Yo diría
que la crítica literaria enriquece la literatura
JORGE LUIS BORGES
La labor del crítico literario consiste en informar sobre la obra que juzga; tiene que interpretarla: cuál es su mensaje, qué nos transmite, cuáles son las innovaciones formales y por último valorarla.
Si seguimos el criterio
de Dámaso Alonso (Poesía Española, Gredos, 1993), dice que
el primer conocimiento de la obra literaria es la intuición del
lector.
Las obras literarias no
se escriben para los comentaristas y para los críticos, sino para el
lector; y continúa Dámaso Alonso: a ambos lados de la obra
literaria hay dos intuiciones: la del autor y la del lector.
Pero hay un segundo
conocimiento de la obra, el del crítico, que es un lector con una
capacidad de lectura muy intensa. Sería, pues, el lector excepcional
que tiene una capacidad intuitiva, totalizadora sobre la obra que
lee; y, además, tiene una gran capacidad expresiva, comunicativa y
de escritura de esas intuiciones y las transmite. Así pues, informa,
interpreta y valora y su juicio sirve de guía para los lectores.
El crítico es ese lector
ideal, que frente a una obra literaria auténtica, llegará a una
intuición semejante a la que expresó el autor; y frente a una obra
inauténtica descubrirá, en seguida, la falta de intuición
artística por parte del creador. La misión del crítico consistirá
en discernir entre una obra literaria y un producto meramente
editorial. Pero, ¿cómo tiene que ser el crítico, ese lector ideal?
Pues, lógicamente, tiene que tener una sólida formación literaria
y un abundante caudal de conocimientos y un gusto literario muy
educado.
Todos los teóricos de la
crítica literaria urgente manifiestan, que el crítico no tiene que
perder la ingenuidad del lector (la intuición de D. Alonso), la
primera impresión de lectura y a partir de ahí enriquecerla con
razones críticas y técnicas y adentrarse en la complejidad de la
obra literaria.
El crítico no debe
‘contar’ la obra, sino analizar su estructura, sus rasgos
literarios nuevos y hacer un juicio valorativo final.
Por otra parte, el
crítico tiene que ser un buen escritor, tiene que transmitir con
claridad técnica la valoración crítica, sin jergas.
Otro asunto que nos
interesa dilucidar entre las funciones del crítico sería
primordialmente separar el grano de la paja, es decir, las obras
literarias de los productos editoriales. Debe prevenir al lector de
la publicidad de las editoriales, que incluso en colecciones de
prestigio, colocan un éxito de ventas.
A veces el enfoque
interpretativo de una obra literaria varía mucho de un crítico a
otro y ello ha dado pie a la corriente de las lecturas múltiples,
tantas como lectores, no todas las lecturas, ni las interpretaciones
son igualmente aceptables.
La función del crítico
tiene un alcance social, por lo tanto prodigar elogios a diestro y
siniestro para no crearse enemigos, perjudica a las obras de calidad
y borra toda jerarquía estética. Tampoco es cuestión que el
crítico se dedique a repartir mandobles por doquier, sino que debe
mantener unos postulados estéticos e ideológicos y ser ponderado en
sus juicios.
Otro aspecto importante
de la crítica son las publicaciones en las cuales el crítico ejerce
su función orientadora, que normalmente son los suplementos
literarios o culturales de los periódicos (ABC, EL CULTURAL,
BABELIA, LA RAZÓN, LA VANGUARDIA), y aquí ya topamos con los
intereses de los grupos editoriales, diarios que pertenecen a un
grupo editorial o la dependencia de los contratos de publicidad, la
competencia entre editoriales etc.; por lo tanto el primer crítico
es la redacción del periódico aceptando o silenciando una obra.
También hay que tener en
cuenta que estos suplementos trazan el panorama de las novedades
semana a semana, con lo que la labor del crítico se ve sometida a
plazos muy breves, de ahí crítica urgente, también llamada
militante.
Esta crítica también se
ejerce en las revistas culturales, donde con algo más de calma se
escriben reseñas y críticas de libros, destinadas a un público
menos numeroso. Estas revistas son, entre otras: Cuadernos
Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Ínsula, Quimera,
Archipiélago.
El crítico tiene que ser
exigente con los escritores de prestigio. Debe desmitificar a los
escritores, cuyo prestigio de debe a razones extraliterarias y
distinguir entre obras buenas o menos buenas de un escritor
consagrado.
Sin embargo con los
escritores que empiezan debe ser exigente, pero benévolo, no vale la
pena hacer críticas muy negativas. Todo creador merece un respeto,
aunque solo sea por aspirar a saltar la gran muralla que lleva a la
literatura de calidad.
Por último la profesión
de crítico no se estudia en ninguna facultad, el crítico es
autodidacta; aunque una sólida formación académica es muy
importante; pero serán las lecturas, la intuición y el buen gusto
literario, los que le llevarán a escribir buenas críticas.
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