INTRODUCCIÓN
Ernst,
Theodor, Amadeus Hoffmann (1776-1822) nació en Könisgberg, ciudad
perteneciente, entonces, a la Prusia Oriental. Durante la II Guerra
Mundial, esta ciudad prusiana, se incorporó a la URSS, que le dio el
nombre de Kaliningrado.
Hoffmann
es considerado el heraldo del espíritu romántico: artista
polifacético, ya que fue escritor, músico, pintor, caricaturista y
dibujante.
Dejó
una profunda influencia en autores como E.A. Poe, Baudelaire y
Nerval.
Publicó
Los autómatas en 1814 y en esta obra parece vislumbrar
premonitoriamente el futuro lleno de robots y computadoras,
ordenadores personales y el mundo digital en general.
Los
autómatas le inspiran terror con su movimiento a imitación del ser
humano. Pero con los autómatas no terminará su obsesión por el
tema; pues en 1815 publica El hombre de arena, cuento que
pertenece a la primera parte de los Cuadros
nocturnos.
Se
trata de un cuento fantástico, donde lo siniestro y lo misterioso de
la naturaleza humana pueden superar a la fantasía. El protagonista
es un joven perturbado, Nataniel. Las alucinaciones de este joven demente,
cuyo proceso de enajenación va en aumento a lo largo del relato,
hasta llegar al clímax final, con un intento de homicidio (despeñar
a Clara de la plataforma de la torre) y suicidio.
Hoffmann
tenía un profundo conocimiento de la enfermedad mental y con un fina
intuición de artista nos sobrecoge, a veces, y nos hace sonreír.
El
proceso de locura se inicia con los miedos infantiles al ‘hombre de
arena’. Aquel niño, Nataniel, que teme al hombre que visita a su
padre con regularidad y que se enamora de una muñeca metálica sin
darse cuenta de sus mecanismos, hasta que ve destrozadas las piezas
articuladas por el suelo, es otro ejemplo de enajenación.
El
terror y la atracción que inspiran los autómatas ya había sido
descrito en el cuento, ya citado, Los autómatas de
1814. en este relato hace una descripción de los muñecos que vio
en la ciudad de Dresde y la impresión que le causaron.
Los
autómatas y los instrumentos mecánicos, que producen sonido, le
causaron pavor, como los relojes de música y le parecen algo
siniestro y horrible. Lo compara con el terror que le inspiran las
figuras de cera.
La
demencia y el automatismo puede que tengan algo en común. El loco es
como un autómata, que puesto en marcha no se puede detener; el
proceso de locura, sus movimientos mecánicos son ajenos a su libre
voluntad y funciona como una máquina automática a la que se ha dado
cuerda.
Coppelia, por su parte, es un ballet sentimental y cómico, una historia de amor y celos, magia y muñecas autómatas con un final festivo y feliz.
Estrenada
en Paris en 1870 con música de Leo Delibes, coreografía de Arthur
Saint-León y libreta de Saint-León y Charles Nuitter.
Coppelia
se basa libremente en El hombre de Arena de Hoffmann, y, aunque
mantiene algo la historia, sobre todo la parte del doctor Coppelius y
las muñecas autómatas, está muy alejada del espíritu siniestro y
ominoso del cuento del autor romántico alemán del siglo XIX.
EL
HOMBRE DE ARENA (Der Sandmann)
La
primera parte del cuento está constituida por tres cartas, una
primera carta de Nataniel a Lotario en la que le cuenta un hecho
significativo: la visita de un vendedor de barómetros. Nataniel
presiente que este suceso con el vendedor de barómetros tendrá
influencia en su vida y que sus relaciones con este malvado
traficante no fueron buenas.
Luego
pasa Nataniel a narrar su infancia junto con su hermana, su madre y
su padre, que les contaba historias maravillosas. Y cuando el reloj
daba las nueve, mi madre decía: “¡Niños a la cama, que viene el
hombre de arena!”1.
Apenas pronunciaba estas palabras, oía yo en la escalera el ruido de
unos pasos pesados: debería ser el hombre de arena.
