TRAICIÓN, DERROTA, VENGANZA Y JUSTICIA EN
EL CANTAR DE ROLDÁN, LOS CARROS DE NÎMES
Y EL CANTAR DE MÍO CID.
INTRODUCCIÓN:
La
difusión de la épica primitiva de los cantares de gesta (Alborg,
1981, 38-42) está ligada a la persona del juglar. Los relatos épicos
no se componían para ser difundidos por escrito, sino por vía oral.
Los juglares recorrían los pueblos y castillos recitando relatos
épicos o cantando canciones líricas acompañándose de instrumentos
musicales y recibían una paga de sus oyentes.
Así
pues, los juglares ofrecían, a la vez, una información y un
espectáculo, aunque aquí lo que nos interesa es el juglar que se
dedicaba al recitado de composiciones narrativas y su actuación
vendría a ser algo así como una representación dramática de un
solo personaje.
El
oficio o arte de los juglares es lo que se conoce como “mester de
juglaría”, es decir menester, ocupación o profesión.
Los
relatos épicos que recitaban los juglares en las plazas, atrios de
las iglesias o en los castillos reciben el nombre de cantares de
gesta, que eran unos poemas de carácter heroico, que tenían por
objeto narrar las hazañas de personajes heroicos o sucesos notables
de la vida nacional, que merecieron ser divulgados y en este sentido
la epopeya románica es la hermana mayor de la historiografía.
Estas
gestas, con propiedad, reciben el nombre de cantar, porque no estaban
destinadas a la lectura, sino al canto o la recitación.
Una
característica importante de esta épica medieval es que va dirigida
a todo el mundo sin discriminación, desde el rey hasta el más
humilde de los lugareños y también que suele tratar de asuntos
contemporáneos; por tanto inteligibles para el público sin especial
información o preparación.
El
juglar, como portavoz y recreador de la poesía que difundía, añade,
suprime y modifica versos o pasajes completos según los gustos del
auditorio, que, en definitiva, es quien paga. Todo esto es lo que ha
propiciado las variantes que se encuentran en los diferentes
manuscritos; así como, muchas veces, era la memoria del juglar el
único documento; ya que las copias en pergamino eran muy escasas por
el alto coste.
La
única gesta castellana conservada es el Cantar de Mío Cid,
de mediados del siglo XII, lo que no quiere decir que no existieran
antes de él otros muchos cantares de gesta.
Referente
al origen de los cantares de gesta tenemos dos teorías: la
individualista, defendida por J. Bedier y la neotradicionalista
defendida por Menéndez Pidal.
Bedier
piensa que tanto la Chanson de Roland, como el Poema de Mío
Cid son obra de poetas individuales y que fueron escritas varios
siglos después de los sucesos y sus autores serían poetas cultos,
de carácter clerical, que tomaron los datos de algún cronicón
conservado en alguna abadía o monasterio.
Menéndez
Pidal, por el contrario, piensa que el origen de los cantares de
gesta es muy anterior a los textos conservados y que éstos no pueden
ser explicados sin tener en cuenta una larga tradición de textos
perdidos. Si el Cantar de Roldán y el Cantar de Mio Cid
fueron las primeras obras escritas en francés y en español, serían
un milagro literario; por lo tanto tuvo que precederles mucho tiempo
de trabajo literario anónimo para que los textos alcanzaran la
dignidad artística que poseen.
La
teoría de Menéndez Pidal, largo tiempo sostenida y razonada, ha
sido confirmada por el descubrimiento de Dámaso Alonso en 1954 de un
pequeño texto llamado por él “Nota Emilianense” (por proceder
del monasterio de San Millán1),
en el cual aparece un breve relato de la derrota de Roncesvalles, que
sigue en líneas generales la Chanson de Roland y da
los nombres principales de la gesta. La “Nota Emilianense” ha
sido fechada entre el año 1054 y 1076, es decir de 30 a 50 años
antes de de la Chanson. Esto demuestra que la difusión del
tema épico de Roldán fue mucho antes de la gesta conservada y por
tanto la existencia de primitivas redacciones de la leyenda, es decir
“la existencia de una actividad épica latente” (Menéndez Pidal
en comentarios a la “Nota”).
Por
último un rasgo fundamental de la poesía épica medieval es su
carácter anónimo.
La
crítica posterior matizará es tas dos posturas la individualista y
la neotradicionalista.
EL
CANTAR DE ROLDÁN:2
(Siglo XI)
El Cantar de Roldán está alejado 3 siglos de los hechos
históricos a los que alude. En efecto, (Riquer Martín, 1982: 8.11)
el 15 de agosto del año 778 era derrotada en Roncesvalles la
retaguardia del ejército de Carlomagno, comandada por Roldán, que
regresaba a Francia tras haber fracasado en la toma de Zaragoza a los
sarracenos. Este desastre del ejército del emperador de la barba
florida parece ser que impresionó a las gentes y se conservó no
sólo en las crónicas, sino también en la tradición oral, en forma
de breves cantos noticieros o “cantilenas”, que cumplían una
función informativa y emocional al mismo tiempo. Estos cantos
noticieros se mantuvieron en la memoria de las generaciones,
trasmitiéndose oralmente de unas a otras, y constituyeron el
repertorio de los juglares, que recitaban ante el público, tanto en
los castillos y cortes como en las plazas, ferias y ante los
peregrinos.
La cantilena de Roldán consta que fue recitada por un juglar antes
de la batalla de Hasting, el 14 de octubre de 1066, con el fin de
levantar el ánimo de los normandos para luchar contra los
anglosajones. El Cantar de Roldán pervivirá durante varios
siglos hasta alcanzar una trama novelesca muy alejada de lo ocurrido
en la batalla de Roncesvalles.
La figura de Roldán, del que solo sabemos que fue prefecto de
Bretaña y que murió en Roncesvalles al mando de la retaguardia del
ejército de Carlomagno, fue creciendo hasta convertirse en un héroe
épico de leyenda. Así se le adjudica el parentesco de sobrino de
Carlomagno (error histórico) e hijastro de Ganelón, el traidor,
personaje ficticio.
Roldán es un caballero valiente, pero de un heroísmo imprudente; la
tradición le dio un compañero sensato y prudente, Oliveros, también
ficticio; así como la mayoría de los personajes tanto francos como
sarracenos, que figuran en el Cantar son novelescos.
Este Cantar de Roldán nacido de la oralidad y difundido por
lo juglares, fue copiado en algunos manuscritos, gracias a los cuales
han llegado hasta nosotros las diversas versiones que circulaban por
Francia, Inglaterra y el norte de Italia en los siglos XII, XIII, XIV
y XV. El más antiguo de estos manuscritos es el conservado en la
Biblioteca Bodlediana de Oxford, el manuscrito Digby 23, escrito en
lengua anglo-normanda, fechado en el siglo XII, que seguramente
reproduce un texto de finales del siglo XI.
Como se ha dicho, el Cantar de Roldán está muy alejado
temporalmente de los hechos sometidos a novelización, que pretende
reflejar; además la fama del héroe se extendió por varios países,
Inglaterra, Francia, Italia; por lo tanto podemos inferir que el
Cantar fuera un vehículo de propaganda del imperio carolingio
y de la Iglesia, que daba a éste, espíritu de conquista y carácter
de Cruzada (la lucha contra el infiel).
En cuanto al autor (Victorio J. 2001, 15-17) podemos decir que es un
clérigo, un eclesiástico, no un juglar, pero este clérigo
aprovecha una materia anterior, como evidencian las diferentes
versiones que se han conservado del Cantar (Venecia IV, Venecia VII,
Chateaurroux, Lyon, Cambridge). Este clérigo hace una refundición
más artística que mecánica de un texto anterior; por lo que no se
trata de un mero copista. Autor, pues, clérigo, perteneciente al
“mester de clerecía” según la terminología española. El
último verso del Cantar dice: “ci falt la geste que Turoldus
declinet” (v. 4002), según esto el autor sería Turoldo,
refundidor y responsable de manuscrito de Oxford.
Ahora vamos a estudiar la traición, derrota, venganza y justicia en
el Cantar de Roldán.
