miércoles, 26 de febrero de 2020

COPPELIA Y EL HOMBRE DE ARENA de Hoffmann






                                                                  
                                                        E.T.A. Hoffmann (1776-1822)
 
 
INTRODUCCIÓN
 
 
Ernst, Theodor, Amadeus Hoffmann (1776-1822) nació en Könisgberg, ciudad perteneciente, entonces, a la Prusia Oriental. Durante la II Guerra Mundial, esta ciudad prusiana, se incorporó a la URSS, que le dio el nombre de Kaliningrado.

Hoffmann es considerado el heraldo del espíritu romántico: artista polifacético, ya que fue escritor, músico, pintor, caricaturista y dibujante.

Dejó una profunda influencia en autores como E.A. Poe, Baudelaire y Nerval.

Publicó Los autómatas en 1814 y en esta obra parece vislumbrar premonitoriamente el futuro lleno de robots y computadoras, ordenadores personales y el mundo digital en general.

Los autómatas le inspiran terror con su movimiento a imitación del ser humano. Pero con los autómatas no terminará su obsesión por el tema; pues en 1815 publica El hombre de arena, cuento que pertenece a la primera parte de los Cuadros nocturnos.

Se trata de un cuento fantástico, donde lo siniestro y lo misterioso de la naturaleza humana pueden superar a la fantasía. El protagonista es un joven perturbado, Nataniel. Las alucinaciones de este joven demente, cuyo proceso de enajenación va en aumento a lo largo del relato, hasta llegar al clímax final, con un intento de homicidio (despeñar a Clara de la plataforma de la torre) y suicidio.

Hoffmann tenía un profundo conocimiento de la enfermedad mental y con un fina intuición de artista nos sobrecoge, a veces, y nos hace sonreír.

El proceso de locura se inicia con los miedos infantiles al ‘hombre de arena’. Aquel niño, Nataniel, que teme al hombre que visita a su padre con regularidad y que se enamora de una muñeca metálica sin darse cuenta de sus mecanismos, hasta que ve destrozadas las piezas articuladas por el suelo, es otro ejemplo de enajenación.

El terror y la atracción que inspiran los autómatas ya había sido descrito en el cuento, ya citado, Los autómatas de 1814. en este relato hace una descripción de los muñecos que vio en la ciudad de Dresde y la impresión que le causaron.

Los autómatas y los instrumentos mecánicos, que producen sonido, le causaron pavor, como los relojes de música y le parecen algo siniestro y horrible. Lo compara con el terror que le inspiran las figuras de cera.

La demencia y el automatismo puede que tengan algo en común. El loco es como un autómata, que puesto en marcha no se puede detener; el proceso de locura, sus movimientos mecánicos son ajenos a su libre voluntad y funciona como una máquina automática a la que se ha dado cuerda.


Coppelia, por su parte, es un ballet sentimental y cómico, una historia de amor y celos, magia y muñecas autómatas con un final festivo y feliz.

Estrenada en Paris en 1870 con música de Leo Delibes, coreografía de Arthur Saint-León y libreta de Saint-León y Charles Nuitter.

Coppelia se basa libremente en El hombre de Arena de Hoffmann, y, aunque mantiene algo la historia, sobre todo la parte del doctor Coppelius y las muñecas autómatas, está muy alejada del espíritu siniestro y ominoso del cuento del autor romántico alemán del siglo XIX.



EL HOMBRE DE ARENA (Der Sandmann)

 
 
 
 
 
 
                                                                      
 
 
La primera parte del cuento está constituida por tres cartas, una primera carta de Nataniel a Lotario en la que le cuenta un hecho significativo: la visita de un vendedor de barómetros. Nataniel presiente que este suceso con el vendedor de barómetros tendrá influencia en su vida y que sus relaciones con este malvado traficante no fueron buenas.

