Yo pecador, confieso y canto
A. Pereira
( Del monte y los
caminos)
Antonio Pereira,
Villafranca del Bierzo, 1923- León, 2009
Villafranca del Bierzo
viene a ser por su dedicación a la cultura la Atenas berciana; pues
allí ha surgido una pléyade de poetas, prosistas y hombres de
letras, en general, como Balbino Álvarez de Toledo, Luis López
Álvarez, Ramón González-Alegre, Ramón Carnicer y en la actualidad
el inestimable y premiado poeta Juan Carlos Mestre.
Además la música
también tiene presencia permanente en Villafranca, pues Cristóbal
Halffter, madrileño, que vino a vivir a la capital cultural del
Bierzo por propia voluntad, ha creado y sigue creando parte de su
obra allí.
Otro hito importante,
consecuencia de la anterior efervescencia literaria, es la Fiesta de
la Poesía anual villafranquina, a la que acuden las figuras más
señeras de la provincia y de España. Esta Fiesta de la Poesía,
promovida por Antonio Pereira, comenzó a mediados de los años 60 y
se siguió celebrando año a año hasta la muerte de Pereira. Y por
supuesto no deja de causar extrañeza dedicar una fiesta, tan
prolongada en el tiempo y con tanto éxito a algo tan minoritario
como la poesía. No cabe duda que la honda tradición cultural
villafranquina ha sustentado y alimentado con tesón el fuego
sagrado de la creación poética.
En el Madrid de
principios del siglo XX había varios ramones (Ramón Menéndez
Pidal, Ramón Pérez de Ayala y Ramón Gómez de la Serna), y sólo
uno de ellos se alzó con el apelativo en mayúsculas, RAMÓN y fue
Ramón por antonomasia, Ramón Gómez de la Serna; pues igualmente en
León desde la década del 70 tenemos 3 antonios poetas (Antonio
Pereira, Antonio Gamoneda y Antonio Colinas) y creo que por ternura,
por cercanía y por maestría, Pereira se ganó el ANTONIO con
mayúsculas, a pesar del Premio Cervantes, 2006, de su compañero y
amigo, Gamoneda. Y Antonio Colinas, más joven, nacido en La Bañeza
en 1946, consagrado y premiado poeta, todavía le queda recorrido
vital y creador. Así pues, Antonio Pereira será el ANTONIO leonés
por antonomasia.
APUNTE BIOGRÁFICO.
Antonio Pereira González
nació en Villafranca el 13 de junio (festividad de San Antonio) de
1923 en el barrio de “El Otro lado o de “La Cábila”. Sus
padres, José Pereira Villar y Claudia González Medrano tienen una
tienda de ferretería, que será cantada en el poemario Del monte
y los caminos.
Asiste a clase a las
escuelas nacionales y en 1931 ingresa en la academia del sacerdote
don Manuel Santín, en la que le había precedido el también
escritor y paisano Ramón Carnicer. En dicha academia se prepara para
el ingreso y luego los cursos de bachillerato, iniciado en 1933 y
terminado en 1940 con el examen de estado en Oviedo.
Pero ¿cómo nació su
vocación de escritor? Pues Antonio Pereira debió sentirse
deslumbrado por don Manuel Santín, que, además de profesor era
escritor, que había publicado artículos en periódicos de León y
La Coruña y también escribió una novela que presentó al Premio
Nadal. El alumno resultó muy estudioso y lector inteligente.
Un hecho, aparentemente
trivial, el que a los once años le pusieran gafas, el convierte en
un niño retraído, lector voraz y gran observador, ya que no puede
competir con sus compañeros en los juegos y travesuras.
Desde luego Pereira fue
muy precoz a la hora de publicar, con 12 ó 13 años ya publicaba en
un periódico que se llamaba El Sembrador, editado por los
Operarios Diocesanos, curas que se dedicaban a administrar los
seminarios y eran los encargados de la formación de los nuevos
sacerdotes.
Don Antonio Carvajal
Álvarez de Toledo, villafranquino, poeta y periodista, amigo de la
familia de Pereira, iba por la ferretería y leía sus versos y eso
le sirvió de acicate con 13 años para decidirse a publicar en el
Diario de León. Así acompañado de una carta de presentación
de don Antonio de Carvajal, envía un artículo al Diario de León
solicitando su publicación. La carta que recibió del director del
periódico le llenó de satisfacción, esto le decía: “Enhorabuena
a un valiente como usted que a los trece años se atreve a lanzarse a
la palestra del periodismo”.
Y más adelante comenta
Pereira: “Así empezó todo. Acaso parezca excesivo lo de “todo”.
Pero cuanto ha configurado el nervio central de mi historia de hombre
está allí. La actividad que más me ha consolado en la vida,
arranca de aquella carta fundamental. Y el resto de mis oficios y
vicisitudes, ya no iban a ser otra cosa que postdatas…”1
En aquella
preadolescencia se iba despertando en él la pasión literaria y
encontró un espacio propio, casi mágico, la imprenta de su tío y
padrino, Tomás Nieto, que, además de impresor, tenía la librería,
y allí leyó en la trastienda, el precoz “lletraferit” las obras
completas de Vargas Vila, cargadas de un erotismo finisecular, las
Sonatas de Valle-Inclán y hasta Los Cantos de Maldoror
del Conde de Lautreamont (Isidore Ducasse).
Termina el bachillerato,
a comienzo de los años 40 con 17 años y estando en Villafranca se
publicó en el Boletín Oficial del Estado un curso especial para
obtener el título de maestro nacional para los excombatientes de la
guerra, pero que también estaba abierto a otros estudiantes. Pues
bien, en un año obtuvo el título de maestro, profesión que no
ejerció nunca. El hecho de que no estudiase una carrera superior
justifica que se hable de él como autodidacta, a lo que siempre ha
contestado Pereira: “¿Pero quién, en cuanto escritor no es un
autodidacta? Enseñan algunos griego, latín, filosofía, gramática…
Pero a crear escribiendo, lo que se dice a crear…”2.
A partir de entonces
(comercio y literatura) su profesión será la de viajante comercial,
tarea que le permitirá recorrer los pueblos y ciudades del noroeste
y ejercitar sus dotes de observador, que luego reflejará en sus
poemas y cuentos.
En 1947 gana su primer
premio literario, otorgado por el Ayuntamiento de León por un texto
de carácter histórico:"Bosquejo geográfico e histórico
sobre el partido judicial de Villafranca del Bierzo", que fue
publicado después por entregas en el Diario de León.
La entrega del premio, dotado con 300 pesetas y un objeto de arte, se
realizó en el Teatro Principal, donde coincide con Victoriano
Crémer, ganador de la Flor natural, hecho, que evocará años
después con emoción contenida:
Pero hubo
algo que entrañó para mí mucho más que el premio, me apasionó
ver a Victoriano Crémer premiado con la flor natural (…) Aquello
fue el principio de una incorporación mía al ambiente literario
leonés de aquellos tiempos, tan lleno con la figura irrepetible de
Antonio de Lama, con los nombres también de Castro Ovejero, Gamoneda
(…)3.
Al año siguiente publica
en la revista Alba (La Coruña-Vigo), "Sonetos del
Bierzo",gracias a su amigo y paisano, Ramón González
Alegre, director de la revista, en cuyos números 4, 5 6 y 12
seguiría colaborando.
Por fin en 1949 abandona
Villafranca y se establece en León, donde inicia un negocio dedicado
a la venta al por mayor de artículos de electricidad
(electrodoméstico menor) y del hogar, actividad que alterna y
compagina con sus comienzos poéticos.
Ese mismo año entra en
contacto con los miembros de Espadaña y en el número 38
publica sus “Poemas del estío”, tres sonetos amorosos: "Sed
en los labios", "Misa de doce" y "Dos,
uno, siete, siete" (Facsímil de Espadaña, León 1978,
p. 796).
Conoce, pues, a
Victoriano Crémer, a Eugenio de Nora, a Luis López Anglada, a
Castro Ovejero, pero, sobre todo, a don Antonio González de lama, de
quien siempre se consideró un amigo y por él se incorporó a las
tertulias de la Biblioteca Azcárate. También conoció entonces a un
jovencísimo poeta Antonio Gamoneda, que llegó a publicar un poema
en el penúltimo número de Espadaña, nº 47, como sabemos la
revista publicaría un número más y cerró en enero de 1951.
