ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO DE “LA VOLUNTAD” de José Martínez Ruiz
José Augusto Trinidad Martínez Ruiz- el futuro -Azorín- nace en Monóvar (Alicante) en 1873 y muere en Madrid en 1967, ya nonagenario. Publicó su primera novela, “La Voluntad” en 1902 y este es su argumento:
Tres partes, más un prólogo y un epílogo componen “La Voluntad”. En el prólogo se dan informaciones sobre la construcción de la iglesia nueva en Yecla y también de algunas actitudes de los yeclanos frente a sus antepasados los iberos.
En la primera parte vemos a Antonio Azorín escuchando las ideas y doctrinas de su maestro Yuste, con quien pasea por el campo.La vida de Yecla y el paisaje están en el ambiente. También se relaciona con sus conciudadanos, habla con un inventor de un torpedo eléctrico y con otro que inventa un aparato para lanzar 40 kilos de dinamita a 5 km.. Destaca entre sus amistades la del padre Lasalde, director del colegio de los Escolapios y arqueólogo. Sus conversaciones tratan sobre temas filosóficos y teológicos; pero también estéticos y literarios. Azorín mantiene un pensamiento anarquista, dice el maestro Yuste: “-Azorín, la propiedad es el mal… Y de la fuerza brota la propiedad y de la propiedad el Estado, el ejército, el matrimonio, la moral. Azorín replica:- Un medio de bienestar para todos supone, y esa igualdad…”1
Azorín siente cierto amor por Justina, mujer elegante e inteligente que lucha entre su amor por Azorín y el deseo de entregarse a Dios. Justina, aconsejada por el padre Puche, elige el convento. Surge Iluninada(nótese el simbolismo de su nombre) en su vida, mujer activa y voluntariosa, pero altanera, burda y trivial. Tras la muerte de Yuste y de Justina, Azorín se traslada a Madrid.
En la segunda parte Azorín se instala en la capital y desarrolla su actividad periodística, pero ya va marcado por el pesimismo: “Azorín (…), no cree en nada, ni estima acaso más que a tres o cuatro personas entre las innumerables que ha tratado” (pag. 195). Se mueve por ambientes literarios y populares. Visita al padre Lasalde en Getafe, donde ha sido trasladado. Hace un viaje a Toledo con Enrique Olaiz (trasunto de Baroja). Visita a Pi y Margall, ídolo político de Azorín, y también visita la tumba de Larra. Es explulsado de un periódico por defender el amor libre y ninguneado por un compañero periodista, que no le cita como asistente a la presentación de una novela de Baroja. Abandona Madrid y vuelve cansado a su tierra.
En la tercera parte, de nuevo en el pueblo en una narración en primera persona recoge siete fragmentos de un yo reflexivo y decepcionado: “(…) soy un pobre hombre, soy el último de los pobres hombres de Yecla”(pag.271). Azorín está casado con Iluminada y vive sin entusiasmo.
Y en el epílogo es el propio autor-personaje (J. Martínez Ruiz), quien cuenta en tres cartas a Baroja, cómo ha encontrado a Antonio Azorín: casado, vive con su suegra , tiene dos hijos y no dispone de libertad. Apenas lee los periódicos, ni escribe. Habla también de la envidia y rencores que hay en el pueblo (usureros, embargos, abandono de la agricultura). La novela no concluye, sino que se detiene, se dejan de añadir páginas.
La estructura de “La Voluntad” está formada por el prólogo, las tres partes y el epílogo. El prólogo forma parte de la novela, nos habla de la construcción de una catedral en Yecla y ésta será el símbolo que dominará toda la novela. Las tres partes de la novela están divididas en capítulos, sin títulos y con numeración romana y desigual extensión.
La novela se divide en tres partes bien diferenciadas entre sí, y un epílogo. La primera parte es mucho más extensa que las restantes. Tanto ésta como la segunda parte están narradas en 3ª persona y en la tercera parte cambia el punto de vista; ya que está narrada en 1ª persona, es el propio protagonista quien nos habla. El epílogo lo forman tres cartas que el autor-personaje, J. Martínez Ruiz dirige a su amigo Baroja-personaje y ambos amigos del protagonista.
La estructura es fragmentaria y discontinua. En cada parte encontramos una serie de cuadros sueltos, unidos por el protagonista, Antonio Azorín y el escenario.La primera parte se desarrolla en Yecla, donde Azorín pasa sus años juveniles adoctrinado por el maestro Yuste. Su actitud es meramente receptiva; se limita a escuchar con avidez las palabras del maestro. Apenas hay trama. La trama más consistente de la novela la constituyen los frustrados amores del protagonista y Justina, que bajo la dirección espiritual de su tío Puche, anciano sacerdote, entra en un convento. Muy bella es la escena en la que los dos hablan por última vez: “El diálogo entre Azorín y Justina (…) ha cesado. Y llega lo irreparable, la ruptura dulce, suave, pero absoluta, definitiva” (pag. 138). En medio de estos amores frustrados destaca la figura de Iluminada(nótese el nombre), que media entre la pareja. Azorín admira en ella lo que a él le falta: la voluntad y resolución. Termina esta primera parte con la muerte de los dos únicos seres queridos por el protagonista: Yuste y Justina, su antigua novia.
