La vorágine es la lucha de Arturo Cova y sus compañeros con la naturaleza, la barbarie e incluso la injusticia en que se encuentran los caucheros.
El viaje por la selva es la vorágine de varios personajes por lo exótico, lo profuso, lo desenfrenado y lo fabuloso del entorno.
Vorágine según el diccionario significa remolino muy fuerte que se forma en el agua del mar o de un río y es sinónimo de vórtice. El significado se refiere a un hecho de la naturaleza inanimado, pero a la vez implica la acción de engullir y por lo tanto representa a la naturaleza como un ente capaz de realizar actos amenazantes y asombrosos. Al final será la selva quien devore al protagonista y a sus compañeros.
La novela, La vorágine, se presenta dividida en tres partes, precedidas de un prólogo firmado por José Eustasio Rivera y un fragmento de una carta de Arturo Cova y al final de la novela un epílogo, es, pues, un relato enmarcado.
Para dar verosimilitud al relato, el prólogo dirigido al Ministro informa de la existencia de unos manuscritos de Arturo Cova y José Eustasio Rivera que firma el prólogo, manifiesta que es el mero editor de ese material narrativo, de tal forma que ha respetado hasta las incorrecciones. A su vez el editor queda a la espera de recibir nuevas noticias del grupo perdido en la selva antes de la publicación del manuscrito para adicionarlo a guisa de epílogo.
A continuación transcribe en cursiva un fragmento de la carta de Arturo Cova para reafirmar su existencia. Al final un breve epílogo- un cablegrama del cónsul de Colombia en Manaos dirigido al señor Ministro y relacionado con Arturo Cova y su grupo- comunica que no han sido encontrados: “Hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva.
Ni rastro de ellos.
¡Los devoró la selva!1
La expedición deja el manuscrito de Cova y una carta para Clemente Silva en el barracón de Manuel Cardoso; y le dice que no le esperan en el barracón, que se guarecerán en la selva hasta que él llegue: ”Aquí desplegado en la barbacoa, le dejo este libro, para que en él se entere de nuestra ruta por medio del croquis, imaginado, que dibujé. Cuide mucho estos escritos y póngalos en manos del Cónsul. Son la historia nuestra, la desolada historia de los caucheros. ¡Cuánta página en blanco, cuánta cosa que no se dijo!”(383) .Sin embargo según de desprende del epílogo, Silva ha encontrado los documentos, pero no consigue dar con los expedicionarios
Después de esta breve trama narrativa que sirve de marco a la novela y que pretende infundir veracidad a las memorias, diarios o cartas de Arturo Cova y su grupo de acompañantes y narradores de relatos insertos, toma la palabra Arturo Cova, un hombre que es poeta de cierto renombre y procede de la ciudad y una de sus primeras manifestaciones será su carácter violento, lo dice al comienzo de la novela: “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me ganó la Violencia” (79); así pues, la mujer, el azar y la Violencia (con mayúscula) serán los ejes de la lectura de la novela.
La vorágine se presenta como una novela autobiográfica en la que Cova escribe sus memorias en 1ª persona, tal como van trascurriendo al hilo del viaje, por lo que actúa de narrador-protagonista.
Del inicio de la redacción del manuscrito nos enteramos en el capítulo 20 de la tercera parte: “Va para seis semanas que, por insinuación de Ramiro Estévez distraigo la ociosidad escribiendo las notas de mi odisea, en el libro de caja que el Cayeno tenía sobre su escritorio como adorno inútil y polvoriento” (345). A partir de este momento el libro adquiere las características de un diario, cada vez más deshilvanado, hasta que el grupo es devorado por la selva. Por lo tanto todo lo anterior desde su salida de Bogotá hasta su instalación en las barracas del Guarucú, debe ser considerado como una larga retrospección (las memorias). A medida que se acerca al final los capítulos se hacen más breves y la narración aparece en presente: “Esto lo escribo aquí en el barracón de Manuel Cardoso; donde vendrá a buscarnos Clemente Silva. Ya libré a mi patria del hijo infame. Ya no existe el enganchador.¡Lo maté! ¡Lo maté!” (381).
