Eugenio
de Nora conoce a Victoriano Crémer a principios de los años
cuarenta en la Biblioteca Azcárate, cuyo director era el sacerdote
don Ángel González de Lama. Victoriano Crémer ya era una persona
relativamente conocida, más por sus actividades políticas durante
la guerra que por su pluma. El magisterio de don Antonio G. de Lama
adquiere notoriedad y pronto de 6 a 8 de la tarde, comienzan a
acudir jóvenes y adultos para consultarle temas relacionados con la
cultura. De algunos de aquellos visitantes de la biblioteca Azcárate,
terminada la guerra, surge la tertulia Azcárate, génesis de la
revista Espadaña.
Crémer lo refiere así:
En
torno del bibliotecario de “Azcárate” se reunieron gentes muy
diversas, atraídos por la dotación singular del cura, como por su
generosa donación de saberes…Todos los días jueves, que diría
Vallejo, se formaba la pequeña Academia, así que se cerraba el
tiempo de lectura en la Biblioteca y se leían versos, se comentaban
libros, se formaban opiniones. Los más asiduos eran: Eugenio de Nora
(…), Pilar Vázquez Cuesta, Josefina Rodríguez, casada con el
escritor Ignacio Aldecoa, José Castro Ovejero, Victoriano
Crémer…como complemento, que no suplemento, acabaron por
incorporarse al “clan”, Luis López Santos…Manuel Rabanal y
Eloy Terrón1
La habitación donde se celebraban las tertulias fue llamada por ellos: ‘el infierno’ de la biblioteca, pues allí estaban ‘condenados’ los libros prohibidos o considerados peligrosos por el régimen. Naturalmente estas tertulias iban a desembocar en una revista, sin embargo unos acontecimientos previos van a suponer el antecedente directo de Espadaña, me refiero a las colaboraciones literarias del grupo en la revista Cisneros nº 6, del Colegio Mayor del mismo nombre de Madrid.
En
efecto, en el otoño de 1942, Eugenio de Nora se traslada a Madrid
para estudiar Filosofía y Letras, carrera que había sido
recomendada por don Antonio, tanto a él como a sus padres. Y en
Madrid se instala en el Colegio mayor “Cisneros”, “La
Residencia de Estudiantes”2,
que había sido cerrada en 1936 y reabierta como Colegio Mayor; allí
Nora entabla amistad con los compañeros que tienen inquietudes
literarias y en 1943 comienza a publicarse una revista Cisneros,
dirigida por Sánchez Bella, siendo encargado de la sección
literaria:”Artes y Letras”, Eugenio De Nora. Con él se
encontraban otros jóvenes, que serían poetas de renombre, como José
Mª Valverde o Blas de Otero.
El
primer número de la revista Cisneros
salió en enero de 1943 y en ella había poesía, narrativa, crítica
literaria y noticias y ya desde el número 4 (julio de 1943) dice
Nora: “Polemicé incluso agresivamente con Garcilaso3,
publicación de la “Juventud Creadora”, que se reunía en el Café
de Gijón de Madrid, dicha revista había visto la luz el 13 de mayo
de 1943.
Esto
dice Nora en el citado nº 4 de Cisneros
p. 85:
”Rotulada
con el nombre de nuestro poeta-soldado, y sostenida por un grupo de
juventud creadora, acaba de aparecer el primer número de esta
revista (Garcilaso) de verso y prosa (…).No se perciben
cualidades exigibles a cualquier grupo de jóvenes: afán de
renovación y de superación, apasionamiento, desdén hacia cualquier
forma de virtuosismo crítico. Al contrario, justamente en eso-en
virtuosismo- se quedan casi todos los sonetos que publica Garcilaso
(…) llamaríamos a toda esa poesía engolada, sin sangre,
presumida, de mal gusto (…). Recuerda a esos muchachos demasiado
bien afeitados, con el cuello demasiado duro y demasiado “fijador
en la cabeza”.
De
estas palabras se desprende que ya desde el primer número de
Garcilaso, Nora
presiente una oposición radical entre la ideas poéticas de
“Juventud Creadora” y el pensamiento “pre-espadañista”
leonés.