Nataniel
pregunta a su madre, ¿quién es el hombre de arena? Y la madre le
responde que no hay hombre de arena que valga, sino que tienen sueño
y deberán cerrar los ojos como si le hubieran echado arena.
No
satisfecho con la respuesta de la madre, le pregunta a la anciana
criada: ¿ quién era aquel ser misterioso? Y le responde que es un
ser muy malo, que viene en busca de los niños, que se niegan a
acostarse y les arroja puñados de arena a los ojos, los mete en el
saco y se los lleva a la luna para que sirvan de alimento a sus
hijitos.
Cuando
Nataniel tiene 10 años, ya instalado en una habitación propia,
cerca del gabinete de su padre, trata de averiguar quién es el
fantasmagórico ‘hombre de arena’. Se esconde en un armario del
gabinete de su padre y comprueba que aquel terrible ser espantoso era
el viejo abogado Coppelius, que alguna veces comía en su casa.
Coppelius
era una persona espantosa y repugnante con unos dedos largos y
huesudos, que lo hacían especialmente repelente.
Sin
duda Coppelius era el ‘hombre de arena’, satánico e infernal,
que nos iba a traer alguna terrible desgracia.
Colaboraba
con el padre de Nataniel en sus experimentos con metales y en un
momento dado Coppelius me sorprendió en mi escondrijo y gritó:
“-¡Ojos, ojos!” y sacando unos carbones encendidos de un
hornillo, quería cegarme. Mi padre intercedió: “¡Maestro,
maestro! ¡Dejadle a Nataniel los ojos...dejádselos! Aún Coppelius
quiso comprobar las coyunturas de mis manos y de mis piernas. Perdí
el conocimiento y cuando recobré el sentido estaba con mi madre y
le pregunté: “¿Está aquí todavía el hombre de arena? No, ángel
mío, se ha marchado”. Coppelius desapareció de la ciudad.
Pasado
un año Coppelius, a eso de las nueve, se presentó en casa y mi
padre prometió que sería la última visita del siniestro Coppelius
y ordenó a mi madre que nos acostase.
A
las doce de la noche se oye un ruido desgarrador, como de una arma de
fuego y aparece tendido el cadáver de mi padre, ennegrecido y
mutilado. Sin duda Coppelius había sido el asesino de mi padre. La
explosión que causó la muerte de mi padre se le achacó a Coppelius
y las autoridades le exigieron responsabilidades; pero desapareció
sin dejar ni rastro.
Y lo
curioso de todo es que el vendedor de termómetros, que visitó a
Nataniel no es otro, que el maldito Coppelius, que se hace llamar
Giuseppe Coppola
Por
fin Nataniel finaliza la carta y le dice a Lotario, que está
decidido a vengar la muerte se su padre y le manda saludos a Clara.
Clara,
por la confusión en la dirección, lee la carta de Nataniel a su
hermano Lotario ; toma la iniciativa y contesta a Nataniel.
La
muchacha quedó impresionada por el contenido de la carta: la visita
del vendedor de barómetros, Giuseppe Coppola y el tétrico abogado
Coppelius; aunque al día siguiente ya ve las cosas de otro modo y
cree que todas esas andanzas del hombre de arena son fruto de la
imaginación de Nataniel.
Las
visitas nocturnas de Coppelius a su padre no tenían otro objeto que
practicar operaciones de alquimia, posiblemente con escasos
resultados. Y que la muerte de su padre se pudio deber a la
imprudencia y que Coppelius no tiene la culpa, si acaso la culpa
sería compartida.
Clara
invita a Nataniel a desechar de su imaginación al abogado Coppelius
y al vendedor de barómetros, Coppola. Si, por un casual, vuelve a
aparecer el odioso Coppola, ella misma se ofrece como su guardián.
Nataniel
escribe otra carta a Lotario y le censura por permitir que su hermana
leyera la carta.
Nataniel
le confiesa que el vendedor de barómetros, Coppola y el abogado
Coppelius son dos individuos diferentes según le cuenta el físico
italiano Spalanzani, de quien está tomando lecciones.