En esta última etapa del diario, que corresponde al último tramo del viaje, el relato se hace más incoherente y acelerado, de tal forma que se convierte en una metáfora del vértigo, vórtice, remolino o vorágine. Los tres últimos fragmentos del diario, se convierten en cartas o llamadas de auxilio a Clemente Silva, el rumbero.
Arturo Cova escribe su historia siguiendo la cronología del viaje, que comienza con la salida deBogotá y dura 7 meses. El mundo dejado atrás es ya un recuerdo o deseo de regreso. Pero la escritura se produce en un momento difícil, mientras esperan el rescate y además tiene una relación conflictiva con una mujer a la que teme, desea y desprecia, la turca Zoraida Ayram. El tono de desesperanza influye en todo el relato.
Cova personaje-protagonista:
Arturo apellida Cova porque manifiesta la oquedad de su ser, es cueva; así como Alicia es aliciente del varón que la seduce, la pierde y la idealiza para luego perseguirla y rescatarla.
Cova se realiza como persona a fuerza de conflictos; y a través de los círculos de la selva verde purifica su amor por la mujer. Alicia llega a transformarse en símbolo patriótico de liberación. Cova con la muerte de Barrera, hace frente a la realidad opresiva y de esclavitud de millares de compatriotas: “Ya libré a mi patria del hijo infame, ya no existe el enganchador. ¡Lo maté! ¡Lo maté! (381).
Arturo Cova, personaje de gran complejidad psicológica, contradictoria, poeta de renombre, pero fracasado, movido por un ideal abstracto que no logra conciliar con su realidad sentimental, violento y melodramático, oscila entre una visión ideal de sí mismo, que lo lleva a atribuirse el papel de redentor de los caucheros o héroe satánico dada su filiación romántica.
Es un personaje paradójico, en constante confrontación consigo mismo y sus ideales; muchas veces se muestra inseguro y frágil, pero, a la vez, tiene una gran vitalidad como narrador.
Cova es un intelectual romántico, frustrado y declamador entre un turbión de hombres de presa. Es un ministro de la violencia: habiendo echado su corazón a las tablas del azar, se lo ganó la Violencia, dice al comienzo de la novela. Tiene un carácter psicopatológico inestable y exaltado y pertenece a la estirpe de los personajes artistas de la novela modernista.
Tiene afán histriónico y exhibicionista de sus más íntimas emociones.
Como romántico la idea del suicidio le ronda, pero no tiene valor.
Muestra síntomas de demencia: melancolía, alucinaciones, delirios, pérdida de sentido y hasta proyectos criminales. Podemos interpretar la locura de Cova como una identificación de la selva con su mente y todo el viaje de Cova sería hacia su propia vorágine. Esta interpretación se basa en que las crisis más agudas, los delirios, las alucinaciones y dudas sobre su estado mental, tienen lugar en la selva, que, en definitiva, es el medio hostil que le causa sus desvaríos.
Otro rasgo del carácter de Cova es la violencia que lo gana y no es otra que su propia violencia y la que ejerce el hombre sobre sus semejantes, apoyada por su ideología que Cova arrastra lleno de contradicciones: una superioridad basada en la raza, clase, sexo, origen urbano, e incluso, en su condición de poeta, hábil en manejar el lenguaje, aunque lo que diga no sea más que “ruido y desolación”, definición que Cova da de sí mismo en el fragmento de la carta del principio: (…) “el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara vagabundo, como los vientos, y me extinguiera como ellos sin dejar más que ruido y desolación.” (77).
Arturo Cova cuenta su experiencia del viaje por el llano y sobre todo por la selva (el infierno verde), pero el verdadero personaje central de su narración es la selva. Y es presentada como un antagonista, no sólo de su persona, que le causa perturbaciones, sino de todos los seres humanos que se atreven a dañarla o a intentar dominarla. La selva personificada es una diosa cruel y vengativa que impone su ley.
La selva, como se ha dicho, es el personaje central, que se convierte en metáfora del mundo: espacio maldito, trampa cruel para el hombre, que se ve impelido a abandonar sus ilusiones. Mundo primario y telúrico en que los personajes son acosados y tragados por la selva. Los tres mundos, hombres, animales y vegetales, forman un todo hermético, prisioneros unos de otros en un círculo infernal de mutua destrucción.
