José M” Merino, La Coruña, 1941
José Mª Merino publicó “La orilla oscura” en 1985 , y es su tercera novela, después de “Novela de Andrés Choz” (1976) y “El caldero de oro” (1981). En esta novela metafictiva reflexiona sobre los límites entre la realidad y la ficción; esto dice Gonzalo Sobejano a propósito de la novela: “la culminación española de la novela que reflexiona sobre su propia textura, sobre su ir haciéndose y deshaciéndose y sobre los confines de lo real con lo ficticio, logrando un complejo y sutil “reencantamiento” de la realidad” (Metaficción en “Ínsula, 512-513, 1989).
“La orilla oscura” plantea el drama del ser humano cuando intenta afirmar su identidad y su espacio vital teniendo que vencer la imagen engañosa de lo que contempla. Se trata de un ser humano que se halla en la “orilla oscura” de su conciencia.
Antonio Martínez Menchén, compañero de Merino en el Ministerio de Educación, cuenta que el Ministerio organizó una comisión para un viaje de trabajo a Centroamérica y Merino participó en esa comisión. Volvió impresionado de ese viaje, de la arquitectura colonial, de la injusticia social, de la violencia de la policía etc; pero lo que le dejó mayor impresión fue un río por el que hizo un viaje y un museo, que al recorrer las salas se detuvo ante un retrato que parecía el de su padre vestido con ropas del siglo XVIII, y cuando estaba contando esta experiencia, Merino estaba construyendo “La orilla oscura” (“Otro lunes” nº 11, enero 2010).
Pero veamos cuál es su argumento: Un protagonista anónimo, profesor en Estados Unidos de América, se encuentra impartiendo un seminario sobre el realismo decimonónico español en una universidad centroamericana, tras lo cual planea pasar sus vacaciones en León, su lugar de origen. Pronto todo se confunde: “quizás estás soñando aunque ves que estás despierto” . El profesor cree identificar en el museo de la ciudad, donde está impartiendo el seminario, objetos que le son familiares. Todo termina cuando descubre las facciones de su padre en el retrato de un independentista, un posible antepasado suyo emigrado a América. Las premoniciones se cumplen al visitar al único descendiente del independentista, sus identidades se cambian. El profesor toma la identidad del lejano pariente americano y decide con su mujer hacer un viaje en lancha.
Durante el viaje por el río se inserta la historia del piloto lanchero, que es de León y cuenta su época de estudiante en León y su posterior trabajo como fotógrafo de prensa en Madrid, así como su emigración posterior a Centroamérica, donde tenía un familiar representante de licores.
La vida del piloto en España tiene como personaje principal a PEDRO PALAZ, el innominado profesor en Estados Unidos. Y junto a él, su primo Anastasio Marzán Lobato, Nonia, la novia de juventud del piloto y Susana, la peregrina francesa que se instala en León durante un tiempo. La historia rememorada por el piloto está situada en León.
El núcleo narrativo básico es la historia de Pedro Palaz. Su obra y sus teorías en torno a la identificación entre vida y literatura fascinan al piloto, que es su ferviente admirador, que , a su vez, es un escritor novel de novela. Trata, entonces, de ponerse en contacto con Pedro Palaz, tarea casi imposible. Conoce a su primo y representante, Marzán, quien le manifiesta que Palaz (falaz) no existe. Es un apócrifo que él se ha inventado, una broma literaria. Pedro Palaz sería un remedo de Sabino Ordás, el sabio de Ardón, profesor exiliado en América después de la guerra. Pero todo esto toma un giro muy unamuniano: el propio Pedro Palaz se presenta en León, en casa del joven estudiante, ahora lanchero, y le muestra la obra que ha publicado: “Escribo, luego existo”, afirma Palaz y desparece de forma tan sorprendente como había aparecido. A partir de aquí, ni su creador Marzán, ni su admirador y lector, el joven piloto, pueden afirmar su realidad con la misma convicción.
Terminado el relato del piloto, la excursión por el canal llega a su fin. En el hotel se renuevan los sueños del dios lagarto y de la iguana inmóvil, que se convierten en un ser único. Los dos reptiles y las dos personas (el profesor y el cafetalero) se insertan en la realidad única del dios lagarto. Se trata de una pesadilla en la que replantea el tema del dormido despierto: “En el viejo tema del dormido despierto, la propia creencia en que lo vivido había sido soñado dejaba aquello inocua y sin sustancia”.
