Calatayud, 1862 (Zaragoza)- Alicante, 1917 |
INTRODUCCIÓN
España
desde 1875, fecha de la Restauración Monárquica (Mas, 1982: 14-16)
en la persona de Alfonso XII, está dirigida por dos partidos que
alternan rigurosamente en el gobierno de la nación: el Conservador
de Antonio Cánovas del Castillo y el Liberal de Mateo Práxedes
Sagasta.
Este
sistema se afianza cuando Cánovas y Sagasta en 1885
institucionalizan el sistema político de los partidos turnantes y
sumen al país en la monotonía y en la inoperancia social.
La
estabilización política permitió algunos logros económicos y
legislativos; pero también generó grandes lacras como la
paralización intelectual del país, la corrupción administrativa y
sobre todo el caciquismo, principal freno democrático.
En
este contexto político inoperante empiezan a surgir los primeros
movimientos obreros con el fin de mejorar sus condiciones laborales.
Así en 1874 nace el PSOE y en 1888 Pablo Iglesias funda la UGT. La
clase trabajadora se organiza, se manifiesta, presenta sus
reivindicaciones y en Bilbao se realiza la primera huelga en 1889.
España
vive en este final de siglo una de sus crisis más profundas de su
historia con dos mentalidades enfrentadas: “idea” y “materia”:
conservadurismo, casticismo y nacionalismo (idea), frente a progreso
económico, liberalismo y europeísmo (materia); y como telón de
fondo la debacle colonial.
El
triunfo de la Revolución de 1868 (“La Gloriosa”) debía
encaminar a la sociedad española por cauces democráticos y realizar
la tan esperada revolución burguesa; pero la ideología
conservadora, a pesar de su derrota en el 68, seguiría, en la
práctica, detentando el poder, porque la clase media y la burguesía
liberal pactaron con los conservadores y le dieron la espalda al
pueblo.
Toda
esta situación política tendría su reflejo en la producción
periodística y literaria. Galdós, por su parte, que escribe desde
dentro de la burguesía criticándola y que tiene como objetivo
novelar la sociedad presente1
en sus obras, como Lo prohibido (1884) o Torquemada en la
hoguera (1889), en las que, por medio de alianzas matrimoniales,
une a la burguesía adinerada con la vieja aristocracia, confirmando
el pacto político entre la vieja clase dominante y la burguesía.
Esa
burguesía logrera, que había conseguido a bajo precio edificios,
fincas y terrenos rurales con las desamortizaciones de los bienes
eclesiásticos y con los negocios de contratas para el abastecimiento
del ejército en la guerra carlista, fue la que decoró sus caudales
con títulos de nobleza, casando a sus hijos con la aristocracia
empobrecida con el trasfondo político correspondiente.
Joaquín
Dicenta, a su vez, aparece en Madrid en 1881, como miembro singular
de la bohemia literaria finisecular, plena de escritores y artistas
en busca del éxito.
En
la bohemia de Dicenta tenemos que distinguir dos etapas, la primera
llegaría hasta 1895, fecha del estreno de Juan José, llena
de miseria y calamidades, coincidiendo con los fracasos de Los
irresponsables (1890) y Luciano (1894) y la segunda desde
1895 hasta el final de su vida, en la que vivirá una bohemia más o
menos dorada.
Desde
luego cuando surge el teatro de Dicenta, el dueño y señor de la
escena española es el Premio Nobel de Literatura don José Echegaray
(1832-1916), que coloca a nuestro teatro en el pasado. Lo que hizo
Echegaray fue ofrecer a la burguesía lo que ella pedía: una tenue
adulteración de la verdad, dejando fuera del escenario los temas
problemáticos, y ofreciendo un mundo de pasiones intrascendentes que se
avenían muy bien con la moral burguesa. Sus melodramas se
caracterizan por pasiones vanas, sonoridad retórica y efectismos
dramáticos, como se aprecian en El gran Galeoto (1881) y El
loco Dios (1900).
Ante
este panorama, Dicenta concibe el teatro como un lugar donde presentar
las injusticias, los vicios y los problemas que tiene la sociedad
moderna con el fin de remediarlos.
La
reforma que los autores teatrales finiseculares propugnaban- siendo
Dicenta uno de ellos- consistía “en utilización de una
escenografía brillante y expresiva, puesta al servicio de la obra
(…), abandono de los efectismos melodramáticos en las obras y
búsqueda de una mayor penetración psicológica”2.
Además
Dicenta rompió con el verso, a medida que evolucionaba del drama
romántico al realista, escribiendo en prosa.
Dicenta
se inicia en el teatro bajo la influencia de Echegaray y estrena El
suicidio de Werther (1888), Honra y vida (1888), La
mejor ley (1889) y Los irresponsables (1890). Estas obras
escritas en verso fluido, ya muestran cierta simpatía por las clases
débiles y una crítica hostil hacia los poderosos.