Coppola
es italiano con acento piamontés y Coppelius es alemán.
El
profesor Splanzani es un personaje bien estrafalario y tiene en su
casa una mujer, bien vestida, sentada en el centro de la habitación
con los brazos apoyados en una mesita y parece que está dormida con
los ojos abiertos. Esa mujer es Olimpia, la hija de Spalanzani y la
tiene secuestrada en su casa.
Finaliza
la carta prometiéndoles que dentro de 15 días les visitaría.
A
partir de aquí cesan las cartas. Toma la palabra el narrador y
nos dará noticia de lo que le sucedió a Nataniel.
Y de
lo primero que nos informa es que al morir su padre, Clara y Lotario,
lejanos parientes, son recogidos en casa de su madre. Clara y Lotario
tienen muy buenas relaciones con Nataniel y cuando éste tuvo que
ausentarse de la ciudad para seguir sus estudios universitarios con
el famoso profesor de física Spalanzani, Clara ya sentía una
simpatía muy profunda por Nataniel.
Clara
estaba dotada de una belleza natural importante y , además, era una
niña amable, delicada y razonable, poco dada al romanticismo.
Nataniel amaba a Clara y ella, a pesar de su pasión por lo
maravilloso,
le correspondía con tierno amor. Cuando Nataniel tuvo que partir a
Clara la invadió la tristeza y cuando regresó la alegría fue
inmensa y logró desechar de la imaginación de Nataniel a Coppelius
y a Coppola.
No
cabe duda que Nataniel quedó perturbado con la presencia del maldito
traficante Coppola como le había referido a su amigo y pariente
Lotario. Todos notaron que su carácter comenzó a agriarse. Sus
meditaciones místicas ocasionaban un gran disgusto a Clara. Cierto
día que Nataniel se quejaba de ver sin cesar al monstruoso Coppelius
y manifestase que ese demonio iba a destruir su felicidad y su
futuro, Clara le dijo con tristeza: Nataniel ese hombre extravagante
es tu genio del mal, un poder diabólico que se ha metido en tu vida;
pero a nadie debes culpar sino a ti mismo.. Se enfadó mucho Nataniel
al ver que Clara atribuía la existencia de los demonios a la fuerza
de su fantasía y consideró a Clara como una de esas mujeres que no
saben penetrar en los misterios de la naturaleza invisible.
Nataniel
escribe poesía que Clara no valora, porque no la comprende y se van
distanciando
Escribe
un poema donde vislumbra que Coppelius destruiría su amor con Clara.
Le lee el poema a Clara y al terminar la lectura, Clara le estrechó
contra el pecho y le dijo muy seria que arrojara al fuego su maldita
y absurda obra y Nataniel desilusionado exclamó: -“Eres un
autómata, inanimado y maldito” y se alejó de ella corriendo.
Apareció
Lotario en el jardín y Clara tuvo que referirle lo que había
sucedido. Lotario se dirigió a Nataniel para reprocharle su conducta
y éste respondió con violencia retándole a un duelo; pero ante las
instancias de Clara el duelo no se celebra y Nataniel pide perdón a
su amada Clara y a Lotario.
Después
de este incidente, Nataniel, recobró la calma y despejó los
peligros que le oprimían.
Al
cabo de tres días tuvo que marcharse para terminar el último año
de sus estudios universitarios y una vez finalizados se establecería
en su país natal con su prometida.
Al
llegar a la ciudad vio que su casa de hospedaje había sido pasto de
la llamas y entonces lo llevaron a una habitación alquilada que
estaba situada frente a la casa del profesor Spalanzani. Desde una
ventana se podía ver el interior del gabinete del físico, donde se
veía a Olimpia muda e inmóvil.
Nataniel
se extrañó que Olimpia permaneciese en la misma actitud horas y
horas; pero desde luego era una muchacha muy hermosa.