La
respuesta de Garcilaso
a la crítica de Eugenio de Nora desde Cisneros,
no se hizo esperar y en su segundo número publican un editorial que
alude a los ataques del poeta leonés; y lo que en un principio iba a
ser una pugna de grupos y revistas pasó a convertirse en un asunto
personal entre García Nieto y Eugenio de Nora y ante tal
contestación “garcilasista”, Nora pidió ayuda a sus amigos y
contertulios de la Biblioteca “Azcárate”: Victoriano Crémer,
Don Antonio González de lama y Rafael Benítez Claros, que acuden
con sus colaboraciones para ayudarle. En el nº 6 de Cisneros
escribe Nora una nota refiriéndose a la polémica con Garcilaso
y explica el motivo de la incorporación de estos tres nombres en la
polémica. La nota lleva por título: “Un suelto sin firma” (pag.
120):
El nº 4 de Garcilaso publica un suelto en el cual, con la mayor decisión, se asegura que desde Cisneros me he metido violentamente con el director de aquella revista, Sr. García Nieto, y a renglón seguido, parece que como revancha, me llama “descamisado” y otras cosas (…) .Mi nota se refería exclusivamente al tono general de unos versos que consideré-y sigo considerando-vacíos e insuficientes para hombres auténticos de cualquier época, y sobre todo para hombres capaces de vivir la nuestra. Di una opinión sobre los poemas aparecidos en una revista, no sobre sus colaboradores, y mucho menos, naturalmente como personas (…), y concluye: Aunque no guardo el menor rencor a los bromistas de Garcilaso, prefiero no ser yo quien hable hoy de su revista. Cedo, pues, la palabra a un querido maestro para que con su amplia mirada comprensiva nos instruya una vez más, abordando (oh, manes de mi fuerte Virgilio, que por ambicioso y genial no serías hoy sonetista barroco) asuntos más elevados”. E. de N.
Y a continuación toma la palabra Antonio G. De Lamas (sic) con el famoso artículo: “Si Garcilaso volviera…”
Don
Antonio en el último párrafo de su artículo parodia los versos de
una canción de Rafael Alberti, en clara referencia a la revista
Garcilaso, de
“Marinero en tierra” (Premio Nacional de Literatura en 1925):
Y
comienza el artículo don Antonio:
“Tengo
ante mí cuatro números de una nueva revista de poesía nombrada
Garcilaso y apellidada “Juventud Creadora”. No es mal
signo Garcilaso para presidir el zodiaco de la poesía juvenil (…).
Y buen apellido es también el de “Juventud Creadora”, pues toda
poesía es creación y más si esa poesía es o quiere ser juvenil”.
Sigue
don Antonio haciendo un recorrido por los 40 primeros años del siglo
XX y manifestando que a diferencia de otros géneros literarios la
poesía ha alcanzado cotas muy altas, solo equiparable al Siglo de
oro. Dice: “Han sido 45 años de producción ubérrima, sin un
momento de quietud, en continuo cambio, en constante afán de
superación” (pag. 122).
Habla
del colapso de 1936 por la guerra y de las dos líneas poéticas
anteriores a 1936: la romántica que era la salida natural del
superrealismo y la clasicista, de entronque tradicional (Garcilaso,
Góngora), caracterizada por el pudor y la asepsia, cuidado exquisito
de la forma y retorno a la estrofa. Y ya se ocupa de la revista
Garcilaso y sigue:
¿Y
qué es lo que estos jóvenes prefieren? A primera vista se ve que
casi todos se inclinan a la métrica tradicional; miden los versos y
los encajan en estrofas regulares: Hay octosílabos… Hay romances,
liras, décimas y sonetos, muchos sonetos, demasiados sonetos”
(Ibidem). Es, pues, una revista en la que domina el tono moderado,
comedido, de gran atención a la forma, muy elaborada. Naturalmente,
esto da frialdad y monotonía a los versos.
Por
eso en lugar de la evasiva y fría primavera del endecasílabo: “es
apetecible hallar en la poesía moderna un poco menos de forma y un
poco más de vida (…). Menos perfección estilística y más
ubicación anímica. Vida, vida, vida. Que, sin vida, todo está
muerto. (Axioma de Perogrullo)”(Íbidem). Y en este párrafo se
encuentran las raíces de toda una poética posterior, iniciada en
Espadaña y continuada por los poetas verdaderos.
