¿Que se fizo el rey
don Juan?
Los infantes de
Aragón,
¿qué se fizieron?
¿Qué fue de tanto
galán?
¿Qué fue de tanta
invençión
como traxieron?
Las justas y los
torneos,
paramentos, bordaduras
y çimeras,
¿fueron sino
devaneos?,
¿qué fueron sino
verduras
de las eras?
( Coplas sobre la
muerte de su padre de J. Manrique)
Mural de Vela Zanetti en el hall del Hotel Conde Luna de León |
Entre el 10 de julio y el 9 de agosto de 1434 tuvo lugar la defensa del Paso Honroso en el Puente de Órbigo – camino de Santiago-, entre León y Astorga por el caballero leonés don Suero de Quiñones. Este acto fue una manifestación de la caballería deportiva, ya que los caballeros luchadores no se profesaban odio, ni tenían cuentas pendientes; lo hacían para competir en gallardía y destreza en el manejo de las armas.
El “paso de armas” es
una mezcla de competición militar y de espectáculo suntuoso, que se
celebró con mucha frecuencia en toda Europa en los siglos XIV y XV.
El “paso
de armas” no debe ser confundido con el “torneo”- afirma
Martín de Riquer-, pues en éste luchan grupos de
caballeros, divididos en cuadrillas o bandos, ni debe ser considerado
un mero sinónimo de “justa”, o sea del combate singular de un
caballero con otro; y menos aún con los “desafiamientos” o
batallas a todo trance, contiendas de carácter jurídico, en las que
pelean caballeros entre los que median agravios personales1.
Para Amancio Labandeira:
En el paso es preciso que haya un mantenedor, quien
situado en un lugar fijo, prohíba el acceso a todos los caballeros
que lo intenten (…). El defensor o mantenedor del paso debe
publicar con antelación el reglamento de la prueba (los capítulos)
y al ser aceptado por los caballeros, se convierten en aventureros,
obligándose (…) a luchar con el mantenedor que le cierra el paso2
.
El profesor Francisco
Martínez García dice:
Tampoco
deben identificarse “paso” y “justa”, ya que, si bien en
ambos se trataba de una lucha o combate singular a caballo y con
lanza, el “paso” debía cumplir una serie de requisitos que le
daban entidad propia:
1.
Existencia de un “mantenedor o “defensor” que colocado en un
lugar previamente señalado en todos sus detalles, defienda el paso,
prohibiendo el acceso a todo caballero, que intente acercarse a ese
lugar señalado.
2.
Publicación previa del reglamento- los llamados capítulos del paso-
para conocimiento con la antelación suficiente de todos los
caballeros que quieran intervenir.
3. Una vez aceptados los capítulos del paso, los
caballeros (…) se convierten en “aventureros”o“conquistadores”
y quedan obligados a luchar con el defensor que les cierra el paso.
(…)
paso y justa difieren por el motivo concreto que los provoca y que en
la justa podía reducirse a una (…) demostración de destreza en el
manejo de las armas, motivo este, que, en general, no justifica el
paso3.
El
paso de armas tenía una duración de un determinado número de días
o semanas. Se fijaba de antemano, en los capítulos, el número de
lanzas que se han de romper en cada combate o el total que han de
quebrar mantenedores y aventureros. El paso logra sus objetivos, si
se rompen las lanzas fijadas en el plazo establecido.
Estos
episodios (pasos de armas) fueron frecuentes en la novela
caballeresca y tienen sus antecedentes en las obras francesas del
siglo XII (el ciclo artúrico de Chrétien de Troyes) y en el Amadís
de Gaula. Son numerosos los episodios en los que caballeros, fieles a
sus promesas de tipo religioso o amoroso o por espíritu de aventura,
defienden el acceso a un lugar contra aquel que intente franquearlo.
Los
caballeros andantes reales del siglo XV, intoxicados por los libros
de caballería y nostálgicos de un pasado en que la caballería tuvo
auténtica influencia social, y que ahora se va perdiendo ante los
nuevos tiempos, intenta un poco teatralmente revivir episodios de
novela y comportarse como los héroes de las novelas que habían
leído. De ahí que en el otoño de la Edad Media, mediado el siglo
XV, en que tantas cosas van cambiando y en que una pujante burguesía
va superando en poder y riqueza a la nobleza, ésta quiere
exteriorizar su gallardía y hacer patente que es la depositaria de
las virtudes militares medievales.
Vemos,
pues, la influencia de la ficción en la vida real de los caballeros
andantes. En el siglo XVII será Cervantes quien termine con los
libros de caballería sacando en la ficción a nuestro paródico Don
Quijote, a revivir las lecturas de los libros de caballería. No en
vano, Cervantes pone en boca de Don Quijote, en su conversación con
el canónigo toledano, que intenta convencerle de que “ no ha
habido caballeros andantes en el mundo”, el siguiente discurso: “Si
no , díganme también que no es verdad que fue caballero andante el
valiente lusitano Juan de Merlo4
(…). “digan que fueron burlas las justas de Suero de Quiñones,
del Paso; las empresas de Luis de Falces contra Gonzalo de Guzmán
(…), con otras muchas hazañas hechas por caballeros cristianos
(…), tan auténticas y verdaderas, que torno a decir que el que las
negase carecería de toda razón y buen discurso,” (Don Quijote
I, cap. XLIX).
