sábado, 22 de marzo de 2014

LA REVISTA CÁNTICO DE CÓRDOBA (1947-49 / 1954-57)


                                              El Grupo Cántico de Córdoba



                                                                      



Uno de los movimientos literarios de los años 40 que navegó a contracorriente de la poesía existencial y testimonial fue el grupo de artistas y poetas reunidos en torno a la revista Cántico de Córdoba.

El Grupo Cántico (García de la Concha, 1987: 772-794) tiene su origen en la tertulia del profesor del Conservatorio don Carlos López de Rosas hacia 1941. Este grupo de creadores lo forman : Juan Bernier (1911-1989), Ricardo Molina (1917-1968), Mario López (1918-2003), Julio Aumente (1921-2006), Pablo García Baena (1924- ) y los pintores Ginés de Liébana y Miguel del Moral.

Una vez constituido el grupo realizan un trabajo colectivo que consiste en un cuaderno-homenaje manuscrito a don Carlos López de Rojas. Dicho cuaderno contenía: “Sinfonía italiana, “Concierto de Aranjuez”, “Cuarteto de las Arpas” y “Cuarteto de la convalecencia” de Ricardo Molina; “Pastoral y el soneto, “Estaba yo detrás de un verde” de Pablo García Baena y “Las Valquirias” de Julio Aumente.1

La elección de la palabra Cántico como nombre de la revista, epónima del grupo, se debe a una representación teatral del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, realizada por Pablo García Baena, con motivo de la celebración del Centenario de San Juan de la Cruz, el 23 de noviembre de 1942.

El grupo se va reuniendo en varios lugares por eso Juan Bernier lo bautiza como “Peña Nómada”. Enseguida aparecieron los frutos y los primeros fueron de Ricardo Molina, que publicó, El río de los ángeles, en la revista Fantasía, agosto de 1945 y Pablo García Baena dio a la estampa, Rumor oculto, también en Fantasía en enero de 1946, ambos libros con dibujos de Ginés de Liébana.

Y ya en 1947 decide todo el grupo presentarse al premio “Adonais”, Juan Bernier con Aquí en la tierra; Ricardo Molina con Estrella de ajenjo; pablo García Baena con Junio; Julio Aumente con Nisán y Mario López con Tierra confundida. Obtiene el premio José Hierro, con su libro Alegría. Ante el escaso reconocimiento de su obra deciden lanzar una revista propia; aunque parece ser que Ricardo Molina llevaba tiempo con la intención de sacar una revista de poesía.

Una hoja volandera anunciaba en septiembre de 1947:

La aparición en Córdoba de la revista Cántico el próximo octubre responde a la aspiración de representar poéticamente el Sur, cuyo genio creador e innovador rigió tan brillantemente toda la lírica contemporánea. Cántico recogerá la producción de los nuevos poetas andaluces y las manifestaciones representativas de la actual poesía española. Igualmente reflejará a través de traducciones y críticas el panorama de la poesía extranjera en sus más indiscutibles valores y con preferencia aquellos no vertidos hasta ahora en nuestra lengua.2



La revista Cántico (1947-1949): I Época (8 números)

En octubre de 1947 aparece Cántico. Hojas de Poesía, dirigida por Ricardo Molina, Juan Bernier y Pablo García Baena, pues Mario López vivía ya en Bujalance y Julio Aumente en Madrid.

En la portada del primer número figuraba un ángel con una tela en la que está el nombre de la revista: CÁNTICO, y debajo los cuatro puntos cardinales, que sugerían el alcance universal que quería tener la revista, nacida en el sur de España y cuyo autor fue Miguel del Moral. Y en la contraportada (a partir del nº 2) aparece un verso lorquiano sobre un capitel corintio: “Celeste córdoba enjuta”, verso final del romance “San Rafael”, perteneciente al Romancero gitano de Federico García Lorca: “San Rafael (Córdoba)”, A Juan Izquierdo Croselles y termina así: “Un solo pez en el agua. / Dos Córdobas de hermosura./ Córdoba quebrada en chorros./ Celeste Córdoba enjuta3.