Los años siguientes
entre 1951-1964 tenemos que destacar su matrimonio en 1951 con Úrsula
Rodríguez Hesles, andaluza de Jaén, sobrina del profesor,
especialista en Azorín, Ángel Cruz Rueda. Antonio y Úrsula se
conocieron en la cola del cine “Crucero”, cuando esperaban para
sacar la entrada para ver “Casablanca” en 1950.
Úrsula, mujer culta, ha
traducido del francés, Tartarín de Tarascón de A. Daudet y
del inglés, El príncipe feliz y otros cuentos de Oscar
Wilde. Ha sido una fiel compañera, que le inspirará poemas como"Úrsula ciudad" de El regreso y "Elección
de la amada de Antología de la seda y el hierro.
Publica su primer cuento,
"Cuento de Navidad" en Diario de León, el 23
de diciembre de 1957. Resulta simpática la publicidad adosada al
final del cuento de Almacenes Olmedo, tienda del ramo textil que ya
no existe en la actualidad.
Los años siguientes
consigue varios premios de ámbito regional: “Flor natural del
Ayuntamiento de León”, premio del Ayuntamiento de Villafranca; al
mejor proyecto de folleto de propaganda turística<< y otros.
Fuera del ámbito
provincial consigue en 1962 la “Flor del Jazmín Real de Plata”
con su "Canto a Fray Junípero Serra", cuyo 250
aniversario de su nacimiento se celebraba en Palma de Mallorca,
adonde viaja a recoger el premio y conoce a Camilo José Cela,
presidente del jurado, con quien entabla una amistad duradera; y por
último en 1963 obtiene la “Flor Natural de los juegos florales de
Avilés” por el poema "El mar", incorporado a
Situaciones de ánimo.
POEMARIOS DE ANTONIO
PEREIRA
En 1964 publica su primer libro de poesía El regreso en la editorial Adonais de Madrid. El libro fue presentado al Premio Adonais de Poesía, quedando entre los finalistas. Además el poeta leonés César Aller, que conocía a Luis Jiménez Martos, director de la colección, influyó en su publicación.
El regreso lleva una
dedicatoria a Úrsula, su mujer y una cita de la "Epístola
moral a Fabio":
Antonio Pereira es hasta 1967 fundamentalmente un escritor dedicado a la poesía; además no está adscrito a la generación (1ª promoción de posguerra) que por edad le correspondería y su incursión en el cuento es más bien tardía. La temática de su producción cuentística no responde al criterio del “realismo social” de los narradores de la generación del medio siglo: Aldecoa, Fernández Santos, Medardo Fraile, Carmen Martín Gaite, Ana Mª Matute.
Antonio Pereira, como vimos al principio, con 13 años mandó un artículo al Diario de León, acompañado de una carta de recomendación de don Antonio de Carvajal Álvarez de Toledo; pues bien en dicha carta le reclamaba al director del diario, Don Filemón de la Cuesta, el carné de periodista, si era aceptado su artículo y esto es lo que le contesta el director: “ya ve usted yo llevo bastantes años en el periodismo, dirijo un diario y nadie me ha dado nunca carné de ninguna clase”16.
y
TARDES EN LOS JERÓNIMOS
Cuánta alegría perdida
¡quién me pudiera decir!
pensando cielos de plomo
si luego nunca los vi.
Los ruidos que me espantaban
era el aire en el jardín.
La muerte de cada noche
venía ... y no era para mí.
Cada vez que estuve triste
por lo que fuera a ocurrir
perdí un puñado de rosas.
¡Ahora lo puedo decir!
...Cuando no me quedan rosas.
Ahora que ya no es abril.
(de Cancionero de Sagres, 1969)
Triste
de aquel que corre y se dilata
Por
cuantos son los climas y los mares4.
Todo el libro es una
exaltación del retorno (Homero y Virgilio); es un canto a lo
cercano, a la ciudad, a la rutina doméstica, a la costumbre, al
oficio de vivir (mestiere de vivere, mestiere de poeta)
con la familia y con los vecinos. El regreso a la costumbre
proporciona un bienestar pacífico y alegre y una seguridad vital,
cifrada en la afirmación de las raíces.
Veamos dos fragmentos de
poemas, que nos confirmen lo anterior. Esto dice Pereira en el
"Pórtico" de El regreso: "Afirmación de
vecindad":
Soy de una
tierra fría pero hermosa./ Aquí la nieve, la esperanza helada
De que se
alumbre cada madrugada/ El destino difícil de la rosa.
Y me basta.
Me basta si esta cosa/ Que nombramos amor o sueño o nada
Se la puedo
contar a quien me agrada,/ A quien conmigo está y reposa.
Y el propio regreso
físico lo manifiesta así:
Cuando
corono el alto del Portillo/ Quien guarda la ciudad; y Dios la
guarda,
Me digo:
Estoy en casa, estoy seguro/ Hasta para morir o lo que cuadre
(…)
Me acerco en
paz, -¿pero es que estuve lejos-/ Al confuso rumor que se reparte
Por la
calles en sombra/ Cuando se hacen misterio los portales.
Y digo,
¡cuánto os amo!/ A vosotros los cien mil habitantes
De esta
ciudad que ni siquiera nombro,/ Porque todos lo saben
Su nombre de
carbón redondo y puro, /de trenes en la noche palpitante,
duro como
una espada,/ que parte en dos el corazón del aire.
Del monte y los
caminos (1966) fue presentado al Premio de Poesía de Guipúzcoa
(1964), con lo que ya estaba escrito en el momento de la publicación
de El regreso, llegando a ser finalista con La señal
de José Batlló, que obtuvo el primer premio. José Batlló era el
editor de “El Bardo” de Barcelona, una reciente colección de
poesía, que había publicado un libro de Gabriel Celaya, Vicente
Aleixandre, Gloria Fuertes y Pedro (entonces) Ginferrer. Batlló se
encargó de publicar el libro y vio la luz en 1966.
El libro lleva una
dedicatoria: “A mi padre que trabaja el hierro. A mi madre”. El
poeta sigue mirando a sus raíces, a sus vecinos y a su padre, de
oficio ferretero. El libro pretende ser un canto a la gente sufrida
del monte, que acuden como clientes a la ferretería paterna. Hay
nostalgia y ensoñación del pasado familiar y entonces nacen esos
poemas elementales al sonido de los clavos en la balanza:
Todo sonaba
en la tienda/ enemiga del silencio:
Los clavos
sobre el platillo/ de la balanza cayendo
Y el choque
de las caderas/ redondas de los pucheros.
A pesar de todo el poeta
no se deja ganar por la ensoñación y habla de la vida dura de esos
hombres del monte, que viven aislados en la aldea, parcos en palabras
y acostumbrados a la soledad.
Cancionero de Sagres
(1969), fue publicado en la colección "Arbolé" de
Madrid, el 23 de diciembre de 1969 en los Talleres Grafinter.
Este poemario de temática
lusitana, lleva una cita de Jean Cocteau: “Traer no un documento,
sólo la música”; y una dedicatoria : “A los Pereira de la otra
raya”.
Todo el libro tiene un
carácter viajero, el viaje es estimado, porque se regresa. El poeta
anota sus impresiones por diferentes lugares de Portugal: Peñafiel,
Évora, Lisboa, riberas del Mondego, la sierra de Marao. Se recrea en
la belleza del paisaje, pero también refleja la vida dura de los
tipos humanos que va encontrando: el pastor, el emigrante, el
vendimiador; así lo refleja:
¿Oporto,
Sir…?
Aunque cinco
copas beba/ lo que no sueña milord
Es la sed de
quien vendimia/ en Oporto bajo el sol.
Y el viaje que supone el
regreso se cumple en la mente del poeta en el último poema:
"Lo digo por don
Antonio", en el que el paisaje de Sagres retorna a León y al
amigo, que le espera:
Cuando en
Sagres escucho una campana/ vuelvo León adentro. (…)
Ahora sale
el amigo (…)
Orilla el
río. / Pienso que está pensándome, esperándome
Quien se
echaría al campo una mañana/ si no supiera que alguien le defiende
la plaza y
la costumbre, el vino alegre/ del regreso (…)
Dibujo de figura
(1972), publicado por la colección barcelonesa “El Bardo” en
1972.