La segunda parte se inicia con la marcha a Madrid. Antonio Azorín pasa a ocupar un lugar más destacado. La realidad se nos ofrece a través de los ojos del protagonista, que se expresa en largos monólogos en un estilo directo, que alternan con la voz del narrador. Destacan algunas estampas como el homenaje a Olaiz, joven nietzscheano y admirador del Greco, que es trasunto de Baroja; la visita de Azorín al admirado anciano Pi y Margall y el emocionado homenaje de los jóvenes escritores ante la tumba de Larra.
La tercera parte es mucho más deslavazada y tiene una entradilla (Tercera Parte), donde dice: “Esta parte del libro la constituyen fragmentos sueltos escritos a ratos por Azorín” (pag.257), durante su viaje por el campo murciano, está escrita en 1ª persona a modo de diario. Los siete capítulos de esta tercera parte se desarrollan en tres enclaves espaciales, que son Blanca (cap. I y II, convento de Santa Ana en Jumilla (cap. III, IV y V) y las tierras yeclanas del Pulpillo (cap. Vi y VII). La voz de Antonio Azorín nos llega de manera directa y reflexiona sobre su mermada voluntad, contempla la vida como absurda y examina el estado de los pueblos con tintes noventaiochistas, sobre todo la ruina de los campos españoles por la crisis vitivinícola y la usura. El encuentro con Iluminada y la misa a su lado marca ya la aceptación de un destino y de una voluntad muy debilitada.
Y el epílogo de “La Voluntad” se desarrolla de nuevo en Yecla, en un enclave temporal deducible (unos días de 1902) y con un nuevo molde narrativo (el epistolar) y un nuevo punto de vista el del autor-personaje J. Martínez Ruiz, alter ego del protagonista. Este epílogo está formado por tres cartas, que proporcionan nuevos datos al lector, que tienden a ir marcando el desenlace. En ellas se nos informa del matrimonio de Antonio con Iluminada, que trae consigo su completa anulación y el alejamiento de la vida intelectual. La falta de voluntad de Antonio, no es sólo consecuencia de las enseñanzas del maestro Yuste, sino también de la peculiar idiosincrasia de Yecla, dice: “En otro medio, en Oxford, en New York, en Barcelona siquiera, Azorín hubiera sido un hermoso ejemplar humano, en que la inteligencia estaría en perfecto acuerdo con la voluntad, en cambio la falta de voluntad ha acabado por arruinar la inteligencia” (pag.297). También se cita en la carta III la Iglesia Nueva, sin terminar, que queda como testigo de la falta de voluntad de un pueblo, de su incapacidad para el esfuerzo continuado.
Las tres cartas, fechadas en “Yecla, a tantos” están firmadas por J. Martínez Ruiz y dirigidas a Pío Baroja. Ambos remitente y destinatario son amigos del protagonista por lo tanto personajes, pero a la vez por tratarse de personas reales, los límites entre la realidad y la ficción se difuminan. El final del epílogo no señala el cierre de la trayectoria vital del protagonista. La última carta deja la novela abierta. J. Martínez Ruiz apunta la posibilidad de una 2ª novela: “La segunda vida de Antonio Azorín”, porque no cree que Azorín se resigne a vivir así: “Él es un ser complejo; (…) Azorín es lo que podíamos llamar un rebelde de sí mismo (…). Esta segunda vida será como la primera: toda esfuerzos sueltos, audacias frustradas, paradojas, gestos, gritos…”(pag. 300-301).
En cuanto al espacio está bien delimitado, no así el tiempo. El escenario más sostenido es Yecla en el prólogo, la primera parte y el epílogo. La segunda parte transcurre en Madrid con algunas salidas a Getafe a ver al padre Lasalde, a Toledo y en su viaje de regreso a Yecla recala en algunos pueblos murcianos de Jumilla.
Sin duda Yecla –la ciudad y el campo- es el escenario de mayor protagonismo, parece que es una tierra dotada de tanta fuerza que paraliza voluntades, determinando que quede sin acabar la Iglesia Nueva y pasa a ser el pueblo símbolo de España.
Las acotaciones temporales son imprecisas. La acción de la novela es más o menos contemporánea con su publicación (1902). Estas referencias temporales nos vienen dadas por la novelización de hechos documentados en los que intervino el joven J. Martínez Ruiz: el viaje a Toledo (diciembre de 1900), visita a la tumba de Larra (febrero de 1901) y el homenaje a Baroja (marzo de 1902); pero en la narración tales hechos carecen de determinantes temporales precisos y además se rompe el orden cronológico de la ficción con la realidad. No se ha buscado la correspondencia entre el tiempo real y el novelado.