Toda la narración es una marcha trágica hacia la muerte. Pero antes de matarlos la selva desquicia a los hombres, les provoca enfermedades, alucinaciones y locura.
El tema de la situación injusta de los caucheros está claramente subordinado a la historia de la huida del protagonista y a la persecución de Barrera. Cova desde la primera página se construye a sí mismo siguiendo el modelo de un poeta maldito, es, pues, un modelo literario.
Otro rasgo de su carácter, ya apuntado, es su histrionismo, en efecto Cova ha manifestado una y otra vez su falta de afecto por Alicia y cuando es raptada por Barrera, sólo el papel de representar celos y venganza justifica su persecución.
Ese carácter histriónico se manifiesta representando el papel de poeta maldito, que encuentra en la selva el contexto para su personalidad ganada por la violencia. La selva se convierte en el lugar donde lo raro y lo asombroso tienen lugar y en donde la poética maldita (el malditismo), esa aspiración a vivir artísticamente por encima de las normas morales, puede experimentar sus consecuencias.
Sin embargo, el personaje no deja de ser contradictorio cuando manifiesta sus deseos burgueses y tradicionales de casarse con Alicia y tener hijos: “Hasta tuve deseos e confinarme para siempre en esas llanuras fascinadoras, viviendo con Alicia en una casa risueña (…) Allí en esos en esos campos soñé quedarme con Alicia, a envejecer entre la juventud de nuestros hijos” (236).
Cuando entra en escena Clemente Silva, personaje definido de manera opuesta a él, por el que siente gran admiración, esconde su egolatría y le cede la palabra durante varias páginas en un relato inserto.
El testimonio de Clemente Silva da un giro al relato y lo dirige a denunciar la situación penosa de los caucheros. Su nombre parece indicar el lado clemente de la selva (silva clemente). Pero, además, Silva es un narrador diferente, altruista y confiado, inmune al delirio ególatra de la narración de Cova. Las motivaciones de sus actos son opuestas. Mientras que Cova huye de Bogotá y desprecia a la mujer que rapta para luego asumir el papel de venganza, la búsqueda de Clemente Silva es por un principio básico: el enterrar a su hijo. Mientras que Cova se basa en valores ya anacrónicos como el honor manchado que ha de limpiarse con la sangre del ofensor, Silva se ubica dentro de lo mítico.
La densidad testimonial del relato de Silva crea un desajuste con el esteticismo del poeta maldito, con el que Cova se aproximaba a la experiencia de la selva. Después del relato de Silva, a la obsesión de hallar a Barrera se suma en Cova el deseo de escribir este relato que contribuirá a imponer la justicia a los caucheros.
A pesar de las contradicciones de las que hace gala Cova, se siente con suficiente autoridad para escribir la historia de este relato reivindicativo. Le dice a Silva: “Sepa usted (…) que soy por idiosincrasia el amigo de los débiles y de los tristes”(290). Esta declaración parece impostada, pero forma parte de la personalidad contradictoria y poco definida del personaje, que es, a la vez, maldito y solidario, seductor y amante leal.
Cova, en fin, es un personaje conflictivo que no es capaz de dilucidar sus propias contradicciones.
BIBLIOGRAFÍA:
* Barrera Trinidad (Coord.) Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo III. Siglo XX, Edit. Cátedra. Madrid, 2008. La vorágine de Marina Gálvez (pp. 90-98)
* Oviedo José Miguel, Historia de la literatura hispanoamericana, Alianza Universidad Textos. Madrid, 2001. Artículo: Rivera y la fascinación de la selva (228-234)
* Perus Françoise, De selvas y selváticos. Ficción autobiográfica y poética en Isaac y José Eustasio Rivera, Universidad Nacional de Colombia y Plaza Janés, Santa Fe de Bogotá, 1998.
* Rivera José Eustasio, La vorágine, (Edición de Montserrat Ordóñez), Cátedra, Letras Hispánicas.(6ª edición), Madrid, 2006
-: Edición de Juan Loveluck, Biblioteca Ayacucho. Caracas, 1988
-: Edición de Carlos Herrera Molina, Edit. Pontificia Universidad Javeriana. Santa Fe de Bogotá, 2005.
* Página web: WWW.biblioteca nacional.org:
La vorágine. Exposición: Biblioteca nacional de Colombia. Noviembre 2009 a marzo 2010.