En la contraportada del
libro se ofrece una foto de Pereira y una nota autógrafa en la que
se refiere a los escritores de Villafranca, a su esposa Úrsula y a
su situación valetudinaria, esto dice:
Este de hoy
es mi cuarto libro de versos. Quiero seguir, espero seguir, pero al
fin cosa de Dios, de los cirujanos de las transaminasas… Este
invierno no está siendo bueno que digamos, pero tengo mucha fe en la
primavera. Úrsula está conmigo.
Se trata de un libro
autobiográfico de su adolescencia y juventud. El verso adopta un
tono narrativo y coloquial en el que aparece el ingenio y el fino
erotismo ‘diocesano’ del Pereira narrador. Hay cierta afinidad
con la narrativa del autor, como él mismo subrayó al recoger su
obra poética hasta ese momento con el título de Contar y seguir
(1972).
En cuanto a la forma se
aleja de los metros tradicionales, predomina el verso libre,
puntuación desordenada y se nota cierto prosaísmo.
Contar y seguir
(1972), publicado por Plaza y Janés, dentro de la colección
"Selecciones de Poesía" en noviembre de 1972,
teniendo una segunda edición en septiembre de 1974. Lleva un prólogo
del catedrático Miguel Dolç titulado:"El único libro de
Antonio Pereira" e incluye los cuatro libros publicados
anteriormente y añade dos cuadernos inéditos: “Situaciones de
ánimo” y “Memoria de Jean Moulin”.
“Situaciones de ánimo”
consta de 13 poemas dedicados a su paisano y amigo Ramón González
Alegre y fue escrito en 1962 y en los años siguientes, lo que
explica la pervivencia del romance, aunque ya aparece el verso libre.
Los motivos centrales,
como reza el título, son los recuerdos familiares, el dolor físico
frente al sufrimiento moral, el amor a la madre y a la casa.
“Memoria de Jean
Moulin” se compone de 4 poemas en verso libre y fueron escritos en
París en 1968. Lleva una cita de André Malraux:
Il etait le chef d`un peuple de la nuit.
Antología de la seda
y el hierro (1986), publicado por la Diputación de León, en su
colección "Provincia" nº 86, el 31/10/1986.
Una “nota del autor”
precede a los 48 poemas, 37 ya publicados y 12 inéditos; dice así:
Este libro
no ofrece el espectáculo de una evolución a lo largo del tiempo.
Tampoco quiere ser un conjunto de mis mejores poemas, y sí una
antología personal, organizada con una libertad esquiva a la
explicación y al razonamiento.
Raros y no olvidados
(1987) es un conjunto de 10 poemas no publicados en libro antes y
pertenecientes a diversas épocas; pues va desde 1948, "Nocturno
en la Colegiata"; a 1987,"Poema para Ángel Barja",
y fueron publicados en la revista Astúrica, del Centro de
Estudios Astorganos, “Marcelo Macías” en 1987.
Una tarde a las ocho
(1995) inaugura la colección villafranquina, “Calle del Agua”.
La obra es diseño de Juan Carlos Mestre y Miguel Ángel Varela y
sale a la luz en la celebración de la XXX Fiesta de la Poesía en
Villafranca, los días 17 y 18 de junio de 1995, en el 72 aniversario
de Antonio Pereira.
Son 16 poemas presididos
por una cita de Automoribundia de Ramón Gómez de la Serna:
“…para que no sean tan sórdidas los ocho de la tarde”.
Este poemario ofrece la
novedad de un poema en prosa: "Sesenta y cuatro caballos".
El resto de los poemas están escritos en verso libre y sin
puntuación. Los poemas suelen ser breves, excepto, "Prescripciones
del vino", que tiene 44 versos.
En cuanto a la temática
suele ser el hombre con sus preocupaciones, recuerdos, manías,
aversiones ("Odio a los autos") y la solidaridad
("Prescripciones del vino"). El vino es intimidad y
solidaridad entre los que alternan, sentados o de pie ante un vaso de
vino al final de la tarde con el jornal ganado, sin prisas y con una
mirada de cariño hacia las cosas y hacia los hombres. Beber el mismo
vino es símbolo de unión y camaradería, de vecindad, signos ya
evocados en los primeros libros de Pereira.
Después de 1995 un largo
silencio se produjo en la producción poética de Pereira, pues hasta
2006 no volvió a publicar poesía.
Meteoros. Poesía,
1962-2006, Calambur, Madrid, 2006, con el diseño de portada del
Juan Carlos Mestre. En cuanto al título sus poemarios serían
meteoros luminosos, que simbolizarían la luz purísima que arroja
toda la poesía de Pereira.
Así pues, en 2006 reunió
toda su obra poética anterior y añadió un nuevo libro: “Viva
voz”, que son 32 poemas de índole celebrativa ,“como aportación
inédita al panorama de mi poesía”, dice Antonio Pereira5;
aunque cuatro de los poemas en prosa habían sido publicados como
microrrelatos en Picassos en el desván (1991), y que a juicio
del autor pueden leerse como poemas, lo que supone una prueba más de
la proximidad entre el cuento y la poesía. Estos son los títulos de
los poemas en prosa: "Lenta es la luz del amanecer en los
aeropuertos prohibidos", "La violinista", "La
esquela" y "El escalatorres".
Al final de esta edición
de su poesía completa, Meteoros, inserta un texto en prosa
titulado: "El poeta hace memoria", que viene a ser como
su poética.
NOVELAS DE ANTONIO
PEREIRA
Reconocido ya como poeta,
con tres libros publicados, se adentra en el mundo de la novela con
la oportunidad que le brindó la editorial barcelonesa Plaza y Janés.
Y entre 1969 y 1978 se publican sus tres novelas.
La primera Un sitio
para Soledad aparece en 1969 en la colección "Prosistas
de Lengua Española" de la citada editorial. La novela había
sido presentada al Premio Nadal 1968, quedando bastante bien situada,
el premio lo ganó ese año Álvaro Cunqueiro con El hombre que se
parecía a Orestes. Pereira intentó publicarla en la editorial
Destino, pero como ya conocía a Enrique Badosa, poeta y director
literario de Plaza y Janés, pues decide mandársela, que la aceptó
con relativa facilidad.
La novela se vendió
bien, puesto que se reeditó y pasó después a la colección “Reno”,
que llegaba a todos los puntos de venta en aquellos expositores
cilíndricos, que el comprador hacía girar hasta elegir el título
que le convenía; “como consecuencia de esto tuve abiertas las
puertas de aquella casa”- dice Pereira6.
Un sitio para Soledad,
la primera novela de un poeta, que sólo había publicado un libro de
cuentos: Una ventana a la carretera en 1967, puede
considerarse realista y psicológica, un poco al modo galdosiano,
Soledad nos trae a la memoria a Tristana y a Tormento de Galdós.
La novela está dividida
en tres partes, la primera retrata el ambiente rural de la Venta del
Cruce que resulta frustrante para Soledad, que ve en la capital de
provincia el modo de escapar de aquellas limitaciones.
La segunda parte
transcurre en Francia, primero en una villa francesa y luego en
París, lugares que han colmado sus aspiraciones; sin embargo añora
el mundo rural que ha dejado.
La tercera parte se
inicia con el regreso a la Venta del Cruce, que no podrá ser un
retorno definitivo. La Soledad que conoce el lector, ya no hace honor
a su nombre, ni su vida está en el pasado que ha idealizado; después
del desencanto emprenderá un viaje cuyo destino no conocerá el
lector.
La segunda novela, La
costa de los fuegos tardíos, publicada en 1973 y en la misma
editorial, sitúa la trama en la Costa del Sol, Marbella, Fuengirola
y refleja el ambiente frívolo de la Costa del Sol, contraponiéndolo
con la realidad de los trabajadores que acuden allí a trabajar del
interior de la península y su Costa del sol viene a ser para ellos
una “costa de sol a sol”. La vida de estos trabajadores nada
tiene que ver con el mundo placentero protagonizado por personajes de
condición acomodada, la jet set.