El título de la revista se asocia con el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz (Centenario) o el Cántico de Jorge Guillén, ambos poetas admirados por el grupo cordobés; pero también quería referirse al canto o cántico de la belleza en todas sus manifestaciones.

Los primeros ilustradores de Cántico fueron Miguel del Moral y Ginés de Liébana. También enviaron sus dibujos Manuel Aumente, Adriano del Valle y Gregorio Prieto.

Ocho fueron los números de Cántico de esta primera época. La revista tenía trece páginas (menos los ejemplares 1 y 3). Se dedicaba el mayor número de páginas a las colaboraciones de poetas españoles y en las últimas páginas se publicaban traducciones de poetas extranjeros y notas críticas.

La intención de Ricardo Molina, al sacar Cántico, fue la de agrupar en la revista a los mejores poetas cordobeses del momento como puede leerse en el boletín de suscripción. Además de los cinco fundadores colaboraron en Cántico Octavio Díaz-Pinés, Juan Carandell, Leopoldo de Luis y Luis de Góngora y Argote. También colaboraron otros poetas andaluces como Rafael Laffón, Adriano del Valle, José Antonio Muñoz Rojas, Rafael Montesinos, Carlos Edmundo de Ory. Publicaron sus poemas Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y Luis Cernuda con tres poemas de su libro Como quien espera el alba, en el nº 5, que eran los primeros que publicaba en una revista española después de la guerra.

Acogieron a poetas del resto de España y con tendencias estéticas dispares: garcilasisitas como Jesús Juan Garcés, existencialistas como José Mª Valverde y de tendencia religiosa como Luis Felipe Vivanco. Por lo tanto podemos decir que Cántico es una revista ecléctica, como la mayoría de las revistas poéticas de posguerra (F. Rubio, 1976:10).

Se abre el primer número de Cántico con el poema de Juan Bernier, “Canto del Sur”.

Publican sus poemas Ricardo Molina, Pablo García Baena y Mario López. Se añaden traducciones de W.H. Auden, de Lubics Milosz y de Paul Claudel.

Conviene resaltar de este primer número el énfasis que se pone en el ‘canto’, incluso en los títulos de los poemas: “Himno a Santa Cecilia”, “Canto del Sur, “Sinfonía de septiembre”.

Cerraba el número el apartado “Notas”, que firmaba Uriel, como el rótulo angélico de la portada (Ricardo Molina, el teórico del grupo), en el que denunciaba la decadencia de la imagen, y dice así:

Nuestra poesía contemporánea fue hasta hace poco una poesía de imágenes con Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró, Aleixandre, Guillén, Dámaso Alonso. La joven poesía española parece, al contrario, atacada de una pasmosa esterilidad. Este empobrecimiento repercute a su vez en el verbo, en el tema y sobre todo en el metro, acortándolo y restringiéndolo a frases hechas, clichés musicales, rítmicos, sabios, nimbados por una hermosa tradición, pero incapaces para enmascarar la nebulosidad, el vacío, el raquitismo poético interno.4

El número tres de Cántico, febrero de 1948, comienza con una carta de Vicente Aleixandre a los fundadores de Cántico, dándole el espaldarazo a la publicación, esto escribe V. Aleixandre:

Debajo de los pies tienen ustedes tierra árabe y más abajo tierra romana (…), y más abajo, en fin, la tierra sin nombre que sube hasta ustedes vieja (…), sazonada en su lenta ascensión por muy viejas culturas (…).

Un lenguaje largo, de inclinación lujosa, a veces con cierto tornasol variable o purpúreo, parece ondular por estas páginas donde los mejores de ustedes concurren con una Andalucía no geográfica, y también geográfica, sensorial (…). En algunos de ustedes, poetas cordobeses, una densa melancolía lucha con la sensualidad luminosa (…) Hay una consagración de los sentidos en la irrupción espiritual (…) Es un Sur que mira hacia Oriente. (O. C. p. 36)

La cuarta entrega va dedicada a la poesía de tema religioso. El número 5 de junio de 1948 destaca por la publicación de tres poemas de Luis Cernuda de su libro, Como quien espera el alba.Y así llegamos al número 8, que cierra esta primera etapa, diciembre de 1948-enero de 1949, en el que se publican poemas de estos poetas catalanes: Joan Vinyoli, Joan Triadú, Joseph Paláu y Joan Perucho; además de un poema de Adriano del Valle (“Loa al pintor Gregorio Prieto”) y otro poema de T. S. Elliot.

