogo y 4 el epílogo).
Otra cosa es el tiempo evocado en la parte central, que se ensancha hasta alcanzar los 23 años de matrimonio y más atrás, como la infancia de Menchu, su ambiente familiar, los años de noviazgo, toda la vida de Carmen Sotillo.
Referente al espacio también es limitado y se amplía en la evocación. La esquela sitúa en un lugar preciso la escasa acción de la novela: “Casa mortuoria: Alfareros,6, principal derecha”, de una ciudad de provincias. Este espacio real se reduce aún más las 5 horas del diálogo sin respuesta de Carmen, se trata de un cuarto cerrado, el despacho de Mario, convertido en capilla ardiente. La evocación de la viuda amplía el espacio de la casa a la ciudad, que no se nombra, pero se trata de Valladolid, ciudad natal de Delibes. Se habla en la novela de los soportales, la Acera, el Atrio, la fuente del Ángel, la Pajarera y el Pinar, lugares estos fácilmente identificables para quien conozca Valladolid; y dentro de la ciudad, el Instituto, lugar de trabajo de Mario, el periódico, donde escribe, casas de amigos, cines y cafés. Sólo Madrid y la Gran Vía aparecen como lugares evocados fuera de la ciudad provinciana.
PERSONAJES:
Carmen, hija de buena familia (“de clase media más bien alta”) con un padre monárquico convencido, ha asimilado los valores que le fueron inculcados en su ambiente familiar y su fidelidad a ellos es casi absoluta (clasismo, autoritarismo, individualismo y énfasis de las apariencias: “quiero y no puedo”). Tiene una mentalidad convencional, la que corresponde a las costumbres de la pequeña burguesía provinciana.
Para ella la religión es una convención más, una serie de ritos que hay que seguir por costumbre. Nuestra protagonista no busca la absolución de su conato de adulterio en la confesión, como sería normal para cualquier católica de la época, en vez de confesárselo a su marido; sin embargo ella necesita que Mario la perdone.
En cuanto a la sexualidad no se muestra como una reprimida, aunque tampoco lanza las campanas al vuelo: “de sobra sabes que a mí esas porquerías ni frío ni calor (XXIV-216). Carmen no es frígida, sino que se queja de la falta de delicadeza de Mario en las relaciones sexuales. En este terreno se muestra progresista, lamenta no haber podido usar las píldoras anticonceptivas: “las píldoras esas, ya ves, cuando una ya está deformada cargada de hijos” (XVII-163). Mario tiene una posición más conservadora y machista: el matrimonio utiliza el método Ogino, el único permitido por la iglesia católica. Mario no tiene en cuenta que ella no desea una familia numerosa: “No soy de tener muchos hijos”(XIII-132). Carmen le recrimina a Mario su indiferencia hacia ella como persona y como mujer, que es admirada por otros hombres. También le reprocha su falta de erotismo en las relaciones sexuales, en las que sólo busca su propio placer: “que en seguida se te pasa y a una la dejas con la miel en los labios, ni disfrutar” (XIV-141). No siente asco por el sexo, lo que reclama es que no sea un acto puramente mecánico-reproductor, sino que esté asociado a los sentimientos. El hombre que la atrae, Paco, es seductor y cariñoso, es el prototipo de una virilidad convencional asociada al triunfo social, simbolizado en el Citroën DS “Tiburón”(por la forma del morro).
Siendo así las cosas, ¿por qué se enamoró de Mario?, que ni era atractivo, ni varonil, ni rico. Carmen se sintió atraída por su aspecto desvalido: “Yo me decía: ese chico me necesita (…) Luego sí, lo reconozco, me colé de medio a medio, como una tonta” (III-49). Se casó con Mario por amor, un amor basado en su instinto maternal y protector.
Lo que no nos cuenta Carmen son los momentos de felicidad en la vida del matrimonio. La suya es una selección negativa. De la boda sólo recuerda que no pudo ir de blanco y la no consumación del amor la noche de bodas. Nada dice de las alegrías derivadas del nacimiento de los hijos. Carmen desea el perdón de su marido muerto y abandona la cantinela negativa y le confiesa su amor: “Sólo he sido para ti” (XXVII-245)
En lo que se refiere al conflicto ideológico, Mario y Carmen son muy distintos, pero no antagónicos. Los dos representan dos variantes de la mentalidad pequeño-burguesa provinciana en los años 60: una más avanzada y la otra más conservadora.