La novela se estructura
en secuencias independientes conectadas por la presencia del mismo
narrador. Por eso dice Pereira que se trata de una novela fallida:
La costa
de los fuegos tardíos, podría considerarse
más bien una colección de relatos, (…) hubiera sido más fiel a
los propósitos del autor. Si escribías una novela, podían
publicártela antes o después. Pero si escribías un libro de
cuentos había editores que ni se molestaban en leerlo.7
País de los Losadas,
Plaza y Janés, 1978, ha recibido muy buenas críticas, Santos Alonso
señala que “puede considerarse como una de las novelas más
importantes de los últimos años, que no ha tenido la repercusión
que merece”8.
La novela se vendió bien y también apareció en la colección
“Reno”; posteriormente en 1999 fue editada por Espasa-Calpe.
Novela con apariencia de
experimentación formal, pero con predominio de la narración, el
gusto por contar está muy por encima de la experimentación de la
época.
El argumento de la novela
lo podríamos resumir así: la familia de los Losada (familia ubicada
en el noroeste leonés) está formada por Jacobo Losada y su sobrino
José Mª. La novela se inicia con la muerte del tío, cuya noticia
recibe el sobrino en Alemania, donde es profesor. El viaje a España
de José Mª para hacerse cargo de la herencia del tío, le trae a la
memoria sus relaciones de amistad, de familia o la vida municipal de
aquellos años.
Entre los objetos
heredados por el sobrino hay un cuaderno de notas de Jacobo Losada
que le permite contar la aventura vital de su tío (en realidad se
trata del viejo pretexto del manuscrito encontrado al modo
cervantino) y todo ello para dar verosimilitud al relato. Entonces
es cuando la novela inicia la innovación formal, dado que el
narrador, José Mª en primera persona entra en el presente de la
novela que él mismo está escribiendo sobre su tío, basándose en
el cuaderno. La novela está escrita en 3ª persona y en pasado; por
otro lado refleja textualmente fragmentos narrados en 1ª persona por
su tío, entresacados del cuaderno y que en la novela van entre
corchetes. Mediante este mecanismo de saltos del pasado hasta el
presente y la recuperación de los recuerdos, el lector va conociendo
la aventura vital de Jacobo Losada antes de la guerra civil, sus
andanzas en Madrid, los recuerdos de la República y la sublevación
de 1936, las acusaciones contra él por sus artículos periodísticos,
su ocultación, las peripecias de la fuga, su exilio en Francia y su
cautiverio en un campo de concentración.
La parte última de la
novela se centra en el narrador, José Mª Losada y la acción es
coetánea: viaja a España y tras el entierro de su tío, se propone
llevar a cabo los planes socioeconómicos que había dejado sin
realizar su tío, Jacobo Losada; los inconvenientes le obligan a
tomar una postura no comprometida y convertirse en una persona débil,
que solo ve la solución en la huida de los problemas.
Dice Antonio Pereira en
la entrevista que le hace el sabio apócrifo de Ardón, Sabino Ordás:
José Mª
Losada, (…) encuentra unos papeles, recurso narrativo archisobado y
que aquí el propio autor pondrá en solfa…mientras lo utiliza. Y
este hallazgo, junto con algunas confidencias y deducciones propias,
revelará al actual Losada que él mismo es un huido, como lo fuera
su antecesor, en otro orden de cosas, pero un huido…9
Esta sería su última
entrega como novelista, a pesar de haber demostrado unas dotes
extraordinarias como narrador de hondo aliento en País de los
Losada. ‘Sostiene’ Pereira con su ingenio característico los
motivos del abandono de la novela:
Para
componer una novela o un largo ensayo hay que echar culo en la silla,
pasar horas sobre los folios tratando de remedar o interpretar la
vida mientras la vida está fluyendo en la calle. O sea que en los
orígenes acaso me ha dado por escribir cuentos a causa de que soy un
hombre ‘disipado’ (…), ejerciendo seriamente la literatura,
pero simultaneándola con otros oficios, traslados, traqueteos por
muchos ámbitos.10
CUENTOS, RELATOS Y
MICRORRELATOS
Antonio Pereira es hasta 1967 fundamentalmente un escritor dedicado a la poesía; además no está adscrito a la generación (1ª promoción de posguerra) que por edad le correspondería y su incursión en el cuento es más bien tardía. La temática de su producción cuentística no responde al criterio del “realismo social” de los narradores de la generación del medio siglo: Aldecoa, Fernández Santos, Medardo Fraile, Carmen Martín Gaite, Ana Mª Matute.
También se le ha
relacionado a Pereira con algunos narradores leoneses: Luis Mateo
Díez, José Mª Merino y Juan Pedro Aparicio; y quizá hay alguna
afinidad en la recreación del espacio provincial leonés (Celama, el
Noroeste) y en la recuperación de la memoria histórica de la
región, pero Pereira ha manifestado que su pertenencia al grupo no
ha pasado del afecto, dice : “Mi camino fue independiente, y lo
sigue siendo sin perjuicio de la amistad y fraternidad que me une,
ahora, con esos paisanos míos”11.
Lo que está bastante
claro es que Pereira abandona la novela y su silencio poético es
prolongado, dedicándose a reeditar con alguna adición de poemas
inéditos y concentra todo su esfuerzo creador en el cuento, donde ha
alcanzado el reconocimiento de lectores y de la crítica.
Preocupado por la teoría
narrativa nos ha dejado un decálogo del cuento en el "Prólogo"
de Me gusta contar (1999), este decálogo recuerda el de
Horacio Quiroga, Cortázar o Julio Ramón Ribeyro. De este decálogo
destacamos los siguientes puntos:
1. Lo
primero es tener una historia que contar.
3. Extender
la historia mientras no peligre el sagrado efecto único (Poe)
5. Que
siempre haya expectativa. ¡Algo va a ocurrir!
9. El
novelista puede ser altanero. El cuentista debe ser cordial y
amistoso.12
Vayamos ahora realizar un
estudio sistemático de cada libro de cuentos para apreciar la
evolución narrativa de Pereira.
Una ventana a la
carretera (1967), obtuvo el premio Leopoldo Alas de cuentos y fue
publicado por la editorial Rocas de Barcelona en 1967, reeditado más
tarde con ocho cuentos inéditos con el título de Historias
veniales de amor por Plaza y Janés en 1978.
Una ventana a la
carretera alude, ya desde el título, a una especie de
observatorio o atalaya de la vida ciudadana con unos personajes de la
vida cotidiana y con unas experiencias concretas, que han quedado
grabadas en el recuerdo del autor.
Los cuentos recrean
situaciones propias de la España de los años 50 y 60 y están
localizados en el noroeste de España; se habla de una ciudad que no
se nombra, pero que el lector pude identificar con Villafranca.
Pereira, pues, ha
seleccionado episodios de la vida diaria, personajes de sus recuerdos
y experiencias concretas. Y todo ello con una prosa realista, que
permite la tendencia del autor a la sugerencia y a los silencios, los
cuales contribuyen al humor, a la ironía y al erotismo como recursos
destacables.
El tono humorístico
puede verse en algunos cuentos: "Los Cedilla",
"Cirujeda","El tío Candela" y "El
fuero y el huevo". El erotismo será el tema principal de "Una ventana a la carretera", "Santa Bárbara
cuando truena" o "Hermosa primavera Sr. Director".
Otro aspecto llamativo de
UVC es el final sorprendente de algunos cuentos. Así la
narración de un cuento sigue una determinada dirección y el lector
comprueba que el final da un giro inesperado (final sorprendente o
efecto único). De esta forma en "Rabanillos", el
narrador en 3ª persona nos presenta a un personaje cuyo único tema
de conversación son las mujeres. Mediado el relato califica a
Rabanillos de “célibe”, algo que no concuerda con su fama de
conquistador y al final nos dice. “Rabanillos conserva el andar
fachendoso y conquistador. Sólo cuando amenaza la lluvia se resiente
del tiro que le dieran en la entrepierna, cuando lo del Ebro”.
Así pues, realismo,
sugerencia y silencios, así como humor, ironía y erotismo conforman
las bases de la escritura de Pereira.