En sueño, el protagonista abandonó el hotel y voló de regreso a la capital del país centroamericano, con recuerdos del personaje que había soñado ser, volvió al museo y ante el retrato se vio junto al lejano pariente ultramarino .
Termina el seminario y regresa a España. Viajará en tren a su tierra, donde se renuevan las ensoñaciones de la novela, de forma circular, porque la casa se transforma en selva, museo y galería de entrada al templo del dios lagarto.
Recibe una carta de un joven admirador al que busca en Trobajo. El muchacho le abre la puerta y ambos se quedan inmóviles durante el tiempo que se tarda en cruzar las fronteras de los sueños y las vigilias. El muchacho dirá algo. Y tú cuando respondas, sabrás que estás a punto de despertar. Pues así termina, así comienza verdaderamente todo; con lo cual se renueva la historia de Pedro Palaz, el apócrifo y la novela podría recomenzar, de modo que estaríamos ante una novela sin fin.
ESTRUCTURA:
José Mª Merino dedica irónicamente su novela, “La orilla oscura”, a Sabino Ordás: “Para Sabino Ordás, maestro y amigo”, como si se tratara de una persona real. Sabino Ordás es un apócrifo total con obra publicada como “Las cenizas del fénix”, atribuido a Sabino Ordás.
A partir de aquí la novela se abre en nueve capítulos numerados en romanos y con títulos: I. “En el museo” y el último IX. “El regreso”. A su vez cada capítulo se divide en varias secuencias separadas con blanco pasando a la página siguiente.
Dentro de esta estructura tenemos dos niveles narrativos que tienen un mayor desarrollo: la historia del protagonista-profesor y la historia inserta que relata oralmente el piloto.
La historia del profesor universitario abre las puertas del laberinto narrativo deambulando desorientado por las calles de la ciudad, donde está impartiendo el seminario, que le conducirá al Museo-fortaleza, lugar donde tiempos y espacios diferentes se superponen. En seguida reconoce los rasgos de su padre en el retrato del independentista, esto le produce un desasosiego que termina en la transmutación (metamorfosis) en su paralelo americano, descendiente de un antepasado común. La suplantación se produce de manera efectiva: el profesor es ahora un empresario cafetalero hispanoamericano, que habla con el acento de su país y ocupa el lugar de su familia, sin que nadie lo advierta, salvo el propio profesor, que tiene la sensación de estar representando un papel que no le corresponde.
El protagonista, ahora empresario cafetalero, recuerda sus vivencias de la infancia, como seguro de su propia identidad. Recuerda la historia del dios lagarto contada por la tía Marcelina en su infancia. Este relato integra mitos indígenas: un soldado que sobrevive a todo tipo de dificultades, llega al templo del dios lagarto, donde se para a descansar. Este dios de piedra, abandonado por su fieles, decide metamorfosear su naturaleza por la del soldado y ocupa su lugar. El dios regresa con la familia del soldado y vive con la esposa, hasta que ésta lo descubre gracias a la magia de una bruja. Esta historia actúa como plantilla, como texto-espejo que se reconoce en la narración principal, mediante la reiteración de las metamorfosis.
El protagonista-empresario con su mujer decide hacer un viaje fluvial por los canales y esto dará lugar a la inserción del relato del piloto. La narración oral del piloto ocupa 4 de los nueve capítulos de la novela- del IV al VII. El piloto-lanchero narra los momentos de su vida en España: su época de estudiante en León y su trabajo como fotógrafo de prensa en Madrid.
El piloto era un admirador de Pedro Palaz, escritor y profesor leonés afincado en Estados Unidos, que es primo de Anastasio Marzán; aparece también Nonia, su novia de juventud y Susana, la peregrina francesa que se instala en León durante algún tiempo. La historia rememorada por el piloto incorpora en la novela el espacio leonés, nombrando lugares, barrios y calles como el paseo de Papalaguinda, la fuente de Neptuno en el jardín de San Francisco y los barrios del Crucero y Trobajo. Este conato de realismo se integra, no obstante, en una historia donde los límites de lo real se confunden con los sueños.