Las discrepancias entre Carmen y Mario son más de orden pragmático que ideológico. Ella le recrimina que sea tan idealista, ingenuo e intransigente con los poderes fácticos de la ciudad, lo que le ha impedido sacar provecho para su familia (el piso de protección y el cargo de concejal por el tercio cultural). Define a Mario con tres palabras: “testarudo, iluso y holgazán” (XXVI-235), frente a “perseverante, idealista y poco práctico, que había dicho la grafóloga de “El Correo”.
Todo lo que sabemos de Mario lo sabemos por una mujer que se siente hondamente frustrada e injustamente postergada por su marido.
Mario es un católico posconciliar, pero sin llegar a posiciones radicales. Defiende a los más humildes, pero sus ideales solidarios no se canalizan a través de asociaciones o grupos cristianos de base.
En cuanto a las ideas políticas, Mario no es un militante clandestino ni ostenta una ideología marxista (socialista o comunista). Pertenece al bando de los vencedores de la guerra civil, lo que pasa es que no se siente cómodo en él.
La familia de Mario es de ideas liberales. Sus dos hermanos, uno murió en el frente con los nacionales, y el otro fue fusilado por los franquistas por sus ideas republicanas. Esta tragedia familiar es un símbolo de conflicto fratricida en que se convirtió la guerra civil y Mario quiere acabar con la división entre vencedores y vencidos.
Las relaciones de Mario con el régimen son conflictivas: se rebela contra el fraude electoral y contra la censura. Pero, a pesar de ello, escribe en la prensa y publica libros. Es un disidente que actúa en solitario. Sus conflictos no son de índole política, sino que derivan de su filosofía inconformista de la vida, que le lleva a rechazar el incipiente consumismo: el SEAT 600 por el que suspira Carmen.. El conflicto entre Mario y la sociedad que lo rodea, cuyos valores defiende acríticamnete Carmen, es básicamente ético, de valores, que se agudiza por la falta de libertad.
Mario no es el hombre perfecto, sino que también tiene contradicciones entre sus ideales y sus actuaciones; y quizá esas imperfecciones hagan más creíble al personaje. Entre los defectos de Mario tendríamos la falta de afecto y la valoración de su mujer. Carmen queda reducida a las tradicionales funciones de la mujer en la sociedad patriarcal: objeto sexual, ama de casa y madre de sus hijos. Es cierto que su matrimonio no fue feliz, pero la culpa no es sólo de Carmen. Mario no colabora en las tareas domésticas, ni en el cuidado de los niños. La educación que les da no es autoritaria, y a Carmen le parece permisiva. En resumen las ideas avanzadas de Mario sobre la religión y la sociedad no son del todo consecuentes con su vida privada, que funciona con unos roles muy convencionales y con una carencia de afecto entre la pareja.
Resulta llamativa la escasa o nula información de su labor como profesor de instituto, su dedicación profesional principal. En su esquela no figura su profesión. Ni siquiera se menciona qué asignatura imparte. Ningún ex alumno acude a su velatorio. No sabemos cuál es su talante como profesor, cómo se relaciona con sus alumnos.
Mario aparece como una figura compleja y contradictoria sobre la no están de acuerdo los que le conocen: Bertrán, el bedel del Instituto, lo define como “un hombre cabal” y la nota necrológica de “El Correo” dice: “Descanse en paz un hombre bueno”. En el epílogo encontramos tres opiniones bien distintas: “ un revolucionario” (Arronde, el boticario), “un hombre íntegro” (Moyano), “un Tartufo, que no era íntegro por serlo, sino para echar en cara a los demás que no lo eran” (Oyarzum).
Mario enfrentado a una mujer dogmática, que se rige por unos pocos principios, porque nadie la educó para otra cosa, se muestra tolerante y abierto al diálogo, pero también intransigente con sus principios, muy distintos de los de su mujer; sensible a los problemas de los marginados y a la injusta distribución de la riqueza.