Guillermo Carnero, primer estudioso del Grupo Cántico, señala que las características de la poesía del Grupo son:

Presencia abrumadora de un intimismo de carácter culturalista, heredado del Modernismo y de los poetas del 27.

Refinamiento formal, búsqueda de la palabra rica y justa. Pontenciación del análisis introspectivo mediante la selección léxica. Barroquismo.

Tratamiento vitalista del tema amoroso, en clara continuidad con la actitud de la Generación del 27, contrastando marcadamente con el impersonalismo garcilasista o el agonismo existencial y reliogioso. Ausencia de formas de amor dentro del orden, como el conyugal.

Presencia de poesía de tipo religioso: Poesía sacra, poesía intimista religiosa, poesía de correlato religioso

Acaso la característica más relevante de Cántico sea la abrumadora presencia de un intimismo que, si bien procede de las emociones y experiencias de la vida cotidiana, se expresa al margen de todo realismo y de todo descriptivismo directo de sensaciones o sucesos. Por esa razón puede aplicársele el calificativo de culturalista. Esta manera de expresar el yo lírico será uno de los elementos diferenciales de la poesía castellana a partir de 19605.

Resumiendo encontramos en la poesía del Grupo Cántico un profundo vitalismo, hedonismo y religiosidad, tono elegíaco, relevancia del paisaje urbano y rural y también leves implicaciones sociales. Y en cuanto a los rasgos estilísticos: tendencia a lo hímnico (tono invocativo, abundantes exclamaciones), culturalismo, importancia de las imágenes, léxico suntuoso, esteticismo (heredado del Modernismo) y versolibrismo, aunque también cultivaron el soneto.

El cierre de la revista de esta primera época (enero de 1949), parece que tuvo mucho que ver con la censura, si nos atenemos a los escritos personales de Ricardo Molina.



CÁNTICO: Segunda Época (1954-1957) (13 números)

CÁNTICO, Editado por R. Molina, P. García Baena y J. Bernier, Córdoba, Abril, 1954, II Época.

En la primavera de 1954 reinicia su singladura la revista Cántico, sin el subtítulo “Hojas de Poesía”. Será de periodicidad bimensual y mejorará en su presentación, mejor calidad de papel y de las tintas y con tipografía más moderna, pues contará con el patrocinio del Ayuntamiento de Córdoba y de la Diputación (en el nº 6).

Se amplió la extensión de los números ordinarios que pasaban de las 20 páginas, frente a las 13 de la primera época; y los números dobles eran mucho más extensos, el número 9-10 dedicado a Luis Cernuda tiene 61 páginas.

Los ilustradores siguen siendo Miguel del Moral y Ginés Liébana, a los que se unen Rafael Álvarez Ortega, Pedro Bueno, Guinovart, Francisco Nieva y el propio Mario López.

En cuanto a los colaboradores Cántico abre, de nuevo, sus páginas a los poetas de Córdoba, pero esta vez con un número monográfico (10 y 11) dedicado a la poesía cordobesa del momento en homenaje a Antonio Cruz Conde (Alcalde de Córdoba). Se publican poemas de Manuel Álvarez Ortega, Mariano Roldán, Vicente Núñez, Luis Jiménez Martos, Antonio Gala, Concha Lagos, Rafael Millán y poemas de los cinco fundadores de la revista.