En
1984 estrena Luciano, drama en tres actos y en prosa y ya en
1895 estrena Juan José, dentro de la órbita del
teatro social, como El señor feudal, Aurora y Daniel, obras
en las que refleja la problemática de los trabajadores con realismo.
Conviene,
no obstante, explicar, ¿qué entendemos por teatro social? Pues el
autor teatral pretende expresar ante el público una realidad, con
objeto de conseguir que el espectador tome conciencia del problema
opte por una reforma positiva de esa realidad.
Pues
en esta etapa de la evolución teatral de Joaquín Dicenta se produce
el estreno de Juan José, obra, objeto de nuestro estudio.
JUAN
JOSE
Juan José (1895-1916) de Joaquín Dicenta |
La
génesis de la obra según relata el periodista Ricardo Fuente se
produce en un pueblo de Castilla en 1885, donde había ido con
Dicenta para participar en una conspiración republicana. Ricardo
Fuente dice que estando en una vieja posada, oyeron contar a alguien
un suceso que había ocurrido allí. Esa misma noche, Dicenta lo
glosa en forma de artículo. El artículo lo convierte en cuento tres
años después y lo incluye en su primer libro Espoliarium
(1888), titulándolo “Juan José”.
En
1892 Dicenta mencionó en Tinta negra que estaba preparando
una novela con el título de “Juan José”, que no publicó y en
su lugar creó el drama Juan José.
El
estreno de Juan José se produce el 25 de octubre de 1895 en
el Teatro de la Comedia de Madrid. Es un acontecimiento insólito,
pues rompe con la monotonía teatral imperante y aporta grandes dosis
de modernidad.
A
finales de siglo el teatro discurría por dos corrientes: la del
drama realista con Enrique Gaspar y Benito Pérez Galdós y la del
drama social como espejo de la problemática laboral del proletariado
con L. Cano, La Pasionaria (1893); y quizá los antecedentes
más inmediatos de Juan José son Teresa (1895) de Leopoldo
Alas, “Clarín”, drama proletario con claros tintes
revolucionarios, no logrado teatralmente y rechazado por el público
y El pan del pobre (1894), adaptación que hicieron Francos
Rodríguez y Félix González Llana de la obra del teatro social
europeo, Los tejedores de G. Hauptmann.
Pero
veamos el argumento de Juan José:
Juan
José es un albañil, que está enamorado de Rosa, que trabaja en una
fábrica y con las tercerías amorosas de Isidra es pretendida por
Paco, encargado de la obra, donde trabaja Juan José.
Una
tarde, después del trabajo, quedan en una taberna Toñuela y Rosa
con Andrés y Juan José, pero éstos van a hacer una chapuza y se
retrasan. Paco está en un reservado de la taberna celebrando una
francachela e invita a Rosa a cantar, en esto llega Juan José,
reconoce su voz y se producen los celos fundados.
Esto
trae consigo un enfrentamiento con Paco y le despide de la obra. La
pareja pasa necesidad, pues Rosa también había sido despedida de la
fábrica y Juan José se ve abocado a delinquir; es apresado y
condenado a 8 años de cárcel. Rosa no asistió al juicio, fingiendo
que estaba enferma. Ya en la cárcel recibe una carta de su camarada
Andrés, en la que le informa que Rosa está viviendo en la misma
casa, pero en el principal con Paco, llevando una vida regalada.
Con
un compañero de la cárcel, Cano, planea la huida en una conducción
y Juan José se presenta en casa de Rosa y Paco. Paco está ausente,
pero cuando Rosa siente sus pasos, Juan José sale a esperarlo, le
reta y le mata. Rosa pide socorro por el balcón, Juan José le tapa
la boca y la sujeta por la garganta e involuntariamente la mata.
Al
final entra Andrés y le insta a huir, pero Juan José dice:
“¡Y
“pa” que voy a huir? Mi vida era esto (Por rosa), y yo la he
matado”…Acto III, escena final.
EL
ESTRENO DE JUAN JOSE
El
ambiente que rodeó el estreno de la obra fue algo extraño: los
murmuradores del saloncillo, las peñas teatrales hicieron sus
cábalas: “Es una cosa disparatada. Todo pasa entre obreros: una
taberna, una guardilla, la cárcel (…). La cárcel sí; (…) donde
antes los salones, los saraos, los duques (…)., ahora los
zaquizamíes, las tasca, los tíos y las tías (…). Esto no puede
gustar. Esto lo patean”, esto dice Francos Rodríguez del estreno3.
Además
de estos temores de las habladurías de las tertulias de café, se
dio la circunstancia que la actriz Maria Tubau se negó a representar
el papel de Rosa, aduciendo motivos morales para interpretar a una
mujer amancebada. El papel fue representado por Juanita Martínez,
una actriz primeriza y el consagrado Emilio Thuiller a Juan José.
