EL
TÓPICO DEL BEATUS ILLE1
EN LA LITERATURA ESPAÑOLA
Quinto Horacio Flaco
El
Beatus ille, la composición más famosa de Horacio, es un
elogio de la vida campestre, apartada de las molestias e
inconvenientes de la ciudad.
El
poeta expone una larga lista de ocupaciones que hacen deseable la
vida en el campo, en contacto con la naturaleza que ofrece sus dones:
sombra para el descanso, el canto de los pájaros, el susurro de los
manantiales, la diversión de la caza y la curación de la angustia
del espíritu.
Por
otra parte, si a todo eso añadimos la compañía de una buena esposa
a la vieja usanza: casta, trabajadora y buena cocinera; pues poco más
se puede pedir.
Esta
exposición, sin duda sincera del poeta, está encerrada dentro del
marco de la ironía crítica, propia del género epódico al que
pertenece el poema; pues por los cuatro versos finales (Haec ubi
locutus faenerator Alfius) nos enteramos que todo este elogio
de la vida campestre está puesto en boca del prestamista Alfio,
quien, a pesar de sus alabanzas de una vida distinta, prefiere seguir
con la rutina de siempre prestando su dinero a interés en la ciudad.
Desde
luego la alabanza del labrador que vive en el campo cultivando las
tierras que heredó de sus padres (paterna rura) está en la
misma línea del O fortunatos nimium sua si bona novint/
agricolas, quibus ipsa, procul discordibus armis/ fundit humo
facilem vietum justisima tellus.2
de las Geógicas II de Virgilio, que seguro que
Horacio, al escribir el épodo (beatus=fortunatos), lo tuvo presente.
El Marqués de Santillana
El
tópico tiene su eco en la alabanza de los oficios serviles que se
hace en La comedieta de Ponça del Marqués de Santillana a
finales de la Edad Media:
Benditos
aquellos que con la açada
sustentan
sus vidas y biven contentos,
y
de quando en quando conocen morada,
y
sufren pacientes las lluvias y vientos3
Garcilaso de la Vega
Y
ya en la plenitud renacentista la canción del pastor Salicio en la
II Égloga de Garcilaso de la Vega abunda en el tópico de la
vida retirada:
SAL:
¡Cuán bienaventurado
aquel
puede llamarse
que
con la dulce soledad s’ abraza,
y
vive descuidado
y
lejos d’ empacharse
en
lo que al alma impide y embaraza!
No
ve la llena plaza
ni
la soberbia puerta
de
los grandes señores,
ni
los aduladores
a
quien la hambre del favor despierta
no
le será forzoso
rogar,
fingir, temer y estar quejoso.4
Dentro
de la prosa didáctica y la literatura moral renacentistas la obra de
Fray Antonio de Guevara, Menosprecio de corte y alabanza de aldea
es un tratado de moral encaminado a destacar las ventajas de la vida
retirada sobre la exposición en la ciudad. El libro ha sido
considerado como una típica manifestación de las corrientes
renacentistas que preconizaban el retorno a la naturaleza y ponían
en valor la vida campestre.
Su
elogio de la vida campesina no se basa en los criterios horacianos,
sino en razones prácticas: comodidad, la calidad de la comida, el
placer del vino. Y junto con ese elogio de la vida campestre, se
desarrolla el menosprecio de la vida cortesana, fuente de todos los
vicios. Fray Antonio de Guevara dirigía sus consejos a los modestos
hidalgos urbanos, que habían emigrado del campo a la ciudad, cuyo
éxodo intentaba detener o incluso hacer que volvieran a gozar las
excelencias de la vida campesina.
El
autor llevó siempre una vida cortesana por lo que hace pensar que su
menosprecio de corte sea insincero y de esta forma conectara, además,
con la ironía de Alfio del Beatus ille horaciano.