Mario Díez Collado-“callado” durante el monólogo- es una figura compleja: Catedrático, periodista, escritor de novelas de contenido pacifista y asiduo de una tertulia. Es un intelectual en un medio hostil. Católico posconciliar y enemigo de los convencionalismos, hombre de gustos sencillos, como ir a su trabajo en bicicleta y liarse sus propios cigarrillos de picadura.
En el aspecto humano, en la relación de pareja, Mario en los 23 años de matrimonio nada ha hecho por elevar el nivel cultural de su mujer y romper la incomunicación. Rodeado por sus libros ha aceptado como normal, que su mujer se dedicara a las tareas domésticas sin despertar en ella inquietudes religiosas o culturales. Y algo hay de contradictorio en quien se preocupa de los menos favorecidos-pobres, locos, presos, prostitutas- y no es capaz de ver la marginación en que vive su mujer.
Por tanto podemos concluir que desde un punto de vista ideológico puede ser para muchos un modelo de intelectual honesto e idealista, pero no podría decirse otro tanto frente a su esposa.
Entre los personajes secundarios tendríamos en primer lugar a familia de Carmen, el padre y la madre, a quienes admira y siente vergüenza de su hermana Julia, porque tuvo que marcharse a Madrid después de tener un hijo con un italiano, Galli Constantino.
De la familia de Mario no se salva nadie. El padre era prestamista, José Mª era rojo y Elviro un escuchimizado.
De los cinco hijos del matrimonio, destaca Mario, el hijo mayor, tan parecido al padre. Doro, la muchacha de la casa ,admira a su señorito.
Carmen admira a quines tienen un cargo importante o tienen buena posición social, así Antonio, el Director del Instituto; Higinio Oyarzum, un hombre de sociedad, pluriempleado con 5 ó 6 cargos y a Arronde, el boticario.
Sin embargo admiran a Carmen, Eliseo San Juan, el de la tintorería, con su eterna cantinela: “qué buena estás, qué buena estás” y Paco Álvarez. Paco , símbolo del ascenso social rápido, un nuevo rico, que deslumbra a Carmen con sus millones, su coche de lujo y sus viajes. Un hombre atractivo de frases lentas y pausadas, que fuma cigarrillos rubios y se perfuma con colonia cara. Podría decirse que es la contrafigura de Mario.
Valentina, Valen es su mejor amiga y quien mejor la comprende. Casada con Vicente Rojo, pertenece a una de las mejores familias de la ciudad. Esther es una amiga de toda la vida, pero no goza de las simpatías de Carmen. Es muy moderna, muy leída, se las da de intelectual, casada con Armando y admira a Mario.
Los amigos de Mario, sus contertulios son : Moyano,”el de las barbas”, don Nicolás, director de “El Correo”, un ser aborrecible, de la “cáscara amarga”; y Aróstegui que en el epílogo se refiere a Mario como un “Hombre íntegro”.
Otros personajes que aparecen fugazmente en el relato son Hernando de Miguel, a quien Mario rechazó un lechazo; Crescente, el de la tienda de ultramarinos, siempre al acecho con el motocarro y Maximino Conde, cuya vida amorosa hubiera resultado un excelente argumento para una novela comercial.
Todo el monólogo de Carmen se apoya en la ficción de que Mario puede oírla. De ahí la importancia de la función apelativa del lenguaje. Vocativos, a veces cariñosos, otras peyorativos o burlescos: “Cariño, hijo, borrico, adoquín, zoquete, pedazo de holgazán”. La llamadas de atención en imperativo son muy frecuentes:“oye, di, fíjate, entérate, toma ejemplo” y también la exclamaciones y preguntas retóricas: ¿eh?, ¿no lo sabías?, hala, qué horror”.
Pero donde Delibes se muestra maestro del idioma es en el lenguaje coloquial de Carmen. Delibes, mientras escribía la novela, realizó un proceso de inmersión lingüística para captar y reproducir los giros, los ritmos y las modulaciones de una mujer de la clase media provinciana. El discurso de Carmen fluye con naturalidad, con autenticidad, sólo comparable a los diálogos de “El Jarama” de R. Sánchez Ferlosio.