La traición (vv. 1-813):
Comienza el Cantar con la asamblea del rey musulmán Marsil de
Zaragoza con sus principales, en la cual sopesan la inminente
invasión de España por Carlomagno y para evitarlo Blancandrín
propone enviar al rey Carlos una embajada con regalos muy valiosos y
10 ó 12 rehenes para darle confianza. Marsil elige a 10 hombres de
entre los más felones para que se presenten a Carlomagno con sendos
ramos de olivo y con la promesa de que en un mes el propio Marfil irá
a verlo con 1000 vasallos y recibirá la ley de los cristianos.
El Emperador recibe en audiencia a Blancadrín, recoge los obsequios
y se hace cargo de los rehenes.
Comienza entonces el consejo de Carlomagno y en el verso 178, ya hay
una anticipación épica: “Ganelón también vino, el que hizo
traición”. Continúa el consejo en el que Carlomagno expone a su
caballeros principales, cuáles son las intenciones de Marfil y los
caballeros franceses responden: “Debemos desconfiar” (v. 192).
Interviene Roldán, sobrino del Emperador, e informa que una embajada
semejante ya mandó Marfil y que se le reenvió embajada con dos
condes: Basán y Basilio y los mandó decapitar. Nada dicen el resto
de los consejeros, excepto Ganelón/Judas, que en el verso 220 ya
comienza a gestarse la traición de Ganelón y dice así: “¡Mala
hora si creéis al bribón (…)”, Ganelón viene a decir que se
acepten las condiciones de Marfil, que viene de buena fe.
Se ofrece el duque Naimón para llevar a cabo la embajada, también
se ofrecen Roldán y el arzobispo Turpín, pero el Emperador manda
callar.
Roldán propone como embajador a Ganelón y todos están de acuerdo.
Vienen después unas palabras airadas e insultantes de Ganelón hacia
Roldán por el peligro que suponía la embajada y correr la misma
suerte que los condes Basán y Basilio. El antagonismo entre los dos
personajes es patente. Ganelón tiene envidia de Roldán. Ganelón
promete que si viene con vida de la embajada, se vengará de Roldán
(vv. 289-291). El futuro traidor muestra su odio a Roldán, a
Oliveros y a los Doce Pares de Francia.
El rey, por fin, el entrega el guante y el bastón a Ganelón para
que vaya a Zaragoza y cuando va a tomar el guante, éste se cae al
suelo y los franceses dicen si no será un mal augurio, a lo que dice
Canelón: “Ya tendréis mis noticias” (v. 336).
Ganelón y Blancandrín cabalgan juntos y ambos van a tramar la
muerte de Roldán.
Llegan a Zaragoza y Ganelón le trasmite el mensaje del rey Carlos,
que lleva una oferta y una amenaza; la oferta, media España y la
amenaza, si no abraza la ley cristiana, será llevado a Aix y
ajusticiado.
Ganelón informa a Marfil de la potencia del rey Carlos con Roldán,
Oliveros y los Doce Pares de Francia, que forman una vanguardia de
20.000 hombres. Marfil, por su parte, con un talante oriental quiere
persuadir a Ganelón, ya totalmente entregado a la traición, que
propone a Marsil: “Con sólo veinte rehenes que podáis enviarle/
hacia su dulce Francia se volvería el rey;/ sólo su retaguardia
dejará de esa parte. /Ahí está Roldán, su sobrino, yo creo, / y
también Oliveros, el noble y el cortés./ ambos pueden morir” (vv.
572-577).
La traición queda tramada, porque el rey con la confianza de los
rehenes pasará a Francia y dejará en retaguardia a su sobrino
Roldán, Oliveros y 20.000 hombres, que Marfil puede derrotar
enviando 100.000 sarracenos. Marfil le hace jurar al traidor la
muerte de Roldán a lo que accede Ganelón: “Sea como gustéis”
(v. 606).
Regresa Ganelón con los regalos y los 20 rehenes; entrega las llaves
de Zaragoza y manifiesta que los paganos se han embarcado para
Oriente y en una tempestad han sucumbido todos y que Marfil en un mes
irá a Francia a recibir la ley cristiana. El rey confiando en la
información de Ganelón y con la garantía de los rehenes se
encamina a la ‘dulce’ Francia.
Paralelamente Marsil prepara a sus huestes para dar la batalla a la
vanguardia de Carlomagno, ahora en la retaguardia comandada por
Roldán, que ha sido elegido para ello por los barones y sobre todo
por Ganelón, que se va para Francia con el rey. Roldán no recibe de
buen grado comandar la retaguardia, cuando siempre ha ido en la
vanguardia del Emperador y le dice estas palabras a Ganelón: “¡Ah
mal padre- le dice- de una puta familia!” (v. 763).
Entonces el rey le entrega el arco, que simboliza el mando de tropas
y con 20.000 franceses conformará la retaguardia.
El Emperador emprende el regreso a Francia a través de Roncesvalles.
La traición de Ganelón, pues, está servida, porque Roldán será
atacado por 100.000 sarracenos.
La derrota (vv. 814-2396):
Camino de la dulce Francia el duque Naimón le pregunta al rey:
“Señor, ¿qué es lo que os atormenta?” (v. 832) y el rey le
responde que teme que Francia será destruida por la traición de
Canelón, que un ángel se lo anunció en un sueño.
Entre tanto Marsil, rey de Zaragoza, se apresta a preparar un
ejército de 100.000 hombres.
Poco después Oliveros se da cuenta que los sarracenos vienen a su
encuentro y le dice Roldán: “Debemos mantenernos por nuestro rey
aquí; /por el señor se deben sufrir todas las pruebas” (vv.
1009-1010), una prueba más del buen vasallo que es Roldán, de su
fidelidad feudal.
Oliveros ante la inminencia del combate y la desigualdad numérica,
que no de valentía, le dice a Roldán que toque el olifante: “Le
responde Roldán: haría como un necio, / pues en la dulce Francia
perdería mi fama”( vv.1053-1054), y le insiste, hasta tres veces,
que toque el olifante para que el rey venga en su ayuda; pero el
desmesurado Roldán defiende su honor y el de su familia y se niega.
Comienza la batalla con todos los bríos del conde, que se da cuenta
de la traición de Ganelón, cuando ve tanta gente armada, dice
Roldán a Oliveros. “Vos, señor compañero, lo sabíais muy bien/
que Ganelón a todos nosotros ha vendido: / por ello recibió oro,
haberes y dinero” (vv. 1144-1146).
Los franceses luchan con bravura y honor; pero la victoria se va
decantando de lado de los sarracenos y es cuando Roldán accede a
tocar el olifante, lo oiga el rey y acuda en su ayuda, así dice
Roldán: “Sonaré el olifante, / así Carlos lo oirá, que aún
está en los puertos” (vv. 1702-1703); y Oliveros en ese momento lo
desaprueba, quizá ya no hay remedio y le recrimina que no lo hubiera
tañido antes.
Interviene el arzobispo Turpín, le dice que cesen en la discusión y
que suene el olifante. Oye Carlomagno el olifante y dice: “Nuestros
hombres libran batalla” (v. 1758). Ganelón lo pone en duda. El
duque Naimón dice: “¡Es un barón que sufre! / (…) Quien pide
que sigáis es porque hizo traición” (vv.1790-1793).
El Emperador da orden de ir a socorrer a Roldán y hace prender al
conde Ganelón: “¡Vigiladlo muy bien, cual merece el felón! / de
mi noble mesnada, él ha hecho traición” (v. 1819-1820) .
El combate es encarnecido, Oliveros blande “Altaclara”, pero es
herido de muerte y Roldán entona un planto por su compañero. Roldán
tañe de nuevo el olifante y el rey entiende que su sobrino va a
morir. Muere Turpín, el arzobispo, y muere también Roldán, que se
arrepiente de sus pecados, entona un “mea culpa” y muere
cristianamente.
La victoria (vv: 2396-3674):
Carlomagno vuelve a Roncesvalles y entona un sentido planto por su
sobrino Roldán, Oliveros y los Doce Pares de Francia.
El duque Naimón, que actúa como hombre sensato, le dice al
Emperador: “¡Vengad este dolor!” (v. 2428). Manda el Emperador
emprender la marcha y pronto encuentran las huellas de los sarracenos
y como el día termina, pide a Dios que se pare el sol y un ángel le
aconseja que siga cabalgando, que luz no le faltará y que podrá
vengarse de esa gente maldita. Así pues, Dios hizo un milagro para
que el Emperador fuera hostigando a los paganos hasta Zaragoza y los
ahogara en el Ebro.