Fray Luis de León
Fray
Luis de León, además de traducir el Beatus ille, lo adaptó
y lo recreó- haciendo caso omiso de los cuatro versos finales de
Alfio-, en su “Canción a la vida retirada”:
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal
ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los poco sabios que en el
mundo han sido5
Claro
que la vida retirada en el campo que canta Fray Luis no implica ser
agricultor, sino evitar el tráfago de la vida universitaria
salmantina, y si acaso cultivar un pequeño huerto para el consumo
propio, así:
Del
monte en la ladera
por
mi mano plantado tengo un huerto
que
con la primavera
de
bella flor cubierto
ya
muestra en esperanza el fruto cierto.
vv. 41-45.
Lope de Vega
Lope
de Vega en Pastores de Belén roza el tópico, así:
Dichoso
aquel que en un comprado
la
vida solitaria apura
y
entre las mieses y verdura
sin
que tenga jamás parado.
Y
más adelante:
¡Cuán
bienaventurado
aquel
puede llamarse justamente, sin tener cuidado
de
la malicia de la gente
a
la virtud contraria,
la
suya pasa en vida solitaria!6
Asimismo
el urbano Lope de Vega en El villano en su rincón, en una
canción de la comedia trata el tópico, coincidente, por otra parte,
con la segunda Égloga de Garcilaso citada:
MÚSICOS:
¡Cuán
bienaventurado
aquel
puede llamarse justamente,
sin
tener cuidado
de
la malicia y lengua de la gente,
a
la virtud contraria
la
suya pasa en vida solitaria!
Caliéntase
el enero
alrededor
de sus hijuelos todos,
a
un roble ardiendo entero,
y
allí contando diversos modos
de
la extranjera guerra,
duerme
seguro y goza de su tierra.7
Juan
Labrador ( El villano…) o figuras semejantes como los protagonistas
de Peribáñez, El alcalde de Zalamea o Fuente Ovejuna son
campesinos ricos, que defienden con vehemencia su honor y su estatus,
y que, en cierto modo, reflejan una realidad social. Este elogio del
villano está en consonancia con el desarrollo económico de la
España de entonces.
Lope
de Vega, cantando las excelencias de la vida campesina, contribuyó a
crear una buena imagen del labrador rico, por ser uno de los pilares
más firmes del sistema político a través de los impuestos.
Luis de Góngora
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y agua ardiente,
y
ríase la gente.
Como en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más que una morcilla
que en el asador reviente,
y
ríase la gente.8
En
esta segunda estrofa notamos un eco, acaso voluntario, de la “Vida
retirada” de Fray Luis de León:
A
mi una pobrecilla
mesa,
de amable paz bien abastada,
me
baste; y la vajilla
de
fino oro labrada
sea
de quien la mar no teme airada. (vv. 71-75)
La
dorada vajilla y la pobre mesilla revelan la influencia de Fray Luis
de León, pero las píldoras, el asador y la morcilla son gongorinos.
Sin duda Góngora leería las poesías del agustino durante los
cuatro años de estudiante en Salamanca y Fray Luis catedrático.
A
continuación ofrecemos el texto latino del Beatus ille
horaciano:
>>Beatus ille qui procul negotiis,
tu
prisca gens mortalium,
paterna
rura bobus exercet suis,
solutus
omni faenore,
neque
excitatur classico miles truci,
neque
horret iratum mare,
forumque
vitat et superba civium
potentiorum
limina.
Ergo
aut adula vitium propagine
altas
maritat populos,
aut
in reducta valle mugientium
prospectat
errantes greges
inutilisque
falce ramos amputans
feliciores
inserit,
aut
presa puris mella condit amphoris,
aut
tondet infirmas oves;
vel
cum decorum mitibus pomis caput
Autumnus
agris extulit,
tu
gaudet insitiva decerpens pira
certantem
et uvam purpurae,
que
muneretur te, Priaqpe, et te pater,
Silvane,
tutor finium.