Luego pasa Nataniel a narrar su infancia junto con su hermana, su madre y su padre, que les contaba historias maravillosas. Y cuando el reloj daba las nueve, mi madre decía: “¡Niños a la cama, que viene el hombre de arena!”1. Apenas pronunciaba estas palabras, oía yo en la escalera el ruido de unos pasos pesados: debería ser el hombre de arena.

Nataniel pregunta a su madre, ¿quién es el hombre de arena? Y la madre le responde que no hay hombre de arena que valga, sino que tienen sueño y deberán cerrar los ojos como si le hubieran echado arena.

No satisfecho con la respuesta de la madre, le pregunta a la anciana criada: ¿ quién era aquel ser misterioso? Y le responde que es un ser muy malo, que viene en busca de los niños, que se niegan a acostarse y les arroja puñados de arena a los ojos, los mete en el saco y se los lleva a la luna para que sirvan de alimento a sus hijitos.

Cuando Nataniel tiene 10 años, ya instalado en una habitación propia, cerca del gabinete de su padre, trata de averiguar quién es el fantasmagórico ‘hombre de arena’. Se esconde en un armario del gabinete de su padre y comprueba que aquel terrible ser espantoso era el viejo abogado Coppelius, que alguna veces comía en su casa.

Coppelius era una persona espantosa y repugnante con unos dedos largos y huesudos, que lo hacían especialmente repelente.

Sin duda Coppelius era el ‘hombre de arena’, satánico e infernal, que nos iba a traer alguna terrible desgracia.

Colaboraba con el padre de Nataniel en sus experimentos con metales y en un momento dado Coppelius me sorprendió en mi escondrijo y gritó: “-¡Ojos, ojos!” y sacando unos carbones encendidos de un hornillo, quería cegarme. Mi padre intercedió: “¡Maestro, maestro! ¡Dejadle a Nataniel los ojos...dejádselos! Aún Coppelius quiso comprobar las coyunturas de mis manos y de mis piernas. Perdí el conocimiento y cuando recobré el sentido estaba con mi madre y le pregunté: “¿Está aquí todavía el hombre de arena? No, ángel mío, se ha marchado”. Coppelius desapareció de la ciudad.

Pasado un año Coppelius, a eso de las nueve, se presentó en casa y mi padre prometió que sería la última visita del siniestro Coppelius y ordenó a mi madre que nos acostase.

A las doce de la noche se oye un ruido desgarrador, como de una arma de fuego y aparece tendido el cadáver de mi padre, ennegrecido y mutilado. Sin duda Coppelius había sido el asesino de mi padre. La explosión que causó la muerte de mi padre se le achacó a Coppelius y las autoridades le exigieron responsabilidades; pero desapareció sin dejar ni rastro.

Y lo curioso de todo es que el vendedor de termómetros, que visitó a Nataniel no es otro, que el maldito Coppelius, que se hace llamar Giuseppe Coppola

Por fin Nataniel finaliza la carta y le dice a Lotario, que está decidido a vengar la muerte se su padre y le manda saludos a Clara.

Clara, por la confusión en la dirección, lee la carta de Nataniel a su hermano Lotario ; toma la iniciativa y contesta a Nataniel.

La muchacha quedó impresionada por el contenido de la carta: la visita del vendedor de barómetros, Giuseppe Coppola y el tétrico abogado Coppelius; aunque al día siguiente ya ve las cosas de otro modo y cree que todas esas andanzas del hombre de arena son fruto de la imaginación de Nataniel.

Las visitas nocturnas de Coppelius a su padre no tenían otro objeto que practicar operaciones de alquimia, posiblemente con escasos resultados. Y que la muerte de su padre se pudio deber a la imprudencia y que Coppelius no tiene la culpa, si acaso la culpa sería compartida.

Clara invita a Nataniel a desechar de su imaginación al abogado Coppelius y al vendedor de barómetros, Coppola. Si, por un casual, vuelve a aparecer el odioso Coppola, ella misma se ofrece como su guardián.

Nataniel escribe otra carta a Lotario y le censura por permitir que su hermana leyera la carta.