Podemos ver tres cualidades que definen la auténtica poesía según González de Lama: Vibración humana frente a artificio, lenguaje directo (“gritos”) frente al retoricismo y transmisión de contenidos vitales frente a una arquitectura muda.
Y
concluye el artículo don Antonio:
“Puede
volver Garcilaso. Pero hoy por hoy no tiene nada que hacer. En el
siglo XVI era necesario dar a la poesía tono y norma, pulcritud,
lima. Hoy esto es lo que sobra. Y lo que falta es la espuela que
aligere corceles poéticos que irrumpan piafantes y briosos en el
campo excesivamente florido de nuestra poesía. Si Garcilaso
volviera, yo no sería su escudero, aunque buen caballero
era”.5
Pero, ¿cómo valoramos este artículo a la altura de 1943? ¿Es un manifiesto para la futura “Espadaña”?
Para
Víctor García de la Concha, este artículo “Puede ser considerado
como el primer manifiesto espadañista, aunque esto no estuviera por
entonces en la mente del autor”6.
Fanny Rubio estudiosa del tema califica de “articulo clave… que
se puede considerar el primer manifiesto espadañista”7.
No cabe duda que el artículo que comentamos fraguó las bases de la
futura revista (Espadaña)
y lo que ésta propuso a los poetas españoles. No obstante, el
cambio poético ya se venía produciendo en España de forma general,
pero no se había encontrado el camino. El anti-garcilasismo no fue
exclusivo de los preespadañistas y luego de Espadaña;
otras revistas como Corcel
de Valencia o Entregas de Poesía
de Barcelona se habían opuesto a la lírica de cartón piedra de
Garcilaso, aunque no
con tanto acierto.
Unos
meses después, en mayo de 1944, saldría la revista Espadaña
y llevaría a la práctica las ideas
poéticas contenidas en el “manifiesto” de don Antonio. El
garcilasismo comienza a declinar, entre otras cosas por la pujanza de
Espadaña y por la
publicación de “Hijos de la ira”
de Dámaso Alonso y Sombra del
paraíso de Vicente
Aleixandre en 1944. Estos poetas sientan las bases de la nueva lírica
con un contenido y una expresión más humana y más desgarrada,
alejada de la retórica y del formalismo garcilasista.
Además
del artículo: “Si Garcilaso volviera…” de González de Lama,
Eugenio de Nora en la sección >>Saetas a la poesía se<<
ocupa de la poesía de Crémer y se expresa en estos términos:
¡Qué
dureza, qué agresividad, qué violencia tan brutal y qué
desgarramiento doloroso del hombre ante un mundo indiferente o
enemigo! ¡Qué magníficos cantos de hombre de
estepa, de poeta de campos de tierra sola!
¡Qué barroquismo atormentado y aristado de la cepa más castiza!8
Victoriano Crémer escribe, también, en la misma sección que Nora una reseña sobre la revista valenciana Córcel y aprovecha para exponer sus ideas poéticas y hace alusiones claras a Garcilaso y ve como única solución a esa lírica fina y formalista, la autenticidad y la fe en uno mismo, dice.
Se
impone urgentemente, ante todo, nutrir a los poetas en la idea
esencial de la fe en su propia poesía… Acercarles a la lengua de
las afiladas palabras, rojas de lumbre… la Poesía es el más alto,
difícil y peligroso quehacer del hombre entero y verdadero9.
Rafael Benítez Claros también escribe un artículo titulado, >>Una poesía de esta hora<<, y su postura queda bien clara, rechaza el garcilasismo y propone una poesía humanista y menos preocupada por la forma, dice:
Una poesía consciente de cuanto nos ciñe, ha de ser, ante todo, eso: Actualidad viva, conocimiento del peligro y la ventaja de ser precisamente “ahora” voz solitaria capaz de convocar y no a lo sumo hacer irisar a una lágrima o de cumplir las exigencias de un oído afinado. Una poesía afirmativa, hondo el conocimiento, condensada y potente.10
Nora, por su parte, en la entradilla-editorial de ARTE Y LETRAS,: “Qué queremos”, se muestra conciliador y renunciaba-su grupo- a mantener viva la polémica, lo único que les importaba era la autenticidad. “Pedimos autenticidad sobre todo”.