Personajes: Del protagonista, Antonio Azorín, nos llegan momentos discontinuos de su vida. Así conocemos a Antonio Azorín en su etapa juvenil, formativa y lo dejamos al cabo de los años en la edad adulta sumisa, casado con Iluminada. Y lo que se nos cuenta son los diversos estados de ánimo de este intelectual sensible y aislado, que se identifica con los hombres de su tiempo. Además en la construcción del personaje se han utilizado rasgos calificados de autobiográficos por parte de J. Martínez Ruiz.
El maestro Yuste moldeará con sus pláticas el espíritu inquieto del joven Antonio. Sus enseñanzas llevan la impronta de numerosas lecturas de Nietzche, Kant, Montaigne y sobre todo de Schopenhauer; en el capítulo III de la primera parte al describir el despacho de Yuste se destacan los tres volúmenes de “El mundo como voluntad y representación” y cómo las palabras de Yuste transmiten el pesimismo de su lectura.
Contrasta con este filósofo pesimista el padre Lasalde, hombre recto, de recia personalidad, que representa un catolicismo consolador. En él aparecen la nota mística y la filosofía voluntarista.
Las dos figuras femeninas son antitéticas. Frente al misticismo y el espíritu de renuncia de Justina, auspiciada por el padre Puche, el carácter imperioso y autoritario de Iluminada.
También cabe reseñar la presencia de dos personajes secundarios: Quijano y Val, que protagonizan los inventos presuntamente espectaculares que han de secarnos de nuestro atraso histórico.Actúan como símbolo de la mentalidad yeclana-y por consiguiente española- que huye del esfuerzo continuado y se aferra a las ilusiones (al golpe de suerte).
El paisaje: Dice Yuste: -“Lo que da la medida de un artista es su sentimiento de la naturaleza, del paisaje… Un escritor será tanto más artista cuanto mejor sepa interpretar la emoción del paisaje” (pag. 130), esta afirmación del maestro Yuste tiene su interés, ya que en esta ocasión es portavoz de Martínez Ruiz, y además la crítica siempre ha considerado a Azorín como uno de lo mejores cultivadores del paisaje. Carlos Blanco Aguinaga dice.”Es Azorín el mejor y más constante paisajista de la generación”2 .
J. Martínez Ruiz como buen impresionista emplea la mancha y la pincelada aislada según la hora del día, con lo que tenemos la luz, que debilita los colores: “En la lejanía el cielo cobra tonos de verde pálidos. El mediodía llega. La mancha gris de olivos es esclarece; el verde oscuro de los sembrados se torna verde claro” (pag. 192). Los días grises ofrecen mayor riqueza cromática: “En los días grises, la tierra toma tintes cárdenos,ocres, azulados, rojizos, cenicientos, lívidos” (pag.192).
No sólo las sensaciones cromáticas, también las sonoras cobran importancia, así el ruido del amanecer yeclano, que se inicia con el toque de las campanas de las distintas iglesias
como si enteraran en diálogo, es una clara expresión de la religiosidad que domina al pueblo. El ruido de las calles y suburbios de Madrid, producido por el tránsito urbano, envuelto en su rutinaria inconsciencia será denigrado. En cambio en el paisaje campestre será el silencio la nota primordial, sólo alterada por los sonidos naturales del viento, del agua, del ladrido de un perro, el trino de un pájaro o una canción lejana: “De cuando en cuando un pájaro trina aleteando voluptuoso en la atmósfera sosegada; cerca una abeja revolotea a un romero, zumbando leve” (pag.192). Es un paisaje sentido y que nos hace sentir, muy diferente del frío paisajismo de la generación precedente.
Significación: “La Voluntad” fue la primera y más significativa novela de J. Martínez Ruiz, publicada en la primavera de 1902 por una editorial de Barcelona: Henrich y Cia., dentro de la colección:”Biblioteca de Novelistas del sigloXX”, dirigida por Santiago Valentí Camp. Esta colección se había inaugurado con “Amor y pedagogía”, novela de Miguel de Unamuno. El editor Manuel Henrich y Girona, determinó que las novelas de esta colección tuvieran un número no inferior a 300 páginas. José Martínez Ruiz cumplió con lo estipulado por el editor, ya que la edición príncipe de “La Voluntad” tiene 302 páginas; pero Unamuno tuvo que añadir un epílogo y aún así no logra con la cifra deseada y tuvo que sumar: “Apuntes para un tratado de cocotología (la papiroflexia unamuniana) y “Apéndice”3; y Baroja también tuvo problemas con ”El mayorazgo de Labraz”.