Madrid, 24 de marzo de 2011
Anastasio Serrano
Arturo apellida Cova porque manifiesta la oquedad de su ser, es cueva; así como Alicia es aliciente del varón que la seduce, la pierde y la idealiza para luego perseguirla y rescatarla.
Cova se realiza como persona a fuerza de conflictos; y a través de los círculos de la selva verde purifica su amor por la mujer. Alicia llega a transformarse en símbolo patriótico de liberación. Cova con la muerte de Barrera, hace frente a la realidad opresiva y de esclavitud de millares de compatriotas: “Ya libré a mi patria del hijo infame, ya no existe el enganchador. ¡Lo maté! ¡Lo maté! (381).
Arturo Cova, personaje de gran complejidad psicológica, contradictoria, poeta de renombre, pero fracasado, movido por un ideal abstracto que no logra conciliar con su realidad sentimental, violento y melodramático, oscila entre una visión ideal de sí mismo, que lo lleva a atribuirse el papel de redentor de los caucheros o héroe satánico dada su filiación romántica.
Es un personaje paradójico, en constante confrontación consigo mismo y sus ideales; muchas veces se muestra inseguro y frágil, pero, a la vez, tiene una gran vitalidad como narrador.
Cova es un intelectual romántico, frustrado y declamador entre un turbión de hombres de presa. Es un ministro de la violencia: habiendo echado su corazón a las tablas del azar, se lo ganó la Violencia, dice al comienzo de la novela. Tiene un carácter psicopatológico inestable y exaltado y pertenece a la estirpe de los personajes artistas de la novela modernista.
Tiene afán histriónico y exhibicionista de sus más íntimas emociones.
Como romántico la idea del suicidio le ronda, pero no tiene valor.
Muestra síntomas de demencia: melancolía, alucinaciones, delirios, pérdida de sentido y hasta proyectos criminales. Podemos interpretar la locura de Cova como una identificación de la selva con su mente y todo el viaje de Cova sería hacia su propia vorágine. Esta interpretación se basa en que las crisis más agudas, los delirios, las alucinaciones y dudas sobre su estado mental, tienen lugar en la selva, que, en definitiva, es el medio hostil que le causa sus desvaríos.
Otro rasgo del carácter de Cova es la violencia que lo gana y no es otra que su propia violencia y la que ejerce el hombre sobre sus semejantes, apoyada por su ideología que Cova arrastra lleno de contradicciones: una superioridad basada en la raza, clase, sexo, origen urbano, e incluso, en su condición de poeta, hábil en manejar el lenguaje, aunque lo que diga no sea más que “ruido y desolación”, definición que Cova da de sí mismo en el fragmento de la carta del principio: (…) “el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara vagabundo, como los vientos, y me extinguiera como ellos sin dejar más que ruido y desolación.” (77).
Arturo Cova cuenta su experiencia del viaje por el llano y sobre todo por la selva (el infierno verde), pero el verdadero personaje central de su narración es la selva. Y es presentada como un antagonista, no sólo de su persona, que le causa perturbaciones, sino de todos los seres humanos que se atreven a dañarla o a intentar dominarla. La selva personificada es una diosa cruel y vengativa que impone su ley.
La selva, como se ha dicho, es el personaje central, que se convierte en metáfora del mundo: espacio maldito, trampa cruel para el hombre, que se ve impelido a abandonar sus ilusiones. Mundo primario y telúrico en que los personajes son acosados y tragados por la selva. Los tres mundos, hombres, animales y vegetales, forman un todo hermético, prisioneros unos de otros en un círculo infernal de mutua destrucción.
Toda la narración es una marcha trágica hacia la muerte. Pero antes de matarlos la selva desquicia a los hombres, les provoca enfermedades, alucinaciones y locura.
El tema de la situación injusta de los caucheros está claramente subordinado a la historia de la huida del protagonista y a la persecución de Barrera. Cova desde la primera página se construye a sí mismo siguiendo el modelo de un poeta maldito, es, pues, un modelo literario.
Otro rasgo de su carácter, ya apuntado, es su histrionismo, en efecto Cova ha manifestado una y otra vez su falta de afecto por Alicia y cuando es raptada por Barrera, sólo el papel de representar celos y venganza justifica su persecución.