La
tarde del estreno Francos Rodríguez se entrevista con su amigo
Dicenta y le pregunta:
-“¿Qué
tal?” -“Magnífico” – contestó.
Juan
José me salva. Es carne de mi carne, sangre de mi sangre. En él
cuajaron los ímpetus de mi temperamento, los rasgos de mi carácter.
He aprisionado a la verdad para lanzarla al escenario; allí está
clavada por mí, sujeta por mi esfuerzo, para que exprese bien lo que
soy y lo que ambiciono”4.
Al
estreno acudió el público habitual. Se alzó el telón y apareció
una taberna de los barrios bajos, donde antes se veían salones
burgueses, con cuatro jugadores de cartas en un velador. Uno de
ellos, Perico tiene un periódico en la mano y deletreando con voz
firme llena el espacio sonoro:
No…
es… posi…ble…sopor…tar en silencio la conducta de un gobierno
que así olvida los sacratísimos derechos del ciudadano. Hora es ya
de que el noble pueblo español proteste de tan inicuos atentados y
salga a defensa de la “libertá” y de la patria escarnecida por
los secuaces de la reacción (…). ¡Hay que echarse a la calle y
acabar con el hato de granujas que nos oprime! ( I, 1ª)5.
Todo
lo que se vio en el escenario era nuevo, como si un ‘viento del
pueblo’ hubiera barrido el ambiente hasta entonces cargado de
perfumes, coqueteos retóricos y lisonjas dulzonas, lo que allí
apareció fue la realidad pura.
La
obra tuvo un éxito rotundo, a pesar de las dudas del preestreno y
todo ello debido a la valentía de Dicenta, que supo trasladar los
problemas de una clase social- digamos la burguesía- al pueblo.
Y en
cuanto a la innovación teatral es el introductor del pueblo con una
función muy distinta de la que le habían asignado los dramaturgos
del Siglo de Oro. Los personajes de Dicenta se rebelan contra unos
usos, unas instituciones y un estado vigente, porque tienen
conciencia del papel que desempeñan dentro de la sociedad.
Además
de incorporar al pueblo- el proletariado- como protagonista, pone de
manifiesto, que éste tiene los mismos sentimientos, que la clase
aristocrático-burguesa, que hasta entonces había sido la única
protagonista.
ESTRUCTURA
Hay
en Juan José dos estructuras, que corren paralelas y fuertemente
soldadas. Una primera estructura externa, que es la que viene
representada por un drama convencional de amor, pasión y celos, que
genera parte de la acción dramática.
En
efecto Juan José plantea la relación amorosa entre Rosa,
joven obrera, aficionada al dinero y a la juerga y Juan José,
albañil analfabeto, entregado en cuerpo y alma a su amor. Paco,
antagonista, maestro de obra de Juan José, pretende a Rosa, que
aleccionada por la “señá” Isidra, se deja llevar. Juan José
confiesa a su compañero Andrés sus celos:
“Andrés:
Más que tú, que no sabes lo que te pescas, porque estás “encelao”.
Juan
José: Sí lo estoy Andrés, y la sangre se me enciende en el cuerpo
cuando imagino que Rosa puede dejarme de querer” (I, 4ª).
El
triángulo amoroso se tiñe de verdadera rebeldía social. Los celos
encierran la impotencia de quien asume la inferioridad y se sabe
incapaz de atar a su amada ante los estímulos lujosos que ostenta el
rival, observados con fascinación y ansias de emulación por parte
de Juan José para retener a su amada Rosa:
Juan
José: (…) La otra mañana me fue Rosa a buscar a la obra y Paco se
puso delante de ella y empezó a soltarle requiebros y a pasearle por
sus ojos los “deos” llenos de sortijas, y a decirle, mirando
“pa” mí (…) Que suerte tienen algunos hombres y que mal
“ganá”… Yo seguía trabajando (…) y me fijaba en él (…),
en mi blusa “remendá” y en su ropa nueva, en el yeso que había
en mis manos y en las sortijas que había en las suyas y sentí…No
sé lo que sentía entonces (I, 4ª).
Tras
un enfrentamiento verbal entre patrón y obrero, Juan José es
despedido con el agravante que Rosa también fue despedida de la
fábrica, con lo que se colocan al borde de la indigencia. Forzado
por la situación, comete un robo que le lleva a la cárcel, de donde
se fuga para dar muerte a Paco y a Rosa.
Hay,
pues, una venganza de sangre que aplacaría la humillación padecida
por Juan José. No obstante es consciente de su última derrota, que
él expresa desde una perspectiva emocional: “¡Huir!... ¿Y “pa”
que voy a huir?... ¿Qué libro con huir?...¡La vida! ¡Mi vida era
esto y lo he matao!” (III, 8ª).