Juan
Luis Alborg, dice de El Passo Honroso de Pero Rodríguez de
Lena: “que no estaban tan lejos de la verdad muchas de las
asombrosas aventuras relatadas en los libros de caballería”5.
Se
dieron muchos ejemplos de pasos de armas en Francia y en España en
el siglo XV; pero como antecedentes inmediatos del Paso Honroso
tenemos las justas celebradas con motivo de la estancia en Valladolid
de la infanta doña Leonor, hermana de doña María, reina de
Castilla, de camino a Portugal para casarse con el infante don
Duarte. En estas justas fueron mantenedores el condestable, don
Álvaro de Luna y siete caballeros más.
Con
la clara intención de opacar estas brillantes justas, el infante don
Enrique de Aragón organizó el Passo de la Fuente Ventura, que se
celebró el 18 de mayo de 1428 también en Valladolid. Este paso de
la Fuerte Ventura fue improvisado- apenas duró una semana- y su
objeto no fue una liberación amorosa, sino una maniobra para
oscurecer las anteriores justas mantenidas por el Condestable y los
caballeros de su casa, en fin una cuestión de prestigio entre los
infantes de Aragón y la nobleza castellana con su Condestable a la
cabeza.
Así
pues, don Álvaro de Luna reaccionó alentando y apoyando la
celebración del Passo Honroso. Esto escribe Lavandería:
La
reacción de don Álvaro no se hizo esperar y (…) se propuso dar un
enorme golpe de efecto sobre los infantes, en el mismo campo de la
lucha: el deportivo. Uno de los criados de su casa, Suero de
Quiñones, precisaba una liberación de amor y la liberación amorosa
de su noble criado, debía ser tan grande como su cuna (…). La
intervención de su protector, hizo que su nombre quedase
inmortalizado como el defensor del Passo Honroso, legándonos, a su
vez, un monumento que ha quedado como modelo en su género.6
En
1440 tiene lugar otro paso de armas en Valladolid, mantenido por Ruy
Díaz de Mendoza, que tiene relación con los dos pasos anteriormente
citados (el de la Fuerte Ventura y el Passo Honroso).
En
efecto la noticia de este paso de armas se describe en la Crónica de
don Juan II así:
En estas
bodas del príncipe don Enrique y de la princesa doña Blanca, hizo
Ruy Díaz de Mendoza, mayordomo del Rey, un señalado hecho de armas
en esta guisa: en esta villa de Valladolid con diez y nueve
caballeros y gentiles hombres, así extranjeros como castellanos, que
quisieran a él venir., el dicho Ruy Díaz o cualquiera de los de su
compañía había de hacer tantas carreras por liza, hasta ser
rompidas quatro lanzas con fierros amolados en arneses de correr (…)
e no ovieron lugar todos de las facer, porque el
Rey que cessasen por ser tan peligrosas, en que murieron un caballero
de Toro, Pedro de Puertocarrero (…) e otro
gentil hombre (…) llamado Juan de Salazar, por Rodrigo de Olloa7
.
Este mantenedor Ruy Díaz
de Mendoza, hijo de Juan Hurtado de Mendoza, aparece en la política
apadrinado por el rey de Navarra para ocupar el puesto de mayordomo
mayor de Juan II en 1426. En 1428 forma parte de la élite de los
caballeros justadores en el paso de la Fuerte Ventura. Seis años más
tarde dos de sus caballeros, Juan de Soto y Rodrigo Olloa, participan
como aventureros en el Passo Honroso. Y seis años más tarde (1440)
aparece como mantenedor de su propio paso (suspendido por el Rey)
en Valladolid.
Es, pues, un personaje
que ha seguido de cerca todos los pasos de armas importantes en
Castilla y sus implicaciones. Díaz de Mendoza ejerció una continua
oposición a la política del condestable, Don Álvaro; los dos están
bajo la tutela del mismo rey (Juan II), y ambos pretenden imponer su
influencia en la corte.
Ruy Díaz de Mendoza se
une a los infantes, y cuando éstos se alían con el príncipe
Enrique, aparece el mayordomo, intentando ganar la confianza del
futuro rey. No es, por tanto, extraño que con motivo de la boda del
príncipe Enrique, aprovechando las horas bajas de Don Álvaro, se le
ocurriera agasajar a don Enrique con un excelente paso de armas, al
mismo tiempo que restaba importancia al Passo Honroso, que había
patrocinado don Álvaro.
Según el fragmento de la
“Crónica de Juan II”, hay una clara intención por superar la
hazaña de Suero de Quiñones, tanto en los días (40), en las lanzas
a romper y en el número de mantenedores.
Este paso de armas,
mantenido por Díaz de Mendoza, desembocó en el más estrepitoso
fracaso, ya que por las muertes y lesiones, el rey lo suspendió.
Así pues, hay una amplia
relación de oposición entre los pasos castellanos: las justas
mantenidas por don Álvaro de Luna en 1928 para celebrar la estancia
en Valladolid de la infanta de Leonor, que iba camino de Portugal
para casarse con el infante don Duarte; después como rechazo a estas
justas se organiza el paso de la Fuerte Ventura, el 18 de mayo de
1928, promovido por el infante don Enrique de Aragón.
Luego tenemos en 1934 el
Passo Honroso, maniobra de don Álvaro de Luna para seguir influyendo
en la corte.
Y por último el paso de
armas promovido por Ruy de Mendoza con el fin de afirmarse en la
corte de Juan II, apoyando a los infantes, pero que deportiva y
políticamente fue un fiasco.