Un
día que estaba escribiendo una carta a Clara llamaron a la puerta y
era Giuseppe Coppola, el vendedor de barómetros; pero ahora le
ofrecía unos anteojos de larga vista y Nataniel le compró un
pequeño anteojo, que probó mirando por la ventana hacia el gabinete
de Spalanzani y pudo ver con claridad el hermoso semblante de
Olimpia, aunque en la misma actitud, únicamente los ojos le
parecieron fijos, como muertos.
Siguió
mirando a Olimpia con el anteojo hasta que llegó su amigo Segismundo
para asistir a la clase del profesor Spalanzani.
Spalanzani
decide dar una fiesta con un concierto y baile al que asistiría lo
más granado de la universidad. Se rumoreaba que el profesor iba a
presentar en sociedad a su hija Olimpia. En efecto Olimpia apareció
engalanada con un gusto exquisito y andaba con una especie de
rigidez, quizá debido a su timidez. Comenzó el concierto y Olimpia
tocaba el piano con habilidad, incluso cantó un aria con voz sonora.
Comenzó
el baile y todos los deseos de Nataniel consistían en invitar a
bailar a Olimpia, cosa que logró con relativa facilidad. Nataniel
creyó haber bailado al compás, aunque sentía la rigidez rítmica
de Olimpia. Exaltado por el baile y el vino, Nataniel perdió la
timidez y se sentó junto a Olimpia, tomó su mano y la habló del
amor que sentía por ella; pero solo suspiraba y balbuceaba:
“¡Ah...ah...ah…!”
El
baile había cesado y la estancia se fue despejando. Tenía que
separarse de Olimpia; besó su mano y sus labios fríos.
Su
amigo Segismundo que había asistido a la fiesta, le pregunta: “¿
cómo es posible que un hombre razonable como tú se pueda enamorar
de una muñeca?”. Nataniel le responde: “¿cómo es posible que
un hombre como tú con tan buenos ojos no haya visto los encantos y
los tesoros ocultos en la persona de Olinpia?”2.
Segismundo comprendió el estado de Nataniel y desvió la
conversación, diciendo que en el amor es difícil juzgar. No
obstante le dice que le parece rígida e inanimada. Su cuerpo está
bien proporcionado; pero sus ojos no tienen expresión.
Nataniel
se despidió de Segismundo y dijo muy serio: “Todos vosotros sois
unos jóvenes prosaicos y por eso Olimpia os inquieta. ¡Sólo a los
caracteres poéticos se le revela lo que es semejante! Solamente me
mira a mí (…), y yo solo vivo en el amor de Olimpia”3.
Segismundo
le dijo: “-¡Que Dios te proteja hermano!; pero creo que vas por
mal camino”.
Nataniel
se había olvidado por completo de Clara, de su madre y de Lotario.
Solo existía para Olimpia y pasaba los días enteros junto a ella
leyéndole sus poemas, canciones, novelas y cuentos y nunca había
tenido una oyente más solícita: no tejía, no cosía, no miraba por
la ventana, permanecía con la vista fija en el amado. Solo cuando
Nataniel le daba un beso decía: ¡Ah...Ah...ah! Y luego: “¡Buenas
noches, amor mío!”
El
profesor Spalanzani veía con buenos ojos la relación de Nataniel
con su hija Olimpia y por esto prodigaba al estudiante las mayores
atenciones.
Nataniel
se atrevió a insinuar un matrimonio con Olimpia y el profesor con
una gran sonrisa le dijo que lo dejaba a la elección de su hija. Por
fin se decidió a ir a casa del profesor y ofrecer a Olimpia el
anillo de oro en señal de compromiso. Pero al llegar al último
tramo de la escalera oyó un estrépito tremendo en la habitación de
Spalanzani. Eran las voces de Spalanzani y Coppelius que estaban
disputando las piezas de Olimpia. Nataniel retrocedió ante aquel
espectáculo y quiso arrebatar a su amada de las manos de los
rabiosos combatientes, pero Coppelius le obligó a soltar a la presa;
luego le dio un fuerte golpe a Spalanzani, que lo dejó aturdido en
el suelo. Coppelius se cargó en el hombro a Olimpia y desapareció.