Libet
jacere modosun antigua ilice,
modo
in teneci gramine;
labuntur
altis interim ripis aquae,
querentur
in silvis aves
frondesque
lymphis obstrepunt manatibus,
somnos
quod invitet leves,
at
cum tonantis annus hibernus Jovis
imbres
nivesque comparat,
aut
trudit acres hinc et hinc multa cane
apros
in obstantes plagas,
aut
amite levi rara tendit retia,
turdis
edacibus dolos,
pavidumque
leporem et advenan laqueo gruem
jucunda
captat praemia.
Quie
no malarum, quas amor curat habet,
haec
inter obliviscitur?
Quodsi
pudica mulier in partem juvet
domum
atque dulces liberos,
Sabina
qualis aut perusta solibus
pernicis
uxor Apuli,
sacrum
vetustis exstruat lignis focum
lassi
sub adventum viri
claudensque
textis cratibus laetum pecus
distenta
siccet ubera,
et
horna dulci vina promens dolio
dapes
inemptas apparet;
non
me Lucrina juverint conchylia
magisve
rhombus aut escari,
siquos
Eois intomata fluctibus
hiems
ad hoc vertat mare;
Non
Afra avis descendadt in ventrum meum,
non
attagen Jonicus
jucundior
quam lecta de pingissimis
oliva
ramis arborum
aut
herba lapathi prata amantis et gravi
malvae
salubres corpori,
vel
agna festis caesa Terminalibus
vel
haedus ereptus lupo.
Has
inter epulas tu juvat pastas oves
videre
properantes domum,
videre
fessos vomerem inversum boves
collo
trahentes languido
positosque
vernas, ditis examen domus,
circum
renidentes lares<<.
Haec
ubi locutus faenerato Alfius,
jam
jam futurus rusticus,
omnem
redegit Idibus pecuniam,
quaerit
Kalendis ponere.9
Traducción literal.
Feliz aquel que lejos de los
negocios, como los antiguos, labra la hacienda heredada con bueyes
propios, libre de toda usura (sin hipotecas); ni como soldado es
despertado por el duro clarín, ni teme al mar embravecido, ni tiene
que ir al foro, ni al altanero umbral de los señores poderosos.
Así pues, o enlaza a los
empinados chopos los viejos pámpanos de la vides o contempla en el
estrecho valle la errante vacada mugidora y podando con la hoz los
ramos inútiles injerta otros más fecundos, o guarda la miel
exprimida en ánforas limpias o esquila a las dóciles ovejas.
O bien cuando el otoño en los
campos alza la cabeza adornada con las sabrosas manzanas; ¡cómo se
alegra vendimiando los perales que él injertó y las uvas que
compiten con la púrpura, con las cuales te obsequiarán a ti Príapo,
o a ti padre Silvano, custodio de los campos!
Le agrada tumbarse bajo una
vieja encina o bien sobre la grama viciosa; mientras tanto se
deslizan las aguas de las elevadas riberas; gorjean las aves en los
bosques y hacen ruido las hojas con las aguas que manan, lo cual
invita a suaves sueños.
Pero cuando el invierno trae
lluvias y nieves; o acomete por doquier con muchas perras a los
crueles jabalíes hacia las redes fijas o tiende redes ralas con
pértiga sutil, engaño para lo voraces tordos y caza con un lazo a
la tímida liebre y a la inquieta grulla, alegre caza.
¿Quién entre estas cosas no
se olvida de los cuidados enojosos que trae el amor?
Pues si, además, una mujer
púdica atiende por una parte la casa y los dulces hijos como la
mujer Sabina o la esposa del Apulo activo, tostada por mil soles, que
cuando llega el varón cansado, enciende el sagrado fuego con leña
vieja (seca) y encerrando el alegre rebaño en el aprisco hecho de
mimbre entrelazada, ordeña las ubres repletas y sacando vino nuevo
de la dulce cuba prepara manjares caseros (no comprados); no me
agradarán más las ostras del lago Lucrino ni el rodaballo o los
escaros, si una tormenta de invierno tronando en las olas orientales
trae algunos hacia este mar; no comeré gallina africana ni francolín
jónico con más gusto que la aceituna recogida de las ramas repletas
o que la planta de la acedera, que crece en los prados, o las malvas
salutíferas para el cuerpo enfermo, o que una cordera sacrificada en
las fiestas Terminales o que un cabrito arrebatado al lobo.