Marsil, que había perdido una mano en combate con Roldán, se retira
a Zaragoza y pide ayuda a Baligán, gran emir, que acude con navíos
a socorrerle. Marfil, entonces, se declara vasallo del gran emir
Baligán: “Señor emir, mis tierras todas os las entrego/ y
Zaragoza y el feudo que le atañe” (vv. 2831-2832).
Por su parte Carlomagno manda celebrar las honras fúnebres por los
héroes y a Roldán y a Oliveros los lleva a Francia.
El Emperador quiere volver a Francia, pero se da cuenta que los
paganos le siguen y ordena dar la batalla a los sarracenos con los
100.000 hombres que tenía. Se encomienda a Dios para que pueda
vengar la muerte de su sobrino Roldán. Comienza la contienda, de un
lado y de otro se arenga a las huestes, prometiendo Baligán:
“bellísimas mujeres, feudos, honor y tierras” (v. 3398). El
Emperador arenga a sus mesnadas diciéndoles: “¡Vengad a vuestros
hijos, hermanos y herederos / que en la de Roncesvalles murieron la
otra tarde” (vv. 3411-3412).
La batalla se inclina del bando cristiano y, al final, el combate
singular entre Carlomagno y Baligán. Baligán pretende engañar a
Carlomagno diciéndole que se haga su vasallo y le dará riquezas sin
par. Carlomagno le responde que se haga cristiano. No hay acuerdo y
será la espada de Carlomagno, la que decida, abatiendo a Baligán
con la ayuda del ángel.
Carlomagno, entonces, toma Zaragoza. El rey Marfil ha muerto y toma
prisionera a su esposa Braminonda y se bautizaron más de 100.000
paganos.
La justicia (vv. 3675-4002):
El Emperador regresa a la dulce Francia, a su palacio en Aix y allí
empieza el proceso del traidor Ganelón. Carlomagno manda que se
juzgue a Ganelón según la ley y se le acusa de haber hecho peder la
vida a 20.000 franceses. Ganelón reconoce la rivalidad y la envidia
que sentía hacia Roldán, pero no acepta la culpa de traición;
incluso acusa a Roldán de pretender su muerte, cuando fue enviado
como mensajero ante Marsil.
Comienza el juicio con Pinabel, como abogado defensor y la parte
acusadora Terrín, que pide que Ganelón muera en la horca y acepta
un duelo con un pariente de Canelón. Pinabel está dispuesto al
combate individual. Se celebra el duelo, con todo el ritual y Terrín
abate a Pinabel, con lo cual Ganelón será ahorcado junto con sus
parientes.
Ganelón fue condenado a morir de forma afrentosa: atan cuatro
corceles a sus cuatro extremidades y así muere descoyuntado,
haciéndose justicia por la vil traición a Roldán, Oliveros, los
Doce Pares y a todos los 20.000 franceses que perecieron en
Roncesvalles.
Además de hacerse justicia, el Emperador consigue la conversión al
cristianismo de Braminonda, mujer de Marfil; por lo cual la victoria,
no sólo es militar, sino también religiosa, recuélese el carácter
de Cruzada de la guerra contra el sarraceno.
Por último, San Gabriel le anuncia nuevas empresas para propagar la
fe cristiana; pero el Emperador está ya cansado.
Y hasta aquí la gesta que Turoldo transcribe.
LOS CARROS DE NÎMES:3
(Siglo XII)
Entre 1150-60 se pondría por escrito (Cirlot, v. 1993, 29-49) el
cantar de gesta francés Le Charroi de Nîmes, que se puede
traducir por Los Carros de Nîmes o más bien, El acarreo de Nîmes.
Este cantar está dedicado al conde Guillermo, el de la nariz rota,
de fuertes brazos y risa estentórea, que por valor y fidelidad al
rey Luis, conquista a los sarracenos la ciudad de Nîmes con una
astucia semejante a la de Ulises en la guerra de Troya.
El texto manuscrito que ha llegado hasta nosotros consta de 1846
versos, en el que se narra una etapa de la vida del conde Guillermo,
llamada de la jovente, es decir aquel periodo vital marcado
por el celibato, la carencia de una tierra en propiedad, la
dependencia del rey, después de ser investido caballero, pero antes
del matrimonio.
No obstante Charroi de Nîmes pertenece al Ciclo de Guillermo,
una colección de ocho cantares de gesta en torno al héroe, cuyo
comienzo estaría en la Chanson de Guillaume. Este
ciclo de Guillermo se sitúa en el pasado carolingio y detrás de sus
personajes hay figuras históricas. El conde Guillermo parece ser que
el año 790 combatió en Septimania a los sarracenos y a quien
Carlomagno concedió el condado de Tolosa y la tutoría de su hijo
Luis.
Sin embargo este conde de Tolosa no conquistó Nîmes, aunque así
figure en el Codex Calixtinus. Pues una cosa eran las
historias transmitidas en los cantos juglarescos y otra la historia
verdadera. El público, por su parte, recibía estas gestas como
hechos históricos y verídicos, por lo tanto el conde Guillermo
conquistador de Nîmes era tan ‘real’, como el conde asentado
entierras tolosanas.
El cantar los Carros de Nîmes, perteneciente- como se ha
dicho- al ciclo de Guillermo, nunca fue recibido como una obra
independiente, y procedería de aquellos cantos noticieros creados en
la oralidad (cantos noticieros o cantilenas), hasta que se decidió
su escritura, que ha llegado hasta nosotros en varias versiones de
los siglos XIII y XIV.4
Se trata de una obra anónima; no figura el copista, ni el
refundidor.
La injusticia (vv. 1-655):
El cantar de gesta Los Carros de Nîmes comienza
presentándonos a Guillermo, “marqués de la nariz rota” , cuando
volvía de cazar y se encuentra con su sobrino Bertrán, que le pone
en antecedentes del reparto de feudos que ha hecho el rey Luis,
dejando a Guillermo sin asignación de feudo (VV. 1-40).
Entonces Guillermo decide ir a hablar con el rey para reclamarle el
feudo, que le correspondía por los muchos servicios de armas que
había realizado para el rey. El rey, con evasivas, le
dice:”Cualquier día de estos morirá uno de vuestros pares;/
entonces os daré su feudo” (vv. 75-76). Guillermo responde: “¡Por
Dios- dijo Guillermo- cuánto tiempo tiene que esperar aquí/ el
caballero sin tierra que tiene mi edad”! (vv. 88-899.
Guillermo se encuentra ya en un periodo de su vida, que debe
abandonar el celibato, adquirir un feudo y lo que hace es
reclamárselo al rey. No hay acuerdo entre el rey y el vasallo;
porque lo que le ofrece el rey son feudos con herederos y Guillermo
no los acepta.
Guillermo sigue recordándole al rey todas las conquistas que hizo
para su reino, como la batalla contra el emir Corsolt, que fue quien
le cortó la nariz con la espada: “Guillermo el de la nariz rota”
(v. 144). Le recuerda cómo contribuyó a su coronación y le va
repitiendo al rey una y otra vez: “De este servicio no os acordáis/
ya que dais tierras sin pensar en mí” (v. 180-1819.
El enfado entre rey y vasallo va subiendo de tono; el rey le dice:
“Señor Guillermo- dijo Luis el Valiente, / ya lo veo estáis lleno
de rencor” (vv. 300-3019. A pesar de ello las nuevas ofertas no son
aceptadas por el fiel Guillermo, porque tienen herederos, además el
rey le ofrece tierras y viuda,
Por fin, el rey le ofrece la cuarta parte de Francia; Guillermo no lo
acepta, porque, aunque el marqués es exigente con el rey, es un
vasallo fiel: “Mirad a este Guillermo, el marqués del rostro
enojado/ mirad cómo ha perjudicado a su señor legítimo” vv.
299-400), qué dirían los otros barones, los que sí recibieron
tierras. No hay acuerdo entre rey y vasallo y éste sale del palacio.
Se encuentra con su sobrino, Bertrán, que representa la prudencia y
le calma y le incita a la lealtad al rey: “Siempre debemos estimar
la lealtad” (v. 443), nueva muestra de vasallaje. Bertrán, pues,
le dice que vaya otra vez a hablar con el rey y le pida el reino de
España en poder de los sarracenos y de esta forma extender el
territorio del rey por Tortolosa, Nîmes, Orange.