En otros números publicaron sus poemas otros poetas andaluces como Fernando Quiñones, José Mª Pemán, Alfonso Canales y los andaluces del 27: Lorca, Aleixandre, Altolaguirre y Cernuda y otros poetas nacionales de diversas tendencias, garcilasistas como José García Nieto, espadañistas como Victoriano Crémer, poetas de la generación del 50 como Blas de Otero, Gabriel Celaya y Carlos Bousoño.

Cántico también prestó atención a la poesía catalana, publicando poemas de Joan Perucho, Carles Riba, Salvador Espriu y a la poesía gallega contemporánea (nº 3) con poemas de Aquilino Iglesia, Álvaro Cunqueiro y Manuel Antonio y con un artículo de Álvaro Cunqueiro titulado: “Carta sobre la actual poesía gallega”.

También dedicó espacio a la poesía inglesa, francesa, italiana y hasta china.

Otra novedad es la publicación de ensayos críticos, realizados por escritores no pertenecientes al grupo, como el citado Álvaro Cunqueiro, Francisco López Estrada (“Noticia de los actuales poetas cordobeses”), Mariano Manent (“Carta sobre la actual poesía inglesa”), el hispanista italiano Oreste Macrí o Marcela de Juan sobre la poesía china.

Otro número monográfico, el 5, está dedicado a la poesía religiosa, que se abre con “Letrilla de la Virgen Blanca” de Gerardo Diego y se publican poemas de Luis de Góngora, Francisco de Rioja, Pedro Soto de Rojas, Pedro de Espinosa y Lanza del Vasto :Litanies a la Vierge.

Pero el número monográfico estrella (9-10, agosto-noviembre de 19559) es el dedicado a Luis Cernuda con una vistosa portada de Miguel del Moral y supone, según Abelardo Linares, el símbolo de la normalización de la poesía española; pues se inicia, entonces, el reconocimiento de la obra del poeta sevillano exiliado en Méjico. Colaboran con sus poemas José Mª Pemán, Julio Aumente, Fernando Quiñones, Manuel Álvarez Ortega, Ricardo Molina y Mario López. Escriben artículos evocadores sus compañeros de generación: Lorca, Aleixandre y Altolaguirre y unas cuantas aproximaciones críticas a la obra de Luis Cernuda: “Oscura noticia de Luis Cernuda” de Adriano del Valle; “Recuerdo de Luis Cernuda” de José Antonio Muñoz Rojas; “La poesía de Luis Cernuda” por Ricardo Gullón y otros. El número homenaje concluía con una selección de once poemas y dos fragmentos en prosa, como representativos del la producción de Cernuda hasta la fecha.

Desde el número 3 reinicia Ricardo Molina sus colaboraciones críticas, ahora bajo el epígrafe: Ita et nunc, ahora más elaboradas y rigurosas que en la primera época (Uriel).

Podemos distinguir cuatro tipos de colaboraciones críticas:

  1. La poesía comprometida (nº 3), desdeña este tipo de poesía, que la distingue de la “poesía-mensaje”, que no es rechazada por Molina, sino que “cumplió (…) la función transmisora esencial de valores culturales y religiosos, mientras que la poesía comprometida al estar al servicio de una doctrina restringe el horizonte poético”6.
  2. Defiende en “Justicia poética: Luis Cernuda”, la obra del sevillano, frente a la injusticia de ciertos críticos o el silencio.
  3. En “Asociaciones” (nº 8) reflexiona sobre las posibilidades que otorga la imaginación a los poetas para asociar, de manera intuitiva, términos reales e imaginarios en las metáforas.
  4. En el nº 12 recoge apuntes biográficos y confesionales a modo de diario: “Yo y los otros”, “Guardia en las Quemadillas” (Orillas del Gualdalquivir).

Ricardo Molina fue el verdadero director de Cántico, asesorado por Bernier y Baena. Él diseñó la portada, seleccionó las colaboraciones, ejerció la crítica literaria y se ocupó de la administración.

En esta segunda etapa, Cántico (1954-1957) siguió con su línea de eclecticismo, sin ser nunca un grupo cerrado (se admitió al grupo a Vicente Núñez, cordobés de Aguilar de la Frontera); pero, a vez, fue una revista independiente con respecto a las de signo realista de los años 50.