Cuatro son “las novelas de 1902” que tienen un carácter renovador: “La voluntad”, “Amor y pedagogía”, “Camino de perfección” de Pío Baroja y “Sonata de Otoño” de Valle-Inclán. Estas novelas valiéndose de distintos y personales procedimientos narrativos rompen con los moldes del realismo decimonónico. Además estos autores ofrecen aportaciones teóricas sobre el nuevo tipo de novela así Martínez Ruiz en “La Voluntad” en el cap. XIV reflexiona sobre la novela: “Ante todo, no debe haber fábula…la vida no tiene fábula: es diversa, multiforme, ondulante, contradictoria”(…) (pag.133), afirma Yuste. Igualmente Unamuno en el capítulo XVII de “Niebla” (dialogan Augusto Pérez y Goti, sobre la novela que Goti escribe). “-Pero, ¿te has metido a escribir una novela?. -¿Y qué quieres que hiciese? – Y cuál es el argumento, si se puede saber?- Mi novela no tiene argumento,o, mejor dicho será el que vaya saliendo. El argumento se hace solo.”4
“La Voluntad”,pues, constituye un signo de modernidad literaria en las letras españolas del principios del siglo XX. El joven Martínez Ruiz asimila la prosa impresionista europea de los Goncourt, Anatole France y escribe una novela con una forma cambiante y liberada de la esclavitud de la fábula. Su escritura es síntoma de la disolución de los géneros literarios, donde lo subjetivo y lo autobiográfico cobran fuerza. “La Voluntad” renueva la novela tradicional y servirá de modelo a la novela lírica y a la novela de vanguardia de Gabriel Miró, Gómez de la Serna y Benjamín Jarnés.
En cuanto a la recepción “La Voluntad”se leyó poco, aunque la crítica no le fue adversa. Tuvo ediciones en 1915 y en 1940 y ediciones actuales tenemos: la edición de Cátedra, la de Castalia, la edición del Centenario en Biblioteca Nueva y también fue editada por el diario “EL MUNDO”: “Las cien mejores novelas en castellano del siglo XX “en 2001.
Podemos concluir que en “la Voluntad” se describe el fracaso del joven revolucionario Antonio Azorín frente a una España hostil y en decadencia. Muestra ,también, la lucha interior del protagonista que intenta superar su abulia, pero se siente ahogado por su pesimismo. Esta novela se puede considerar como epítome de toda una minoría intelectual española-La juventud del 98- que intentó transformar la vida social, política y económica criticando a todas las instituciones. Sin embargo como le pasa a Azorín, fue un grupo incapaz de poner en práctica su rebeldía por falta de energía y decisión.
La historia personal del protagonista puede extrapolarse a la realidad de entonces (el 98), así como la actitud vital de José Martínez Ruiz, que adoptará el apellido de su creación como seudónimo literario en 1903, AZORÍN.
Por otra parte, el título “La Voluntad”, es una pura paradoja, bajo la cual se oculta la novela de la abulia (no-luntad) y del fracaso.
A pesar de todo “La Voluntad” es una novela que soporta el paso del tiempo y mantiene su vitalidad textual y creativa cumplido el centenario.
Novelas de Azorín:
Diario de un enfermo, 1901, La Voluntad,1902, Antonio Azorín,1903, La confesiones de un pequeño filósofo, 1904, Don Juan, 1922, Doña Inés, 1925, Félix Vargas, 1928
Superrealismo, 1929, Pueblo (Novela de los que trabajan y sufren), 1930, El escritor, 1942, Capricho, 1943, El enfermo, 1943, la isla sin aurora, 1944, María Fontán, 1944 y Salvadora de Olbema, 1944.
BIBLIOGRAFÍA:
Martínez Ruiz. “La Voluntad”.(Edición de Inman Fox)Clásicos Castalia. Madrid, 1989
Show Donald.”La Generación del 98”. Cátedra. Madrid, 1985
Blanco Aguinaga, Carlos.”Juventud del 98”. Edit. Crítica . Barcelona, 1978.
Cacho Viu, Vicente.”Repensar el 98”.Biblioteca Nueva. Madrid, 1997.
Laín Entralgo, Pedro.”La Generación del Noventa y Ocho”. Col. Austral. Espasa-Calpe. (8ªedición)Madrid, 1975
Madrid, otoño, 2007
Anastasio Serrano
anastasioser1@yahoo.es
1 Martínez Ruiz J. “La Voluntad”.Edición de Inman Fox. Clásicos Castalia. Madrid, 1989. Todas las citas que hagan referencia al texto de “La Voluntad” serán de esta edición. Esta cita corresponde a las pp.80-81
2 Blanco Aguinaga, Carlos.”Juventud del 98”. Editorial Crítica. Barcelona, 1978. Pag. 272
3 Unamuno, Miguel de .”Amor y pedagogía” (3º edición). Col. Austral. Espasa-Calpe. B. Aires,1944. Así pretende Unamuno satisfacer al editor: “Opto por añadirle un epílogo, con lo que se consigue, además, que tenga mi libro(…), prólogo, logo y epílogo, y es lástima que las necesidades del ajuste y el tipo fatal de 300 páginas (…) pag. 128
4 Unamuno, Miguel de.”Niebla” (Duodécima edición). Col Austral. Espasa-Calpe. Madrid, 1968,pag. 91
José Augusto Trinidad Martínez Ruiz- el futuro -Azorín- nace en Monóvar (Alicante) en 1873 y muere en Madrid en 1967, ya nonagenario. Publicó su primera novela, “La Voluntad” en 1902 y este es su argumento:
Tres partes, más un prólogo y un epílogo componen “La Voluntad”. En el prólogo se dan informaciones sobre la construcción de la iglesia nueva en Yecla y también de algunas actitudes de los yeclanos frente a sus antepasados los iberos.