Nataniel
al ver la cabeza de Olimpia en el suelo reconoció que era una figura
de cera y que sus ojos eran de esmalte. Spalanzani tendido en el
suelo en medio de numerosos fragmentos de vidrio, le dijo: “¡Corre
detrás de él! (…) Coppelius, Coppelius me ha robado mi mejor
autómata en el que he trabajado 20 años. ¡Vete en busca de
él...traéme a Olimpia...aquí tienes sus ojos!”4
Nataniel
vio los dos ojos que le miraban con fijeza y se volvió loco. Empezó
a proferir incoherencias y precipitándose sobre le profesor quería
estrangularle. Ante tal escándalo acudieron los vecinos y le
sujetaron con la ayuda de su amigo Segismundo y fue conducido a un
manicomio.
Después
de este incidente el profesor y fabricante de autómatas Spalanzani
abandonó la Universidad por la burla macabra que había ocasionado a
Nataniel y también para evitar la venganza de los estudiantes, así
como para evitar un proceso judicial. Coppelius, por supuesto,
también despareció.
Cuando
Nataniel recobró la razón se hallaba en casa de su madre con Clara
a su lado, que le manifestaba su amor. Segismundo que no había
querido abandonar a su amigo, le felicitó por su recuperación. La
felicidad volvió a reinar de nuevo en la casa con los cuidados de su
madre, de su amada y de Segismundo. A todo esto se añadió la muerte
de un viejo tío, que parecía pobre, pero la había dejado a la
madre una casa cerca de la ciudad con una buena herencia.
Deciden,
entonces, trasladarse allí los cuatro con la intención de Nataniel
y Clara de casarse. Nataniel estaba amable y reconocía el carácter
maravilloso y puro de Clara.
Así
pues, llegó el día de ir a la nueva casa de la ciudad y al pasar
junto a la iglesia, clara dijo:”¡Eh! Nataniel, ¿quieres que
subamos al campanario para contemplar una vez más las montañas y
los lejanos bosques?”5
Y subieron los dos solos , pues Lotario no quería cansarse subiendo
una escalera de tantos peldaños.
Una
vez arriba Nataniel buscó en el bolsillo el anteojo de Coppola.
Clara estaba delante del cristal y Nataniel notó que el pulso le
latía con rapidez y fuera de sí lanzó un grito ronco y feroz:
“¡Muñeca de madera, vuélvete!” y trató de arrojar a Clara al
vacío; pero ella se agarraba a la barandilla con desesperación y
por fortuna Lotario se percató de la situación y subió la tortuosa
escalera de la torre. Hizo saltar la puerta de acceso a la
plataforma, agarró a su hermana y le dio un golpe en la cabeza a
Nataniel. Lotario bajó la escalera con su hermana desmayada en sus
brazos.
Nataniel
fuera de sí corría por la plataforma y gritaba:”¡Horno de fuego,
revuélvete, horno de fuego, revuélvete!”6.
Empezó a congregarse la multitud ante tales gritos y en medio de los
curiosos apareció de repente el abogado Coppelius y como algunos
hombres quisieran socorrer al loco, Coppelius riendo dijo: “¡bah,
dejadle, que ya sabrá bajar solo!”. En esto Nataniel inclinado
sobre la barandilla divisó al punto a Coppelius, y le reconoció y
empezó a gritar: “¡Ah, bellos ojos...bellos ojos!” y saltó al
vacío.
Y
mientras Nataniel yacía en las losas de la calle, Coppelius
desaparecía entre la multitud.
Años
más tarde Clara vivía en un país lejano en una casita de campo con
un marido dulce y dos niños. Clara había encontrado la felicidad
doméstica, felicidad que nunca hubiera logrado al lado del
trastornado héroe romántico Nataniel.
PERSONAJES
Clara
es la prometida de Nataniel y hermana de Lotario,de temperamento
tranquilo y reflexivo; pero alegre y expansiva. Se trata de un
personaje con los pies en el suelo: alegre y vivaz, penetrante y
lúcida. Por lo tanto sería el contrapunto de Nataniel: racionalidad
e Ilustración versus imaginación y Romanticismo, cordura versus
locura.