Fanny Rubio habla de equidistancia como virtud principal de Cántico, donde era frecuente el maniqueísmo:

Equidistancia con relación al papel representado por Espadaña, Garcilaso y Postismo. Ni era estrictamente pura, ni neorromántica, tal vez culturalista (…), su apuesta por el canto individual (de un específico erotismo y una marcada intimidad a la vivencia religiosa) aloja una parte muy sustancial de la memoria de la modernidad aportándole a ésta la fragilidad del espacio difícil que le cupo cubrir.”7

La desaparición definitiva de la revista se debió, según Abelardo Linares, al agotamiento de Ricardo Molina por problemas personales y por su frenética actividad. José Mª de la Torre propone otras causas: “Ricardo Molina descubre horizontes culturales nuevos, entre ellos los que se encuentra en el mundo telúrico y ancestral del flamenco”8.

El grupo poético Cántico adoptó una postura no comprometida en lo político y apostó claramente por la estética. Cántico no sólo llevó a cabo una aventura poética en la época, sino también moral y marginal, esto dice Luis Antonio De Villena al respecto:

La poesía de Cántico, muy vitalista y queridamente pagana (…), una poesía mucho más reivindicativa de lo que parece, porque se sitúa al margen de la mayoría moral. En una posguerra de estrictas normas católicas trata sin tabúes la materia homoerótica y paganizante9.

Esta poesía alejada, alejada de los tonos neorrománticos (Fortuño, 2008:63), de los tonos tremendistas, de la suavidad formal de Garcilaso y de la preocupación testimonial de Espadaña, mostró una exquisita sensibilidad, incorporó el mundo andaluz y grecorromano, el gusto por la belleza y el refinamiento, la fruición de los sentidos, impregnada de tintes barrocos, nostálgicos y elegíacos.

Pablo García Baena, el único superviviente del grupo, sintetiza así el papel de la revista: “Nosotros intentamos hacer poesía cuando se estaba haciendo otra cosa. Nuestros maestros fueron Juan Ramón Jiménez, los del 27, Mallarmé, los simbolistas y los parnasianos”.10

Abelardo Linares señala las aportaciones del grupo Cántico a la poesía española, así:

Lo que Cántico aporta a la poesía española es la conciliación de dos tradiciones poéticas distintas (…): por una parte la poesía literaria (una poesía con imaginación y anécdota, bella y refinada formalmente); y por otra, la poesía de experiencia (una poesía de lo concreto humano (…), vital ). Estas dos tradiciones podrían resumirse entre nosotros, una en el modernismo, la otra en la línea que va de Luis Cernuda a Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma y el Valente de los 60. (…) Buena parte de lo más granado y avizor de la poesía joven andaluza y española en general haya significado su admiración o su deuda con los poetas de Cántico (…): Guillermo Carnero, Pere Ginferrer, Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas, Francisco Bejarano, Fernando Ortiz, Felipe Benítez Reyes. 11

La revista Cántico, al fin, representó el nexo de unión entre la poesía posterior de los Novísimos y la Generación del 27, así como el Postismo respecto de la s Vanguardias y la posmodernidad actual.

A partir de 1960 los poetas de Cántico sufren un eclipse de una decena de años y el rescate y la justa valoración se produjo en los años 70, cuando los “Novísimos” reconozcan su deuda con el Grupo. El libro primerizo de Guillermo Carnero: El Grupo Cántico de Córdoba, Editora Nacional, Madrid, 1976 abrió la brecha y otros jóvenes poetas como Pere Ginferrer, Fernando Ortiz, Luis Antonio de Villena, Abelardo Linares, Alfonso Canales, José Infante siguieron su estela.

Los miembros de Cántico, después de este estímulo, han publicado sus obras con normalidad, han recibido la atención de la crítica y figuran en los manuales de literatura y en las antologías. Incluso la Obra poética completa (2 vols.) de Ricardo Molina, que murió prematuramente en 1968, fue editada por la Diputación de Córdoba en 1982 y más recientemente Obra poética (1945-1967) y Obra poética. Poesía póstuma, Madrid, Visor, 2007 del mismo autor.