En
los primeros años cuarenta España sufría una auténtica desolación
intelectual. La guerra había empujado al exilio a muchos escritores
y artistas, había condenado al silencio a otros y a la inhibición a
los restantes. En este panorama va a nacer la revista Espadaña,
que va a traer la revolución poética y cultural a León y a
proyectarse al resto de España. Pero, ¿por qué surge la idea de
crear una revista de poesía? Pues el grupo que se reunía en la
Biblioteca Azcárate y mantenía tertulias no veía con buenos ojos
el desarrollo de la poesía española, demasiado retórica y
formalista. Ya se ha visto la polémica mantenida con Garcilaso.
El texto de González de Lama: “Si Garcilaso volviera…” se
convierte en declaración de principios, en una especie de manifiesto
poético. Entonces para dar salida a sus inquietudes poéticas, para
significarse en los ambientes literarios de la época, deciden
publicar una revista.
Dice
Nora: “Espadaña,
empezando por el nombre, surgió de las innumerables reuniones,
tertulias y largos paseos desde la biblioteca Azcárate hasta San
Marcos”11.
El nombre de Espadaña lo propuso Crémer, aunque fue sometido a
votación. Luego comenta Crémer: “Nadie corrigió al investigador
cuando (…) dejó constancia de que se prefirió “Espadaña”(como
título) por su vinculación al paisaje leonés y su analogía de
forma de espada”12.
De todos es conocida la costumbre de engalanar las calles con
espadañas por el “Corpus Cristi” (Morirás…/sintiendo/ la
carroza olorosa de los Corpus) y por las fiestas sacramentales de
cada pueblo en la estación. (Se barrían las calles, entonces de
tierra, y se adornaban con espadañas enteras o partidas).
Una
vez elegido el nombre de la revista, con lo primero que tenían que
contar era con la autorización oficial para poder publicarla, y se
decidió que la persona idónea era el joven estudiante Eugenio de
Nora; ya que Crémer tenía antecedentes políticos. Así pues se
cursa la solicitud a nombre de Eugenio García de Nora. El objeto de
la publicación era contribuir al desarrollo de la poesía española
y recoger las aportaciones de los jóvenes de la provincia. Figuran,
también, en la solicitud el nombre y la profesión de los
redactores: Antonio González de Lama: sacerdote, León, Eugenio
García de Nora: Estudiante, Madrid, Victoriano Crémer Alonso:
Escritor, León. La solicitud fue presentada en la Delegación de
Prensa y Propaganda de León, concediéndose la autorización para la
publicación en mayo de 1944, y ese mismo mes salió el primer número
de ESPADAÑA: Revista de Poesía y
Crítica.León.Mayo,1944.
Por
lo tanto, ya podemos establecer que el grupo fundacional de Espadaña
estaba integrado por Antonio González de
Lama: editorialista y crítico, Eugenio de Nora, poeta y crítico, y
enlace con las figuras poéticas de Madrid, dado que estudiaba en
Madrid; José Castro Ovejero, músico, con una sección
:”Filosofemas” y administrador de la revista; Victoriano Crémer,
poeta y crítico, además se encargó de confeccionar materialmente
la revista, dada su condición de tipógrafo. También se incluyeron
a última hora y por una cuestión de respetabilidad local a Luis
López Santos, sacerdote y Director del I.N.B. “Padre Isla” de
León y Manuel Rabanal, catedrático de Griego en el mismo Instituto.
Ambos catedráticos, adeptos al régimen, tenían buenas relaciones
con los políticos provinciales y eran el mejor aval ante las
autoridades y ante los futuros lectores de la revista. Más tarde se
incorporaría, como colaborador, Luis López Anglada, militar y
poeta. La revista, pues, saldría a la luz sin ningún tipo de apoyo
oficial ni institucional.
El
primer número sale en mayo de 1944 y el la portada, junto a la
alegoría de una espadaña en tinta verde (dibujo de Santiago
Eguiagaray), hay un poema anónimo, seguro de Victoriano Crémer,
titulado de igual forma: ESPADAÑA. “Alamedas de mi sangre”, que
por su significado y por la belleza expresiva y por haber citado
algún verso al glosar el nombre de espadaña vamos a reproducirlo
aquí:
ESPADAÑA
“Alamedas de mi sangre”
“Tiranía
del aire y de la noche; / un seno oscuro y hondo te prodiga/su verde
sangre, trepando fríamente.