Por
otra parte en la estructura interna (el otro motor de la acción
dramática) se denunciaban gran parte de las lacras sociales del fin
de siglo: el drama social:
a)
La inutilidad de los esfuerzos revolucionarios manifestada por los
obreros no concienciados, sólo Perico y Juan José tienen conciencia
de clase. Esto dice Ignacio:
“Ignacio
(con desdén): Palabras, música… el tío del hiqui. Estas
revoluciones del quita ese “Pa” que suba yo las aprovechan los
políticos, los señores de levita…¿Son “pa” ellos? ¡Que las
hagan ellos!” (I, 1ª).
b)
La farsa electoral de la época y la compra de votos obreros y
campesinos por el cacique:
Ignacio:
“¿Por qué partido votaste?
Andrés.
¡Yo que sé!...¡Por el partido de las tres pesetas y una copa,
maldito si importa aquello!” (I, 2ª).
c)
La jornada laboral agotadora, que distaba mucho de las ocho horas:
“de las siete de la mañana hasta “anochecío”:
Andrés:
¿Qué hay?
Juan
José: “Lo que hay cuando se trabaja desde la siete de la mañana
hasta “anochecío”: mucho cansancio y mucho sueño” (I, 3ª).
d)
La situación social y la casi imposible reinserción laboral de un
ex presidiario:
Cano:
“Al salir de la cárcel vete a “peir” trabajo, acércate a la
gente “honrá” y verás lo “güeno”.
Juan
José: “¿Qué es lo que voy a ver?”
Cano:
“Que nadie da trabajo a un “sentenciao” por robo, que nadie
abre las puertas de su casa a un ladrón” (III, 1ª).
e)
También se apunta el drama social del analfabetismo:
Juan
José: (…) “¡Dios mío!, que desgracia tan grande los que nacen
como yo… ¡Ni a leer aprenden!... ¡No les enseñan!.”.. (III,
5ª).
En
esta misma línea del teatro social los escenarios y el vestuario de
Juan José son un tanto inusuales para la época (taberna, guardilla,
cárcel y el principal burgués) e iban a impresionar las conciencias
de los espectadores burgueses, de tal forma que Juan José será el
drama social por excelencia, drama revolucionario.
Así
era el vestuario de Rosa y Toñuela: “mantón de lana, delantal
azul, falda corta, pañuelo en la cabeza y manguitos azules en los
brazos” (I, 8ª, acotación); lo mismo que Juan José y sus
camaradas que vestían: blusa obrera y alpargatas, mientras que el
señorito Paco, el capataz, burgués en ascenso: “capa negra y
sombrero de ala ancha”.
El
público del Teatro de la Comedia era burgués, acomodaticio; los
abonados iban al teatro para ver y ser vistos, hacer vida social,
salir en las gacetillas de actualidad y para confirmar su pertenencia
a la clase social dirigente.
A
este público escandalizó más la blusa obrera de Juan José, que el
contenido ideológico de la obra; porque las tesis socialistas podían
escamotearse y, además, Dicenta no acertó a plasmarlas con
exactitud y le sobró apasionamiento romántico.
Pese
a que la crítica de forma casi unánime habla de una conciencia
social, sólo levemente esbozada; los sectores progresistas
aprovecharon el éxito de Juan José como una bandera de sus ideas.
Así Eduardo Zamacois, en 1916, propuso que adoptaran Juan José
como drama simbólico para celebrar la Fiesta del Trabajo. Esto dice
Zamacois:
“Últimamente
(…) José de Urquía, tuvo la feliz ocurrencia de publicar Juan
José el primero de mayo en La Novela Corta6,
día consagrado a la Fiesta del Trabajo y la copiosisíma edición
que hizo del drama y que dedicaba a los obreros españoles, se
agotaba en pocas horas (…) Por qué no celebrar anualmente, en
todos los teatros de España, con Juan José el aniversario glorioso
denominado La Fiesta del Trabajo”7.
Lo
que no cabe duda es que Juan José ante el auditorio del
Teatro de la Comedia clama por la justicia social y saca a las
tablas una clase social no habitual, que reclama sus derechos.
LOS
PERSONAJES
Juan
José es el protagonista de la obra, caracterizado por su lucha, su
valentía y pundonor. Es el personaje que más elementos románticos
posee: origen oscuro (hospiciano), impulsivo y apasionado en su
comportamiento. La infancia padecida y la soledad crean un héroe muy
próximo al melodrama o folletín romántico.
Rosa
es el personaje peor tratado de la obra; se mueve a instancias de la
necesidad. Su amor por Juan José variará de inmediato cuando surge
la adversidad y se ve privada de lo esencial. Ese amor al ser puesto
a prueba por Paco e Isidra se tambalea y cesa cuando Juan José está
en la cárcel. Rosa es un personaje acomodaticio que busca la
seguridad y el confort.