El rey pretende retenerlo en su reino, ofreciéndole ahora la mitad
de su reino, Guillermo le contesta: “No quiero reducir vuestro
feudo, / al contrario lo aumentaré con el hierro y el acero/ sois mi
señor, y no os quiero traicionar” (vv. 545-547). Al fin el rey
accede y le dice: “Sed señor de España, recibidla por este
guante” (v.585).
Reúne un ejército y con sentido de Cruzada parte a la conquista de
España, que será Nîmes.
Hasta aquí el enfrentamiento con el rey por la injusticia en el
reparto de los feudos entre los barones.
Hemos visto, pues, como Guillermo, héroe caballeresco, exige su
libertad al rey, pero no rompe el vasallaje, su honor caballeresco no
le permite aceptar las ofertas del rey, que él considera indignas
(tierras con herederos) o desproporcionadas (la mitad de Francia).
Así pues, tres impulsos guían al marqués Guillermo: a) adquirir
tierras a través del rey, esto es, un feudo y abandonar así el
estado de jovente; b) expulsar a los sarracenos (espíritu de
Cruzada: “Echaré de allí a esa puta gente pagana”, v. 511) y c)
aumentar el poder de la corona.
El ambiente de Cruzada del siglo XII era muy común, porque fueron
frecuentes las invasiones árabes en el sur de Francia. Guillermo
transforma la conquista de un feudo en una empresa sagrada y abandona
al rey.
Esta primera parte termina con el reclutamiento, formado por “povres
bachelers” (pobres caballeros sin tierras), para una empresa
sagrada y con el atractivo para unos guerreros valerosos, en busca de
ascenso social, de conquistar tierra al infiel.
Salida (vv.667-1070):
Comienza la segunda parte con la despedida de Guillermo del rey Luis,
que le da tres besos con mucha amistad. Guillermo le dice: “Me iré
a recorrer España, / esta tierra será vuestra, señor, si la
conquisto” (vv. 756-757. Guillermo como el Cid promete ofrecerle
las nuevas conquistas al rey.
Después de rezar en la iglesia y dar tres marcos de plata, se
dirigen hacia Nîmes. En el camino hacia Nîmes encuentran a un
villano con un carro y un barril lleno de sal. El villano le habla de
sus intereses, de precios etc. Guillermo le pregunta por la
disposición de Nîmes, pero éste del aspecto estratégico nada le
informa.
Guillermo y su ejército se encuentran con un ser exógeno al mundo
caballeresco, un personaje que en escasas ocasiones hace aparición
en los cantares del gesta, el vilain, que ya en el siglo XII,
representaba a los habitantes de las ciudades y a los agricultores
enriquecidos, situados ya fuera del control de los feudos.
Entonces Garnier, noble caballero de Guillermo, dijo: “Quien
tuviera miles de barriles como estos/ (…) y los tuviera llenos de
caballeros,/ los podía llevar por el camino de Nîmes/ y de esta
manera podía tomar la ciudad” (vv.924-927).
Y con este ardid, semejante al del Caballo de Troya, reúnen
numerosos carros con bueyes y barriles de los villanos de la zona,
llenan los barriles de armas y guerreros; y tomando Guillermo y los
otros aspecto de villanos mercaderes se dirigen hacia la amurallada
Nîmes, donde antes de penetrar en la ciudad deben pagar unos
aranceles por las mercancías que llevan para la venta.
Este ardid es un tipo de conducta reprobable para la moral
nobiliaria; pero en este caso el engaño carece de tintes negativos,
porque la astucia va dirigida contra los infieles, aunque no deja de
producir comicidad, ya que Guillermo tiene que disfrazarse de
mercader, de “vilain”. Pero bueno también los héroes griegos
entraron en Troya mediante el ardid del caballo de madera. Además en
la tercera parte, el disfraz de Guillermo servirá para desatar la
risa entre el auditorio, hasta que, al final, al sentirse despreciado
por los sarracenos, le da un puñetazo al rey y termina con las
bromas.
La conquista (vv.1070-1486):
Entran en la ciudad de Nîmes y un pregonero anuncia que unos
mercaderes han traído mercancías nuevas, pero colocadas en
barriles. El propio rey Otrant y su hermano Harpín y con ellos 200
más van al mercado.
Guillermo comprueba que todos los guerreros están dentro de la
ciudad.
En la lais XLIX hay una interpelación al auditorio. “Oíd señores,
por el Dios de majestad/ cómo conocieron a Guillermo aquel día”(
vv.1225-1226); en la cual el rey sarraceno Otrant reconoce a
Guillermo, el de la nariz rota, hijo de Aymeri, pero Guillermo le
cuenta una biografía fantástica y convincente, que se hizo ladrón
y que unos mercaderes le cortaron la nariz y que luego se enmendó.
Se hizo mercader y que había ganado dinero.
El mayordomo de Otrant protesta, porque la puerta del palacio está
embotellada y le propone a Harpín, hermano del rey, que mate dos
bueyes para preparar la comida y así lo hace.
El rey Otrant y Harpín comienzan a mofarse y a buscar querella con
Guillermo, tirándole de los pelos del bigote y de la barba, éste no
aguantó más, se subió a una escalinata y dio el grito de alarma a
los suyos, que estaban dentro de los barriles, a la vez que abate de
un puñetazo a Harpín. “El conde Guillermo se embocó el cuerno,/
lo toca tres veces, fuerte y flojo” (vv. 1393-1394) y los barones
salieron de los barriles y al grito de “Monjoie” entran en
combate.
La batalla fue dura, capturan al rey Otrant, pretenden que abrace la
ley de Dios, pero Otrant la rechaza y es arrojado por una de las
ventanas del palacio.
Los franceses liberan la ciudad, hacen sonar el olifante para que
entre el resto del ejército francés, que estaba fuera de la ciudad
y luego los villanos reclamaron sus carros, sus bueyes y el
estipendio correspondiente.
Termina el cantar: “El conde Guillermo ha liberado Nîmes”.
EL
POEMA DE MÍO CID (s. XII-XIII):
El Cantar de Mío Cid es un cantar de gesta anónimo que narra
las hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de
la vida del infanzón castellano Rodrigo Díaz de Vivar, llamado por
los musulmanes Mío Cid Campeador (Mi señor batallador). Este héroe
castellano de la Reconquista vivió entre los años 1048 y 1099.
El Cantar de Mío Cid o Poema de Mío Cid se conserva en un
solo manuscrito, cuyo códice del siglo XIV, como se deduce por la
letra, proviene de una copia efectuada por Per Abbat en 1207 y se
encuentra en la Biblioteca Nacional; pero, ¿esta versión de Per
Abbat fue la primera o representa un refundición de versiones más
antiguas?
Menéndez Pidal, con su tesis neotradicionalista, vincula al autor
de CMC al mester de juglaría. Y según él la versión
definitiva del Cantar sería el resultado de la labor de dos
juglares. La primera versión muy próxima a los hechos que narra,
sería el trabajo de un juglar de San Esteban de Gormaz por la
abundancia de topónimos que de esa región se mencionan en el
“Cantar del destierro”. Asimismo los hechos narrados en esta
primera versión serían los más históricos.
Un segundo juglar de Medinaceli, ya más alejado de los hechos
históricos, introduce adiciones novelescas y sería el
autor-refundidor del “Cantar de la bodas y el “Cantar de la
afrenta de Corpes”.
La tesis individualista, por su parte, buscará las señas de
identidad del CMC en el mester de clerecía. El “explicit”
final: “Per Abbat le esxcrivio en el mes de mayo/en era de mill e
CCXLV años (1345) se interpreta en sentido restringido, en el
sentido de “componer”, de mero amanuense. A partir de aquí la
crítica individualista sitúa al posible autor del CMC dentro
de la clerecía secular, a un clérigo perteneciente al obispado de
Burgos, o bien atribuyendo la autoría al propio obispo Jerónimo,
que acompaña al Cid en sus conquistas e incluso participa en el
combate.
Otra parte de la crítica, encabezada por Colin Smith5,
opina que el autor del CMC sería un laico, perito en leyes.
Smith rechaza la tesis de un autor del mester de clerecía, porque no
hay en el Cantar indicios de propaganda a favor de
determinados intereses eclesiásticos. Este hispanista inglés
encontró un Per Abad en Carrión de los Condes, especialista en
leyes, que vivió entre finales del siglo XII y principios del XIII y
éste pudo haber sido el genial autor de CMC, primer poema
épico que se escribió en castellano en torno a 1207 o poco antes.