Conviene destacar que “Cántico fue una suma de individualidades, un archipiélago de islas cercanas al paraíso, pero unidas por amor a la palabra, al arte y la vida”, según declaraciones de Pablo García Baena a Rosa Luque Reyes.12

Por lo demás en 1983 se publicó el facsímil de la revista Cántico por la Diputación de Córdoba y se reeditó en 2008.

Pablo García Baena recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1984, que en cierta medida sería un reconocimiento a todo el Grupo Cántico. También fue galardonado con el Premio Andalucía de las Letras, 1992 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, 2008.

En 1997 se celebró un seminario con el título: “Cincuenta años de Cántico en Córdoba” (1947), cuyas actas se publicaron en 2003, en el que destacados especialistas presentaron sus investigaciones sobre el Grupo.

Por último el Ministerio de Cultura (SECC), la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Córdoba organizaron la Exposición CÁNTICO, 2010 (abril-mayo) en el Palacio de la Merced, siendo su comisario Rafael Inglada y con asistencia de los dos supervivientes: Pablo García Baena y Ginés Liébana. Esta Exposición también se pudo ver en el Palacio Episcopal de Málaga. La muestra gira en torno a tres ejes: libros, documentos y obras de arte en torno a Cántico. Libros: se exponen las primeras ediciones del Grupo y los estudios realizados en torno a Cántico. Documentos: cartas, fotografías y manuscritos originales de los miembros de Cántico. Y dibujos y cuadros de los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana, así como de otros artistas relacionados con Cántico.

Ofrecemos, a continuación, una breve muestra de la poesía de Cántico:



RUMOR OCULTO

Quiero que sea mi verso

Como luna de abril,

como las rosas blancas,

Como las hojas nuevas.

Que mi cítara suene

Como el agua en la yedra,

Que mi canto sea nada

Para que lo sea todo

Y que mis versos caigan

Heridas las estrellas.



Pablo García Baena

(de Rumor oculto)



A LA LUNA

Suspiro de la noche, perla fría

Que el estival ardor cambias en nieve.

Fuente donde la alondra trinos bebe,

Azor de la nocturna cetrería.



Alas que navegáis la helada ría

Del cielo en brazos de la brisa leve.

Rosa dormida en luz, de donde llueve

Frescura de silencio y melodía.



Amantes que en la noche serenada

Empañáis los cristales de la luna

Con el suspiro que os destroza el seno:



Besad, que ya la aurora viene alada,

Antes que Febo salte de su cuna

Y que el olvido vierta su veneno.



Pablo García Baena

(de Almoneda)

*** *** ***



OH SUSPIROS GLORIOSOS

Oh suspiros gloriosos del amante

Que tanta dulce música esparcían

Por largas galerías virginales.



Oh luces en negrura recogidas

Y en indecible noche que celaban

Los muros del secreto sentimiento.



Oh sentimiento mudo, luz y lágrimas,

Que escalaba los muros de la noche

Como el divino salteador de plata.



Ricardo Molina

(de Elegía a Medina Azahara)

*** *** ***



DESEO PAGANO

Dioses innúmeros perdidos en los campos

Entre hierba y mirto, paciendo los sonidos d los vientos suaves.

Inmóviles escuchas de la tarde

Puros dioses de mármol sobre el verde,

Marfil amarillento a los rayos del ocaso,

Dioses azules en las sombras casi, más tarde fundidos en la noche.

Yo os invoco: que mi voz resucite vuestros restos deshechos,

Vuestros torsos desnudos que se bañan en las lágrimas húmedas

y soñolientas de los prados.

(…)

¡Oh siglos, volved!

¡Volved, pues os esperan los dioses,

Los dioses del amor y la alegría

Del sol, la luz, las fuentes y los prados,

Los dioses vivos de la carne y los deseos!