En la primera parte vemos a Antonio Azorín escuchando las ideas y doctrinas de su maestro Yuste, con quien pasea por el campo.La vida de Yecla y el paisaje están en el ambiente. También se relaciona con sus conciudadanos, habla con un inventor de un torpedo eléctrico y con otro que inventa un aparato para lanzar 40 kilos de dinamita a 5 km.. Destaca entre sus amistades la del padre Lasalde, director del colegio de los Escolapios y arqueólogo. Sus conversaciones tratan sobre temas filosóficos y teológicos; pero también estéticos y literarios. Azorín mantiene un pensamiento anarquista, dice el maestro Yuste: “-Azorín, la propiedad es el mal… Y de la fuerza brota la propiedad y de la propiedad el Estado, el ejército, el matrimonio, la moral. Azorín replica:- Un medio de bienestar para todos supone, y esa igualdad…”1
Azorín siente cierto amor por Justina, mujer elegante e inteligente que lucha entre su amor por Azorín y el deseo de entregarse a Dios. Justina, aconsejada por el padre Puche, elige el convento. Surge Iluninada(nótese el simbolismo de su nombre) en su vida, mujer activa y voluntariosa, pero altanera, burda y trivial. Tras la muerte de Yuste y de Justina, Azorín se traslada a Madrid.
En la segunda parte Azorín se instala en la capital y desarrolla su actividad periodística, pero ya va marcado por el pesimismo: “Azorín (…), no cree en nada, ni estima acaso más que a tres o cuatro personas entre las innumerables que ha tratado” (pag. 195). Se mueve por ambientes literarios y populares. Visita al padre Lasalde en Getafe, donde ha sido trasladado. Hace un viaje a Toledo con Enrique Olaiz (trasunto de Baroja). Visita a Pi y Margall, ídolo político de Azorín, y también visita la tumba de Larra. Es explulsado de un periódico por defender el amor libre y ninguneado por un compañero periodista, que no le cita como asistente a la presentación de una novela de Baroja. Abandona Madrid y vuelve cansado a su tierra.
En la tercera parte, de nuevo en el pueblo en una narración en primera persona recoge siete fragmentos de un yo reflexivo y decepcionado: “(…) soy un pobre hombre, soy el último de los pobres hombres de Yecla”(pag.271). Azorín está casado con Iluminada y vive sin entusiasmo.
Y en el epílogo es el propio autor-personaje (J. Martínez Ruiz), quien cuenta en tres cartas a Baroja, cómo ha encontrado a Antonio Azorín: casado, vive con su suegra , tiene dos hijos y no dispone de libertad. Apenas lee los periódicos, ni escribe. Habla también de la envidia y rencores que hay en el pueblo (usureros, embargos, abandono de la agricultura). La novela no concluye, sino que se detiene, se dejan de añadir páginas.
La estructura de “La Voluntad” está formada por el prólogo, las tres partes y el epílogo. El prólogo forma parte de la novela, nos habla de la construcción de una catedral en Yecla y ésta será el símbolo que dominará toda la novela. Las tres partes de la novela están divididas en capítulos, sin títulos y con numeración romana y desigual extensión.
La novela se divide en tres partes bien diferenciadas entre sí, y un epílogo. La primera parte es mucho más extensa que las restantes. Tanto ésta como la segunda parte están narradas en 3ª persona y en la tercera parte cambia el punto de vista; ya que está narrada en 1ª persona, es el propio protagonista quien nos habla. El epílogo lo forman tres cartas que el autor-personaje, J. Martínez Ruiz dirige a su amigo Baroja-personaje y ambos amigos del protagonista.
La estructura es fragmentaria y discontinua. En cada parte encontramos una serie de cuadros sueltos, unidos por el protagonista, Antonio Azorín y el escenario.La primera parte se desarrolla en Yecla, donde Azorín pasa sus años juveniles adoctrinado por el maestro Yuste. Su actitud es meramente receptiva; se limita a escuchar con avidez las palabras del maestro. Apenas hay trama. La trama más consistente de la novela la constituyen los frustrados amores del protagonista y Justina, que bajo la dirección espiritual de su tío Puche, anciano sacerdote, entra en un convento. Muy bella es la escena en la que los dos hablan por última vez: “El diálogo entre Azorín y Justina (…) ha cesado. Y llega lo irreparable, la ruptura dulce, suave, pero absoluta, definitiva” (pag. 138). En medio de estos amores frustrados destaca la figura de Iluminada(nótese el nombre), que media entre la pareja. Azorín admira en ella lo que a él le falta: la voluntad y resolución. Termina esta primera parte con la muerte de los dos únicos seres queridos por el protagonista: Yuste y Justina, su antigua novia.