Paco
es el antagonista, que basa su superioridad en su poder económico,
dejando a su rival en el paro; transgrede la norma, desestabilizando
a la pareja ‘estable’, utilizando las tercerías de Isidra. Está
presentado con vigor y realismo.
Los
personajes secundarios:
Ignacio
tiene conciencia social, mientras que Andrés se entrega al
alcoholismo y a la inercia política.
Perico
cree inocentemente en la redención de la clase trabajadora, frente
al cinismo del tabernero, que para que marche bien su negocio se ha
de llevar bien con obreros y patronos.
Toñuela,
amancebada con Andrés, es abnegada y diligente, dispuesta a
sacrificarse por su pareja, frente a la frivolidad y el materialismo
de Rosa, que no está dispuesta a sufrir por nadie.
Isidra
encarna el prototipo de la vieja alcahueta.
ESTILO
Y LENGUAJE
El
lenguaje utilizado es el más adecuado para la obra, ya que está en
función de la clase popular iletrada y puesto al servicio de la
sociedad.
Dicho
lenguaje está dotado de realismo y naturalidad, sin retórica ni
pedantería. La lengua que utiliza Dicenta en Juan José es la
de la calle. Hay giros populares, refranes, coloquialismos,
abreviaturas, deformaciones y cierta comicidad.
Con
lo cual el autor conoce bien el lenguaje popular, sin caer en
excesivos casticismos. Esto supone, también, innovación
lingüística, porque será el primer autor que utiliza este tipo de
habla popular, y, a partir, de Juan José, surge una larga
tradición, que llevará a sus últimas consecuencias, Carlos
Arniches en sus sainetes, con el madrileño castizo achulapado.
La
prosa de Juan José, tan real, está sacada del mismo ambiente en que
viven los personajes, lo que demuestra la gran capacidad de
observación y asimilación del autor.
CRÍTICA
DE LA ÉPOCA
Después
del exitoso estreno de Juan José, la crítica tanto
conservadora como la progresista fue unánime en valorar
positivamente la obra.
Pero
pasados unos días la crítica tradicional empezó a mostrar su
oposición a Juan José, a pesar de que seguía siendo
aplaudida por el público. Esta crítica reaccionaria analizaba la
obra ciñéndose a su estructura externa: amor, celos y
amancebamiento. Esto dice Eneas en El Correo Español:
No
queremos que el teatro sea precisamente escuela de buenas costumbres,
pero al menos no lo sea de malas. Que no se ensalce el concubinato,
no cohoneste el robo, ni vaya a buscar belleza en los lupanares y en
los presidios8.
Y la
crítica progresista se pronunciaba así:
El
drama del señor Dicenta es bueno artísticamente por revelar la
esencia de la virtud social de hoy en uno de sus aspectos, por ser
resplandor de la verdad, por revelarnos la honda significación de un
mundo. No es bueno por tener tesis socialistas, sino que tiene tesis
socialistas por ser bueno9.
José
Martínez Ruiz, el futuro “Azorín” dice:
Juan
José, el protagonista, es el símbolo, la encarnación justísima de
todo un pueblo, es el más de toda una clase que sufre la esclavitud
del patrono (…), que trabaja para que otros no trabajen, que se
deja la salud y la vida en la fábrica, en las minas, en los campos10.
Juan
José -dice Martínez Ruiz en otro artículo- es el drama de nuestros
días. Es la encarnación, el símbolo de esta sociedad fin de siglo
(…), y porque es un drama que vivimos todos, algo que respiramos
todos los días (…). Juan José será siempre aplaudida y
considerada como una de esas obras que sintetizan toda un época.
Joaquín Dicenta de ganó (…) las simpatías del pueblo, que
trabaja y lucha, los aplausos calurosos de la juventud, que suspira
por la verdad. Ese será el camino11.
CONCLUSIÓN
A
pesar de que una parte de la crítica ha querido ver en Juan José
un simple drama de amor, celos y venganza con elementos folletinescos
(protagonista hospiciano, explotado de niño y analfabeto) y con la
presentación novedosa de los ambientes populares (taberna,
guardilla, cárcel), todo ello tratado con la misma seriedad que la
burguesía en el teatro convencional y con leves atisbos de crítica
social; nosotros creemos que Juan José es un drama social
plenamente, ya que la circunstancia económica actúa como primera
causa del desarrollo de la trama teatral.
Así
Juan José es despedido por su patrón por motivos personales, no
laborales, con el agravante que Rosa también es despedida de la
fábrica. Incluso los personajes secundarios como Isidra, que se
afana en su papel de celestina por dinero y el Tabernero, que se
abstiene de opinar a favor de su negocio. Hasta Andrés, que bebe
para olvidar las penas que derivan de su pobreza.