La
racionalidad de Clara se refleja en la descripción de sus ojos:
claros y profundos, de tal forma que parecen un lago o un espejo.
Clara
es tan racional, que a Nataniel le parece un autómata inanimado.
Clara no comprende la sensibilidad de Nataniel. Por eso después de
la muerte de Nataniel lleva una vida sosegada con un matrimonio
ejemplar.
Clara
bien podía ser el doble de Olimpia. Al final Nataniel intenta
matarla empujándola desde la plataforma, porque la confunde con la
muñeca de madera en su delirio. Nataniel pretende hacer con Clara
lo que Spalanzani y Coppola hicieron con Olimpia: destruir el
autómata que había creado.
A
pesar de estas semejanzas, antes de la tragedia, Clara y la madre de
Nataniel eran las que podían calmarle y hacerle razonar
temporalmente; es decir mitigaban la enajenación de Nataniel,
mientras que Olimpia, muñeca autómata verdadera, fomentaba su
delirio.
Nataniel
( en hebreo: el regalo de Dios) es el protagonista absoluto del
cuento, gran narcisita. Su nombre contiene alusión a la vida
(nacimiento: natal) y a la muerte (Thanatos, dios griego de la
muerte).
Frente
a Clara representa la visión romántica del mundo: sensible,
introvertido, egocéntrico, narciso. Es incapaz de distinguir la
realidad de la fantasía y siente fascinación por lo maravilloso y
lo imaginativo. No se integra en la sociedad, la rechaza y se
encierra en su mundo.
Según
avanza la narración la enajenación de Nataniel va en aumento y sus
visiones negativas y su aislamiento social le conducirán a la
autodestrucción.
Olimpia
(la que viene del monte Olimpo) es la hija de Spalanzani, muñeca
autómata y es una de las causas principales de la alienación de
Nataniel.
Es
la segunda amada de Nataniel y cuanto más se aleja de Clara por su
racionalidad, más se acerca a Olimpia, que escucha impasible sus
poemas, satisfaciendo su narcisismo.
Las
dos figuras tienen muchas similitudes. Clara se caracteriza por la
pureza de líneas del talle y Olimpia por la perfección de su talle.
Además se parecen por sus miradas claras y casi inanimadas y en los
ojos de ambas mujeres, Nataniel se refleja como en un espejo. Sin
embargo Nataniel se inclina por Olimpia, porque le puede dar amor y
comprensión..
La
autómata, doble artificial de Clara, cumple mejor la función de
espejo de narciso, dado que le permite proyectar sus inquietudes
artísticas en ella.
Tanto
Nataniel como Olimpia son marginados de la sociedad, ella vivía
oculta por su padre-creador, porque no es un ser humano y Nataniel
por su trauma infantil y su locura.
Al
final se sabrá la identidad de la muñeca de madera y se
´robarán´sus ojos, mientras Nataniel se suicida después haber
visto a Coppelia destrozada y después de haber confundido a Clara con
la muñeca autómata.
La
madre de Nataniel, se vale de los cuentos populares como El
hombre de arena para dormir a sus hijos: Nataniel y su hermana;
aunque es un personaje secundario, no tiene nombre, tiene su
importancia; porque es la persona que introduce al hombre de arena en
la vida de Nataniel, detonante del miedo infantil, del trauma y ,
finalmente del delirio y de la tragedia de Nataniel.
Cuando
ya es adulto le cuida de su delirio.
Nataniel
pregunta a su madre, quién era el hombre de arena y su madre le
responde que dicho fantasma no existía, que solo era un dicho para
que los niños fueran a acostarse; pero Nataniel no la creía y
seguía pensando en Coppelius; por eso decidió preguntárselo a la
criada, que le contaría que se trataba de una especie del hombre del
saco que se llevaba a los niños y esto supone el inicio del trauma
de Nataniel.
Coppelius,
socio del padre de Nataniel en sus experimentos con alquimia,
identificado por Nataniel como el hombre de arena. Es un individuo
grande, deforme, siniestro y supuesto causante de la muerte del padre
de Nataniel. Personaje que permea todo el relato y tiene su aparición
final justo antes del suicidio de Nataniel.