El CMC sería, pues, una obra innovadora, sin dependencia
alguna de una tradición preexistene de poesía épica en castellano,
según la tesis individualista.
Siguiendo con la autoría, el CMC (Juan Victorio, 2005, 21-24)
se escribió por iniciativa de la Corona (Alfonso VI), que quería
presentar un modelo de vasallo obediente a ultranza, aunque tuviese
un mal señor. Se quería demostrar que, fuera de la obediencia
regia, no había vida política. Y se eligió la figura del Rodrigo
Díaz de Vivar, porque ya era conocido de otros textos épicos, en
alguno de los cuales se había mostrado su rebeldía. Al tratarse de
un encargo ‘oficial’ se recurriría para ello a un autor
cualificado, experto en leyes. En efecto, el poeta autor despliega un
gran conocimiento de leyes en la demanda civil y el reto contra los
Infantes de Carrión, celebrada en Toledo en presencia del rey.
En cuanto a la fecha de composición del primer manuscrito, 1140,
Menéndez Pidal se basa en los versos 3724-25: “oy los reyes
d`Espña sos parientes son/ a todos alcanza ondra por el que en buen
ora naçió”. Supone Pidal que el poema fue compuesto en el tiempo
en que los descendientes del Cid llegan a ser reyes, 1140, cuando
Blanca biznieta del Cid, se casa con Sancho, hijo de Alfonso VII, rey
de Castilla y de León; pero el historiador Antonio Ubieto6
se opone a esta argumentación histórica de Pidal, la considera
falsa, simple conjetura; pues el Cid no emparentó con las dinastías
españolas hasta 1201; y se inclina por la fecha de 1207, que se lee
en el “explicit”, sin la tercera “C” añadida por Pidal. En
general la crítica postpidaliana se inclina a fechar el poema, a
finales del siglo XII o principios del XIII y con un autor único,
culto, con conocimientos jurídicos, pudiendo ser notario o letrado.
A este cantar de gesta castellano, que ha llegado hasta nosotros a
través e la copia de Per Abbat, consta de 3730 versos, le falta la
hoja del principio y dos del interior. Menéndez Pidal ha
reconstruido el texto tomándolo de la prosificación del Cantar
hecha en la Crónica de Veinte Reyes.
Las partes en que se divide el Cantar son tres:
I. El Cantar del destierro (vv. 1-1085):
El rey Alfonso VI de Castilla, dice la primera página prosificada
por Menéndez Pidal, envió al Cid a cobrar las parias (tributos) del
rey moro de Sevilla, que era vasallo y pechero del rey; el Cid, por
su parte, se entera que el conde castellano García Ordóñez y
Almudafar, rey de Granada, van a atacar a Almutamiz, rey de Sevilla y
les envió unas cartas suplicándoles que no atacasen al rey de
Sevilla, ya que era vasallo del rey Alfonso; pero ni el conde
castellano ni el rey moro de Granada le hicieron caso y asolaron las
tierras del rey de Sevilla.
Entonces el Cid reúne mesnadas de moros y cristianos, les da la
batalla y los vence. Toma prisionero al conde García Ordóñez
durante tres días y le mesó un mechón de su barba. Les retira el
botín y se lo entrega al rey de Sevilla y desde ese momento le
llaman, el Cid Campeador, que significa batallador.
Regresó, pues, el Cid a Castilla con los tributos para el rey
Alfonso y éste le recibió muy bien, con mucha alegría, sintiéndose
orgulloso de cuanto había hecho el Cid. Pero muchos nobles de más
alcurnia tuvieron envidia del Cid y le buscaron grandes males para
enemistarle con el rey. García Ordóñez acusa al Cid ante el rey de
haberse quedado con parte de los tributos. Como consecuencia de estas
intrigas (“Por malos mestureros de tierra sodes echado”, v.267)
el rey le ordenó mediante una carta que saliera de su reino en nueve
días.
Ya tenemos la causa del destierro, de la injusticia cometida contra
el Cid: la envidia de la nobleza cortesana.
La copia de Per Abbat comienza en el momento en que el Poema vive una
de sus cumbres dramáticas. El destierro del héroe y así comienza
el Cantar del destierro:
“De los sos ojos tan fuertemientre llorando,
Tornava la cabeza i estábalos catando.
Vio puertas abiertas e uços sin cañados,
(…)
Sospiró mio Cid bien e tan mesurado:
Grado a ti, señor padre que estás en lo alto!
Esto me an buolto mios enemigos malos” (vv. 1-10)
Comienza el Cantar sin acusar al rey, no se cuestiona el
vasallaje, sino a una nobleza envidiosa, nobleza de casta, frente a
una pequeña nobleza- el Cid era infanzón- que luchaba por ganar
privilegios ante el rey, a cambio de fidelidad y esfuerzo personal.
A partir de este momento el Cid enviará al rey noticia de sus conquistas y se reconocerá siempre vasallo y quiere ganar, restablecer la gracia del rey.
Tras el episodio de la niña de nueve años, relevante por su delicadeza en una obra tan primitiva:
“Una niña de nuez años a ojo se parava:
Ya Campeador en buena çinxiestes espada!
El rey lo ha vedado, anoch dél entró su carta,
(…)
Non vos osariemos abrir nin coger por nada;
Si non, perderiemos los averes e las casas,
E aun demás los ojos de las caras”. (vv. 40-45)
Viene un suceso puramente literario, el de las arcas de arena: dos judíos, Raquel y Vidas, dan a Martín Antolinez el dinero necesario para pertrechar a sus mesnadas. Los judíos toman como prenda un par de arcas llenas de arena, que, supuestamente, contienen las riquezas que el Cid robó y no puede sacar de Castilla. Comportamiento no caballeresco, hay engaño. El Cid utiliza la astucia. Raquel y Vidas representan a los prestamistas judíos, cuyas actividades el pueblo estaba más que harto de soportar. Es una muestra de antisemitismo, pero también censura la avaricia. También hay comicidad por falta de pago.
Parten para San Pedro de Cardeña, donde el Cid se despide de su esposa y de sus dos hijas, que quedan al amparo del monasterio, pues el Cid ha sido desposeído de todos sus bienes.
Salen de Castilla y empiezan las conquistas y cae como tributaria toda la región desde Teruel a Zaragoza. El Cid envía a Álvar Fáñez a Castilla con un don de 30 caballos para el rey:
“al rey Alfons que me a ayrado/ quiérol enviar en don treinta caballos” (vv. 815-816).
El Cid quiere ganar por medios legítimos la gracia del rey.
II. Cantar de las bodas de las hijas del Cid (v. 1086-2277).
Conquistada Valencia, después de haber librado una dura batalla con
el rey moro de Sevilla, que pretende conquistarla; el Cid obtiene un
cuantioso botín, que envía parte de él al rey Alfonso VI,
reconociéndose una vez más su vasallo, de nuevo el héroe
desterrado quiere recuperar la gracia del rey; habla el Cid:
“Si a vos plogiere Minaya, e no vos caya en pesar
enviar vos quiero a Castiella, do avemos heredades,
al rey Alfonso mio señor natural;
(…)
dar le quiero cient cavallos, e vos ídgelos levar
por mi mujier doña Ximena e mis fijas naturales,
si fore su merced quelas dexe sacar” (vv.1270-1278)
El rey castellano, que recibe los presentes por medio de Alvar Fáñez, da permiso para que éste se lleve a Valencia a la mujer y a las hijas del Cid. Y la comitiva avanza gozosa hasta ser recibida por Rodrigo, el Campeador, con la ternura que caracteriza a este valeroso caudillo, habla el Cid:
“vos dopña Ximena, querida mujier e ondeada,
e amas mis fijas mio coraçón e mi alma,
entrad conmigo en Valencia la casa,
en esta heredad que vos he ganado”. (vv. 1604-1609)
El Cid vuelve a enviar a Minaya con un tercer presente de 200 caballos y la voluntad de servirle mientras viviera y el rey ya se muestra benévolo con el Campeador, dice el rey: “todas estas nuevas a bien abrán de venir” (v. 1876).
Ante tanta riqueza conseguida surge el deseo de emparentar con el
Cid, porque, aunque hidalgo infanzón, los nobles cortesanos le ven
rico, temido por los moros y admirado por los cristianos. Y se
presentan como pretendientes de sus hijas, los Infantes de Carrión.