Esta
problemática social se manifiesta en los siguientes puntos:
1.
Los celos fundados de Juan José y la pobreza.
2.
Agresión del antagonista (flirteos de Paco y Rosa) con la pérdida
del trabajo de Juan José y de Rosa, que es despedida de la fábrica
junto con su amiga Toñuela.
3.
Superación de la agresión por parte de la víctima, que se
convierte en agresor; primero la cárcel y luego la venganza: el
crimen pasional.
En
este sentido podíamos destacar la perfecta imbricación de la
estructura externa (amor, pasión, celos, violencia y crimen) con la
estructura interna (enfrentamiento entre clases sociales, sociedad
injusta, paro y necesidad) que son los motores de la trama teatral en
desigual medida, sino la obra no hubiera tenido tan larga aceptación
y se hubiera quedado en el éxito del momento.
Pero,
además, hay una serie de aspectos externos de la obra que le dan ese
pretendido carácter social, a saber:
- El
rechazo de la afamada actriz María Tubau a representar a Rosa,
aduciendo motivos morales que le impiden llevar a las tablas al
personaje, porque Rosa está amancebada. Si se hubiera tratado de
cualquier comedia frívola, la Tubau no hubiera tenido ningún
problema en representar el papel de protagonista.
- La
expectación en los ensayos: “Es una cosa disparatada”. “Todo
pasa entre obreros: una taberna, una guardilla, la cárcel. Esto no
puede gustar. Esto lo patean”.
- La
acotación de Dicenta debajo del Reparto: “Otra”: “Cuiden los
actores que representan esta obra de dar a los personajes su
verdadero carácter, son obreros, no chulos, y por
consiguiente, su lenguaje no ha de tener entonación chulesca de
ninguna clase.”12.
- En
el banquete en honor de Dicenta por el éxito de Juan José,
al que asisten más de 150 hombres de letras, alguien le sugiere que
no fuera acompañado de su amante, la cantante gitana Amparito de
Triana y él haciendo caso omiso a la sugerencia lee el soneto “No”,
que transcribo y que refleja el temple moral de Dicenta:
Cuanto
sufrí, y ¡qué solo!...Ni un amigo/
ni
una mano leal que se tendiera
En
busca de la mía; ni siquiera/
el
placer de crearme un enemigo.
De
mi angustia y dolor solo testigo, /
de
mi penosa vida compañera
Fue
una pobre mujer, una, ¡cualquiera!/
que
hambre, pena y amor partió conmigo.
Y
hoy que mi triunfo asegurado se halla, /
tú,
amigo por el éxito ganado,
Me
dices que la arroje de mi lado/
que
una mujer así deshonra. ¡Calla!
Con
ella he padecido y he triunfado./
El
triunfo no autoriza a ser canalla.13
- El
artículo, ya citado, que Eduardo Zamacois publica en El Liberal
(9/5/1916), en el que encomia la labor de José de Urquía al
publicar Juan José en La Novela Corta, titulado: “Juan José
para Emilio Thuiller”, en el que dice:
“Este
hecho, que acredita una vez más la inmarcesible juventud de esta
obra, me sugiere la siguiente idea, que ofrezco a todos los
comediantes españoles, y muy particularmente al insigne autor Emilio
Thuillier: por qué no celebrar anualmente, en todos los teatros de
España, con Juan José, el aniversario glorioso denominado la Fiesta
del Trabajo”.
Esta propuesta fue
bien acogida por actor E. Thuillier y en El Liberal de Madrid,
17/5/1916 aparece
“Una carta” del actor publicada por Zamacois, en la que dice que
se presta gustoso a la iniciativa.
Poco
a poco esta propuesta fue calando entre los actores, como demuestra
un artículo del actor Miguel Muñoz publicado en El Liberal,
8/6/1916, en el que manifiesta: “Todos los primeros de mayo- me
halle donde me hallare en teatros de España o América- aportaré a
este gran homenaje el óbolo modesto de mi cooperación”14.
De
este modo se logró que Juan José se representara todos los
primeros de mayo en España hasta 1939 y después de esta fecha en el
sur de Francia por los exiliados españoles y en Hispanoamérica.
- El
contenido de la carta manuscrita que Joaquín Dicenta envía a José
de Urquía, autorizando la publicación de Juan José en La
Novela Corta y que Urquía publicó a modo de prólogo y cuya lectura
resulta dificultosa por la caligrafía de Dicenta. Esto dice l carta:
Me
pide usted autorización para publicar Juan José en La Novela Corta
y dedicar el número (…) a los obreros españoles (…). Entre
ellos escogí modelos para personajes de mi obra; ellos con sus
dolores, con sus ignorancias, con la pobreza material y moral a que
les reducían la codicia, el egoísmo y la crueldad de explotadores y
viciosos, trajeron a mi corazón primero que a mi inteligencia el
trágico poema de los desheredados, al cual quise dar vida en Juan
José.