Guisuppe
Coppola, comerciante de barómetros y gafas
Spalanzani,
profesor de Nataniel y se hace pasar por el padre de Olimpia
Padre
de Nataniel, también innominado, hace con Coppelius ensayos secretos
de alquimia, fruto de lo cual pierde la vida; este hecho sucede en la
infancia de Nataniel.
Lotario,
hermano de Clara y amigo de Nataniel, a quien dirige dos cartas.
Segismundo,
estudiante amigo de Nataniel, a quien trata de proteger en el
infortunio, al igual que Clara representa la racionalidad frente al
delirio de Nataniel.
COPPELIA
Ballet
en tres actos con música de Leo Delibes y coreografía de Arthur
Saint-León. Estrenado en París en el Teatro de la Ópera el 25 de
mayo de 1870. Está inspirado libremente en el cuento de E.T.A.
Hoffmann “El hombre de arena” (Der Sandermann).
La
acción transcurre en una aldea donde viven la traviesa Swanilda, su
novio Franz y el artesano juguetero Coppelius. Este último habita en
una casa misteriosa donde guarda sus creaciones: muñecas de tamaño
humano. Su pieza preferida es la muñeca Coppelia, y es tan real, que
todo el mundo que la ve sentada en el balcón, cree que se trata de
una joven de verdad.
Swanilda
se enfada porque no consigue atraer la atención de Coppelia, aunque
haga todo tipo de aspavientos y dé voces desde la plaza; pero su
enfado sube de tono, cuando descubre que su novio Franz intenta
flirtear con Coppelia.
Entran
los aldeanos en la plaza y con ellos el Terrateniente, anunciando que
habrá una fiesta para celebrar la instalación de una nueva campana
en el pueblo y que todos los que estén prometidos serán obsequiados
con unas moneadas. Swuanilda quiere probar la fidelidad de Franz,
quien le asegura su amor sin mucha convicción.
Por
la noche, el juguetero Coppelius, sale de su casa y en el camino
pierde la llave; Swanilda y sus amigas la encuentran y la curiosidad
las empuja a entrar en el taller.
Cuando
Coppelius se da cuenta que ha perdido la llave, vuelve y al ver la
puerta abierta entra con sigilo para descubrir al intruso. Mientras
tanto Franz ha decidido subir al balcón para conocer a la chica
misteriosa, que tanto le atrae.
Dentro
del taller, Swanilda descubre que Coppelia es solo una amuñeca y las
chicas se divierten con los diferentes autómatas vestidos de
escoceses, chinos o españoles, que bailan pasos típicos. Llega
Coppelius y las echa a todas, excepto a Swanilda, que se esconde en
la alcoba de Coppelia y se ha puesto sus ropas para que no la
reconozca.
Después
entra Franz y Coppelius lo atrapa y lo duerme con una droga. Se le
ocurre, entonces, que podía utilizarlo para llevar a cabo su obra
maestra; transferir el espíritu del joven a su muñeca preferida
para que esta cobre vida.Swanilda, entre tanto, le sigue el juego y
le hace creer que la muñeca puede moverse con cierta soltura
natural, hasta que vuelven sus amigas y Franz despierta.
Entonces
Coppelius se da cuenta que todo es un engaño
De
nuevo en la plaza del pueblo se hace la presentación de la campana.
El terrateniente hace su regalo a las parejas de prometidos y también
a Coppelius, quien se queja que sus muñecos quedaron destrozados la
noche anterior.
La
obra concluye con la boda de Swanilda y Franz, final feliz, pues.
Los
personajes de Coppelia son la traviesa Swanilda, una muchacha
vivaracha y con una personalidad nada complicada y la secunda su
prometido Franz, también sin ninguna complicación; si acaso parece
que no le hace el caso que merece, dado que pretende flirtear con
Coppelia hasta el hecho de escalar al balcón para conocer a la bella
e inmutable Coppelia.