La segunda parte se inicia con la marcha a Madrid. Antonio Azorín pasa a ocupar un lugar más destacado. La realidad se nos ofrece a través de los ojos del protagonista, que se expresa en largos monólogos en un estilo directo, que alternan con la voz del narrador. Destacan algunas estampas como el homenaje a Olaiz, joven nietzscheano y admirador del Greco, que es trasunto de Baroja; la visita de Azorín al admirado anciano Pi y Margall y el emocionado homenaje de los jóvenes escritores ante la tumba de Larra.
La tercera parte es mucho más deslavazada y tiene una entradilla (Tercera Parte), donde dice: “Esta parte del libro la constituyen fragmentos sueltos escritos a ratos por Azorín” (pag.257), durante su viaje por el campo murciano, está escrita en 1ª persona a modo de diario. Los siete capítulos de esta tercera parte se desarrollan en tres enclaves espaciales, que son Blanca (cap. I y II, convento de Santa Ana en Jumilla (cap. III, IV y V) y las tierras yeclanas del Pulpillo (cap. Vi y VII). La voz de Antonio Azorín nos llega de manera directa y reflexiona sobre su mermada voluntad, contempla la vida como absurda y examina el estado de los pueblos con tintes noventaiochistas, sobre todo la ruina de los campos españoles por la crisis vitivinícola y la usura. El encuentro con Iluminada y la misa a su lado marca ya la aceptación de un destino y de una voluntad muy debilitada.
Y el epílogo de “La Voluntad” se desarrolla de nuevo en Yecla, en un enclave temporal deducible (unos días de 1902) y con un nuevo molde narrativo (el epistolar) y un nuevo punto de vista el del autor-personaje J. Martínez Ruiz, alter ego del protagonista. Este epílogo está formado por tres cartas, que proporcionan nuevos datos al lector, que tienden a ir marcando el desenlace. En ellas se nos informa del matrimonio de Antonio con Iluminada, que trae consigo su completa anulación y el alejamiento de la vida intelectual. La falta de voluntad de Antonio, no es sólo consecuencia de las enseñanzas del maestro Yuste, sino también de la peculiar idiosincrasia de Yecla, dice: “En otro medio, en Oxford, en New York, en Barcelona siquiera, Azorín hubiera sido un hermoso ejemplar humano, en que la inteligencia estaría en perfecto acuerdo con la voluntad, en cambio la falta de voluntad ha acabado por arruinar la inteligencia” (pag.297). También se cita en la carta III la Iglesia Nueva, sin terminar, que queda como testigo de la falta de voluntad de un pueblo, de su incapacidad para el esfuerzo continuado.
Las tres cartas, fechadas en “Yecla, a tantos” están firmadas por J. Martínez Ruiz y dirigidas a Pío Baroja. Ambos remitente y destinatario son amigos del protagonista por lo tanto personajes, pero a la vez por tratarse de personas reales, los límites entre la realidad y la ficción se difuminan. El final del epílogo no señala el cierre de la trayectoria vital del protagonista. La última carta deja la novela abierta. J. Martínez Ruiz apunta la posibilidad de una 2ª novela: “La segunda vida de Antonio Azorín”, porque no cree que Azorín se resigne a vivir así: “Él es un ser complejo; (…) Azorín es lo que podíamos llamar un rebelde de sí mismo (…). Esta segunda vida será como la primera: toda esfuerzos sueltos, audacias frustradas, paradojas, gestos, gritos…”(pag. 300-301).
En cuanto al espacio está bien delimitado, no así el tiempo. El escenario más sostenido es Yecla en el prólogo, la primera parte y el epílogo. La segunda parte transcurre en Madrid con algunas salidas a Getafe a ver al padre Lasalde, a Toledo y en su viaje de regreso a Yecla recala en algunos pueblos murcianos de Jumilla.
Sin duda Yecla –la ciudad y el campo- es el escenario de mayor protagonismo, parece que es una tierra dotada de tanta fuerza que paraliza voluntades, determinando que quede sin acabar la Iglesia Nueva y pasa a ser el pueblo símbolo de España.
Las acotaciones temporales son imprecisas. La acción de la novela es más o menos contemporánea con su publicación (1902). Estas referencias temporales nos vienen dadas por la novelización de hechos documentados en los que intervino el joven J. Martínez Ruiz: el viaje a Toledo (diciembre de 1900), visita a la tumba de Larra (febrero de 1901) y el homenaje a Baroja (marzo de 1902); pero en la narración tales hechos carecen de determinantes temporales precisos y además se rompe el orden cronológico de la ficción con la realidad. No se ha buscado la correspondencia entre el tiempo real y el novelado.