Entre estos manjares , cómo
agrada ver que las ovejas apacentadas vuelven presurosas a casa, ver
los bueyes cansados, que traen sobre su lánguido cuello el arado
vuelto del revés, y los hijos de los esclavos, enjambre de casa rica
puestos alrededor de los resplandecientes lares.
Habiendo hablado esto el
usurero (prestamista) Alfio, ya pronto futuro campesino, recogió
todo su dinero en los Idus y ya intenta ponerlo a interés en las
Kalendas.
BIBLIOGRAFÍA
Fray Luis de León, Poesías,
edición y notas del padre Ángel Custodio Vega, editorial Planeta,
Barcelona, 1977.
Garcilaso de la Vega, Poesías
castellanas completas, edición de elías L. Rivers, Clásicos
Castalia, Madrid, 1972 (2ª edición)
Góngora Luis de , Letrillas,
edición de robert James, Clásicos Castalia, Madrid, 1981.
Horati, Carmina
Selecta, edición
preparada por V. Zuloaga C.M.F:, Lauria,5, Barcelona, 1948.
Lope de Vega, El
villano en su rincón,
edición de Juan M.ª Marín, Cátedra, Letras Hispánicas, Madrid,
1999 (3ª edición).
- Pastores
de Belén, edición
de Antonio Carreño, cátedra, Letras Universales, Madrid, 2010.
Marqués de Santillana,
Poesías Completas
I, Serranillas, cantares y decires. Sonetos fechos
al
itálico modo,
edición de Manuel Durán, Clásicos Castalia, Madrid, 1975
Virgilio, Las
bucólicas y las geórgicas, La
Crítica Literaria, Madrid, 2011.
Madrid, 23 de noviembre de
2018
Anastasio Serrano
1.-
Pertenece a los Épodos, llamado así porque al verso largo,
sigue uno corto; la estrofa es yámbica: se compone de un senario y
cuaternario yámbicos
2.-
Virgilio, Las bucólicas y las geórgicas, La crítica
Literaria, Madrid, 2011: ¡Cuán felices son los labriegos si
conocen todos sus bienes. Lo son, en efecto, lejos de la discordia y
de las armas, cultivando la tierra, que siempre prodiga en justicia
una subsistencia fácil!
3Marqués
de Santillana, Poesías Completas I, Serranillas, Cantares y
decires. Sonetos fechos al itálico modo, edición de Manuel Durán,
Clásicos Casstalia, Madrid, 1975, p. 248
4Garcilaso
de la Vega, Poesías castellanas completas, edición de Elías
L. Rivers, Clásicos Castalia, Madrid, 1972, (2ª edición), p. 136,
vv. 38-50
5Fray
Luis de León, Poesías, edición y notas de Ángel Custodio
Vega, editorial Planeta, Barcelona, 1977, p. 9, vv. 1-
6Lope
de Vega, Pastores de Belén, edición de Antonio Carreño, Cátedra,
Letras Universales, Madrid, 2010, pp. 131 y 166.
7Lope
de Vega, El villano en su rincón, edición de Juan María
Marín, Cátedra, Letras Hispánicas, Madrid, 1999 (3ª edición),
p. 159
8Góngora
Luis de, Letrillas, edición de Robert James, Clásicos
Castalia, Madrid, 1981, pp. 115-116
9Horati,
Carmina Selecta, edición de Zuloaga, C.M.F., Textos
“Palesttra”, Laura, 5, Barcelona, 1948, pp. 81-85