Mucho
ha progresado el obrero español desde que escribí la obra; pero la
médula de mi drama subsiste, subsistirá mientras la mujer pueda ser
empujada a la prostitución y el hombre honrado al crimen, por la
miseria, por el abandono y por las explotaciones sociales.
Dedicando
usted, querido Urquía, mi drama a los obreros en la fecha 1º de
Mayo, satisface mi deseo más firme. (…)
Joaquín
Dicenta.
-
Otro aspecto, no ya externo a la obra, sino referido a la
personalidad de J. Dicenta, debemos destacar: cuando está a punto de
morir en Alicante en 1917 pide que le entierren en el Cementerio
Civil y manifestó al doctor que le atendía: “Cónstele a usted
que ha llegado el fin de mi vida y que muero fuera de cualquier
confesión religiosa, manteniendo mis ideales y mirando cara a cara a
la muerte”.15
Estas
palabras de Dicenta sugieren al crítico argentino Alberto Ghiraldo
este comentario:
Así,
airosa, serena, gallarda, altivamente, con un gesto certificado de su
carácter irreductible, acaba de entrar en la región del misterio
quien luchó durante toda su existencia por el advenimiento de una
Humanidad organizada de forma más fraternal, más noble, más en
armonía con las leyes naturales regidoras de los seres y las
cosas”16.
-Juan
José mostró un carácter nuevo, revolucionario para su época y
del gran éxito inicial pasó a la posterior prohibición por parte
de algunos alcaldes de ciudades como Palma de Mallorca, Mahón,
Zaragoza y también sufrió la desaprobación de muchos obispos en
sus diócesis.
Por
todo lo expuesto creemos que Juan José es un drama netamente
social.
Juan
José, como era habitual entonces en las obras de éxito, generó
parodias, imitaciones y derivaciones, así tenemos:
Pepito
de Celso Lucio y Antonio Palomero (18945), que se estrenó en el
Teatro de la Comedia, 27 días después del estreno de Juan José.
La
noche del estreno de Juan José (1915), relato.
Don
Juan José Tenorio de J. Silva Aramburu y Enrique Paso (1931)
(*)Juan José, drama lírico popular, en tres actos de Pablo Sorozábal (ópera), 1968. Estreno en concierto, San Sebastián, 2009; estreno absoluto, en versión escénica, Madrid, 2016.
En cuanto a las ediciones de Juan José, tenemos la primera edición:
Dicenta
Joaquín, Juan José, Florencio Fiscowich. El teatro.
Colección de obras dramáticas y líricas, Madrid, 1895.
Otras
ediciones.
-
Sociedad de autores españoles, Madrid, 1912
-
José de Urquía en La Novela Corta. Edición conmemorativa del 1º
de Mayo de 1916.
-
Juan José, El lobo, Sobrevivirse. Teatro selecto.
Edit. Cisne, Barcelona, 1935.
-
Edición de Jaime Mas, Cátedra, Madrid, 1982
-
Juan José y Los Semidioses, Edición de Antonio Fernández Insuela.
Col. Arriba el telón. Biblioteca Nueva, Madrid, 1998
-
Edición de Fidel López Criado, Mare Nostrum, Madrid, 2005.
= = = = = = = = =(*) Pablo Sorozábal (San Sebastián, 1897- Madrid, 1988): Músico, director de orquesta y compositor de zarzuelas y óperas. Fue uno de los últimos compositores de zarzuelas, en una época que el género empezaba a ser anacrónico; entre ellas tenemos: Adiós a la Bohemia (1933), La tabernera del puerto (1936), La del manojo de rosas (1942), Don Manolito (1943).
Operas: Katiuska, la mujer rusa (1931), Juan José (1968).
Pablo Sorozábal asistió como espectador, con apenas 13 años, a una de las múltiples reperesentaciones de Juan José de Joaquín Dicenta y quedó impresionado por el drama social de Dicenta.
Muchos años después se propondría hacer de Juan José un drama lírico social sin folclorismo con dimensiones de ópera. Él mismo denominó Juan José, drama lírico popular, en el sentido de proletario y no folclórico.
Para la adaptación del texto, sobre todo para los diálogos, contó con la ayuda de Aurora Dicenta, hija de Joaquín Dicenta.
Terminó la composición de la ópera en 1968. Intentó estrenarla en 1979 en el Teatro de la Zarzuela, pero no lo logró, por desavenencias con el Ministerio de Cultura.
Por fin en 2009 se estrenó Juan José, en versión de concierto, en el Kursaal de San Sebastián por la Orquesta Sinfónica de Musikene, bajo la batuta de José Luis Estellés. Estreno, pues, póstumo de la obra, que fue obsesión de Sorozábal hasta su muerte en 1988.
