miércoles, 29 de marzo de 2023

 

                                    El RELICARIO. Recordando a JOSÉ PADILLA






José Padilla, Almería 1889- Madrid, 1960. Es autor de las conocidas canciones como Valencia, El Relicario, La Violetera, Princesita, Ça c’ est Paris ( la Marsellesa de los parisinos), la Estudiantina Portuguesa (“Ay Portugal, porqué te quiero tanto”) y tangos como el Taita de Arrabal (grabado por Carlos Gardel), Vieja Herida y Tango del Corazón.

Compuso las música de más de 300 películas y sus melodías fueron interpretadas por las estrellas del momento: Raquel Meller, Tito Schipa, Maurice Chevalier, Imperio Argentina, Sara Montiel en “El último Cuplé” y Rocío Jurado entre otros/as.

Fue un músico cosmopolita que actuó en los principales teatros del mundo, siendo sus lugares de residencia: Madrid, Barcelona, Buenos Aires, París, Nueva York y Madrid desde 1949-1960.

Madrid es la inspiración de obras tan universales como El Relicario, La Violetera, Farolillo verbenero, Barquilleros madrileños, Bajo el cielo de Madrid y La Estudiantina madrileña.

Madrid le dedica unos jardines en La Arganzuela y la escultura de la garbosa violetera en Las Vistillas. Tiene su casa-museo en la calle Gabriel Abreu, 11 desde 1992.

Pues bien de toda esta producción musical: zarzuela, canción, tango, paso doble, himnos y música de películas vamos a fijarnos en el paso doble torero El Relicario, veamos que nos dice la letra:


Un día de San Eugenio

yendo hacia El Pardo, le conocí

era el torero de más tronío

y el más castizo de to Madrid.


Iba en calesa

pidiendo guerra

y yo al mirarle

me estremecí.


Él al notarlo

bajó del coche

y muy garboso

se vino a mí.


Tiró la capa

con gesto altivo

y descubriéndose

me dijo así:


“Pisa morena

pisa con garbo

que un relicario1

que un relicario me voy hacer

con el trocito de mi capote

que haya pisao

que haya pisado tan lindo pie”.


Un lunes abrileño él toreaba

y a verlo fui

nunca lo hiciese que aquella tarde

de sentimiento creí morir.

Al dar un lance

cayó en la arena

se sintió herido

miró hacia mí.


Y un relicario

sacó del pecho

que yo enseguida

reconocí.


Cando el torero

caía inerte

en su delirio

decía así:


“Pisa morena

pisa con garbo

que un relicario

que un relicario me voy hacer

con el trocito de mi capote

que haya pisao

que haya pisao tan lindo pie.”






El Relicario es un paso doble torero compuesto por José Padilla en Barcelona en 1914, con letra de Armando Oliveros y José María Castellví, ambos redactores del diario barcelonés, “El Liberal”, taurinos y amigos de José Padilla.

Parece ser ser que el origen de El Relicario se debe a una apuesta entre José Padilla, gran aficionado a los toros y los autores del la letra, también taurófilos. La apuesta consistía en cuanto tiempo sería capaz de componer la música, una vez entregada la letra. Y dicho y hecho José Padilla en unas horas compuso El Relicario y ganó la apuesta para regocijo de los tres amigos.2

Una vez compuesta la canción había que estrenarla y la costumbre de la época era que el autor cediera la exclusiva del estreno a una cupletista de renombre, previo pago de unas 500 pts.

Así pues, la cupletista que tuvo el honor de estrenar El Relicario en 1914 fue Mary Foncela, que la presentó en el “Edén Concert” de Barcelona, pero no tuvo éxito. Después Padilla se la ofreció a Carmen Flores, a la que ya conocía, porque había estrenado La Violetera, pero tampoco alcanzó el éxito deseado. Hubo un tercer estreno que pasó sin pena ni gloria.

Por fin en “Eldorado” barcelonés, Conchita Ulía, cantó El Relicario y coincidió, que entre los asistentes estaba Raquel Meller3, que le gustó la canción, pero no su interpretación. Habló con el maestro Padilla y creó una puesta en escena totalmente diferente. Vestida de negro, con traje de encaje, mantilla sobre los hombros y un ramo de claveles rojos en el pecho, dramatizó la letra y enfatizó el momento del estribillo, en que se produce la muerte del torero; más que cantar recitó el estribillo. Fue un éxito total, grabó la canción y el disco de pizarra fue un record de ventas en España y otros países.





Pero qué nos dice El Relicario, pues hay una primera parte muy apacible, muy dada para el idilio y éste se produce, así pues en la presentación es Eros, quien mueve la escena.