Nataniel le confiesa que el vendedor de barómetros, Coppola y el abogado Coppelius son dos individuos diferentes según le cuenta el físico italiano Spalanzani, de quien está tomando lecciones.

Coppola es italiano con acento piamontés y Coppelius es alemán.

El profesor Splanzani es un personaje bien estrafalario y tiene en su casa una mujer, bien vestida, sentada en el centro de la habitación con los brazos apoyados en una mesita y parece que está dormida con los ojos abiertos. Esa mujer es Olimpia, la hija de Spalanzani y la tiene secuestrada en su casa.

Finaliza la carta prometiéndoles que dentro de 15 días les visitaría.

A partir de aquí cesan las cartas. Toma la palabra el narrador y nos dará noticia de lo que le sucedió a Nataniel.

Y de lo primero que nos informa es que al morir su padre, Clara y Lotario, lejanos parientes, son recogidos en casa de su madre. Clara y Lotario tienen muy buenas relaciones con Nataniel y cuando éste tuvo que ausentarse de la ciudad para seguir sus estudios universitarios con el famoso profesor de física Spalanzani, Clara ya sentía una simpatía muy profunda por Nataniel.

Clara estaba dotada de una belleza natural importante y , además, era una niña amable, delicada y razonable, poco dada al romanticismo. Nataniel amaba a Clara y ella, a pesar de su pasión por lo
maravilloso, le correspondía con tierno amor. Cuando Nataniel tuvo que partir a Clara la invadió la tristeza y cuando regresó la alegría fue inmensa y logró desechar de la imaginación de Nataniel a Coppelius y a Coppola.

No cabe duda que Nataniel quedó perturbado con la presencia del maldito traficante Coppola como le había referido a su amigo y pariente Lotario. Todos notaron que su carácter comenzó a agriarse. Sus meditaciones místicas ocasionaban un gran disgusto a Clara. Cierto día que Nataniel se quejaba de ver sin cesar al monstruoso Coppelius y manifestase que ese demonio iba a destruir su felicidad y su futuro, Clara le dijo con tristeza: Nataniel ese hombre extravagante es tu genio del mal, un poder diabólico que se ha metido en tu vida; pero a nadie debes culpar sino a ti mismo.. Se enfadó mucho Nataniel al ver que Clara atribuía la existencia de los demonios a la fuerza de su fantasía y consideró a Clara como una de esas mujeres que no saben penetrar en los misterios de la naturaleza invisible.

Nataniel escribe poesía que Clara no valora, porque no la comprende y se van distanciando

Escribe un poema donde vislumbra que Coppelius destruiría su amor con Clara. Le lee el poema a Clara y al terminar la lectura, Clara le estrechó contra el pecho y le dijo muy seria que arrojara al fuego su maldita y absurda obra y Nataniel desilusionado exclamó: -“Eres un autómata, inanimado y maldito” y se alejó de ella corriendo.

Apareció Lotario en el jardín y Clara tuvo que referirle lo que había sucedido. Lotario se dirigió a Nataniel para reprocharle su conducta y éste respondió con violencia retándole a un duelo; pero ante las instancias de Clara el duelo no se celebra y Nataniel pide perdón a su amada Clara y a Lotario.

Después de este incidente, Nataniel, recobró la calma y despejó los peligros que le oprimían.

Al cabo de tres días tuvo que marcharse para terminar el último año de sus estudios universitarios y una vez finalizados se establecería en su país natal con su prometida.

Al llegar a la ciudad vio que su casa de hospedaje había sido pasto de la llamas y entonces lo llevaron a una habitación alquilada que estaba situada frente a la casa del profesor Spalanzani. Desde una ventana se podía ver el interior del gabinete del físico, donde se veía a Olimpia muda e inmóvil.

Nataniel se extrañó que Olimpia permaneciese en la misma actitud horas y horas; pero desde luego era una muchacha muy hermosa.