El ingeniero balboa y
otras historias civiles (1976), fue publicado por la editorial
Magisterio Español en su colección "Novelas y Cuentos",
Madrid, 1976.
El ingeniero Balboa…
es su segundo volumen de cuentos y está formado por cuatro
narraciones extensas, las que debemos calificar de relatos. En este
libro se produce una evolución narrativa de Antonio Pereira, muestra
una gran preocupación formal y técnica, un poco deudora del
experimentalismo en la novela de los narradores hispanoamericanos de
aquellos años.
Pereira siempre
preocupado por la técnica narrativa, adoptó aquellas novedades
formales, que chocaban con la imagen realista y lineal de su primer
libro de cuentos. ¿Y de qué modo afectaba a la comprensión
lectora? Esto dice Santos Alonso:
Lo que en
los cuentos anteriores era pura sugerencia, aquí se transforma en
opacidad que el lector tendrá que desvelar. La persona narrativa ha
cambiado de la tercera a la primera persona. Este mecanismo supone un
enriquecimiento de perspectivas con la ruptura de la linealidad en el
relato. Es la conciencia del narrador la que ordena o desordena los
datos del pasado y del presente que se interfieren en los saltos
típicos de la memoria.13
El primero de los relatos
"Informe sobre la ciudad de N***"; es un recorrido por
la memoria del narrador, cuyos recuerdos evocan una capital de
provincia, su administración y su casino; y aunque la ciudad del
relato es inventada, ofrece datos para su identificación, que no es
otra que Villafranca del Bierzo, que fue capital de provincia de
enero de 1822 a octubre de 1823.
No obstante el relato
resulta difícil de comprender por la ausencia de puntuación de las
frases, lo que complica la identificación de los distintos
narradores; la nueva edición de 1989 soluciona este problema con la
incorporación de puntos suspensivos, cada vez que cambia el
narrador. También se ofrece información adelantada que el lector
comprenderá más tarde; y por último el constante cambio de
narrador- el hombre que recuerda los episodios de su niñez- y el
testimonio del viajante de almanaques, que es quien realiza el
informa.
"Matar la mosca
cuando empieza" narra dos viajes paralelos en París y
Portugal: dos acciones en contrapunto en las que el escritor rompe
consciente el ritmo de la escritura, porque le asaltan estímulos del
entorno, en este caso la actividad comercial. La forma narrativa es
variada, heterogénea como la realidad que está contemplando.
"Las erotecas
infinitas" en este cuento ensaya la técnica narrativa de las
“cajas chinas” o de las “muñecas rucas”, es decir un relato
dentro de otro relato y así sucesivamente.
El relato se inicia con
la historia de una eficiente secretaria, que, casualmente descubre en
la librería del despacho de su jefe, una segunda línea oculta de
libros de contenido erótico, uno de ellos, "Las erotecas
infinitas" le llama la atención y comienza sus lectura. Los
protagonistas, a su vez, anunciarán la lectura de otro libro y así
irán apareciendo las diversas historias.
En realidad se trata de
ironizar sobre algunos textos eróticos, folletines rosa y algunas
historias con apenas contacto con la realidad. Por eso el texto
termina abruptamente; ya que nos damos cuenta que todo lo anterior
forma parte de un libro que una pareja madrileña está leyendo en la
cama una mañana de domingo.
"El ingeniero
Balboa"… “necesita ser releído para poder captar sus
diversos matices”, dice González Boixo, 2004:35. La historia narra
los amores de un joven de unos 20 años con una mujer 10 ó 12 años
mayor que él. El protagonista relata, muchos años después, una
historia amorosa que no ha podido olvidar con el paso del tiempo; y
que sigue recordando en la UVI de la clínica de la Concepción.
Hay un triple
destinatario de su narración: Lena, en el recuerdo; las enfermeras
que le atienden y algunas veces a un hipotético lector. Una
innovadora técnica narrativa exigirá la colaboración del lector.
La anticipación de acontecimientos, algo normal en el recuerdo del
narrador, resulta enigmático para el lector. Además el lector
deberá estar atento a los sucesivos cambios narrativos, que
introducen situaciones distantes en el tiempo y que se intercalan en
el relato sin mediar aviso.
Pereira con esta técnica
narrativa intentaba acomodar el relato al punto de vista del
personaje, un enfermo grave, cuyos recuerdos se superponen a su
situación presente. Por otra parte, el narrador se identifica con el
joven Pereira, como lo atestigua la ferretería paterna, sus inicios
poéticos y su barrio “del otro lado”, lo cual no quiere decir
que esta historia de amor tenga nada de autobiográfico. Pero este
recurso de mezcla de ficción y realidad, que se convertirá en una
constante en sus cuentos, no deja de ser otro recurso innovador,
también utilizado por Jorge Luis Borges.
Los brazos de la i
griega (1982), editorial Niega, Gijón, 1982. En esta colección
de cuentos, Pereira abandona las técnicas experimentalistas de El
ingeniero Balboa por lo que desaparece la opacidad narrativa.
Los temas de los cuentos
se centran en la vida cotidiana. Y en cuanto al espacio narrativo
aparecen dos ámbitos: el territorio del Noroeste y el espacio
cosmopolita (Italia y Marruecos). Pereira utiliza su experiencia
viajera para localizar sus ficciones.
En cuanto a la técnica
narrativa, la mayoría de los cuentos están escritos en 1ª persona
por lo que conecta más directamente con el lector.
El humor y la recurrencia
a la sorpresa están presentes en estas narraciones. También hay una
mezcla de humor y erotismo suave, discreto, que algunos críticos han
calificado de “erotismo diocesano”, expresión muy querida por el
autor y atribuye tal calificación a Ramón de Garciasol: “ha
querido advertir en algunos momentos de mi narrativa cierto erotismo
al que más que provinciano habría que llamar diocesano”14.
El síndrome de
Estocolmo fue publicado por la editorial Mondadori, Madrid, 1988
y obtuvo el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, lo cual
facilitó su difusión y la atención de la crítica. Para la
publicación de El síndrome de Estocolmo echó su cuarto
editorial a espadas el leonés Rogelio Blanco, asesor de la
editorial Mondadori a la sazón.
Lo primero que llama la
atención de esta colección son las localizaciones exóticas: Moscú,
Puerto Rico, Brasil, París, el Caribe y Lisboa; sin embargo los
narradores y personajes proceden de las tierras del Noroeste, que,
por diversos motivos viajan a esos lugares.
La evolución narrativa
de Pereira, en esta nueva entrega, podemos calificarla de natural, de
continuidad, la principal novedad sería la implicación del autor en
la narración (autor ficcionalizado, le llama Ricardo Gullón),
aspecto que ya vimos con anterioridad en El ingeniero Balboa.
El lector descubre que, veces, el narrador en 1ª persona coincide
con el autor y una vez que el lector ha identificado al personaje con
el autor, deberá seguir el pacto de un texto de ficción.
Algunos lectores llegaron
a preguntarle al autor por las circunstancias del secuestro en Puerto
Rico, "El síndrome de Estocolmo", creyendo que
había sido real, a lo que contesta Pereira: “Lo que yo escribo son
ficciones”.
Se notan aquí como
novedades, la presencia de elementos fantásticos y la introducción
del tema de la literatura dentro de la literatura. En efecto la
reflexión sobre la literatura, el arte de crear y el homenaje a los
escritores- la metaliteratura en suma- serán en lo sucesivo
frecuentes en su narrativa.
Picassos en el desván
(1991), también publicado por Mondadori, Madrid, 1991.
Este nuevo libro presenta
como novedad la brevedad de sus narraciones, alguna sólo tiene 10
líneas ("La violinista"). Pereira ha ido adelgazando
el texto, buscando una mayor intensidad en el relato, depurándolo de
elementos accesorios como las descripciones y las digresiones. Estos
cuentos proponen una historia sin llegar a desarrollarla; por lo
tanto necesitan la complicidad del lector.
Siete microrrelatos
incluye en este libro, distribuidos de forma alterna con narraciones
también depuradas, pero un poco más extensas. De estos 7
microrrelatos, cuatro los recogió- como hemos visto- en su obra
poética completa, Meteoros, considerándolos prosa poética.