Juan Bernier

( de Aquí en la tierra)

*** *** ***



MUSEO DE CARROZAS

El viento esparce y se lleva

La juventud, la hermosura,

Años en los que he vivido

En inconsciencia o amores.



El viento se lleva todo,

Todo lo que conocimos,

Lo que amamos, la frialdad

De la belleza imposible…

(…)

Si miras alrededor

De ti, de cuanto tuviste,

Los que quisiste y te amaron

En otros jóvenes días,

El viento los barre. Nada

Queda ya de todo aquello.

Inmóviles, pétreas, frías

Sólo quedan las carrozas.



Julio Aumente

(de Las criaturas de la noche)



BIBLIOGRAFÍA:

AA. VV. El libro de don Carlos. Cántico (Córdoba, 1940), Exma. Diputación de Córdoba, 1993 (Edición facsimilar)

Carnero Guillermo, El Grupo Cántico de Córdoba. Un episodio en la historia de la poesía española de posguerra, Visor Libros, Madrid, 2009 (2ª edición)

De la Torre, José Mª, Ricardo Molina, biografía de un poeta, Caja Sur, Córdoba, 1995

Facsímil de Cántico. Hojas de Poesía, 1947-1957, prólogo en índices de Marie Christine del Castillo y Abelardo Linares, Diputación de Córdoba, 1983.

Fortuño Llorens Santiago, Poesía de la primera generación de posguerra, Cátedra, Madrid, 2008

García Baena, Pablo, en El País, 12/IV/1986

García de la Concha, Víctor, La poesía española de 1935 a 1975 II, Cátedra, Madrid, 1977

García Lorca, Federico, Romancero Gitano. Poema del cante jondo, Espasa-Calpe, Madrid, 1977.

Luque Reyes, Rosa, Cántico. Resistencia y vanguardia de los poetas de Córdoba, Ediciones Alfar, Sevilla, 2011

Rubio, Fanny, “Las revistas contemporáneas (Homenaje a Cántico) en Cincuenta años de Cántico. Estudios críticos, Diputación de Córdoba 2003.

Villena, Luis Antonio de, El fervor y la melancolía. Los poetas de Cántico y su trayectoria, Colección Vandalia, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2007.

     


1 .- Este cuaderno-homenaje se creyó perdido; sin embargo, fue publicado en edición facsímil en los años 90: El libro de don Carlos. Cántico (Córdoba, 1940), Exma Diputación de Córdoba y Caja Provincial de Ahorros, 1993.

2 .- García de la Concha, Víctor, La poesía española de 1935 a 1975 II, Cátedra, Madrid, 1977 (p. 774)

3 .- García Lorca Federico, Romancero gitano. Poema del cante jondo, Espasa- Calpe, Madrid, 1977, p.45

4 .- Uriel, en Facsímil de Cántico. Hojas de Poesía, 1947-1957, Prólogo e índices de Marie Christine del Castillo y Abelardo Linares, Diputación de Córdoba, 1983, p. 14

5 .- Carnero Guillermo, El Grupo Cántico de Córdoba. Un episodio clave en la historia de la poesía española de posguerra, Visor Libros, Madrid, 2009 (2ª edición) pp. 52-53

6 .- Facsímil de Cántico, p. 209

7 .- Rubio Fanny, “Las revistas contemporáneas (Homenaje a la revista Cántico)”, en Cincuenta años de Cántico. Estudios críticos, Edición de Celia Fernández, Diputación de Córdona, 2003, p. 63

8 .- De la Torre, José Mª, Ricardo Molina, biografía de un poeta, Caja Sur, Córdoba, 1995.

9 .- Villena, Luis Antonio de, “Cántico y sus poetas, entonces y ahora”, en El fervor y la melancolía. Los poetas de Cántico y su trayectoria, Colección Vandalia, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2007

10 .- García Baena, Pablo, El País, 12/IV/1986, p. 56

11 .- Prólogo a la edición facsimilar, pp. 10-13 y 15

12 .- Luque Reyes, Rosa , Cántico. Resistencia y vanguardia de los poetas de Córdoba, Ediciones Alfar, Sevilla, 2011
 

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