El rey aconseja el casamiento y las bodas de doña Elvira y doña Sol
se celebran en medio de una gran suntuosidad:
“Quinze días complidos el las bodas duraron,
çerca de los quinze días ya van los fijos dalgo”
(vv.2252-2252)
III. El Cantar de la afrenta de Corpes (vv.2278-3730):
Los infantes de Carrión, cobardes y cortesanos, no saben igualar en valentía al Cid y a sus mesnadas. Estos dos nobles, de alta alcurnia, están más acostumbrados a las intrigas cortesanas que al manejo de las armas.
Los infantes son sometidos a burlas: “Suéltase el león del Cid,
Miedo de los infantes de Carrión, Vanidad de los infantes”; y como
consecuencia de todo este ludibrio los infantes maquinan la venganza
y piden al Cid que les deje partir con sus mujeres para tierras de
Carrión y todo sucede como la habían planeado.
En el Robledal de Corpes atan a sus esposas, las azotan cruelmente y las dejan medio muertas, sin posibilidad de regresar con su padre y los infantes huyen:
“Por muertas las dexaron en el robredo de Corpes
quel una al otra nol torna recbdo” (vv. 2754-2755)
Sin embargo Félez Muñoz, primo de las hijas del Cid, sospecha de los infantes y vuelve en busca de doña Elvira y doña Sol. Las socorre y las lleva en su caballo a San Esteban de Gormaz, habla Félez Muñoz:
“mal se ensayaron infantes de Carrión!
A Dios plega que dent prendan ellos mal galardón! (vv. 2781-2782)
El Cid pide justicia al rey Alfonso por la deshonra que han sufrido sus hijas, no se toma la venganza él. Se celebra, entonces, en la corte de Toledo, en presencia del rey, un juicio de desagravio. El Cid reclama los presentes que hizo a sus yernos, que son declarados felones. Luego se exige una reparación del honor.
Entre tanto vienen mensajeros de Aragón y de Navarra para solicitar en matrimonio a las damas ultrajadas y termina el Cantar manifestando la alegría del héroe por estos nuevos matrimonios, dignos de sus hijas, habla el juglar:
“Veed qual ondra creçe al que en buen ora naçió,
quando señoras son sues fijas de Navarra y de Aragón.
Oy los reyes d`España sos parientes son,
A todos alcança ondra por el que en buena naçió (vv.3722-3725).
Con lo cual queda plenamente restablecida la gracia del rey y su descendencia emparentada con los reyes de España.
Manifiesta el juglar el fallecimiento natural del Cid en la Pascua de
Pentecostés y termina el Cantar en el verso 3730. Se cierra,
pues, la historia del Cid muriendo en el lecho, en paz con el mundo,
después de sus conquistas y del restablecimiento de su honor. Muerte
natural, no muerte heroica como Roldán.
“Passado es deste sieglo mio Çid de Valençia señor
el día de çinquaesma; de Cristus aya perdón!” (vv.
3726-3727).
Per Abbat añadió este explicit:
“Quien escrivió este libro ¡de Dios paraíso, amen!
Per Abbat le escrivió en el mes de mayo
En era de e .ccxlv. años”.
También en el siglo XIV, pero con otro tipo de letra se añadió otro explicit:
“El romanz es leýdo, dat nos el vino; si no tenedes dineros
Echad allá unos peños, que bien nos lo darán sobr` los.”
El juglar, al final, pide al auditorio que se le recompense con un trago de vino para aclarar la voz, después de una larga lectura y reclama también el estipendio: dineros o peños (prendas).
CONCLUSIONES:
En el Cantar de Roldán el conflicto inicial (Cacho Blecua J. M., 2009: 17-26)7 surge por el enfrentamiento entre Ganelón y Roldán, el primero tiene envidia del segundo; pero en este antagonismo hay un tercero en discordia, Carlomagno; ya que según la tradición Carlomagno había mantenido relaciones incestuosas con su hermana Gisela, como consecuencia de las cuales había nacido Roldán, con lo cual el emperador era, a la vez, tío y padre del héroe infortunado. La tradición literaria hace a Ganelón cuñado de Carlomagno, pues se había casado con Gisela como recuerda el Cantar: “Mas no lo olvidéis nunca: mi esposa es vuestra hermana” (v.312). Así pues, Ganelón queda convertido en padrastro de Roldán con la carga de desamor que este parentesco supone. Esta situación familiar explicaría aparentemente los comportamientos que desencadena la batalla de Roncesvalles.
Roldán propondrá a su padrastro como mensajero ante Marfil y Carlomagno la acepta, después de haber rechazado las iniciativas voluntarias de Naimón, Roldán, Oliveros y Turpín; sin embargo el emperador protestará ante la designación de Roldán como jefe de la retaguardia realizada por Ganelón. Ninguna de las dos propuestas era inocente y en ambas peligraban los implicados.
El emperador quiere preservar a los Doce Pares de Francia del peligro, porque los consideraba su principal instrumento político y guerrero. Estos caballeros eran unos profesionales de la guerra, desligados de sus feudos y transformados en caballería. No tenían territorios, tenían cargos políticos y de honor en pago a su fidelidad. Frente a estos Doce Pares estaban los poderosos vasallos como Ganelón con grandes feudos. Estas dos actitudes, con intereses opuestos, configuran las principales tensiones del Cantar de Roldán. El enfrentamiento entre Ganelón y Roldán, con la presencia de Carlomagno, reflejaba estas dos actitudes, más que las malas relaciones familiares proporcionadas por la leyenda.
Honor y venganza constituyen el núcleo germinal del Cantar de Roldán. La negativa del héroe a tañer el olifante para avisar a Carlomagno se explica como un caso de honor:
“Compañero Roldán, tañed, pues vuestro cuerno
(…) “Haría como un necio,
pues en la dulce Francia perdería mi fama” (vv. 1051-1055)
Y ante la insistencia de Oliveros contesta Roldán:
“No lo permita Dios (…)
que
haya un hombre en el mundo que pueda decir
que a
causa de paganos haya tañido el cuerno!” /vv. 1070-1075).
En una sutil gradación se pasa de la honra personal, a la familiar y colectiva (Francia) para terminar con el espíritu de Cruzada. Surge en Roldán su desmesura guerrera. Confía tanto en sus propias fuerzas, que no escucha el prudente consejo del sabio Oliveros.
El conflicto de Ganelón y Roldán giran en torno a la incidencia de la honra y de la venganza en la colectividad fiel al emperador; los dos morirán como consecuencia de sus actitudes, si bien de forma diferente: Roldán pagará su desmesura con una muerte honrosa, mostrando su valentía hasta el último aliento. Roldán pide perdón y ofrece su guante derecho a Dios, señal de humildad, de sumisión, contrapuesta a su desmesurado orgullo. Y San Gabriel recoge el guante y junto con él el ángel Querubín y San Miguel llevan su alma al paraíso.
La muerte de Ganelón será muy diferente. Ganelón y sus familiares, que serán entregados como rehenes, morirán ahorcados, y él recibirá la muerte que merece un felón probado: unidos sus pies y sus manos a cuatro corceles, será descuartizado de forma cruel y deshonrosa.
Todo este enfrentamiento, conflicto de intereses, que apunta o señala desajustes surgidos en la sociedad feudal del siglo XI, está inserto en la lucha contra el infiel. En efecto, la traición de Ganelón y la desmesura de Roldán propician el triunfo momentáneo de los sarracenos, pero luego el emperador perseguirá a Marsil ( a quien Roldán amputó el brazo derecho), le derrotará en Zaragoza, así como a su señor el gran emir Baligán, representante de todo el Islam.
Todo el desarrollo literario del Cantar de Roldán con las dos actitudes representadas por Ganelón y Roldán, así como la derrota del máximo caudillo de los sarracenos por parte del emperador, servirá para demostrar las ventajas de una monarquía fuerte; los traidores y lo guerreros con desmedido orgullo, que actúan individualmente, de manera imprudente y no solicitan la ayuda del emperador, provocan problemas y faltan a la lealtad, eje fundamental de la sociedad feudal.
En el seno de la monarquía cristiana, enfrentada al Islam en el siglo XI, surgen fuerzas individuales que cuestionan el poder del rey. Es la clásica oposición entre el rey y la alta nobleza, pues en la práctica algunos vasallos fueron considerados más poderosos que su soberano y actuaban como auténticos monarcas en sus feudos. Contra esta actitud luchaba la monarquía y El Cantar de Roldán pudo ser un medio de propaganda ideológica al servicio de la monarquía feudal.