Impasible espadón; segura guarda/ de esa fresca manada de cristales/ que mansamente embiste tus raíces.
Si no fueran tus filos vigilantes/ la luz se nos daría agobiadora/ y el silencio sería un buey mugiente.
Tu torso de mancebo en plenilunio/desnudamente crece y se enamora/ como un mármol o dios arrebatado.
Morirás estrenando soles nuevos/ y sintiendo pesar sobre tu cuerpo/ la carroza de los Corpus.”
Se abre el número 1 con la sección de “Críticas y Notas” en la que se informa de la próxima publicación de dos libros importantes. “Hijos de la ira” de Dámaso Alonso y “Sombra del paraíso” de Vicente Aleixandre. También se da noticia de la inminente publicación de un libro de poesía de Victoriano Crémer: “Tacto Sonoro”. Acaba de nacer Espadaña (1944-1951) publicando 48 números. Un largo camino para una revista de poesía, que encontrará dificultades, pero también será uno de los pilares fundamentales de la poesía de posguerra.
Victoriano
Crémer en el nº 1 de Espadaña
hace una previsión de cual va a ser la función de la revista en
estos términos:
Va a
ser necesario gritar nuestro verso actual contra las cuatro paredes o
contra los catorce barrotes soneteriles con que jóvenes tan viejos
como el mundo pretenden cercarle, estrangularle” (“España limita
al Este”) y aunque hace referencia a Garcilaso (los catorce
versos soneteriles) y a su preocupación por la forma,
que es contrario a “nuestro verso, desnudo y luminoso,
sin consignas y sin necesidad de colocarnos bajo
la advocación de ningún santón literario: aunque se llame Góngora
o Garcilaso”13.
Víctor García de la Concha opina que Espadaña surge como medio de darse a conocer Crémer y Nora, dos poetas que alumbraban con luz propia. Crémer no acepta esta idea y dice que Espadaña no surgió ni como oposición a Garcilaso, ni mucho menos como medio de darse a conocer ellos dos como poetas. Espadaña nació, como se ha dicho, de la evolución lógica del panorama poético español, ya iniciado por la Generación del 27.
Nora,
por su parte, ha escrito sobre las relaciones de las dos revistas,
Garcilaso y Espadaña:
No
se trató de un enfrentamiento de revistas, ni de grupos poéticos
agrupados en torno a ellas. El debate al nivel de las ideas, era el
de la inacabable controversia entre poesía elusiva, halagadora,
formalista, elaborada por poetas-artífices, y poesía de contenidos,
comprometida, expresionista, patética: concorde (pensábamos todos)
al tiempo que vivíamos.14
El profesor Francisco Martínez García referente al nacimiento de Espadaña dice: Espadaña se gestó como tertulia, nació y floreció como revista y dio sus frutos como tendencia”15. Espadaña, pues, fue una tendencia poética abierta a todos, que encontró su justificación histórica en el momento que le tocó vivir y en la necesidad de rehumanizar la poesía de los años 40, en una situación social de posguerra, con la que los poetas de contenido estaban comprometidos. Estos poetas generan una poesía de queja y de dolor no afectados por las lágrimas, sino aguijados por el grito y la lucha incansable contra una realidad palmariamente injusta.
Y
Victoriano Crémer, además de hacedor de Espadaña,
muestra en sus libros de poesía (Tacto
Sonoro, Caminos de mi Sangre) una actitud
rebelde frente a la angustia vital del hombre y su resignación. La
poesía de Crémer nace de la adaptación del verso a la forma
coloquial y se desarrolla con el mundo en que se produce, su poesía
nos hace sentir si sincera emoción humana. Cada poema de Crémer es
el hombre en presencia poética.
Unos
conocidos versos de Antonio Machado, presente en los postulados
poéticos del grupo de Espadaña,
revelan que la poesía es una gran lección de sinceridad o no es
nada:
Tal
vez la mano, en sueño, / del sembrador de estrellas, / hizo sonar la
música olvidada/ como una nota de la lira inmensa, / y la ola
humilde nuestros labios vino/ de unas pocas palabras verdaderas16.