Personajes: Del protagonista, Antonio Azorín, nos llegan momentos discontinuos de su vida. Así conocemos a Antonio Azorín en su etapa juvenil, formativa y lo dejamos al cabo de los años en la edad adulta sumisa, casado con Iluminada. Y lo que se nos cuenta son los diversos estados de ánimo de este intelectual sensible y aislado, que se identifica con los hombres de su tiempo. Además en la construcción del personaje se han utilizado rasgos calificados de autobiográficos por parte de J. Martínez Ruiz.
El maestro Yuste moldeará con sus pláticas el espíritu inquieto del joven Antonio. Sus enseñanzas llevan la impronta de numerosas lecturas de Nietzche, Kant, Montaigne y sobre todo de Schopenhauer; en el capítulo III de la primera parte al describir el despacho de Yuste se destacan los tres volúmenes de “El mundo como voluntad y representación” y cómo las palabras de Yuste transmiten el pesimismo de su lectura.
Contrasta con este filósofo pesimista el padre Lasalde, hombre recto, de recia personalidad, que representa un catolicismo consolador. En él aparecen la nota mística y la filosofía voluntarista.
Las dos figuras femeninas son antitéticas. Frente al misticismo y el espíritu de renuncia de Justina, auspiciada por el padre Puche, el carácter imperioso y autoritario de Iluminada.
También cabe reseñar la presencia de dos personajes secundarios: Quijano y Val, que protagonizan los inventos presuntamente espectaculares que han de secarnos de nuestro atraso histórico.Actúan como símbolo de la mentalidad yeclana-y por consiguiente española- que huye del esfuerzo continuado y se aferra a las ilusiones (al golpe de suerte).
El paisaje: Dice Yuste: -“Lo que da la medida de un artista es su sentimiento de la naturaleza, del paisaje… Un escritor será tanto más artista cuanto mejor sepa interpretar la emoción del paisaje” (pag. 130), esta afirmación del maestro Yuste tiene su interés, ya que en esta ocasión es portavoz de Martínez Ruiz, y además la crítica siempre ha considerado a Azorín como uno de lo mejores cultivadores del paisaje. Carlos Blanco Aguinaga dice.”Es Azorín el mejor y más constante paisajista de la generación”2 .
J. Martínez Ruiz como buen impresionista emplea la mancha y la pincelada aislada según la hora del día, con lo que tenemos la luz, que debilita los colores: “En la lejanía el cielo cobra tonos de verde pálidos. El mediodía llega. La mancha gris de olivos es esclarece; el verde oscuro de los sembrados se torna verde claro” (pag. 192). Los días grises ofrecen mayor riqueza cromática: “En los días grises, la tierra toma tintes cárdenos,ocres, azulados, rojizos, cenicientos, lívidos” (pag.192).
No sólo las sensaciones cromáticas, también las sonoras cobran importancia, así el ruido del amanecer yeclano, que se inicia con el toque de las campanas de las distintas iglesias
como si enteraran en diálogo, es una clara expresión de la religiosidad que domina al pueblo. El ruido de las calles y suburbios de Madrid, producido por el tránsito urbano, envuelto en su rutinaria inconsciencia será denigrado. En cambio en el paisaje campestre será el silencio la nota primordial, sólo alterada por los sonidos naturales del viento, del agua, del ladrido de un perro, el trino de un pájaro o una canción lejana: “De cuando en cuando un pájaro trina aleteando voluptuoso en la atmósfera sosegada; cerca una abeja revolotea a un romero, zumbando leve” (pag.192). Es un paisaje sentido y que nos hace sentir, muy diferente del frío paisajismo de la generación precedente.
Significación: “La Voluntad” fue la primera y más significativa novela de J. Martínez Ruiz, publicada en la primavera de 1902 por una editorial de Barcelona: Henrich y Cia., dentro de la colección:”Biblioteca de Novelistas del sigloXX”, dirigida por Santiago Valentí Camp. Esta colección se había inaugurado con “Amor y pedagogía”, novela de Miguel de Unamuno. El editor Manuel Henrich y Girona, determinó que las novelas de esta colección tuvieran un número no inferior a 300 páginas. José Martínez Ruiz cumplió con lo estipulado por el editor, ya que la edición príncipe de “La Voluntad” tiene 302 páginas; pero Unamuno tuvo que añadir un epílogo y aún así no logra con la cifra deseada y tuvo que sumar: “Apuntes para un tratado de cocotología (la papiroflexia unamuniana) y “Apéndice”3; y Baroja también tuvo problemas con ”El mayorazgo de Labraz”.