*** ***
Los Carros de Nîmes: En este cantar destacamos la afirmación de la individualidad del conde Guillermo en un mundo tan cerrado como el feudal, donde el rey manda y los vasallos obedecen ciegamente.
El conde Guillermo denuncia ante el rey la injusticia por no haber
recibido un feudo, que por edad y por los servicios prestados le
corresponde. Pide al rey que valore su fidelidad, su vasallaje.
El rey Luis parece que quiere retenerle a su lado en la corte de París, por esta razón le ofrece feudos ocupados (tierras con herederos o viudas) o desproporcionados (la mitad de Francia).
Por fin el rey accede y le permite extender su reino con la conquista de España en poder de los sarracenos, que no es otra tierra que Tortolosa, Nîmes y Orange.
Parte, pues, Guillermo a un destierro voluntario, pero, a la vez, necesario para conseguir un feudo y ofrecérselo al rey (ensanchar su reino).
Luego ya viene el episodio, nada caballeresco, del ardid de los carros cargados de barriles con los guerreros dentro y los pormenores de a conquista de Nîmes. El disfraz de mercader del conde Guillermo y el trato despectivo que recibe del rey Otrant y de Harpín, tirándole del pelo de la barba y del bigote, hasta que Guillermo, no aguantando más, hizo sonar el cuerno de guerra y de un puñetazo abatió a Harpín.
Y se conquista la ciudad de Nîmes con el objetivo de ganar tierras, pero sobre todo para extender la cristiandad: “El conde Guillermo ha liberado Nîmes”.
*** ***
En el CMC se desarrollan los siguientes temas: el deshonor del destierro, el engrandecimiento del héroe mediante sus victorias y las riquezas que adquiere; el deshonor de sus hijas y el restablecimiento del honor.
El Cid es un héroe íntegro en el sentido cristiano, feudal y social. Con esta integridad se gana la adhesión de sus vasallos y recupera el favor del rey, aunque nunca rompió su vasallaje. Además es tierno y humano en el amor a la familia y a sus amigos; también es religioso, astuto, dispuesto y valiente en la lucha.
El autor del CMC presenta al héroe como ejemplo o dechado del hombre castellano de la época: un caballero, que con su esfuerzo personal, respetando las leyes del feudalismo, pasa de la deshonra injusta del destierro a la más alta glorificación.
Al lado del héroe están su mujer, doña Ximena y sus dos hijas, doña Elvira y doña Sol, personajes que sirven para realzar al héroe como esposo y padre ejemplar. Las hijas ensalzan al héroe como padre que busca para ellas un buen matrimonio.
El Cid, por otra parte, necesita dinero para mantener a su familia y para pertrechar a su mesnada. Y siempre en cada conquista se hará mención de la riqueza obtenida. Esta preocupación económica no aparece en los otros cantares de gesta coetáneos.
Las mesnadas del Cid son presentadas como hombres esforzados, valientes y dignos de servir al héroe.
Los dos personajes eclesiásticos también realzan la figura del Cid. El abad don Sancho, que acoge al Cid contraviniendo las órdenes del rey, que había prohibido que se diera hospedaje o comida al desterrado. El obispo Jerome participa, como el Cid, del ideal heroico participando directamente en la conquista de Valencia.
La caracterización negativa de los personajes recaerá en los enemigos del Cid. En el “Cantar del destierro”, el conflicto del rey con el Cid será debido a los “malos mestureros” y se personifica en la figura de conde García Ordóñez, el prototipo del antihéroe.
Los Infantes de Carrión serán el contrapunto de lo heroico. La codicia, la cobardía y la traición serán sus atributos. La vileza de los Condes de Carrión se pone de manifiesto en el pasaje del moro Abengalvon, donde la bondad y la ejemplaridad se atribuyen a un pagano.
Siempre encontramos el contraste entre la probidad y mesura del Cid con la cobardía y avaricia de sus yernos, los Infantes de Carrión; y también en el trato dado al Conde de Barcelona, ridiculizado, estando mucho más alto en el escalón nobiliario. Todo esto puede tener un trasfondo social, el ascenso de los hidalgos infanzones. El autor no nos dice en ningún pasaje el título de nobleza del Cid; sin embargo lo eleva por encima de aquellos personajes que presumen de nobleza heredada. Creo que late un conflicto social entre aquellos personajes que han conseguido su nobleza por sus acciones (gestas) y los que la han heredado.
El episodio de Vidas y Raquel, aunque nada caballeresco, sirve para presentar la astucia del héroe.
El humor también tiene presencia en el CMC con objeto de rebajar la tensión dramática en determinados pasajes y dotar de dimensión literaria al poema. Entre esas muestras de humor tenemos el episodio de “Vidas y Raquel” (hay comicidad por la falta de pago), la escena del león y la batalla contra el rey Búcar o el relato del conde de Barcelona, vanidoso y petulante, que se niega a comer, pero cuando el Cid le dice que si come le pondrá en libertad, se pone a comer con u apetito voraz.
Julio Rodríguez Puértolas califica al CMC como “arte propagandístico de feudalismo”8. Según Rodríguez Puértolas la épica sería el instrumento de propaganda de la clase dominante, y, a la vez, elemento corrector de las fuerzas revolucionarias que atentan contra el sistema feudal.
El CMC serviría de propaganda al sistema feudal para subsanar el desorden iniciado por un vasallo que se rebela contra el sistema en cuatro niveles:
1.Nivel político: enfrentamiento entre Castilla (el Cid y los suyos) y León (la vieja nobleza hereditaria, personificada en los Infantes de Carrión).
2.Nivel
socioeconómico: enfrentamiento entre el pueblo y la oligarquía
aristocrática, los primeros luchan por el ascenso social y los
segundos por mantener sus privilegios; el autor del CMC toma
partido a favor de la baja nobleza, los hidalgos infanzones,
arraigada en el pueblo, por ello ridiculiza a la aristocracia
(Infantes de Carrión y Conde de Barcelona).
3.Nivel
individual: el héroe, el Cid, sería la personificación de los
ideales del hombre castellano.
4. Nivel
religioso: hay también una intención religiosa, cristianos frente
a paganos, espíritu de Cruzada, aunque algo más atenuada que en
los otros dos cantares estudiados ( CR y CN).
El nuevo orden al que se llega al final, después de las Cortes de Toledo, no coincide con el orden del comienzo, pues, si bien, no se altera el poder del rey, el sistema, el feudalismo se renueva con la savia de la nueva nobleza esforzada. No cabe duda que el poema es un canto al caballero, que por sus méritos personales alcanza grandes riquezas y prestigio social (“ondra”), y por ello quiere tener los mismos derechos que la nobleza hereditaria. En este sentido, el CMC es poesía comprometida, en tanto que el autor anónimo toma partido por la clase caballeresca en ascenso.
En el CMC asistimos a una glorificación progresiva del héroe, un hidalgo infanzón. Y el mundo que resulta del Cantar ya no es estático. En el nuevo orden resultante la alta nobleza ha perdido su prestigio y su papel representativo: El rey afianza su poder gracias al Cid. Esta prendida propaganda del Cantar ya no está al servicio del feudalismo, sino que se rebela contra el sistema y la clase dominante. Parece que está poniendo las bases para la aparición de la burguesía, que cobraría protagonismo un siglo más tarde.
Relación entre los tres cantares de gesta:
El Cid tiene problemas con el rey, porque unos nobles envidiosos le acusan y lo envía al destierro, se produce, pues, la injusticia.
Guillermo no ha recibido el feudo, que por sus servicios y por edad le corresponde, se produce la injusticia y se rebela.
El Cid parte al destierro con tristeza, pero con obediencia, es un buen vasallo y su objetivo será recuperar la gracia del rey.
Guillermo no acepta la sentencia del rey Luis, se rebela, es un héroe épico individualista, que reclama su libertad, aunque no rompa su vasallaje.
Los caballeros que acompañan a Guillermo (“povres bachelers”: pobres caballeros sin tierras) estarían en el mismo escalón que las huestes del Cid.
Ni Guillermo ni Roldán están pendientes de recuperar la gracia del rey como el Cid.
El Cid es marido y padre solícito y necesita dinero para mantener a los suyos; esta preocupación económica no había parecido antes en los cantares de gesta.