Y ahora, el 5 de febrero de 2016, se produce el estreno absoluto, en versión escénica de Juan José, en el Teatro de la Zaqrzuela de Madrid, bajo la dirección musical de Miguel Ángel Gómez Martínez y la dirección escénica de José Carlos Plaza.
Sorozábal considerana a Juan José su obra cumbre, hecha por el pueblo y para el pueblo, con este propósito comentó: "Soy un músico del pueblo y he compuesto con sentido humano. Mi música y mi teatro lírico van dirigidos a las gentes del pueblo".
BIBLIOGRAFÍA
Dicenta
Joaquín, Juan José, La Novela Corta nº 17, revista semanal
literaria, Madrid, 1 de Mayo de 1916. Dicenta autorizó la edición
con una carta manuscrita que José de Urquía publicó al principio
de Juan José.
-
Edición de Jaime Mas, Cátedra, Madrid, 1982
-
Edición de Antonio Fernández Insuela, Col. Arriba el telón,
Biblioteca Nueva, Madrid, 1998
Edición
de Fidel López Criado, Mare Nostrum, Madrid, 2005
Forgas
Berdet, Esther, “Ideología y recepción teatral, “Lo social”
en el teatro de Joaquín Dicenta” (1990), en
revistas.um.es/anales/fh
Francos
Rodríguez José, “El estreno de Juan José”, publicado en La
Esfera, enero de 1928 (del libro Contar vejeces, que acaba
de publicar el escritor), p. 12.
Mainer
José-Carlos, Literatura y pequeña burguesía en España, notas
(1890-1950), Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1972.
Mas
Ferrer, Jaime, Vida, teatro y mito de Joaquín Dicenta,
Instituto de Estudios Alicantinos, Alicante, 1978.
Peral
Vega Emilio, “Entre denuncia y melodrama: Juan José y el teatro
social de Joaquín Dicenta”, en Revista de Literatura,
enero-junio, Madrid, 2008, (pp. 67-84), digitalizado en :
revistadeliteratura.revistas.csic.es.
Pérez
Galdós, Benito, La sociedad presente como materia novelable,
Edición de la RAE, Biblioteca Nueva, Madrid, 2014
Severa
Bano José y Trapero Patricia, “Sentido y estructura de Juan José”,
en e.espacio.uned.es/fez/PDF.
1 . No hay que olvidar que el discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua de Galdós se titula: La sociedad presente como materia novelable, leído el 7 de febrero de 1897 con la contestación de don Marcelino Menéndez y Pelayo, Edición de la RAE, Biblioteca Nueva, Madrid, 2014
2
. Mainer José-Carlos, Literatura y pequeña burguesía en
España, notas (1890-1950), Cuadernos para el Diálogo, Madrid,
1972, p. 30
3
. Francos Rodríguez José, “El estreno de Juan José”,
publicado en La Esfera, enero de 1928 (Del libro Contar
vejeces, que acababa de publicar el ilustre escritor)
4
..Ibidem, p. 12.
5
. Dicenta Joaquín, Juan José, edición de Jaime Mas,
Ediciones Cátedra, Madrid, 1982, p.73
6
. Dicenta, Joaquín, Juan José (1895-1916), 10 cts. La
Novela Corta, revista semanal literaria, Madrid, 1 de mayo de 1916.
Joaquín Dicenta autorizó la edición con una carta manuscrita que
José de Urquía publicó al principio de Juan José.
7
. Zamacois Eduardo, “Juan José para Emilio Thuiller”, en El
Liberal, Madrid, 9 de mayo de 1916.
8
. Eneas, “Juan José”, en El Correo Español, 12 de
noviembre de 1895.
9
. Unamuno, Miguel de, “Juan José”, en La Lucha de Clases,
7 de diciembre de 1895
10
. Martínez Ruiz José, “Avisos del Este”, en El Progreso,
10/XI/ 1897
11
. Martínez Ruiz José, “Crónica”, en El País, 30/XII/
1896
12
. Dicenta J., Juan José, edición de Fidel López Criado,
Mare Nostrum, Madrid, 2005, p. 36
13
. Texto tomado de Dicenta Joaquín, Juan José y Los Semidioses,
Introducción de Antonio Fernández Insuela, Col. Arriba el telón,
Biblioteca Nueva, Madrid, 1998, p. 27.
14
. Nota tomada de Juan José, Cátedra, Madrid, 1982, p. 60.
15
. Mas Ferrer, Jaime, Vida, teatro y mito de Joaquín Dicenta,
Instituto de Estudios Alicantinos, Alicante, 1978, p. 31
16
. Ibidem, p. 31. Texto procedente de Ghiraldo Alberto, “¡Y murió
Dicenta!, en Dicenta Joaquín, La promesa, Sucesores
de Hernando, Madrid, 1917.