Cuatro son “las novelas de 1902” que tienen un carácter renovador: “La voluntad”, “Amor y pedagogía”, “Camino de perfección” de Pío Baroja y “Sonata de Otoño” de Valle-Inclán. Estas novelas valiéndose de distintos y personales procedimientos narrativos rompen con los moldes del realismo decimonónico. Además estos autores ofrecen aportaciones teóricas sobre el nuevo tipo de novela así Martínez Ruiz en “La Voluntad” en el cap. XIV reflexiona sobre la novela: “Ante todo, no debe haber fábula…la vida no tiene fábula: es diversa, multiforme, ondulante, contradictoria”(…) (pag.133), afirma Yuste. Igualmente Unamuno en el capítulo XVII de “Niebla” (dialogan Augusto Pérez y Goti, sobre la novela que Goti escribe). “-Pero, ¿te has metido a escribir una novela?. -¿Y qué quieres que hiciese? – Y cuál es el argumento, si se puede saber?- Mi novela no tiene argumento,o, mejor dicho será el que vaya saliendo. El argumento se hace solo.”4
“La Voluntad”,pues, constituye un signo de modernidad literaria en las letras españolas del principios del siglo XX. El joven Martínez Ruiz asimila la prosa impresionista europea de los Goncourt, Anatole France y escribe una novela con una forma cambiante y liberada de la esclavitud de la fábula. Su escritura es síntoma de la disolución de los géneros literarios, donde lo subjetivo y lo autobiográfico cobran fuerza. “La Voluntad” renueva la novela tradicional y servirá de modelo a la novela lírica y a la novela de vanguardia de Gabriel Miró, Gómez de la Serna y Benjamín Jarnés.
En cuanto a la recepción “La Voluntad”se leyó poco, aunque la crítica no le fue adversa. Tuvo ediciones en 1915 y en 1940 y ediciones actuales tenemos: la edición de Cátedra, la de Castalia, la edición del Centenario en Biblioteca Nueva y también fue editada por el diario “EL MUNDO”: “Las cien mejores novelas en castellano del siglo XX “en 2001.
Podemos concluir que en “la Voluntad” se describe el fracaso del joven revolucionario Antonio Azorín frente a una España hostil y en decadencia. Muestra ,también, la lucha interior del protagonista que intenta superar su abulia, pero se siente ahogado por su pesimismo. Esta novela se puede considerar como epítome de toda una minoría intelectual española-La juventud del 98- que intentó transformar la vida social, política y económica criticando a todas las instituciones. Sin embargo como le pasa a Azorín, fue un grupo incapaz de poner en práctica su rebeldía por falta de energía y decisión.
La historia personal del protagonista puede extrapolarse a la realidad de entonces (el 98), así como la actitud vital de José Martínez Ruiz, que adoptará el apellido de su creación como seudónimo literario en 1903, AZORÍN.
Por otra parte, el título “La Voluntad”, es una pura paradoja, bajo la cual se oculta la novela de la abulia (no-luntad) y del fracaso.
A pesar de todo “La Voluntad” es una novela que soporta el paso del tiempo y mantiene su vitalidad textual y creativa cumplido el centenario.
Novelas de Azorín:
Diario de un enfermo, 1901, La Voluntad,1902, Antonio Azorín,1903, La confesiones de un pequeño filósofo, 1904, Don Juan, 1922, Doña Inés, 1925, Félix Vargas, 1928
Superrealismo, 1929, Pueblo (Novela de los que trabajan y sufren), 1930, El escritor, 1942, Capricho, 1943, El enfermo, 1943, la isla sin aurora, 1944, María Fontán, 1944 y Salvadora de Olbema, 1944.
BIBLIOGRAFÍA:
Martínez Ruiz. “La Voluntad”.(Edición de Inman Fox)Clásicos Castalia. Madrid, 1989
Show Donald.”La Generación del 98”. Cátedra. Madrid, 1985
Blanco Aguinaga, Carlos.”Juventud del 98”. Edit. Crítica . Barcelona, 1978.
Cacho Viu, Vicente.”Repensar el 98”.Biblioteca Nueva. Madrid, 1997.
Laín Entralgo, Pedro.”La Generación del Noventa y Ocho”. Col. Austral. Espasa-Calpe. (8ªedición)Madrid, 1975
Madrid, otoño, 2007
Anastasio Serrano
anastasioser1@yahoo.es
1 Martínez Ruiz J. “La Voluntad”.Edición de Inman Fox. Clásicos Castalia. Madrid, 1989. Todas las citas que hagan referencia al texto de “La Voluntad” serán de esta edición. Esta cita corresponde a las pp.80-81
2 Blanco Aguinaga, Carlos.”Juventud del 98”. Editorial Crítica. Barcelona, 1978. Pag. 272
3 Unamuno, Miguel de .”Amor y pedagogía” (3º edición). Col. Austral. Espasa-Calpe. B. Aires,1944. Así pretende Unamuno satisfacer al editor: “Opto por añadirle un epílogo, con lo que se consigue, además, que tenga mi libro(…), prólogo, logo y epílogo, y es lástima que las necesidades del ajuste y el tipo fatal de 300 páginas (…) pag. 128
4 Unamuno, Miguel de.”Niebla” (Duodécima edición). Col Austral. Espasa-Calpe. Madrid, 1968,pag. 91