Otro paso de armas
renombrado fue el Pas du Pin aux Pommes d’ Or, celebrado en
Barcelona en 1455, en la plaza del Born, cuyo mantenedor fue Gastón
II de Castellbó, IV conde de Foix, que mandó plantar un pino con
manzanas doradas en medio de la plaza.
De este paso, también de
intención política, conviene destacar el gasto que supuso a Gastón
de Foix, que ascendió a 30.000 florines, que para reunirlos, tuvo
que hipotecar las rentas del vizcondado de Castellbó y empeñar la
famosa cruz de los condes de Foix, joya de 764 piezas, que quedó en
manos de unos prestamistas de Barcelona.
El gasto fue enorme; pero
los motivos que indujeron al conde a realizar el espectáculo fueron
los siguientes:
Festejar la
firma del tractat de la successió de Navarra, despullant al rey Joan
a son propi fill, el princep Carles de Viana de la legitima herencia
de la mare, per satifer la ambició criminal del Comte de Foix y de
su esposa Elionor8.
Un cuantioso dispendio
tendremos, también, en el Passo Honroso, modelo de este tipo de
espectáculo deportivo- caballeresco.
SUERO DE QUIÑONES: el
protagonista
Suero de Quiñones fue
hijo de don Diego Fernández de Quiñones, Merino Mayor de Asturias,
señor de Luna, de Ordás y Vallellamas, y de doña María de Toledo,
señora de Barcial de la Loma. De este matrimonio nacieron 10 hijos:
cuatro varones y seis hembras, de ellos destacaron don Suero, don
Pedro, don Hernando y doña María, que se casó con el conde de
Benavente.
Nació en 1409, según
cuenta Pero Rodríguez de Lena: “tenía por entonces (1434) nuestro
leonés 25 años”.
Y aunque nació el
segundo, no fue nunca un “segundón” por voluntad expresa de su
padre, que estableció en el testamento, otorgado el 3 de febrero de
1442, cuatro mayorazgos, uno para cada uno de sus cuatro hijos:
Pedro, Suero, Hernando y Diego.
La gran figura política
del momento es don Álvaro de Luna, el Condestable (valido) del rey
de Castilla, Juan II; y apenas cumplidos los 17 años, en 1426, Suero
y Pedro entran en la casa del Condestable como criados, con la
esperanza de medrar a su sombra.
En la corte de Juan II
había un cultivo constante de la poesía; todos los caballeros y
gentiles hombres componían canciones, como lo hacían el propio rey
y el condestable. Lope de Stúñiga dio nombre a uno de los
“Cancioneros” más conocidos del siglo XV castellano, “Cancionero
de Palacio”, y en él aparece Suero de Quiñones como autor de
siete poemas; como muestra vamos a transcribir esta endecha, que
muestra ese vivir enamorado, que lo llevó primero a combatir a la
batalla de la Higueruela con el brazo derecho desarmado, a la prisión
de amor y al Passo Honroso después:
Dezidle
nuevas de mi
E mirad si
havrá pesar
Por el plazer
que perdí.
Contadle mi
fortuna
E la pena en
que bivo
E dizid que
soy esquivo
Que non curo
de ninguna,
Que tan
fermosa la vy
Que m`oviera
de tornar
Loquo el día
que partí.9
En 1431, con 22 años,
participa al lado del Condestable en la Guerra de Granada, buscando
riquezas y honor y en la batalla de la Higueruela, lleva en honor de
su dama el brazo derecho desnudo, siendo el terror de los infieles.
El éxito de esta batalla se debió al arrojo y pericia de don
Álvaro, de tal forma que querían continuar hasta Granada: “pero
los cortesanos, sus enemigos, temerosos de su influjo si llegaba a
ceñirse este último y más preciado laurel, claman contra la
empresa fomentando en el ejército el descontento, la desunión y la
indisciplina. Al fin tuvo don Juan que regresar a Castilla”- dice
Policarpo Mingote.10
Tres años más tarde, el
primero de enero de 1434, en las primeras horas de la noche se
presenta en la corte de Medina del Campo en demanda de celebración
del Passo Honroso.
Al año siguiente se casa
con doña Leonor de Tovar, hija de Juan de Tovar. Llegaron después
las discrepancias de la familia Quiñones con la corona y el
destierro.
A la muerte de Juan
II y con la coronación de Enrique IV, el 23 de julio de 1454, se
devolvieron a Suero todos los bienes que tenía intervenidos.
Tranquilo
vivía don Suero en el lugar de Barcial de la Loma en 1458, cuando
Gutierre Quijada, señor de Villagarcía, deseando vengarse por las
desavenencias en la batalla de la Higueruela y por una herida leve
recibida noblemente en la defensa del Passo Honroso, buscó el
pretexto para atacarle y darle muerte entre Castroverde (Zamora) y
Barcial de la Loma (Valladolid).
Así
aparece narrado en el Cronicón
de Valladolid: “Murió
Suero de Quiñones, fijo de Pedro (Diego) Quiñones, en Berceal, XI
de julio, o cerca de Castro Verde, en una pelea que ovo con Gutierre
Quixada, do le mataron los peones, año de MCCCCLVI”.11
PERO
RODRÍGUEZ DE LENA, el escribano del PASSO HONROSO
En
el comienzo del Libro del Passo Honroso, leemos:
Este es el
libro que yo Pero Rodríguez Delena (sic) escribano de nuestro señor
Rey don Juan, y su notario público en la su corte y en todos los sus
reinos, que para lo Yuso escrito llamado y rogado fui por el
principal cabeza y caudillo de lo siguiente, cometedor e fazedor del
ante nombrado, e escriví y escribir fize de los fechos de Armas que
passaron en el Passo que el generoso de magnánimo coraçon, forçado
de grand virtud, honorable cavallero Suero de Quiñones12.