Un día que estaba escribiendo una carta a Clara llamaron a la puerta y era Giuseppe Coppola, el vendedor de barómetros; pero ahora le ofrecía unos anteojos de larga vista y Nataniel le compró un pequeño anteojo, que probó mirando por la ventana hacia el gabinete de Spalanzani y pudo ver con claridad el hermoso semblante de Olimpia, aunque en la misma actitud, únicamente los ojos le parecieron fijos, como muertos.

Siguió mirando a Olimpia con el anteojo hasta que llegó su amigo Segismundo para asistir a la clase del profesor Spalanzani.

Spalanzani decide dar una fiesta con un concierto y baile al que asistiría lo más granado de la universidad. Se rumoreaba que el profesor iba a presentar en sociedad a su hija Olimpia. En efecto Olimpia apareció engalanada con un gusto exquisito y andaba con una especie de rigidez, quizá debido a su timidez. Comenzó el concierto y Olimpia tocaba el piano con habilidad, incluso cantó un aria con voz sonora.

Comenzó el baile y todos los deseos de Nataniel consistían en invitar a bailar a Olimpia, cosa que logró con relativa facilidad. Nataniel creyó haber bailado al compás, aunque sentía la rigidez rítmica de Olimpia. Exaltado por el baile y el vino, Nataniel perdió la timidez y se sentó junto a Olimpia, tomó su mano y la habló del amor que sentía por ella; pero solo suspiraba y balbuceaba: “¡Ah...ah...ah…!”

El baile había cesado y la estancia se fue despejando. Tenía que separarse de Olimpia; besó su mano y sus labios fríos.

Su amigo Segismundo que había asistido a la fiesta, le pregunta: “¿ cómo es posible que un hombre razonable como tú se pueda enamorar de una muñeca?”. Nataniel le responde: “¿cómo es posible que un hombre como tú con tan buenos ojos no haya visto los encantos y los tesoros ocultos en la persona de Olinpia?”2. Segismundo comprendió el estado de Nataniel y desvió la conversación, diciendo que en el amor es difícil juzgar. No obstante le dice que le parece rígida e inanimada. Su cuerpo está bien proporcionado; pero sus ojos no tienen expresión.

Nataniel se despidió de Segismundo y dijo muy serio: “Todos vosotros sois unos jóvenes prosaicos y por eso Olimpia os inquieta. ¡Sólo a los caracteres poéticos se le revela lo que es semejante! Solamente me mira a mí (…), y yo solo vivo en el amor de Olimpia”3.

Segismundo le dijo: “-¡Que Dios te proteja hermano!; pero creo que vas por mal camino”.

Nataniel se había olvidado por completo de Clara, de su madre y de Lotario. Solo existía para Olimpia y pasaba los días enteros junto a ella leyéndole sus poemas, canciones, novelas y cuentos y nunca había tenido una oyente más solícita: no tejía, no cosía, no miraba por la ventana, permanecía con la vista fija en el amado. Solo cuando Nataniel le daba un beso decía: ¡Ah...Ah...ah! Y luego: “¡Buenas noches, amor mío!”

El profesor Spalanzani veía con buenos ojos la relación de Nataniel con su hija Olimpia y por esto prodigaba al estudiante las mayores atenciones.

Nataniel se atrevió a insinuar un matrimonio con Olimpia y el profesor con una gran sonrisa le dijo que lo dejaba a la elección de su hija. Por fin se decidió a ir a casa del profesor y ofrecer a Olimpia el anillo de oro en señal de compromiso. Pero al llegar al último tramo de la escalera oyó un estrépito tremendo en la habitación de Spalanzani. Eran las voces de Spalanzani y Coppelius que estaban disputando las piezas de Olimpia. Nataniel retrocedió ante aquel espectáculo y quiso arrebatar a su amada de las manos de los rabiosos combatientes, pero Coppelius le obligó a soltar a la presa; luego le dio un fuerte golpe a Spalanzani, que lo dejó aturdido en el suelo. Coppelius se cargó en el hombro a Olimpia y desapareció.