El habla de Carmen es convencional y reproduce tópicos, estereotipos y clichés lingüísticos. Buena parte de esos tópicos proceden de su madre: “Mamá siempre lo decía”. Se trata de ideas conservadoras, que defienden que las cosas son como son y siempre han sido así, por lo que es absurdo cambiarlas. Veamos algunos ejemplos: “Cada uno debe arreglárselas dentro de su clase con se hizo siempre” (V-66); “siempre hubo ricos y pobres, Mario” (VI-70); las cosas tienen que ser así porque así han sido siempre” (XV-146).
Para reforzar estos tópicos conservadores, Carmen recurre a las frases hechas: “no es oro todo lo que reluce”, “sin decir oste ni moste”, “sin ton ni son”; a comparaciones fosilizadas: “más visto que el TBO”, “más terco que una mula”, da más guerra que un hijo tonto”; a refranes: “el que tiene padrino se bautiza”, “cada oveja con su pareja”.
Y para dar más autenticidad al habla de Carmen, Delibes reproduce errores gramaticales, propios del habla de Castilla: laísmo, loísmo y leísmo: “la hice daño”, la agradasen las esquelas”, con qué cara voy a contestarlos”, “aún les hay”. También usa Carmen el artículo delante de los nombres propios: El don Nicolás, el Aróstegui, el Moyano”.
SIGNIFICACIÓN:
El título de la novela “Cinco horas con Mario” no se ajusta totalmente a la verdad, después de leída, esas cinco horas son ,en realidad para el lector “Cinco horas con Carmen”. Hecha esta observación Carmen y Mario ambos son coprotagonistas del relato, si bien el autor parece que quiere privilegiar a Mario, ya desde el título.
En lo que se refiere a los nombres tenemos por una parte a Carmen (nombre de mujer, verso latino y quinta con jardín del Albaicín granadino), pero sobre todo es un nombre muy común de la mujer española. También aparece en la novela con el diminutivo Menchu. El apellido Sotillo, diminutivo de soto, significa terreno algo elevado a la orilla de un río con árboles. Así pues de su nombre y de su apellido podemos deducir que nuestra protagonista es una mujer corriente y ramplona de la pequeña burguesía provinciana.
En cambio Mario Díez Collado, su nombre no es tan común ni castizo como el de Carmen; y el segundo apellido COLLADO designa una elevación del terreno sin árboles, según lo cual la figura de Mario quedaría más elevada que la de Carmen.
El tema central de “Cinco horas con Mario” es la incomunicación de los dos personajes Carmen y Mario, que representan a las dos Españas que se enfrentaron en la guerra civil. Y esta incomprensión es por ambas partes. Hay un rechazo y una intolerancia a las ideas del otro, porque todas las ideas de Carmen tampoco son negativas. La novedad de la novela consiste en analizar desde dentro de un personaje las ideas y la mentalidad de las clases medias españolas que se sentían a gusto con el régimen. Delibes utiliza la ironía para comunicarse con el lector o éste realiza un contramonólogo para captar el mensaje.
Carmen con su monólogo trata de justificarse y defenderse ante Mario y así sus ataques se vuelven contra ella, es el juego de la ironía. Es egocéntrica, poco culta, anticuada, dominadora, sólo se preocupa de lo superficial y de lo material; mientras que Mario, tiene una buena biblioteca, lee, comparte opiniones, es honesto y lucha por los derechos de los más desfavorecidos. De esta forma consigue Delibes criticar las estructuras de los años 60 de forma indirecta, sorteando la posible censura y plasmar el choque de dos mentalidades: la de Carmen de ideas conservadoras, espíritu reaccionario, prejuicios, hipocresía y convenciones sociales y la de Mario de ideas y actitudes abiertas, progresista, intelectual, tolerante compasivo y justo.
“Cinco horas con Mario” se leyó, cuando se publicó, como un hiato entre los católicos tradicionales y los posconciliares. Más tarde, en la transición, se hizo una lectura política: el conflicto ideológico entre las dos Españas, Carmen se identificaba con el franquismo y Mario con el antifranquismo y en la actualidad hay una tendencia a fijarnos más en el aspecto humano de la pareja.
También tiene importancia como documento sociológico y el gran valor del lenguaje coloquial de Carmen.
La novela es pesimista y amarga, de una estructura novedosa en el fondo y en la forma. Y el mensaje final, cuyo portavoz es Mario hijo, abre una puerta a la esperanza y a la reconciliación de las dos Españas y de los individuos.