De esos cuatro destaca : "Lenta es la luz del amanecer en los
aeropuertos prohibidos", cuyo largo, prolijo título contrasta
con la brevedad del cuento (12 líneas).
En general el resto de
los cuentos se sitúan en el espacio narrativo del noroeste y con una
técnica narrativa más depurada. La anécdota suele ser mínima y la
sorpresa final justifica el relato.
La reflexión sobre la
literatura- metaliteratura- se acentúa en este libro. Se presentan
personajes que son escritores, como Paco Lourido o Pepín Ramos, "el
poeta inspirado"de "Lenta es la luz…" o
cuando se plantea el acto puro de la creación en Picassos en el
desván concluye: “y el novelador ni caso, busca que buscarás
argumento para una novela río”.
Las ciudades de
poniente, Anaya y Mario Muchnik, Madrid, 1994. Esta obra obtuvo
el Premio de Narrativa Torrente Ballester, convocado por la
Diputación de La Coruña.
En este nuevo libro no se
observan diferencias significativas con respecto del anterior; aunque
si un tono más sobrio, que se refleja en la menor presencia del
humor y el erotismo.
La mayoría de estos
cuentos están situados en ese territorio del Noroeste, que predica
el título y cronológicamente en los años 50 y 60.
Por cierto el título Las
ciudades de Poniente no responde al de un cuento concreto, a
diferencia de todos los libros anteriores, que siempre un cuento daba
nombre al libro.
En el cuento "El
asturiano de Delfina" se define ese pretendido espacio
narrativo simbólico:
El Noroeste
es un país grande. Es la Galicia de los libros antiguos y de los
fabuladores de hoy, pero también la Asturias de La Regenta y la
Sanabria de San Manuel Bueno, y, por supuesto, el Bierzo y los de
Astorga, digamos que hasta el Torío para que quede dentro la
catedral de León.
Todos estos lugares están
presentes en los primeros cuentos de Pereira y son el marco adecuado
para hacer el retrato de una sociedad, que sólo perdura en la
memoria.
El cuento "El
asturiano de Delfina" es el que mejor refleja el mundo y la
actitud del escritor; pues nos da una visión del León de aquel
tiempo y nos habla de la personalidad de don Antonio, sin duda
González de Lama, uno de los fundadores de la revista Espadaña.
También hace referencia a la Fundación Sierra Pambley, que tuvo su
sede en Villablino. Claro que estos detalles locales los aprecian sin
dificultad los lectores leoneses; pero no así los foráneos.
Lo que si se nota en este
libro es un aumento de las narraciones metaliterarias, donde se
reflexiona sobre el acto narrativo. Como en "Cuadros para una
exposición": "(...) mejor si el cuento no pone el nombre de la ciudad ni de nadie", o en "El hombre de la casa", donde el narradoe dice:"Yo no desconfiaré del lector hasta tal punto y le diré para esta historia que era enero..."
En general en varios
cuentos se plantean cuestiones literarias de personajes interesados
por la lectura o por la escritura.
Cuentos de la Cábila
(2000), fue publicado por Edilesa, León, 2000.
La colección "Los
libros de la Candamia" de Edilesa está formada por una serie
de volúmenes, algo así como una Biblioteca de Autores
Leoneses, en la que los escritores han plasmado su memoria
personal. No se trata de autobiografías o memorias propiamente
dichas, sino de que los escritores den vida a sus recuerdos en un
marco más o menos ficcional; propuesta que Pereira cumple a la
perfección en Cuentos de la Cábila.
“La Cábila” o “El
otro lado” son dos denominaciones del barrio villafranquino, donde
Pereira pasó su niñez y primera juventud, periodos que la memoria
del autor selecciona para estos cuentos.
Los recuerdos de la
adolescencia y juventud sirven al autor para recrearse en tiempos ya
lejanos, conjugando la realidad y la ficción. Un ejemplo de este
doble juego lo tenemos en el cuento, "La Orbea del
coadjutor", en el que un periodista le llegó a preguntar si
lo que contaba era verdad, a lo que Pereira contestó, lo que viene a
ser como un epítome de su poética narrativa:
“Yo soy el
autor del libro, no soy el protagonista, aunque los dos nos
parezcamos mucho. Pero esto, ni usted ni los lectores me lo van a
creer, de manera que le voy a contestar como si yo hubiera ido a
mocear a Cacauelos en la bici prestada. Sí el coadjutor de la
colegiata era un santo, me absolvió, siguió dándome caramelos y
hasta algún cigarrillo”15.
El lector tiene ante sí
una obra de ficción, aunque incorpore materiales autobiográficos.
Los cuentos de la Cábila son relatos amables de un veterano
narrador, en los que vierte sus recuerdos con una visión optimista
de la vida y con ese humor pereiriano tan personal.
Después de este libro y
en la misma línea publicó Cuentos del noroeste mágico
(2006), 3 cuentos y La divisa en la torre (2007), más extenso
y un último cuento "Bradomín" (2008).
Todos estos cuentos y
relatos de Antonio Pereira fueron publicados con el título: Todos
los cuentos y con prólogo de Antonio Gamoneda por la editorial
Siruela, Madrid, 2012, y al final del voluminoso tomo en"A
modo de colofón" dice:
La presente
edición de T.C. de A.
Pereira recoge el conjunto de la narrativa breve, que, teniendo en
cuenta las múltiples versiones y variantes publicadas del escritor,
han sudo supervisadas y fijadas textualmente de manera definitiva
para esta edición por su viuda y albacea literaria, Úrsula
Rodríguez Hesles (p. 893)
ANTONIO PEREIRA,
PERIODISTA
Antonio Pereira, como vimos al principio, con 13 años mandó un artículo al Diario de León, acompañado de una carta de recomendación de don Antonio de Carvajal Álvarez de Toledo; pues bien en dicha carta le reclamaba al director del diario, Don Filemón de la Cuesta, el carné de periodista, si era aceptado su artículo y esto es lo que le contesta el director: “ya ve usted yo llevo bastantes años en el periodismo, dirijo un diario y nadie me ha dado nunca carné de ninguna clase”16.
Unos años más tarde en
1950, ya con 27 años, inicia sus colaboraciones periódicas en el
Diario de León, con un artículo semanal y su sección
llevaba el título de "Atalaya, ya se sabe posición
alta desde donde es fácil observar lo que pasa. Lo del carné,
lógicamente, lo obvió como don Filemón.
Bastantes años después
empezó a publicar un artículo semanal en La Vanguardia
Española de Barcelona, bajo el epígrafe de "Oficio de
mirar", que tiene mucho que ver con "Atalaya";,
dicha colaboración duró de 1969-1970.
En 1973 comienza en el
diario Proa de León una columna semanal con el título de
"Hojas de Papalaguinda", nombre popular de la calle de
León donde residía Pereira, denominada hoy avenida de la Facultad
de Veterinaria.
Más adelante
consolidaría con éxito su labor periodística, colaborando tanto en
periódicos de ámbito nacional como ABC, Ya, Informaciones y
la ya citada ,La Vanguardia Española, como en los periódicos
provinciales: La Hora Leonesa y Diario de León.
En 1983 publica en La
Hora Leonesa un artículo semanal (los domingos) bajo el título:
"Cuaderno abierto", colaboración que termina en 1984
con la desaparición del diario: A partir de estas fechas las
colaboraciones periodísticas serán muy escasas, centrándose en el
relato breve.
Una breve recopilación
de sus artículos ha sido publicada en los libros: Reseñas y
confidencias (1995) y Crónicas de Villafranca (1997),
ambos publicados por la Diputación de León.
CONCLUSIONES
Antonio Pereira hizo su
entrada en la literatura de forma tardía en 1964 con su libro de
poesía El regreso, bien es verdad que ya en los últimos
años de la década del 40 había publicado sus versos en la revista
Alba (la Coruña-Vigo) y en Espadaña. Esta aventura
poética culminó con la publicación de toda su poesía en 2006,
Meteoros, Poesía, 1962-2006.
En su poesía no hay
cambios bruscos. Va pasando de las estrofas clásicas (soneto,
romances, cuartetas, tercetos) al verso libre y al poema en prosa.