Nataniel al ver la cabeza de Olimpia en el suelo reconoció que era una figura de cera y que sus ojos eran de esmalte. Spalanzani tendido en el suelo en medio de numerosos fragmentos de vidrio, le dijo: “¡Corre detrás de él! (…) Coppelius, Coppelius me ha robado mi mejor autómata en el que he trabajado 20 años. ¡Vete en busca de él...traéme a Olimpia...aquí tienes sus ojos!”4

Nataniel vio los dos ojos que le miraban con fijeza y se volvió loco. Empezó a proferir incoherencias y precipitándose sobre le profesor quería estrangularle. Ante tal escándalo acudieron los vecinos y le sujetaron con la ayuda de su amigo Segismundo y fue conducido a un manicomio.

Después de este incidente el profesor y fabricante de autómatas Spalanzani abandonó la Universidad por la burla macabra que había ocasionado a Nataniel y también para evitar la venganza de los estudiantes, así como para evitar un proceso judicial. Coppelius, por supuesto, también despareció.

Cuando Nataniel recobró la razón se hallaba en casa de su madre con Clara a su lado, que le manifestaba su amor. Segismundo que no había querido abandonar a su amigo, le felicitó por su recuperación. La felicidad volvió a reinar de nuevo en la casa con los cuidados de su madre, de su amada y de Segismundo. A todo esto se añadió la muerte de un viejo tío, que parecía pobre, pero la había dejado a la madre una casa cerca de la ciudad con una buena herencia.

Deciden, entonces, trasladarse allí los cuatro con la intención de Nataniel y Clara de casarse. Nataniel estaba amable y reconocía el carácter maravilloso y puro de Clara.

Así pues, llegó el día de ir a la nueva casa de la ciudad y al pasar junto a la iglesia, clara dijo:”¡Eh! Nataniel, ¿quieres que subamos al campanario para contemplar una vez más las montañas y los lejanos bosques?”5 Y subieron los dos solos , pues Lotario no quería cansarse subiendo una escalera de tantos peldaños.

Una vez arriba Nataniel buscó en el bolsillo el anteojo de Coppola. Clara estaba delante del cristal y Nataniel notó que el pulso le latía con rapidez y fuera de sí lanzó un grito ronco y feroz: “¡Muñeca de madera, vuélvete!” y trató de arrojar a Clara al vacío; pero ella se agarraba a la barandilla con desesperación y por fortuna Lotario se percató de la situación y subió la tortuosa escalera de la torre. Hizo saltar la puerta de acceso a la plataforma, agarró a su hermana y le dio un golpe en la cabeza a Nataniel. Lotario bajó la escalera con su hermana desmayada en sus brazos.

Nataniel fuera de sí corría por la plataforma y gritaba:”¡Horno de fuego, revuélvete, horno de fuego, revuélvete!”6. Empezó a congregarse la multitud ante tales gritos y en medio de los curiosos apareció de repente el abogado Coppelius y como algunos hombres quisieran socorrer al loco, Coppelius riendo dijo: “¡bah, dejadle, que ya sabrá bajar solo!”. En esto Nataniel inclinado sobre la barandilla divisó al punto a Coppelius, y le reconoció y empezó a gritar: “¡Ah, bellos ojos...bellos ojos!” y saltó al vacío.

Y mientras Nataniel yacía en las losas de la calle, Coppelius desaparecía entre la multitud.

Años más tarde Clara vivía en un país lejano en una casita de campo con un marido dulce y dos niños. Clara había encontrado la felicidad doméstica, felicidad que nunca hubiera logrado al lado del trastornado héroe romántico Nataniel.



 
 
                                                                           
 
 
 
PERSONAJES

Clara es la prometida de Nataniel y hermana de Lotario,de temperamento tranquilo y reflexivo; pero alegre y expansiva. Se trata de un personaje con los pies en el suelo: alegre y vivaz, penetrante y lúcida. Por lo tanto sería el contrapunto de Nataniel: racionalidad e Ilustración versus imaginación y Romanticismo, cordura versus locura.