Aquí nos muestra su
profesión, escribano y notario público; pero no sabemos el lugar y
la fecha de su nacimiento, ni de su muerte.
Parece ser que vivió en
León, en Villanueva de Jamuz y en Laguna de Negrillos, y que estuvo
a servicio de los Quiñones durante la primera mitad del siglo XV,
como escribano o notario. Realiza el testamento de Diego Fernández
de Quiñones (padre de Pedro y Suero) el 3 de febrero de 1442 con
este tenor:
Yo, el dicho
Diego Fernández, así tengo fecho y otorgado por ante Pedro
Rodríguez de Lena escribano o este que agora nos los dichos Diego
Fernández y la dicha doña María de Toledo su mujer facemos y
otorgamos por antedicho pedro Rodríguez escribano de nuestro señor
rey y su notario público13.
Cuando la familia
Quiñones obtiene el Condado de Luna en 1462, Pero Rodríguez de Lena
no figura ya como escribano de la familia, con lo cual se presume que
ya habría muerto.
El notario Pero Rodríguez
sería buen conocedor de las reglas de la caballería para llevar a
cabo con éxito su crónica diaria sobre el Passo Honroso, cometido
que cumplió de forma escrupulosa; esto dice en la última página
del documento:
Fazemos fee
que es verdad todo lo contenido en este libro e historia del fecho de
armas, e auctos e arengas e debates, e presentaçiones, e otras cosas
asaz que en él son escritas según más largamente por la historia
dél es recontado.14
Y firman Pero Barba y
Gómez Arias de Quiñones, “juezes que fueron de aquel campo e
passo”.
EL PASSO de armas HONROSO
de Suero de Quiñones
La empresa del Passo
Honroso como hecho histórico tuvo lugar del 10 de julio a 9 de
agosto de 1434 en la Puente de Órbigo, en el Camino de Santiago.
Este es el contexto en el
que se gestó el Passo Honroso: por una parte tenemos las justas
organizadas por el Condestable, don Álvaro de Luna en honor de la
infanta Leonor en Valladolid, 1428; de otra parte el Passo de la
Fuerte Ventura, mantenido por el infante don Enrique de Aragón con
la clara intención de oscurecer las justas del Condestable, también
en 1428 y en Valladolid.
Politizado así el hecho
deportivo-caballeresco entre los infantes de Aragón y la nobleza
castellana, liderada por don Álvaro de Luna, éste reaccionó
inspirando y apoyando la celebración del Passo Honroso.
En efecto, el motivo de
la celebración del paso es doble, por un lado político (la
rivalidad) y por otro el caballeresco: la prisión de amor y su
consiguiente liberación.
Con todo esto el día
primero de enero de 1434, estando la corte en Medina del Campo, a las
primeras horas de la noche, ante el Rey de Castilla, Juan II y su
esposa doña María, el príncipe Enrique y el Condestable, Don
Álvaro de Luna, se presentaron armados Suero de Quiñones, que
llevaba una argolla al cuelo, y nueve caballeros, y habiendo hecho
reverencia al rey, el faraute Avanguarda leyó la siguiente petición
de Suero Quiñones:
Deseo justo
e razonable es los que en prisiones o fuera de su libre poder son
desear libertad, como yo, vasallo e natural vuestro, sea en prisión
de una señora de gran tiempo acá, en señal de la qual todos los
jueves traigo a mi cuello este fierro según notorio sea en vuestra
magnífica corte e reinos e fuera dellos por los farautes que la
semejante prisión con mis armas han llevado. E ahora, poderosos
señor, en nombre del apóstol Santiago, yo he concertado mi rescate,
el qual es de tresçientas lanças rompidas por el asta con fierros
de Milán, de mí e destos cavalleros que aquí son en estos arneses
(…). Mas lo dicho se entienda salvando dos cosas, que vuestra
majestad Real no ha de entrar en estas pruevas, ni el muy magnífico
señor Condestable, don Álvaro de Luna.15
Pero el cautiverio
amoroso en el que se hallaba a causa de una dama- a la cual no se
nombra en todo el relato- no era exclusivamente ideal, sino un amor
real y la dama se llamaba Leonor de Tovar, hija de Juan de Tovar,
señor de Cívico (Palencia) con la cual se casaría más tarde.
El rey concedió esta
petición y el faraute pregonó en una “grida” la licencia
obtenida: “sepan todos los cavalleros e gentiles homes del muy alto
rey nuestro señor, como él da licencia a este cavallero para esta
empresa”16.
Posteriormente Suero de
Quiñones mandó leer los 22 capítulos de su empresa, por los cuales
quedará libre de su voto. Estos capítulos establecían las reglas
de cómo, cuándo y dónde se debía realizar el Passo. Y encargó a
León, rey de armas, que informase a todos los reyes, duques y
príncipes cristianos con el fin de que todo caballero con deseos de
aventuras viniera en su “deliberación”.