Coppelius,
el artesano juguetero, habita en una casa misteriosa en la plaza del
pueblo y se dedica a fabricar muñecas de tamaño humano y su pieza
preferida es Coppelia y está tan lograda, que todos los que la ven
sentada en el balcón, creen que se trata de una joven de carne y
hueso.
Coppelius
entraña al hombre misterioso y mago; porque cuando sorprende a Franz
en su casa lo duerme con un somnífero e intenta transferir el
espíritu del joven a su muñeca preferida para que ésta cobre vida.
Coppelius contaba con la ayuda pícara de Swanilda que hábilmente
disfrazada le seguía el juego hasta que se dio cuenta del engaño.
Todo muy en consonancia con este ballet vivo, festivo, lleno de color
y alegría.
A
MODO DE CONCLUSIÓN
la
acción de El hombre de arena se desarrolla en un entorno
urbano, bien en la ciudad donde vive Nataniel, bien en la ciudad
universitaria, donde tiene la casa el profesor Spalanzani.
La
acción de Coppelia transcurre en una aldea o pueblo fronterizo donde
hay influencias de varias etnias y de su folclore: húngaros,
polacos, ucranianos y gitanos, entorno rural, pues.
En
cuanto a los personajes podemos identificar en las dos obras a
Coppelia con Olimpia, ambas muy perfectas de formas, a Swanilda con
Clara, aunque con sus diferencias, porque Clara encarna la
racionalidad, el pragmatismo y Swanilda es más divertida.
De
ninguna manera podemos comparar a Franz, personaje lineal, con el
alambicado y romántico Nataniel.
A
Coppelius si lo podemos poner en el lugar de Spalanzani-Coppelius,
porque ambos han producido una muñeca autómata perfecta y en los
dos casos se descubre el engaño con desenlace trágico en el hombre
de arena y con final festivo en Coppelia.
No
cabe duda que son dos medios de expresión distintos y el gran valor
de El hombre de arena ha sido el de inspirar el ballet
Coppelia, que ha tenido tanto éxito, de tal manera que se
sigue representando en los principales teatros del mundo desde el
Bolsoi al Metrpolitan de Nueva York.
El
hombre de arena ha inspirado otras obras en la actualidad como:
The
Sandman (Stop motion) del director Paul Berry, nominado al Óscar
y ganador del Craft Prize for Best Animation en el Otawa
International Festival.
La
banda de rock “Metallica” publicó en 1991 el disco sencillo,
Enter Sandman, que fue disco de oro en USA y la letra de la
canción hace referencia a Nataniel.
Extraliterariamente
“Coppelia” es una famosa heladería de La Habana, empresa
nacional cubana creada en 1966, cuyo logotipò está formado por las
piernas y los muslos de una bailarina rematados por un breve tutú.
BIBLIOGRAFÍA
Bravo-Villasante
Carmen, El alucinante mundo de E.T.A Hoffmann, José Olañeta
editor, Palma de Mallorca, 1992.
-
Los autómatas de Hoffmann, Olañeta Editor, Palam, 1992
Hoffman
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edición)
Janés
Nadal Alfonsina, Klreisler, Murr y su mundo, Endymión,
Madrid, 1994
Leo
Delibes, Coppelia (ballet), libreto de Saint-León Arthur y
Nuitter Charles, 1DVD-Video y folleto, Planta de Agostini, Barcelona,
2010
Martini
Fritz, Historia de la literatura alemana, Editorial Labor,
Barcelona, 1964
Riquer,
M. de y Valverde J.M: “Romanticismo y Realismo”, en Historia
de la literatura universal, Vol 7, Olaneta, Barcelona, 1985
Madrid,
21 de febrero de 2020
Anastasio
Serrano
1.-
E. T. A. HOFFMANN, Cuentos 1 y 2, Alianza Editorial, Madrid, 2002
(pp. 58 y 59). Todas las citas textuales serán de esta edición.
2.-
Op. Cit. p. 85
3.-
Op. Cit. p.85
4.-
Op. Cit. p. 88
5.-
Op. Cit. p.91
6.-Op.
Cit. p. 92
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