La racionalidad de Clara se refleja en la descripción de sus ojos: claros y profundos, de tal forma que parecen un lago o un espejo.

Clara es tan racional, que a Nataniel le parece un autómata inanimado. Clara no comprende la sensibilidad de Nataniel. Por eso después de la muerte de Nataniel lleva una vida sosegada con un matrimonio ejemplar.

Clara bien podía ser el doble de Olimpia. Al final Nataniel intenta matarla empujándola desde la plataforma, porque la confunde con la muñeca de madera en su delirio. Nataniel pretende hacer con Clara lo que Spalanzani y Coppola hicieron con Olimpia: destruir el autómata que había creado.

A pesar de estas semejanzas, antes de la tragedia, Clara y la madre de Nataniel eran las que podían calmarle y hacerle razonar temporalmente; es decir mitigaban la enajenación de Nataniel, mientras que Olimpia, muñeca autómata verdadera, fomentaba su delirio.



Nataniel ( en hebreo: el regalo de Dios) es el protagonista absoluto del cuento, gran narcisita. Su nombre contiene alusión a la vida (nacimiento: natal) y a la muerte (Thanatos, dios griego de la muerte).

Frente a Clara representa la visión romántica del mundo: sensible, introvertido, egocéntrico, narciso. Es incapaz de distinguir la realidad de la fantasía y siente fascinación por lo maravilloso y lo imaginativo. No se integra en la sociedad, la rechaza y se encierra en su mundo.

Según avanza la narración la enajenación de Nataniel va en aumento y sus visiones negativas y su aislamiento social le conducirán a la autodestrucción.



Olimpia (la que viene del monte Olimpo) es la hija de Spalanzani, muñeca autómata y es una de las causas principales de la alienación de Nataniel.

Es la segunda amada de Nataniel y cuanto más se aleja de Clara por su racionalidad, más se acerca a Olimpia, que escucha impasible sus poemas, satisfaciendo su narcisismo.

Las dos figuras tienen muchas similitudes. Clara se caracteriza por la pureza de líneas del talle y Olimpia por la perfección de su talle. Además se parecen por sus miradas claras y casi inanimadas y en los ojos de ambas mujeres, Nataniel se refleja como en un espejo. Sin embargo Nataniel se inclina por Olimpia, porque le puede dar amor y comprensión..

La autómata, doble artificial de Clara, cumple mejor la función de espejo de narciso, dado que le permite proyectar sus inquietudes artísticas en ella.

Tanto Nataniel como Olimpia son marginados de la sociedad, ella vivía oculta por su padre-creador, porque no es un ser humano y Nataniel por su trauma infantil y su locura.

Al final se sabrá la identidad de la muñeca de madera y se ´robarán´sus ojos, mientras Nataniel se suicida después haber visto a Coppelia destrozada y después de haber confundido a Clara con la muñeca autómata.



La madre de Nataniel, se vale de los cuentos populares como El hombre de arena para dormir a sus hijos: Nataniel y su hermana; aunque es un personaje secundario, no tiene nombre, tiene su importancia; porque es la persona que introduce al hombre de arena en la vida de Nataniel, detonante del miedo infantil, del trauma y , finalmente del delirio y de la tragedia de Nataniel.

Cuando ya es adulto le cuida de su delirio.

Nataniel pregunta a su madre, quién era el hombre de arena y su madre le responde que dicho fantasma no existía, que solo era un dicho para que los niños fueran a acostarse; pero Nataniel no la creía y seguía pensando en Coppelius; por eso decidió preguntárselo a la criada, que le contaría que se trataba de una especie del hombre del saco que se llevaba a los niños y esto supone el inicio del trauma de Nataniel.



Coppelius, socio del padre de Nataniel en sus experimentos con alquimia, identificado por Nataniel como el hombre de arena. Es un individuo grande, deforme, siniestro y supuesto causante de la muerte del padre de Nataniel. Personaje que permea todo el relato y tiene su aparición final justo antes del suicidio de Nataniel.