Del desorden de la memoria del piloto surgen una serie de núcleos narrativos entremezclados, así tenemos el núcleo narrativo principal constituido por la historia de Pedro Palaz. El piloto, entonces estudiante y escritor novel, es un admirador de las obras y de las teorías literarias en torno a la confusión entre vida y literatura y también sobre la importancia de la tradición oral como génesis de la novela. Trata, entonces, de ponerse en contacto con Palaz, y en la editorial le dan la dirección de su primo y representante literario, Anastasio Marzán, que le dice que Palaz no existe, que él lo ha inventado, que es un apócrifo. Sin embargo será el propio Palaz, ente de ficción, al modo de Augusto Pérez de “Niebla” de Unamuno, quien se presente en León, en casa del joven estudiante y le muestre las obras que ha publicado y luego desparece.
El piloto lee la novela de Pedro Palaz, que trata de un hombre emigrado a América, que vive junto a una colina exacta a otra de su casa materna, que actúa como barrera que nunca se atreve a traspasar por miedo a perder su ilusión de que detrás está su tierra añorada.
También nos dice el piloto que la peripecia imaginada por Palaz “se enredaba de modo circular” y que, aunque la trama se cerraba, “dejaba la posibilidad de que ambas cosas, el sueño y la vigilia, tuviesen la misma consistencia”(pag.141). Así pues la comprensión de este desenlace es común para la ficción principal y para la narración del piloto. Al final de la novela cuando el protagonista-profesor recupera confusamente su identidad, regresa a su tierra leonesa y encuentra la nota de un admirador de su obra al que se apresura a visitar en Trobajo; en ese momento está repitiendo el gesto de Pedro Palaz visitando al joven piloto, que a su vez le ha dejado una nota admirativa con su dirección en Trobajo. Seguimos en el laberinto, donde sueño y vigilia tienen la misma consistencia; pero vamos viendo que el protagonista-profesor puede ser Palaz, apócrifo de Marzán.
El piloto en su juventud escribe una novela en la que reflexiona en cierta medida sobre el contenido de la macronovela: “La orilla oscura”. Así cuando explica el argumento como tres historias diferentes teniendo un ángulo de coincidencia, está aludiendo a la obra de Merino. O cuando reflexiona sobre la ambigüedad desde la que se narran las metamorfosis de sus personajes está caracterizando la ficción de José Mª Merino.
Hay otro núcleo narrativo narrado por el piloto que es la historia de la peregrina, que tiene su origen en una leyenda del siglo XII, en la que se cuenta el amor sacrílego de dos peregrinos condenados a recorrer el Camino de Santiago sin encontrarse hasta el fin de los tiempos; pero esta historia se desarrolla en dos versiones, paralelas en espacio y personajes. Una primera versión vivida y relatada por el piloto, cuando éste conoce a una peregrina francesa Susana, que conduce un carro de mulas (inusual en la época actual), quien decide instalarse en León, en una casa de Trobajo. Allí inicia una relación amorosa con el joven estudiante, y allí es donde recibe la visita de Pedro Palaz, que desparece misteriosamente junto con Susana.
Una segunda versión, contada por Nonia en un encuentro posterior con el piloto, que éste relata y ahora la peregrina es la señorita Sisan, que es profesora de francés y piano de Nonia. Sisán es una mujer piadosa y angustiada por un secreto que al fin confiesa a su alumna: sus amores sacrílegos con un fraile con el que recorría el Camino de Santiago y que fueron castigados por ello con la separación. Nonia descubre que ambos están vivos, ante lo que huyen despavoridos. Esta historia vivida por Nonia tiene su calco en la leyenda medieval referida, cuyo testimonio escrito busca Nonia infructuosamente.
Pero además, el paralelismo con lo vivido por el piloto pone de manifiesto la doble naturaleza de los personajes: Susana, amante del piloto de joven, y la señorita Sisán, la profesora son la misma persona. Del mismo modo el fraile que Nonia conoce como el amante peregrino separado viene a identificarse con Pedro Palaz, que desparece misteriosamente con la peregrina.
Esta confusión de historias desemboca en el núcleo narrativo principal, cuando el piloto reconoce a Marzán en un hombre barbudo y silencioso que viaja con el protagonista-empresario cafetalero y su esposa. El piloto parece identificar en el protagonista-empresario a Pedro Palaz, cuyo destino se cumplirá cuando recupere su identidad como profesor y regrese a León y visite al joven admirador de su obra.
Las constantes metamorfosis de los personajes propiciadas por el sueño, la leyenda o el mito producen como resultado esta confusión de la realidad ficcional que no persigue la verosimilitud.