El emplazamiento de la
defensa del Passo estaba cerca de la puente del Órbigo, a seis
leguas francesas de León y a tres de Astorga. El lugar estaba
localizado en pleno Camino de Santiago (“en una floresta que está
rendida del camino francés”); y por tanto los peregrinos que no se
acercasen al lugar podrían continuar libremente su peregrinación,
pero aquel que se aproximase, se vería obligado a participar en él;
y, si no desease participar en la lucha, debería depositar en
prenda una de sus armas y la espuela derecha, jurando no vestirlas
hasta que se encontrase en otro paso de armas.
Además del emplazamiento
del palenque, también indica los lugares donde fue cortada la leña,
(“para hazer cadhalsos, liça y sala”), en los montes de los
concejos de Luna, Ordás y Vallellamas.
La duración sería de 30
días, “quinze dás antes de la fiesta de Santiago, fasta 15 días
después” (del 10 de julio al 9 de agosto de 1434). Suero de
Quiñones quedará libre de su prisión amorosa, cuando se hayan roto
300 lanzas, sumadas tanto de los mantenedores como de los
aventureros.
Seis meses faltaban desde
la “grida” (pregón) del paso de armas hasta
el comienzo del combate. Suero de Quiñones adquiría en Valladolid
los útiles indispensables para la liza: arneses, lanzas, caballos;
así como dispuso la construcción del palenque y de los cadalsos o
balconcillos.
Asimismo, el escultor
Nicolao Francés talló un faraute de madera, con el siguiente
letrero: “Por ay van al Passo”. Esta señal fue colocada a la
salida de León, a unos 70 metros del actual puente de San Marcos, en
el Crucero.
Y todo ello a expensas de
Suero de Quiñones, que seguro que la familia Quiñones tuvo que
endeudarse para el montaje y sostenimiento del Passo. Esto escribe
César Álvarez:
Las quejas
de diversos concejos pertenecientes a su señorío, son, a partir de
este momento, más frecuentes, señal inequívoca de los excesos que
en la percepción de tributos se vieron los Quiñones obligados a
cometer para pagar las deudas que posiblemente adquirieron.17
Terminados los
preparativos para la celebración del Passo, los 9 defensores: Lope
de Stúñiga, Diego de Bazán, Pedro de Nava, Suero Goméz, Sancho de
Rabanal, Lope de Aller, Diego de Benavides, Pedro de los Ríos y
Gómez de Villacorta, que unidos a su capitán mayor, Suero de
Quiñones, harán frente, con buena fortuna, a los 68 caballeros
“conquistadores o aventureros”.
Actuarán de jueces: Pero
Barva y Gómez Arias de Quiñones. Rey de armas: Portugal y Monreal
(rey de armas de 2ª). Secretarios: Vanda y Cintra. Trompetero:
Dalmao. Escribano: Pero Rodríguez de Lena.
El primer día señalado
del Passo llegan a la puente del Órbigo tres caballeros que venían
a la pruebas del Passo Honroso, el caballero alemán, Micer Arnaldo
de la Floresta Bermeja, de 27 años y los caballeros valencianos
Mosén Juan Fabra y Mosén Pero Fabra; y el 11 de julio don Suero de
Quiñones con 25 años entra en la liza18
montado en un corcel con la siguiente divisa bordada: I faud
deliberer ( es necesario liberarse) y en una cinta de oro con
letras azules colgada del brazo derecho proclamaba su empresa: si
a vous ne plait de avoyr mesure; certes ie dis que ie suis
sans venture ( si no queréis corresponderme, en verdad que no
hay dicha para mí).
El escribano Rodríguez
de Lena levanta acta notarial de cada uno de los combates, en los
cuales participaron los 10 caballeros mantenedores y envía
diariamente la crónica a la corte del rey Juan II.
Así el primer combate
del Passo tiene lugar entre Suero de Quiñones y el alemán Arnaldo
de la Floresta Bermeja, que es ganado por el alemán, que rompió 2
lanzas y don Suero 1 en seis carreras.
Como hecho singular en el
desarrollo del Passo tenemos el comportamiento de dos caballeros
catalanes, Riambau de Corbera y Francí Desvalls, que, desde León,
el día 22 de julio escribieron una carta de “requesta” (desafío)
a Suero de Quiñones, en la que le pedían, que con el fin de no
molestar a los peregrinos en su camino, ellos dos se comprometían a
romper las 300 lanzas con él y sus nueve mantenedores, a la que
contestó Suero en los siguientes términos:
Si esto se
entiende a que cada uno de vosotros entienda romper más tres lançaz
de su parte, e del que con él fiziere, no creería que ayades visto
mis capítulos, los quales por todas las partes del mundo de
cristianos por mi an sido embiados19.
Como se puede observar,
los dos caballeros catalanes intentan desacreditar el Passo, de nuevo
se muestra la rivalidad entre Aragón y Castilla; pero don Suero
estaba dispuesto a defenderlo contra quien fuese.
La contestación
arrogante de los caballeros catalanes fue desafiar a Suero de
Quiñones a “batalla a todo trance”, es decir a muerte, pensando
que con ello hacían un servicio a Dios y al apóstol Santiago, ya
que no habían venido a romper las tres lanzas de los capítulos.
Don Suero se asombra de
que sea requerido a “todo trance” y les invita a leer el capítulo
décimo:
Que si
cualquier cavallero o gentil home que quisiere quitar cualquiera
pieça de arnés para correr las dichas lançaz (…), que me lo
embíe a decir, e que será respondido a su grado si la razón e el
tiempo lo adebdare. E pues a vosotros plaze lo más peligroso, yo vos
ruego que vos plega de venir aquí, e requerir de quitar aquella
pieça en que razonablemente más peligroso venir puede20.