Guisuppe Coppola, comerciante de barómetros y gafas

Spalanzani, profesor de Nataniel y se hace pasar por el padre de Olimpia

Padre de Nataniel, también innominado, hace con Coppelius ensayos secretos de alquimia, fruto de lo cual pierde la vida; este hecho sucede en la infancia de Nataniel.

Lotario, hermano de Clara y amigo de Nataniel, a quien dirige dos cartas.

Segismundo, estudiante amigo de Nataniel, a quien trata de proteger en el infortunio, al igual que Clara representa la racionalidad frente al delirio de Nataniel.



COPPELIA

 
 
                                                                            
 
 
 
Ballet en tres actos con música de Leo Delibes y coreografía de Arthur Saint-León. Estrenado en París en el Teatro de la Ópera el 25 de mayo de 1870. Está inspirado libremente en el cuento de E.T.A. Hoffmann “El hombre de arena” (Der Sandermann).

La acción transcurre en una aldea donde viven la traviesa Swanilda, su novio Franz y el artesano juguetero Coppelius. Este último habita en una casa misteriosa donde guarda sus creaciones: muñecas de tamaño humano. Su pieza preferida es la muñeca Coppelia, y es tan real, que todo el mundo que la ve sentada en el balcón, cree que se trata de una joven de verdad.

Swanilda se enfada porque no consigue atraer la atención de Coppelia, aunque haga todo tipo de aspavientos y dé voces desde la plaza; pero su enfado sube de tono, cuando descubre que su novio Franz intenta flirtear con Coppelia.

Entran los aldeanos en la plaza y con ellos el Terrateniente, anunciando que habrá una fiesta para celebrar la instalación de una nueva campana en el pueblo y que todos los que estén prometidos serán obsequiados con unas moneadas. Swuanilda quiere probar la fidelidad de Franz, quien le asegura su amor sin mucha convicción.

Por la noche, el juguetero Coppelius, sale de su casa y en el camino pierde la llave; Swanilda y sus amigas la encuentran y la curiosidad las empuja a entrar en el taller.

Cuando Coppelius se da cuenta que ha perdido la llave, vuelve y al ver la puerta abierta entra con sigilo para descubrir al intruso. Mientras tanto Franz ha decidido subir al balcón para conocer a la chica misteriosa, que tanto le atrae.

Dentro del taller, Swanilda descubre que Coppelia es solo una amuñeca y las chicas se divierten con los diferentes autómatas vestidos de escoceses, chinos o españoles, que bailan pasos típicos. Llega Coppelius y las echa a todas, excepto a Swanilda, que se esconde en la alcoba de Coppelia y se ha puesto sus ropas para que no la reconozca.

Después entra Franz y Coppelius lo atrapa y lo duerme con una droga. Se le ocurre, entonces, que podía utilizarlo para llevar a cabo su obra maestra; transferir el espíritu del joven a su muñeca preferida para que esta cobre vida.Swanilda, entre tanto, le sigue el juego y le hace creer que la muñeca puede moverse con cierta soltura natural, hasta que vuelven sus amigas y Franz despierta.

Entonces Coppelius se da cuenta que todo es un engaño

De nuevo en la plaza del pueblo se hace la presentación de la campana. El terrateniente hace su regalo a las parejas de prometidos y también a Coppelius, quien se queja que sus muñecos quedaron destrozados la noche anterior.

La obra concluye con la boda de Swanilda y Franz, final feliz, pues.



Los personajes de Coppelia son la traviesa Swanilda, una muchacha vivaracha y con una personalidad nada complicada y la secunda su prometido Franz, también sin ninguna complicación; si acaso parece que no le hace el caso que merece, dado que pretende flirtear con Coppelia hasta el hecho de escalar al balcón para conocer a la bella e inmutable Coppelia.