Ese carácter histriónico se manifiesta representando el papel de poeta maldito, que encuentra en la selva el contexto para su personalidad ganada por la violencia. La selva se convierte en el lugar donde lo raro y lo asombroso tienen lugar y en donde la poética maldita (el malditismo), esa aspiración a vivir artísticamente por encima de las normas morales, puede experimentar sus consecuencias.
Sin embargo, el personaje no deja de ser contradictorio cuando manifiesta sus deseos burgueses y tradicionales de casarse con Alicia y tener hijos: “Hasta tuve deseos e confinarme para siempre en esas llanuras fascinadoras, viviendo con Alicia en una casa risueña (…) Allí en esos en esos campos soñé quedarme con Alicia, a envejecer entre la juventud de nuestros hijos” (236).
Cuando entra en escena Clemente Silva, personaje definido de manera opuesta a él, por el que siente gran admiración, esconde su egolatría y le cede la palabra durante varias páginas en un relato inserto.
El testimonio de Clemente Silva da un giro al relato y lo dirige a denunciar la situación penosa de los caucheros. Su nombre parece indicar el lado clemente de la selva (silva clemente). Pero, además, Silva es un narrador diferente, altruista y confiado, inmune al delirio ególatra de la narración de Cova. Las motivaciones de sus actos son opuestas. Mientras que Cova huye de Bogotá y desprecia a la mujer que rapta para luego asumir el papel de venganza, la búsqueda de Clemente Silva es por un principio básico: el enterrar a su hijo. Mientras que Cova se basa en valores ya anacrónicos como el honor manchado que ha de limpiarse con la sangre del ofensor, Silva se ubica dentro de lo mítico.
La densidad testimonial del relato de Silva crea un desajuste con el esteticismo del poeta maldito, con el que Cova se aproximaba a la experiencia de la selva. Después del relato de Silva, a la obsesión de hallar a Barrera se suma en Cova el deseo de escribir este relato que contribuirá a imponer la justicia a los caucheros.
A pesar de las contradicciones de las que hace gala Cova, se siente con suficiente autoridad para escribir la historia de este relato reivindicativo. Le dice a Silva: “Sepa usted (…) que soy por idiosincrasia el amigo de los débiles y de los tristes”(290). Esta declaración parece impostada, pero forma parte de la personalidad contradictoria y poco definida del personaje, que es, a la vez, maldito y solidario, seductor y amante leal.
Cova, en fin, es un personaje conflictivo que no es capaz de dilucidar sus propias contradicciones.
BIBLIOGRAFÍA:
* Barrera Trinidad (Coord.) Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo III. Siglo XX, Edit. Cátedra. Madrid, 2008. La vorágine de Marina Gálvez (pp. 90-98)
* Oviedo José Miguel, Historia de la literatura hispanoamericana, Alianza Universidad Textos. Madrid, 2001. Artículo: Rivera y la fascinación de la selva (228-234)
* Perus Françoise, De selvas y selváticos. Ficción autobiográfica y poética en Isaac y José Eustasio Rivera, Universidad Nacional de Colombia y Plaza Janés, Santa Fe de Bogotá, 1998.
* Rivera José Eustasio, La vorágine, (Edición de Montserrat Ordóñez), Cátedra, Letras Hispánicas.(6ª edición), Madrid, 2006
-: Edición de Juan Loveluck, Biblioteca Ayacucho. Caracas, 1988
-: Edición de Carlos Herrera Molina, Edit. Pontificia Universidad Javeriana. Santa Fe de Bogotá, 2005.
* Página web: WWW.biblioteca nacional.org:
La vorágine. Exposición: Biblioteca nacional de Colombia. Noviembre 2009 a marzo 2010.
Madrid, 24 de marzo de 2011
Anastasio Serrano
2 comentarios:
"un hombre que es poeta de cierto renombre y procede de la ciudad y una de sus primeras manifestaciones será su carácter violento". Me encanta esta lectura del personaje como humano.Quisiera saber cual es la nacionalidad de Anastasio Serrano. Gracias
La nacionalidad de Anastasio Serrano es la española.
Anastasio Serrano, Madrid (España)
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