Pero, ¿qué es para
Pereira la poesía? Pues la creación poética es consolación de los
estados de ánimo, no se trata de un acto de comunicación o
conocimiento como es habitual. Cuando el poeta crea, se consuela y
opera del mismo modo en el lector. La originalidad de este punto de
vista es indudable, así como la independencia de criterio que lo ha
diferenciado de los poetas de su tiempo; Pereira es un poeta sin
generación.
Dice Pereira: “La
poesía más que conocimiento o comunicación es para mí una tregua
de consolación (…). Utilizando una frase de Gómez de la Serna, yo
diría que la poesía es un espacio que Dios nos concede para que no
sean tan sórdidas las ocho de la noche”17.
Uno de los temas de su
poesía es el regreso, por un lado se da la necesidad del viaje para
conocer nuevas gentes y nuevos lugares, que no siempre es
gratificante y produce la urgencia del regreso a la costumbre, a la
rutina, a la ciudad, a la casa, a la esposa.
Otros dos temas
recurrentes son la vecindad, la vida del pueblo o la ciudad, la ayuda
a los vecinos y la observación de la vida cotidiana, que no
necesariamente ha de ser en presente, sino que puede ser un regreso a
las vivencias de la niñez a los recuerdos familiares o vecinales.
El erotismo y el humor
son otros dos elementos constantes en la obra pereiriana. Pereira
irónico y tierno maneja el erotismo con tal maestría que provoca la
sonrisa del lector. Y el humor, tan personal, a veces socarrón, lo
encotramos en sus cuentos.
Utiliza un lenguaje
austero, libre de toda retórica, taraceado, a veces, de algún
cultismo o extranjerismo.
Pereira escribe al margen
de escuelas o generación, si bien se pueden apreciar leves
influencias del romancero, de Antonio Machado, de García Lorca, de
César Vallejo, de Leopoldo Panero o Pablo Neruda, pero sin alterar
el estilo propio. La poesía de Pereira está impregnada de
humanidad, ya que será el hombre individual o colectivo el
protagonista de todos sus poemas. Y este humanismo lo logra Pereira
siguiendo la tradición e incorporándose paulatinamente a la
modernidad con moderación.
El apócrifo Sabino Ordás
dice: “(…) la obra de Pereira es luminosa y clara, transida de
emociones y paisajes entrañables, de los que se entregan
gratificaciones a primera vista, exigiendo sólo nuestra complicidad
de lectores no contaminados”18
¿Poeta o narrador? Ambas
cosas, si bien la disciplina del verso le proporcionó recursos muy
valiosos para el relato, como economía verbal y poder de sugerencia
de las palabras.
Preguntado Pereira cómo
le gustaría que le recordasen ‘después’, contesta que “como
poeta lírico, cuanto más lírico mejor”19.
En cuanto al oficio de
escritor Pereira confiesa: “A mí no me gusta escribir, lo que me
gusta es haber escrito”20;
lo que hay que matizar, advirtiendo la ironía en estas dos frases.
Lo que quiere decir es lo satisfecho que se siente cuando ha
terminado un trabajo.
Paralelamente a la
publicación de sus poemarios cultivaba la narrativa breve y la
novela. El cuento literario tiene mucha afinidad con el poema, y
además la poesía de Pereira tiene ingredientes narrativos y el
componente biográfico tiene importancia tanto en sus poemarios como
en sus cuentos.
Tres contribuciones hizo
a la novela- como hemos visto-, una de corte tradicional, realista y
galdosiana, Un sitio para Soledad. La segunda, La costa de
los fuegos tardíos, fallida según el propio autor; y la
tercera, País de los Losada es una novela más lograda, rinde
culto a la experimentación formal de la época, pero el gusto por
contar una historia supera con creces la innovación formal.
Pero el género que nunca
abandonó fue el cuento y el relato breve desde 1957 que publicó su
primer cuento en el Diario de León hasta su último cuento,
"Bradomín" (2008). No en vano Luis Mateo Díez ha
dicho: “De todos los autores que conozco el que más ‘cuento’
tiene es Pereira” (Filandón, 12/3/2000, p. 6. Pereira ha
llegado a ser un verdadero maestro del cuento, del relato y aún
pionero del microrrelato.
Ya hemos visto la
evolución de su cuentística partiendo de una prosa realista con los
típicos ingredientes pereirianos del humor, la ironía y el erotismo
diocesano. Contribuye al experimentalismo formal con los cuatro
relatos del El ingeniero Balboa y otras historias civiles,
lo que chocó con la imagen de escritor realista y lineal de su
primer libro de cuentos.
Los siguientes libros
abandonaron las técnicas experimentales y los temas se centran en la
vida cotidiana, situada en el espacio del Noroeste y, a veces, en
espacio cosmopolita. Si acaso se nota la implicación del autor en la
narración (el elemento biográfico) y la reflexión sobre la
literatura- metaliteratura- frecuente en sus últimos libros de
cuentos.
En su libro Picassos
en el desván, Pereira ha ido adelgazando el texto hasta llegar
al microrrelato, alguno con diez líneas. Y en Cuentos de La
Cábila el elemento autobiográfico tiene preponderancia dentro
de la ficción.
Se quejaba Pereira de que
le habían encasillado en especialista del cuento, porque en España
no se pueden hacer bien dos cosas a la vez: “En España te pueden
reconocer una cosa (…); pero que hagas bien dos cosas, eso de
ninguna manera”21.
Pereira, pues, se postula también como poeta (“cuanto más lírico
mejor”), género en el que inició sus pasos y que nunca abandonó.
En cuanto a los premios
literarios a nivel local y provincial obtuvo su primer premio en 1947
del Ayuntamiento de León por su trabajo: "Bosquejo geográfico
e histórico sobre el partido judicial de Villafranca del Bierzo",
premio con el que se incorporó al ambiente literario leonés.
Respecto a sus libros
premiados tenemos:
Una ventana a la
carretera, Premio Leopoldo Alas de Relatos Cortos (1966)
El síndrome de
Estocolmo, Premio Fastenrath de la Real Academia (1988)
Las ciudades de
Poniente, Premio de Narrativa Torrente Ballester (1994)
Meteoros, Poesía,
1962-2006, Premio Quevedo del Ayuntamiento de Madrid (2006).
Reconocimientos:
Hijo predilecto de
Villafranca del Bierzo (1975)
Premio Leonés del año
(1985)
Premio de Castilla y León
de las letras (1999)
Doctor Honoris Causa por
la Universidad de León (2000).
El día 15 de septiembre
de 2014, a los cinco años de su fallecimiento, el Instituto de
Estudios Bercianos le dedicó un homenaje en Villafranca con la
lectura de algunos Cuentos de la Cábila y la
proyección del cortometraje, La bici del cura, basado en el
cuento, “La Orbea del coadjutor". Se hizo entrega a los asistentes de un folleto sobre la vida y la obra de Pereira titulado, Volviendo a la Cábila de mi autoría y de un sello de correos
de un retrato realizado por José Carralero. Por último se descubrió
una placa en la puerta de su casa natal en la calle Concepción, 3,
lugar de paso de peregrinos, en la que se puede leer un poema
dedicado a ellos. Cristóbal Halffter descubrió la placa y pronunció
un breve discurso.
El día 11 de marzo de
2015 se descubrió otra placa en honor de Antonio Pereira en el
inmueble de la Avedida de la Faculatad, 19 de la ciudad de León,
donde vivió y escribió parte de su obra. En el acto intervinieron
el rector de la Universidad de León, el Alcalde y la viuda de
escritor, Úrsula Rodríguez.
Su corpus poético ha
sido objeto de la tesis doctoral publicada de Carmen Busmayor: Países
poéticos de Antonio Pereira (1996). Asimismo los cuentos han
sido estudiados por Miriam Gutiérrez Lozano: Los cuentos de
Antonio Pereira: etapa costumbrista y experimentalista. (Tesis de
licenciatura inédita. Universidad de Oviedo , 1994)
Su poesía reunida en
Meteoros, Poesía, 1962-2006, publicada por Calambur en 2006,
está a la venta. Igualmente los cuentos completos están publicados
recientemente con el título, Todos los cuentos por la
editorial Siruela en 2012. Una antología de los cuentos ofrece el
profesor José Carlos González Boixo con el título, Recuento de
invenciones, Cátedra, 2004, con un estudio exhaustivo de cada
uno de los libros de cuentos
La Fundación Antonio
Pereira, adscrita a la Universidad de León, cuya misión es estudiar
y difundir la obra del escritor, tiene una gran actividad como mesas
redondas, presentación de libros y edita una colección de libros:
"Breviarios de la fundación Antonio Pereira";, con el
quinto título ya publicado en 2015.