Estas
pocas palabras verdaderas machadianas, hacen que el poema tenga un
acento de sincera humanidad y esta ha sido la pretensión del grupo
de Espadaña
Ofrecemos
ahora una breve muestra de la poesía espadañista:
POÉTICA
A
V. Crémer
Existen
muchas leyes como estatuas
En
tierra derribadas, abolidas,
Y
otra vez luego en pie, fantasmas fríos,
Trabas,
mordazas, bridas.
Sobre
tantos modelos, normas quieren,
Extensos
cementerios habitando,
En
lo libre, la luz, no lo olvidemos,
Espera,
está esperando.
¡No
lo olvidamos, nunca olvidaremos!
Así,
pues, vivos, fieles a un destino,
El
verso apasionado descorchamos
Libérrimo
y sin tino.
Entre
álamos mecidos y aire verde,
Escapándose
fúlgido al combate,
El
verso raya fiel en el misterio,
Fiel
siempre al hombre, al corazón que late.
Eugenio
de Nora
(Espadaña
nº 7)
*** *** ***
ELEGÍA
DEL REGRESO
Después
de tanto andar y tantos vientos
Recogidos
al paso,
Vuelvo
a la casa, a la familia, al hombre
De
mi costumbre.
(…)
Te
hablo
Como
el amigo que se encuentra camino del hogar
Y,
andando,
Se
van diciendo las cosas que nos saben
A
costumbre: el pan, el tiempo, los trabajos
Del
vivir
¡España!
España! ¡España abierta!
Piso
Tus
calles, luego existo…
Y
canto.
Victoriano
Crémer
*** *** ***
POESÍA
Medito
a veces en la triste
Materia
de mi canto
(…)
Pienso:
Cómo
desamo yo, cómo desprecio
A
esos cobardes envenenadores,
Vendedores
de sueños, los que ponen
Tul
sobre lepra, ilusión sobre engaño, iris
Donde
no hay más que muerte.
Esclavos;
menos aún: bufones de esclavos.
(…)
Lo
que precisamos
Es
una luz, es un desnudo brazo
Que
señale las cosas: pues belleza es eso:
Gesto,
mirada, abrazo
De
amor, a la verdad profunda de las cosas.
(…)
Eugenio
de Nora
(Espadaña
nº 28)
Madrid,
19 de febrero de 2014
2
.- La Residencia de Estudiantes (1910-1936), de la calle Pinar, 21,
dirigida por Alberto Jiménez Fraud y con residentes ilustres como
Lorca, Dalí y Buñuel, pero también Severo Ochoa, Grande Covián,
el doctor Negrín o Juan Ramón Jiménez y José Moreno Villa.
3
.- Nora, Eugenio de , >>Espadaña y los espadañistas<<,
en Literatura contemporánea en Castilla y León, Junta de
Castilla y León, Valladolid, 1986, p. 56
4
.- Alberti, Rafael, Marinero en tierra. La amante. El alba del
alhelí, Clásicos Castalia, Madrid, 1977, p. 134
5
.- González de Lama, Antonio, >>Si Garcilaso volviera…<<,
en la revista Cisneros nº 6, Madrid, 1943, p. 124
6
.- García de la Concha, Víctor, La poesía española de
posguerra. Teoría e historia de sus movimientos, Prensa
Española, Madrid, 1973, p.309
7
.- Rubio, Fanny, Las revistas poéticas de posguerra (1939-1975),
Turner, Madrid, 1976, p. 260
8
.- Nora, Eugenio de , >>Saetas a la poesía<<, en
Cisneros nº 6, p. 115
9
.- Ibídem, p. 117
10
.- Ibídem, p. 119
11
.- Artículo citado: >>Espadaña y los espadañistas<<,
p.58
12
.- Crémer Victoriano, >>Espadaña a la vista<<, en el
Facsímil de Espadaña, León, 1978, p. XXVIII
13
.- Crémer. Victoriano, >>España limita al Este<<, en
Espadaña nº 1, 1944
14
.- Nora, Eugenio de, >>Espadaña, 30 años después<<,
en Espadaña, revista de poesía y crítica, Edición
Facsímil, León, 1978, p.X.
15
.- Martínez García, Francisco, Historia de la literatura
leonesa, editorial Everest, León, 1982, p. 653
16.-
Machado Antonio, Poesías completas (Edición de Manuel
Alvar), Espasa-Calpe, Madrid, 2004. De Soledades (1899-1907),
Galería LXXXVIII, p. 145
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