El tema básico de la novela, como hemos venido repitiendo es el de la indeterminación de lo real y de la identidad del yo: la incapacidad del individuo para aprehender la realidad. Y a pesar de la localización de los espacios novelescos en León, Madrid y un país indeterminado de Hispanoamérica, y aunque la historia ordena los hechos, todo se sume en una pesadilla, donde vigilia, sueño y mito se confunden.
Los personajes van apareciendo ante el lector, pero sin llegar a cobrar una fisonomía definitiva, así el protagonista, más bien pasivo carece hasta de nombre y el piloto también. El protagonista de “La orilla oscura” es el anónimo profesor, el empresario cafetalero, el guerrero metamorfoseado en lagarto de la historia antigua, la memoria de un niño en el instante en que contempla una iguana, el peregrino de una leyenda del siglo XII, y por fin el escritor exiliado Pedro Palaz, que asume todas las demás identidades. Pero, claro, esta identidad definitiva, con nombre propio, corresponde a un apócrifo literario creado por Marzán y sin embargo se subleva contra su creador y afirma su existencia remedando a Descartes: “Escribo, luego existo” (pag.182).
Sus (Susana) tuvo una relación con el protagonista y luego se casó con un argentino, Susana es la peregrina, definida con breves rasgos como pintora, amante del piloto, o Sisán profesora de música de Nonia, de origen francés.
La novela está narrada en 3ª persona, pero la focalización corresponde al protagonista. Este narrador es un mero verbalizador que en ningún momento llega a dar nombre al protagonista. La voz interpreta los pensamientos y las elucubraciones del personaje y con él se pierde por lo derroteros del sueño.
En cuanto a la narración del piloto está contada en 1ª persona y tiene al protagonista como narratario. Sin embargo el piloto al recrear la historia de Nonia, adopta una posición distanciada desde la 3ª persona y en tiempo presente.
En ambos discursos, el principal y el inserto se producen dislocaciones en la ordenación de los hechos de la historia. La narración del piloto salta adelante y atrás en el tiempo. Cuando el protagonista, entonces empresario cafetalero, recuerda la historia del dios lagarto, ésta se incorpora se incorpora en la voz de la tía Marcelina (en su niñez) en 3ª persona.
Sin embargo, la verdadera comprensión de esta novela se alcanza en un tiempo subjetivo, no sujeto a una ley de ordenación lógica, donde el espacio y el tiempo se superponen en las conciencias y memorias de los personajes. El museo de la ciudad simboliza la unión de pasado y presente, unión que culmina en la identificación de los rasgos paternos en el retrato de un antepasado. Esta indeterminación espacio-temporal que se da al principio de la novela y que produce la primera metamorfosis marcará toda la novela.
En cuanto al tiempo los personajes lo sienten, no como un fluir temporal, sino como un instante infinito en el que se pueden encontrar todos los espacios. La imagen recreada en el pasado del protagonista niño encarándose a la iguana tiene relación con el tiempo infinito:” La iguana y él se miraban. En la infinita luminosidad sólo existían ambos (…), en esta ciudad desconocida donde latía (…) una vibración antigua. Este lugar podría, pues, ser el único lugar: envuelto en una burbuja de penumbra, atravesaba el universo” (pag.113).
Al final, la concepción de un tiempo circular en el que se superponen espacios e identidades distintas en un mismo instante infinito, tiene su mejor expresión al final de la novela, en el momento en que el protagonista confluye con el pasado de la memoria del piloto. El protagonista, asumiendo la personalidad de Palaz, visita al joven admirador de su obra: “Ambos os quedaréis inmóviles, contemplándoos con detenida curiosidad. No será un instante, pero tú sabrás que es un tiempo inmenso, al margen de los relojes y los latidos. El tiempo que se tarda en cruzar las fronteras de los sueños y las vigilias. El muchacho dirá algo. Y tú, cuando respondas, sabrás que estás a punto de despertar. Pues así termina, así comienza verdaderamente todo” (pag.347).
Así termina la novela y esta concepción de la temporalidad se acomoda al fluir caótico del sueño que traspasa toda la narración.
SIGNIFICACIÓN:
El personaje Pedro Palaz reflexiona sobre las interferencias entre vida y literatura, y señala que toda su vida real está impregnada por las vidas leídas y que los mundos que él ha conocido en la ficción son una mezcla tan íntima de lo vivido y de lo leído, que no es capaz de distinguir entre lo real y lo ficticio.
Pero no sólo Pedro Palaz confunde en su pensamiento lo vivido y lo leído, sino que el mismo personaje es un apócrifo dentro de la ficción novelesca; lo cual conduce a considerar la novela como un continuo desdoblamiento de perspectivas, muy lejos de la estructura plana de otras novelas.