“Cinco horas con Mario” fue muy bien recibida por la crítica, Guillermo Díaz-Plaja en ABC (1967), Joaquín Marco en “Destino”(1967), José Domingo en “Ínsula” (1967), todos destacan el valor del lenguaje coloquial de Carmen, la carga política, la ironía y la crítica a la anquilosada sociedad del momento e Isaac Montero en la “Revista de Occidente”(1968) habla de “la descripción del limbo femenino y burgués español”.
La novela, a su vez, fue bien recibida por los lectores, de tal forma que en dos años salieron 3 ediciones, la primera con 35.000 ejemplares. Se ha editado 32 veces en la colección “Ancora y Delfín de “Destino” hasta 2004, después de editó en Destinolibro;
También ha sido editado por Salvat (1971), por Orbis (1984), por el Círculo de lectores (1984), en 1995 se editó en la colección “Clásicos Contemporáneos Comentados” de Destino, con una espléndida introducción de Antonio Vilanova , que en 2004 se edita la 9ª edición, por Planeta(1996) y por la Colección Austral en 2007.
El mismo Delibes, asombrado ante la reacción de los lectores comentó a Javier Goñi (Ob. Cit. pp.84-85): “No sólo no tuve ningún problema con esta novela, sino, que, además, nadie se reconoció en ella, esto es lo que más me chocó, personas de las que yo había tomado frases enteras, discursitos, tics, pues nada, me decían lo bien que lo habían pasado leyendo mi novela, cuánto se habían reído, cuánta razón tenía, y yo no salía de mi asombro”. ¿Entonces?.
Las traducciones también han sido numerosas: al rumano (1970), al checo (1972), al inglés (1972), al ruso (1975), al alemán (1976) y al italiano (1982).
Además de todo el éxito de crítica y de ventas en 1979 se estrenó en Madrid una adaptación teatral de “Cinco horas con Mario”, realizada por Delibes, una versión resumida y actualizada. Suprime las citas bíblicas, los personajes secundarios, reduce los recursos lingüísticos coloquiales, añade acotaciones teatrales y dinamiza el monólogo. Esta versión fue interpretada por la actriz Lola Herrera con gran éxito de público por toda España.
En 1981 se estrenó la película “Función de noche” dirigida por Josefina Molina y protagonizada por Lola Herrera y su ex marido Daniel Dicenta. Esta película no era un versión para el cine de la novela, sino un documental de la crisis de pareja. Así pues el tema planteado en la novela ha ido evolucionando hacia la crisis de pareja en detrimento del contexto (renovación del catolicismo, desarrollismo, franquismo).
NOVELAS DE DELIBES:
La sombra del ciprés es alargada, 1948; Aún es de día,1949; El camino, 1950; Mi idolatrado hijo Sisí, 1953;La hoja roja,1959, Las ratas, 1962; CINCO HORAS CON MARIO,1966; Parábola Del náufrago, 1969; El príncipe destronado,1973; Las guerras de nuestros antepasados,1975; El disputado voto del señor Cayo,1978; Los santos inocentes, 1981; Tres pájaros de cuenta,1982; Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso,1983; El tesoro, 1985; 377ª, madera de héroe, 1987; Señora de rojo sobre fondo gris,1991; Diario de un jubilado, 1995 y El hereje,1998.
BIBLIOGRAFÍA:
.Alonso de los Ríos César.”Conversaciones con Miguel Delibes”. Destino. Barcelona, 1995
.Edgar Pauk.”Miguel Delibes: Desarrollo de un escritor(1947-1974). Edit. Gredos. Madrid, 1975
.Medina-Bocos Amparo.”Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes. Guía de lectura. Edit Alhambra.Madrid, 1989.
.Sobejano Gonzalo.”Novela española de nuestro tiempo”. Edit. Prensa Española. Madrid, 1970
“Cinco horas con Mario” (Versión teatral)Selecciones Austral Madrid, 1981.
.Villanueva Darío. “Estructura y tiempo reducido en la novela”.Edit Anthropos. Barcelona,1994.
Madrid, 4 de febrero de 2010.
Portada de la 1ª edición, 1966
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