Por último lo que nunca
le ha faltado a Antonio Pereira es el afecto continuado de sus
lectores.
Y como regalo para los
futuros lectores ofreceré estas tres muestras de la lírica
pereiriana:
LA PLAZA
MAYOR
Traspasada
de silencio/ la Plaza Mayor está.
Por siete
calles delgadas/ derrama su soledad
Mientras dos
ángeles vuelan/ con celo municipal.
(…)
Equilibrio
de la Plaza/ Mayor, recinto cabal,
Con norma de
simetría/ perfecta de vecindad.
(de El
regreso (1964))
LENTA ES LA
LUZ DEL AMANECER EN LOS AEROPUERTOS PROHIBIDOS
Una vez
estaba en la taberna el poeta inspirado haciendo su papel de poeta
inspirado. Todos lo respetamos mucho en sus esperas de voz
misteriosa, aunque nunca se le haya visto una página terminada. Vino
un parroquiano de la taberna con la alegría lúcida de los primeros
vasos, y fisgó el renglón que campeaba en la hoja:
Lenta es
la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos
El verso
hermosos, todavía único, con que iba a arrancar el poema.
El
parroquiana suspiró:
-Es un buen
empiece, poeta. Pero, ahora qué.
( de Viva
voz, en Meteoros,
2006)
y
TARDES EN LOS JERÓNIMOS
Cuánta alegría perdida
¡quién me pudiera decir!
pensando cielos de plomo
si luego nunca los vi.
Los ruidos que me espantaban
era el aire en el jardín.
La muerte de cada noche
venía ... y no era para mí.
Cada vez que estuve triste
por lo que fuera a ocurrir
perdí un puñado de rosas.
¡Ahora lo puedo decir!
...Cuando no me quedan rosas.
Ahora que ya no es abril.
(de Cancionero de Sagres, 1969)
BIBLIOGRAFÍA
Alonso Santos, "Antonio
Pereira, en Literatura leonesa actual. Estudio y
Antología, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1986, pp.
115-116
Busmayor Carmen, Países
literarios de Antonio Pereira, Universidad de león, 1996
"Epístola moral a
Fabio"; de Fernández de Andrada (1575-1648), en Poesía de
la Edad de Oro II. Barroco, edición de José Manuel
Blecua, Castalia, Madrid, 1984, p. 115
Fernández Fulgencio,
"Entrevista a Antonio Pereira" en El Mundo/ La
Crónica, 19/01/2003, p. 76.
Martínez García
Francisco, Historia de la literatura leonesa, Everest, León,
1982
Pereira Antonio,
"Las otras hojas de Papalaguinda", Pliegos sueltos de
la Estafeta, nº 69, 1974.
- Reseñas y
confidencias, Breviarios de la calle del Pez, Diputación de
León, 1985.
- Correspondencia de
Antonio Pereira con la “Asociación Prometeo de Poesía”
(Madrid): 1981-1985; 1 carpeta (16 hojas). Donado por la Asociación
Prometeo en 2008. Depositada en la Biblioteca Regional de Madrid
“Joaquín Leguina” con la Signatura: DP- Arc. 43/4
- "Reflexiones de
un escritor de cuentos", Congreso Internacional de
escritores castellano-leoneses, hispanoamericanos y portugueses
(Actas coordinadas por Gonzalo Santonja), Valladolid, Sociedad V
Centenario del Tratado de Tordesillas, 1995, pp. 167-170
- Me gusta contar,
Taller de Mario Muchnik, Anaya, Madrid, 1999
- Recuento de
invenciones, edición de José Carlos González Boixo, Cátedra,
Madrid, 2004.
- Meteoros, Poesía,
1962-2006, Calambur, Madrid, 2006
- Todos los cuentos,
Siruela, Madrid, 2012.
Piedra Antonio, "Antonio
Pereira, una señal perdida", en El Norte de Castilla,
4/02/1995, p. VII.
Rodicio Maribel,
"Antonio Pereira y La costa de los fuegos tardíos2,
en Proa, 1/09/1973.
Torcida Álvarez Jaime,
"Conversación con Antonio Pereira", en el Filandón
de Diario de León, 24/02/1991, p. 31.
Anastasio Serrano
1
. Pereira Antonio, "Principio quieren las cosas" de
su libro Reseñas y confidencias, Breviarios de la calle del
Pez, Diputación de león, 1985, pp. 19-21
2
. Pereira Antonio, "Las otras hojas de Papalaguinda", Pliegos
sueltos de la Estafeta;, nº 69, 1974
3
. Busmayor Carmen, Países literarios de Antonio Pereira,
Universidad de León, 1996, p. 21
4
.Poesía de la Edad de Oro II. Barroco, Edición de José
Manuel Blecua, Castalia, Madrid, 1984, p. 155. Fernández de Andrada
(1575-1648), "Epístola moral a Fabio", vv. 124-125.
Blecua ofrece la variante: “Mísero aquel…”.
5
. Pereira Antonio, "El poeta hace memoria", en
Meteoros. Poesía, 1962-2006, Calambur, Madrid, 2006, p. 359
6
. Torcida Álvarez Jaime, "Conversación con Antonio
Pereira";, en El Filandón, Diario de León,
24/02/1991, p. 31
7
. O. C. Filandón, 24/02/1991, p.31
8
. Alonso Santos, "Antonio Pereira", en Literatura
leonesa actual. Estudio y Antología, Junta de Castilla y León,
Valladolid, 1986, pp. 115-116
9
."A modo de prólogo: “Sabino Ordás entrevista a Antonio
Pereira";, en Reseñas y confidencias de Antonio
Pereira, Diputación de León, 1985, p. 11
10
. Pereira Antonio, "Reflexiones de un escritor de cuentos",
en Congreso Internacional de escritores castellano-leoneses,
hispanoamericanos y portugueses (Actas coordinadas por Gonzalo
Santonja), Sociedad del V Centenario del Tratado de Tordesillas,
Valladolid, 1995, pp.167-170
11
. Piedra Antonio, "Antonio Pereira, una señal perdida";,
en El Norte de Castila, suplemento de Letras, 4/02/1995,
p.VII
12
. Pereira Antonio, Me gusta contar, Selección personal de
relatos, Taller de Mario Muchnik, Madrid, 1999, pp. 10 y 11
13
. Alonso Santos, >>Pereira<<, en Literatura leonesa
actual. Estudio y antología, Junta de Castilla y León,
Valladolid, 1986, p. 111
14
. Pereira Antonio, "Nota con algunos nombres", en Los
brazos de la i griega, editorial Niega, Gijón, 1982, p.
15
.El Taller de Edilesa. Revista de Libros (León), núm. 7,
2000, p. 8
16
. Pereira Antonio, Reseñas y confidencias, Breviarios de la
calle del Pez, ,Diputación de León, 1985, p. 21
17
. Pereira Antonio, Meteoros, Poesía, 1962-2006, Calambur,
Madrid, 2006, p. 355
18
. >>Sabino Ordás entrevista a Antonio Pereira<<,
Reseñas y confidencias , A. Pereira, León 1985, p. 9
19
. Rodicio Maribel, "Antonio Pereira" y Las costa de los
fuegos tardíos, en Proa, 2/09/1973
20
. Pereira Antonio, "Las otras hojas de Papalaguinda",
en Pliegos sueltos de la Estafeta, nº 62, 1974
21
."Entrevista de Fulgencio Fernández a Antonio Pereira",
El Mundo/La Crónica, 19/01/2003, p. 76
22
. Asociación Prometeo de Poesía, (Madrid) >>Correspondencia
de Antonio Pereira, 1981-1985<<, 1 carpeta (16 hojas),
depositada en la Biblioteca Regional de Madrid “Joaquín Leguina”.
Donación de la Asociación Prometeo de Poesía en 2008. Signatura:
DP-Arc. 43/4
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