Los dos caballeros
catalanes combatieron en el Passo como los demás aventureros.
Una vez terminado el
Passo, el día 12 de agosto, y desde León, Suero de Quiñones envió
una carta a los dos caballeros, Francí y Riambau, en la que resume
los principales puntos de las cartas anteriores, justifica su postura
y dice:
Agora yo vos
fago saber (…), yo soy ya libre de mi prisión y empresa (…) por
ende, si algo en plazer vos biene, sépalo yo por letra vuestra, que
vos certifico que si el precio es honor que vosotros seades, en
breve, satisfechos21.
La respuesta de los
catalanes a la carta, un tanto vaga, de Suero de Quiñones, no fue
muy rápida. El 16 de octubre y fechada en Barcelona hace un resumen
de todo lo ocurrido anteriormente y termina con la misma vaguedad que
la de Suero, diciendo que si tiene algo que objetar, se lo envié
decir, que encontrará: “altra resposta que nosaltres no hevem
trovado en vos; fiant en Deu e a moceen sant Jordi que, nos en tal
cars cuydant reparar postres carrechs, doblaren aquells”22.
Otro hecho
lamentablemente singular fue la muerte en combate del caballero
aragonés Asbert de Claramunt con Suero hijo de Álvar Gómez. El
infortunado Asbert resultó muerto en el acto, porque Suero le mete
la lanza por el ojo izquierdo “fasta los sesos”. Suero de
Quiñones manda reunir a los frailes y les pide honras fúnebres para
el caballero finado, pero éstos se negaron, “por ser muerto en el
hávito que moriera”. También se niegan a enterrarle en sagrado.
Suero de Quiñones envía a uno de los frailes a consultar al obispo
de Astorga para solicitar sepultura cristiana, que tampoco la
concede, por lo que “fizieron una fuesa en el cabo de la puente”
(Lavandería, 367).
Aquí vemos que el matiz
religioso con capilla, misa diaria voluntaria, ubicación en el
Camino de Santiago en año de jubileo e perdonança, la caridad
cristiana no se cumple, negándole el camposanto al desdichado Asbert
de Claramunt.
En el mismo sentido de
las singularidades, nada positivas como hemos visto, Don Gutierre de
Quijada, señor de Villagarcía de Campos, llega a la puente del
Órbigo el 20 de julio por la tarde con su cortejo de caballeros. Don
Suero le ofrece una tienda, que no acepta, que como es natural de la
comarca, está bien “proveído”.
Don Gutierre llega al
Passo con sus caballeros dispuesto a enfrentarse con los mantenedores
de igual a igual. No acepta la formalidad de los capítulos, sobre
todo el 8º, que dice que ningún caballero aventurero sabrá con qué
mantenedor se enfrenta hasta el final del combate. Porfía don
Gutierre en luchar con don Suero, pero los jueces se lo impiden por
no corresponderle.
No quedaron bien en el
Passo, Gutierre de Quijada y sus caballeros. El mismo don Gutierre
fue herido en el hombro, lo cual acrecentó su inquina contra Suero
de Quiñones, enemistad que ya venía desde que vivieron y pelearon
juntos al lado del Condestable en Sierra-Elvira (batalla de la
Higueruela) contra los musulmanes. Todo esto le llevaría a dar
muerte a don Suero en 1458 entre Castroverde y Barcial de la Loma.
El Passo había durado
los diás establecidos: del 10 de julio al 9 de agosto de 1434;
entonces los jueces dieron por rescatado a Suero de Quiñones de su
prisión amorosa, quitándole la argolla en el campo mismo, aunque
sólo se habían quebrado 177 lanzas de las 300 que figuraban en sus
capítulos.
El rey de armas y el
faraute bajan a la liza. Desmonta Suero de Quiñones y se inclina
ante ellos, que ceremoniosamente le retiran la argolla de hierro del
cuello.
Los jueces firman las
actas de la conclusión del Passo y de la liberación de la prisión
de amor.
El escribano Pero
Rodríguez de Lena da fe de todo lo acontecido en el Passo y se
despacha la última carta para el Rey.
Don Suero de Quiñones y
los nueve caballeros mantenedores se trasladan a León. Entran por el
puente de San Marcos, continúan por la “Rúa Nova” (Renueva)-
hoy Suero de Quiñones y Renueva- , y por San Isidoro, llegan a la
catedral a dar gracias.
Se retira don Suero a su
casa de Palat de Rey, y días más tarde al castillo de Laguna de
Negrillos y desde allí fue en peregrinación a Santiago.
CONCLUSIÓN
El Passo Honroso tiene un
objetivo político bien definido, el engrandecimiento de los nobles
de Castilla para sobresalir de los nobles de Aragón en riquezas,
destrezas y honor.
Se muestra también la
rivalidad entre la nobleza castellana por influir en la corte en las
personas de Don Álvaro de Luna y el mayordomo del rey, Ruy de
Mendoza.
Y en el ámbito
individual Don Suero de Quiñones, más que la prisión amorosa-mero
pretexto-, alentado por el Condestable, lo que buscó fue
protagonismo, significación en el torneo e indirectamente la fama
póstuma.