El Cid, a su vez, tendrá que recuperar el honor de sus hijas por la Afrenta de Corpes y luego el rey hará justicia y recuperará todo su honor ya que casa de nuevo a sus hijas con los hijos de los reyes de España.
La presencia femenina, tanto en el CR (doña Alda, la prometida de Roldán y Braminonda, esposa de Marfil) como en los CN, apenas es significativa. Tanto es así que Guillermo no tiene prometida.
En los tres cantares hay afán de conquista (extender las fronteras), pero, a la vez, espíritu de Cruzada, de convertir a los sarracenos al cristianismo, aunque más acusado ese espíritu en los dos cantares franceses.
Aunque el Cid sufre algunos reveses en sus conquistas, no sufre una derrota tan tremenda como Roldán en Roncesvalles, triunfa en la conquista de Valencia como Guillermo en Nîmes.
Guillermo y el Cid sobreviven a sus gestas y consiguen sus objetivos, mientras que Roldán muere heroicamente en Roncesvalles por la traición de Ganelón y por su desmesura.
El CR canta a la alta nobleza de los Doce Pares de Francia y las viejas hazañas de Roldán, sobrino de Carlomagno.
El CMC ensalza a un hidalgo infanzón de Vivar, que por méritos propios conseguirá la gracia del rey, injustamente perdida.
El CR noveliza las hazañas d Roldán y Ganelón 300 años más tarde
El CMC relata las hazañas del héroe castellano muy próximas en el tiempo.
Roldán es un héroe desmesurado e intrépido frente a la prudencia de Oliveros.
El Cid es mesurado y magnánimo, aún en los momentos más violentos.
Al final tanto en CR como en el CMC se celebra un juicio, no se recurre a la venganza personal y se hace justicia, se condena a Ganelón a una muerte afrentosa y los Infantes de Carrión son derrotados y declarados felones.
Por último podemos concluir que los tres cantares son una buena muestra de la poesía épica al servicio de la monarquía feudal.
BIBLIOGRAFÍA:
-Alborg Juan Luis, Historia de la Literatura Española, Tomo I. Edad Media y Renacimiento (Segunda edición ampliada), Editorial Gredos, Madrid, 1981
-Antología de textos literarios románicos medievales por Martín de Riquer, Segunda edición preparada por Francisco Noy, Universidad de Barcelona, Facultad de Filosofía y Letras, Sección de Filología Románica, Barcelona 1958, Edición no venal.
-Chansons de gest (extraits) par Robert Bossnat, Editorial Larousse, 1969
-El Cantar de Roldán, (traducción de manuscrito de Oxford por Martín de Riquer), Espasa-Calpe, Madrid, 1968
-: Edición y traducción de Juan Victorio, Editorial Cátedra, Madrid, 2001
-: Versión de Benjamín Jarnés, Alianza Editorial, Madrid, 2009
-Le Charroi de Nîmes (prólogo y notas de Victoria Cirlot), Editorial Bosch, Barcelona, 1993.
-Menéndez Peláez Jesús (Coord), Historia de la Literatura Española, Vol I, Edad Media, Editorial Everest, León ,2007 (Segunda Edición)
-Menéndez Pidal Ramón, La Chanson de Roland y el neotradicionalismo (Orígenes de la épica románica), Espasa-Calpe, Madrid, 1959.
-Poema de Mío Cid, Edición de Colin Smith, Cátedra, Madrid, 1982, (9ª edición)
-: Texto antiguo de Menéndez Pidal, Prosificación de Alfonso Reyes, Prólogo de Martín de Riquer, Espasa- Calpe, Madrid, 1976
-: Introducción, transcripción y adaptación del Poema en prosa por Juan Victorio, BBVA, Patrimonios, Madrid, 2003.
-: Estudio y edición crítica de Juan Victorio, UNED/ Ediciones, Madrid, 2005 (1ª reimpresión)
-Rodríguez Puértolas Julio, >>El Poema de Mio Cid: nueva épica y nueva propaganda<<, en Deyermond A. D. Mío Cid Studies, Tamesis Books Limited, London, 1977.
-Ubieto Arrieta Antonio, El Cantar de Mio Cid y algunos problemas históricos, Anubar Ediciones, Valencia, 1973
Madrid, 6 de junio de 2012
1
Menéndez Pidal Ramón, La Chanson de Roland y el
neotradicionalismo (Orígenes de la épica románica),
Madrid, 1959 (p. 353)
2
Cantar de Roldán (Edición y traducción de Juan Victorio),
Editorial Cátedra, Letras Universales, Madrid, 2001. Todas las
citas textuales serán de esta edición, señalando el número del
verso.
3
Le Charoi de Nîmes/ Los Carros de Nîmes (Prólogo y notas
d Victoria Cirlot, Traducción de Alain Verjat), Bosch, Casa
Editorial, Barcelona, 1993. Ejemplar de lectura y citas textuales.
4
Ver “Nota a la tradición manuscrita” en obra citada, p. 49
5
Poema de Mío Cid, Edición de Colin Smith, Cátedra, Madrid,
1982. Ver >>Génesis del poema, su autor y fecha de
composición<< (pp. 36-44)
6
Ubieto Arrieta Antonio, El Cantar de Mío Cid y algunos problemas
históricos, Anubar Ediciones, Valencia, 1973
7
El Cantar de Roldán, Versión de Benjamín Jarnés,
Introducción de José Manuel Cacho Blecua, Alianza Editorial,
Madrid, 2009
8
Rodríguez Puértolas Julio, >>El Poema de Mio Cid: nueva
épica y nueva propaganda<< , en Deyermond A. D. Mio Cid
Studies, Tamesis Books Limited, London, 1977 (pp. 141-158)
4 comentarios:
Excelente artículo, excelente blog, de lo mejorcito de la red. No tengo palabras.
Hasta ayer no había leído Los carros de Nimes y he decir que ha roto todos los esquemas que poseía hasta ahora del modelo de caballero. La forma con que Guillermo conspira contra Luis, que llega a insinuar que lo destronará si no accede a sus caprichos, se opone claramente, como comentas, a la sumisión del Cid, que asume como un Wanderer o un Seafarer su destierro, dando ejemplo a la sociedad de que la potestad del rey es indiscutible y que el honor, la gallardía y el vasallaje es un código infranqueable dentro de un sistema feudal en el que el rey es la personificación de la tierra. En este sentido, Guillermo es un personaje que, desde la perspectiva de la tradición épica española e inglesa con la que estoy familiarizado, obliga a modificar la concepción del caballero. Tanto es así que la conducta del héroe de esta gesta se aproxima a la de un mercenario que combate por un fin material en vez de por el ideal del honor.
En cuanto a algunos rasgos formales, me han llamado la atención dos aspectos. Por un lado, la descripción del disfraz de Guillermo, que encaja a la perfección con los preceptos clásicos de la écfrasis, por el detallismo con que se describe, convirtiendo al caballero en un histrión, lo cual dota al pasaje de Nimes de una profunda teatralización de la escena; por otro, el pasaje que narra Guillermo acerca de cómo perdió media nariz que sirve como prolepsis y que favorece a la postre la anagnórisis de Otrant. Como no soy especialista en la materia de Troya y la relación e influencia que ejerció en los cantares de gesta no me atrevo a aventurar hipótesis; lo que está claro es que conociendo o no los preceptos poéticos clásicos, el autor o autores de Los carros de Nimes eran grandes lectores de los clásicos. El rapport de fait con el famoso episodio del caballo de Troya incluso denota cierto interés por parangonar la gesta de Nimes con la gesta de Troya. Sea como sea, se trata de una obra fascinante, otra de esas muchas joyas medievales que cada vez se leen menos, sobre todo, por el escaso interés que despierta en las nuevas generaciones este tipo de textos y que irá a peor con la desaparición de Románicas.
Saludos y gracias por compartir estos artículos.
¡Maravilloso artículo! Muy completo, acertado en interesante. Gracias.
Ni entendi nada no es lo q buscaba pero hay cosas peores...desepcionada de internet😋
parangonar la gesta de Nimes con la gesta de Troya. Sea como sea, se trata de una obra fascinante, otra de esas muchas joyas medievales que cada vez se leen menos, sobre todo, por el escaso interés que despierta en las nuevas generaciones este tipo de textos y que irá a peor con la desaparición de Románicas.
https://symcdata.info/la-batalla-de-ayacucho/
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