Coppelius, el artesano juguetero, habita en una casa misteriosa en la plaza del pueblo y se dedica a fabricar muñecas de tamaño humano y su pieza preferida es Coppelia y está tan lograda, que todos los que la ven sentada en el balcón, creen que se trata de una joven de carne y hueso.

Coppelius entraña al hombre misterioso y mago; porque cuando sorprende a Franz en su casa lo duerme con un somnífero e intenta transferir el espíritu del joven a su muñeca preferida para que ésta cobre vida. Coppelius contaba con la ayuda pícara de Swanilda que hábilmente disfrazada le seguía el juego hasta que se dio cuenta del engaño. Todo muy en consonancia con este ballet vivo, festivo, lleno de color y alegría.



 
                                                              
 
 
A MODO DE CONCLUSIÓN


la acción de El hombre de arena se desarrolla en un entorno urbano, bien en la ciudad donde vive Nataniel, bien en la ciudad universitaria, donde tiene la casa el profesor Spalanzani.

La acción de Coppelia transcurre en una aldea o pueblo fronterizo donde hay influencias de varias etnias y de su folclore: húngaros, polacos, ucranianos y gitanos, entorno rural, pues.

En cuanto a los personajes podemos identificar en las dos obras a Coppelia con Olimpia, ambas muy perfectas de formas, a Swanilda con Clara, aunque con sus diferencias, porque Clara encarna la racionalidad, el pragmatismo y Swanilda es más divertida.

De ninguna manera podemos comparar a Franz, personaje lineal, con el alambicado y romántico Nataniel.

A Coppelius si lo podemos poner en el lugar de Spalanzani-Coppelius, porque ambos han producido una muñeca autómata perfecta y en los dos casos se descubre el engaño con desenlace trágico en el hombre de arena y con final festivo en Coppelia.

No cabe duda que son dos medios de expresión distintos y el gran valor de El hombre de arena ha sido el de inspirar el ballet Coppelia, que ha tenido tanto éxito, de tal manera que se sigue representando en los principales teatros del mundo desde el Bolsoi al Metrpolitan de Nueva York.

El hombre de arena ha inspirado otras obras en la actualidad como:

The Sandman (Stop motion) del director Paul Berry, nominado al Óscar y ganador del Craft Prize for Best Animation en el Otawa International Festival.

La banda de rock “Metallica” publicó en 1991 el disco sencillo, Enter Sandman, que fue disco de oro en USA y la letra de la canción hace referencia a Nataniel.

Extraliterariamente “Coppelia” es una famosa heladería de La Habana, empresa nacional cubana creada en 1966, cuyo logotipò está formado por las piernas y los muslos de una bailarina rematados por un breve tutú.



 
                                                                     
 
 
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA

Bravo-Villasante Carmen, El alucinante mundo de E.T.A Hoffmann, José Olañeta editor, Palma de Mallorca, 1992.

- Los autómatas de Hoffmann, Olañeta Editor, Palam, 1992

Hoffman E.T.A. Centos, 1 y 2, Alianza Editorial, Madrid, 2002 (2ª edición)

Janés Nadal Alfonsina, Klreisler, Murr y su mundo, Endymión, Madrid, 1994

Leo Delibes, Coppelia (ballet), libreto de Saint-León Arthur y Nuitter Charles, 1DVD-Video y folleto, Planta de Agostini, Barcelona, 2010

Martini Fritz, Historia de la literatura alemana, Editorial Labor, Barcelona, 1964

Riquer, M. de y Valverde J.M: “Romanticismo y Realismo”, en Historia de la literatura universal, Vol 7, Olaneta, Barcelona, 1985






Madrid, 21 de febrero de 2020





Anastasio Serrano

1.- E. T. A. HOFFMANN, Cuentos 1 y 2, Alianza Editorial, Madrid, 2002 (pp. 58 y 59). Todas las citas textuales serán de esta edición.

2.- Op. Cit. p. 85

3.- Op. Cit. p.85

4.- Op. Cit. p. 88

5.- Op. Cit. p.91

6.-Op. Cit. p. 92

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