Este flechazo requiere un objeto de culto, que será el trocito del capote, que haya pisado el pie de la enamorada, que a modo de reliquia conservará el torero; notemos el fetichismo correspondiente.

Después de esta primera invocación, que funciona a modo de estribillo prolongado, la enamorada va a verle torear, un lunes de abril y se produce la tragedia y ahora quien entra en escena es Thanatos; el torero en un lance de la brega es cogido por el toro y aún le quedan fuerzas para mirar a la amada y mostrarle el relicario con el trocito del capote y delirando le repite otra vez el estribillo. Enamoramiento y muerte constituyen los ejes de este paso doble torero.

Podríamos decir que José Padilla inauguró el idilio entre el torero y la tonadillera, que se repetiría a lo largo del siglo XX con Conchita Piquer y Antonio Márquez, Conchita Márquez Piquer y Curro Romero, o más recientemente Isabel Pantoja y Paquirri, Rocío Jurado y Ortega Cano y últimamente Estrella Morente y Javier Conde. No cabe duda que ya había pasado de moda la maja y el torero a lo Teófilo Gautier y se sustituye por la folclórica y el torero.

Raquel Meller estrenó El Relicario en el teatro Olympia de París en 1920. Obtuvo tal éxito, que se vendieron 110.000 ejemplares de aquellos discos de pizarra; y además se convirtió en un fenómeno extramusical. Se creó una moda con bastones, sombreros, pañuelos, guantes etc., inspirados en El Relicario; todo un fenómeno de carácter comercial, de mercadotecnia, que diríamos hoy.4

En la campaña electoral a la presidencia de EE. UU. De Ike Eishenhauer (I like Ike) en 1952, utilizó El Relicario como banda sonora; así como muchos años después Bill Clinton celebraba los mítines a los acordes de La Macarena de Los del Río.

Cuando Raquel Meller estrenó El Relicario en París, ya se había producido la tragedia de Talavera de la Reina, en la cual perdió la vida Joselito El Gallo, un 16 de mayo de 1920 y por lo tanto, podíamos considerar esta canción como una conmovedora elegía por la muerte de Joselito el Gallo, figura del toreo del momento.


FUENTES PRIMARIAS:

Montero, Eugenia, JOSÉ PADILLA. La pasión de la música, Ediciones la Librería, Madrid, 2015

Serrano, Anastasio, >>Los estrenos de Electra 1901-2010<<, Isidora, revista de estudios galdosianos, n.º 28, 2015. pp. 142-143

Anastasio Serrano




1Relicario: caja o estuche, comúnmente precioso, para guardar reliquias: objetos de recuerdo, mechón de pelo, retratos etc; generalmente se llevaban colgando del cuello

2. Maitechu mía ( Amor mío) es un zorcico compuesto en 1927 por Francisco Alonso con letra de Emilio González del Castillo, colaborador habitual del maestro Alonso. Éste amante del mar, pasó algunos veranos en Fuenterravía y el origen de Maitechu mía fue también una apuesta: unos amigos vascos le dijeron si sería capaz de componer música vasca, pues el maestro Alonso era granadino. Picado en su orgullo, le pidió a su colaborador, que también veraneaba allí, una letra de ambiente vasco para ponerle música. Se sentó a piano y en una hora, pasó del piano al pentagrama esta impresionante canción y lógicamente ganó la apuesta.

3Raquel Meller (Francisca Marqués López) nació en Tarazona de Aragón en 1888 y sus padres emigraron a Barcelona a finales del siglo XIX, cuando la ciudad condal estaba en pleno crecimiento. Trabajó de modistilla y no paraba de cantar, mientras cosía. Por el taller solía pasar una cupletista, Marta Oliver y le propuso debutat en el cabaret “La Gran Peña” en 1907 con el nombre de la “Bella Raquel”. A partir de ahí empezó su carrera que la llevaría a la cúspide con el nombre de Raquel Meller.

4.- El estreno de Electra de Galdós, el 30 de enero de 1901 tuvo una gran trascendencia extraliteraria, produjo reacciones de carácter comercial; aparecieron sombreros, caramelos, licores y cajetillas de cigarrillos con la marca “Electra”.

Hasta el restaurante “Lhardy”, el más elegante de Madrid a la sazón, puso el nombre del “Electra” a uno de sus platos. Nunca de había dado una repercusión tan grande de la literatura en la realidad social. Ver >>Los estrenos de Electra 1901-2010<< de Pérez Galdós por Anastasio Serrano en Isidora nª 28

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