Merino en “La orilla oscura” nos presenta a un personaje, Palaz, que escribe una novela dentro de la macronovela y a personajes que se convierten en narradores de otras tramas e historias distintas de la del protagonista (la narración del piloto o la historia de Nonia). Pero el autor desdobla aún más los puntos de vista, ya que el narrador coloca al protagonista en el límite, en el final de un proceso donde la realidad y la ensoñación se funden hasta el extremo de no saber si está soñando, aunque crea que esté despierto. Y en ese estado todas las metamorfosis son posibles. Es entonces cuando el protagonista se coloca en el límite de la vigilia y el sueño, para llegar a la realidad ficcional mediante el apócrifo; de manera que siempre quedará la duda, si dentro de la ficción el personaje verdadero es Marzán, que ha creado a Palaz y sus escritos, o si es Palaz, o si uno es el doble del otro.
“La orilla oscura” representa la realidad de lo pensado y escrito, de lo soñado despierto y de lo contemplado en la experiencia de los sueños. El protagonista vive una situación intermedia entre la vigilia y el sueño y duda si todo ha sido real o producto de un sueño como Segismundo en “La vida es sueño” de Calderón. La única certeza llega al final, cuando todo encaja, todo vuelve a su punto de partida, como un eterno retorno y el protagonista regresa al territorio de su infancia, al encuentro consigo mismo.
La novela fue publicada por la editorial Alfaguara en 1985 y fue muy recibida por la crítica, de tal manera que al año siguiente recibió el Premio nacional de la Crítica como mejor novela. También fue traducida al portugués: “A margen obscura”.
En el año 2000 José Mª Merino publica en un tomo con una trilogía: “El caldero de oro, La orilla oscura y El centro del aire” y esto afirma el autor en el prólogo: “La identidad es el tema central de las tres novelas que se reúnen en este libro, agrupadas bajo la denominación genérica de “Novelas del mito”.
José Mª Merino fue elegido académico de la RAE en marzo de 2008 y leyó el discurso de ingreso el 19 de abril de 2009 con el sugestivo título: “Ficción de verdad”, y así termina dicho discurso: “”Servidora de eso tan escurridizo que llamamos realidad, la ficción construye una forma exclusiva de verdad”.
Novelas de José Mª Merino:
"Novela de Andrés Choz(1976), El caldero de oro (1981), LA ORILLA OSCURA (1985), El oro de los sueños (1986), La tierra del tiempo perdido (1987), Las lágrimas del sol (1989), El centro del aire (1991), Las visiones de Lucrecia (1996), Los invisibles (2000), El heredero (2003), El lugar sin culpa (2006), La sima (2009).
BIBLIOGRAFÍA:
-Candau Antonio. “La obra narrativa de José Mª Merino”. Diputación de León, 1992
-Castro Díez Mª Asunción.”La narrativa del grupo leonés. Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y José Mª Merino”. Secretariado de Publicaciones. U. de Valladolid, 1999
-Encinar Mª Ángeles y Glenn Kathleen.”Aproximaciones al mundo narrativo de José Mª Merino”. Edilesa. León ,2000.
-Encinar, Mª Ángeles. “La pluralidad narrativa: escritores españoles contemporáneos (1984-2004)”. Biblioteca Nueva, 2005.
-Lee, Cheng Chan. “Metaficción y mundos posibles en la narrativa de José Mª Merino”. Secretariado de Publicaciones. U. de Valladolid, 2005
Revistas:
.“Cuadernos Hispanoamericanos” nº 139. 1987. “La doble orilla de José M” Merino” de Antonio Martínez Menchén.
.“Ínsula”, 572-573 (Agosto-septiembre) 1994. “Narradores Leoneses”
.“Otro Lunes”, nº 11, enero, 2010 (Revista hispanoamericana de Cultura) en “otrolunes.com” (Número monográfico dedicado a la obra de José Mª Merino)
3 comentarios:
No le veo gracias a Dios, porque le iba a llenar de besos, tengo el Jueves un Examen de Literatura Moderna, de la Uned, y la verdad, me enteraba de poco, además que llevo medio el Caso Savolta.
Muchas Gracias, muchísimas gracias.
Quiero que sea mi profesor.
Muchísimas gracias, tengo que hacer un trabajo sobre esta obra y tu artículo me ha ayudado a comprenderla mejor.
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