El aspecto religioso es
transversal en el Passo, desde la profesión de fe del escribano,
hasta la solemne acción de gracias en la catedral de León, una vez
terminado el Passo y la posterior peregrinación a Santiago de
Compostela.
Además el hecho de
elegir el año jacobeo (25 de julio en domingo) de “jubileo e
perdonança” y el lugar, obedece a un motivo práctico y
estratégico: el paso obligado de los peregrinos por el puente del
Órbigo. Por este motivo los caballeros catalanes Francí Desvalls y
Riambau de Corbera argumentando que los peregrinos eran impedidos en
su camino a Compostela, quisieron romper ellos solos las 300 lanzas y
dejar expedito el puente. Pero el Passo se mantuvo en nombre del
Patrón Santiago.
También hemos de
destacar la construcción de una magnífica capilla en una de las
tiendas, en la que se dijeron tres misas todos los días del Passo.
En la parte negativa
religiosa y como muestra inalterable del orden jerárquico medieval,
tenemos el hecho de negar la sepultura cristiana al infortunado
caballero Asbert de Claramunt, muerto en la liza.
Vemos también que hay
una breve muestra del vocabulario técnico de los torneos, justas y
pasos de armas de origen francés. Así en la divisa de armas que don
Suero mandó bordar decía: I faud deliberer (Il faut
deliberer): Es necesario liberarse.
Y la “grida” que el
rey de armas y el faraute Monreal lanzan como señal del comienzo del
primer combate entre Suero de Quiñones y Arnaldo de la Floresta
Bermeja, era : Lexeles a leer, lexeles a leer, e fer son dever
(laissez-les aller, laissez-les aller, et fair leer devoir): Dejadlos
marchar, dejadlos marchar, y cumplir su deber.
Con este hecho de armas,
la nobleza empieza a escribir su acta de defunción. Los ideales
caballerescos se van deteriorando por la presión de la burguesía
mercantilista y el inicio de las ideas renacentistas.
El Libro del Passo
Honroso de Pero Rodríguez de Lena pretendió mostrar la realidad
sociológica, al margen de la imaginación, de los caballeros
andantes reales con sus ideales y sus miserias.
En definitiva la crónica
de Rodríguez de Lena es uno de los documentos más significativos
para el conocimiento de la agonía de la vida caballeresca, que se
resistía a morir y el nacimiento de una nueva visión del mundo: el
Renacimiento.
Y sobre todo el Passo
Honroso dará fama duradera a Suero de Quiñones después de su
trágica muerte, ya que es conocido y recordado como don Suero, el
del Passo.
En verdad que el Passo
fue Honroso para los 9 conquistadores y sobre todo para su capitán,
Suero de Quiñones, que consiguió la gloria del Passo de armas y la
honra futura.
En cuanto a las ediciones
del Libro del Passo Honroso, el manuscrito del escribano y
notario Pero Rodríguez de Lena no vio la imprenta hasta 1588 en
Salamanca, resumido y modificado por el franciscano Juan de Pineda.
Se volvió a publicar en 1783 en la imprenta de Antonio Sancha, con
índices de Fernando Arroyo Ilera, quien formando parte de la Crónica
de Don Álvaro de Luna, lo dio a la imprenta al año siguiente.
El hispanista Archer
Milton Huntington hizo una edición facsímil de la edición de 1588
en Nueva York en 1902.
En 1970 Espasa-Calpe
publicó otra edición facsímil de la primera impresión de Juan de
Pineda a cargo de Martín de Riquer.
En 2007 se hizo una
reedición de la de Antonio Sancha de 1783 en la “Biblioteca
Leonesa de Escritores” por el Diario de León.
En 1834, conmemorando el
IV centenario del Passo, el duque de Rivas, don Ángel de Saavedra,
dedicó al paso de armas, el poema “El Passo Honroso”, con una
visión romántica.
A finales del siglo XIX,
Clemente Bravo Guarida publicó El Passo Honroso de Don Suero
de Quiñones (1892), que fue reeditado en folletón en el Diario
de León en 1934, con ocasión del V centenario; este mismo año
Mariano Domínguez Berruela publicó su versión de los hechos: Passo
Honroso defendido por don Suero de Quiñones, Imprenta
provincial, León ,1934 y se le dedicó una calle en León..
Luis Alonso Luengo
publica una biografía novelada del paso: Don Suero de Quiñones,
el del Passo Honroso, Madrid, 1943; de esta edición se hizo
un facsímil publicado por El Mundo-La Crónica de León en
2004.
Y como edición más
solvente tenemos El Passo Honroso de Suero de Quiñones,
edición de Amancio Labandeira Fernández, Madrid, 1977, que es su
tesis doctoral y y está basada en el manuscrito del El Escorial,
que es el único completo; pero tiene en cuenta los otros manuscritos
existentes, el de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, el de
la Real Academia de la Historia y el de la Biblioteca nacional de
Madrid.
Y por último Carlos
Traranilla de la Vega ha publicado El Passo Honroso de don Suero
de Quiñones de Pero Rodríguez de Lena, adaptado al español
actual, Lobo Sapiens, León, 2014.
En el aspecto
extraliterario en 1951 se erigió un monolito conmemorativo en el
Puente de Órbigo del Passo de armas con los nombres de Suero de
Quiñones y los nueve mantenedores, así como los lugares de
procedencia de los aventureros.
El pintor leonés, de
origen burgalés, José Vela Zanetti pintó un mural en el hall del
Hotel Conde Luna con una escena del Passo Honroso, por llevar el
hotel el nombre del título nobiliario de los antepasados de Suero de
Quiñones.
En la actualidad, desde
1997 se viene celebrando una simulación del Passo de armas por
luchadores profesionales en Hospital de Órbigo, el primer fin de
semana de junio. La fiesta ha sido declarada de interés turístico
regional. Acude mucha gente ataviada con trajes de época, así como
mucho público. La fiesta termina con el Gran torneo en el palenque,
con los caballeros con sus damas y escuderos para luchar, recreando
el Passo de don Suero de Quiñones.
BIBLIOGRAFÍA
Alborg, Juan Luis,
Historia de la Literatura Española I, Editorial Gredos, Madrid,
1981
Alonso Luengo Luis, Don
Suero de Quiñines, el del Passo Honroso. Estampas del Camino
de Santiago, Editorial Lebrija, León, 1984.
Cancionero de Palacio,
Edición de Ana Mª Álvarez Pellitero, Junta de Castilla y León,
Consejería de Cultura y Turismo, Salamanca, 1993.
Cronicón de
Valladolid, con notas de Pedro Sainz Rodríguez, en Codoin,
vol. XIII, Madrid, 1848.
Domínguez Berrueta,
Mariano, En el camino de peregrinos a Compostela. Passo
Honroso defendido por don Suero de Quiñones, 10 de julio a 10 de
agosto de 1434. Puente de Órbigo-León, Imprenta
provincial, León 1934
Labandeira Fernández,
Amancio (editor), El Passo Honroso de Suero de Quiñones,
Fundación Universitaria Española, Madrid, 1977.
Marqués de Alcedo y de
San Carlos, Un olvidado pleito del siglo XV. La herencia de
Suero de Quiñones Blass, S. A. , Madrid, 1926. Digitalizado
en www.saber.es:
“Un olvidado pleito del siglo XV”
Martínez García
Francisco, Historia de la Literatura Leonesa, Everest, León,
1982
Mingote y Tarazona,
Policarpo, Ilustres varones leoneses, Editorial Nebrija, León,
1978
Riquer Martín de,
Lletres de batalla. Cartells de
dexeiximento i capitols de passos d’
armes, vol. II,
Editorial Barcino, Barcelona, 1968
- Caballeros andantes
españoles, Espasa-Calpe, Madrid, 1970
Rodríguez de Lena, Pero,
Libro del Passo Honroso defendido por el excelente cavallero
Suero de Quiñones, Espasa-Calpe, Madrid, 1970
Taranilla de la Varga,
Carlos, El Passo Honroso de don Suero de Quiñones de Pero
Rodríguez de Lena, Lobo Sapiens, León, 2014
Madrid, 14 de octubre
de 2015
Anastasio Serrano
1
. Rodríguez de Lena, Pero, Libro del Passo Honroso defendido por
el excelente caballero Suero de Quiñones, Espasa-Calpe,
Madrid, 1970. Martín de Riquer, “Nota preliminar”, pp. 9 y 10.
2
. El Passo Honroso de Suero de Quiñones, Edición de Amancio
Labandeira Fernández, Fundación Universitaria Española, Madrid,
1977, “Introducción”, p. 9
3
. Martínez García Francisco, Historia de la Literatura leonesa,
editorial Everest, 1982, p. 79
4.
Juan de Merlo, caballero portugués participó, como aventurero en
el Passo Honroso.
5
. Alborg, Juan Luis, HIstoria de la Literatura Española I, Edad
Media y Renacimiento, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 483.
6
. O. c. Labandeira, p. 16
7
. Crónica de don Juan II (cita tomada de Lavandería, p. 17)
8
. O. cit. Labandeira, p. 21
9
. Cancionero de Palacio, Edición de Ana Mª Álvarez
Pellitero, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y
Turismo, Salamanca, 1993, p. 9
10
. Mingote Policarpo, Ilustres varones leoneses, editorial
Nebrija, León, 1978, p. 74
11.
Cronicón de Valladolid, con notas de Pedro Sainz de
Baranda, en Codoin, vol. XIII, Madrid, 1848, p. 28
12.
Rodríguez de Lena Pero, Libro del Passo Honroso defendido por el
excelente cavallero Suero de Quiñones, Espasa- Calpe, Madrid,
1970, p. 25
13
. Marqués de Alcedo y de San Carlos, Un olvidado pleito del
siglo XV. La herencia de Suero de Quiñones, Blass, S.
A., Madrid, 1926, “Apéndice”, pp. 161-162
14
. O. cit, Labandeira, p. 425
15
. Libro del Passo Honroso, pp. 30-31
16
. O. cit. p. 32
17
. Álvarez César, Los Quiñones, un linaje leonés en la Baja
Edad Media, p. 147
18
. El rito de la liza era el siguiente: 1. Armarse en la tienda 2.
Examen de las armas por los jueces 3. Colocación en el campo 4.
Toque de trompetas 5. La lucha: hacer armas 6. Presentación ante la
tribuna de los jueces de los dos caballeros, que en ese momento se
descubren la cara y se conocen 7. Invitación del mantenedor al
conquistador a cenar . Salida del campo.
19
. Libro del Passo Honroso, Labandeira, p. 247
20
. Ibídem, p. 254
22
. Martín de Riquer, Lletres de
batalla. Cartells de deseiximento i capitols de passos d’ armes,
Editorial Barcino, Barcelona, 1968, vol II, p. 161.
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